México: organización de abajo
El país -que es muchos países regionales fragmentados y dispersos- comienza a hacer visible sus luchas y sus historias. La gente se junta y entiende que los embates se repiten. Son historias terribles, pero también luminosas, que comienzan a hacer clic. Y la gente de todos los sectores sociales del valle comienza a entender que solos no podrán nada y que el agua es un bien común que hay que defender
Cuando desde el poder se voltea para abajo es siempre en la oportunidad de dar un golpe mediático, de hacer sentir que todo anda bien, que no pasa nada, "si estamos cumpliendo", y sonríen con los ojos y las palabras vacías de siempre. Para muestra, la famosa semana indígena que se inventaron Vicente Fox, Xóchitl Gálvez y Florencio Salazar con el fin de que por lo menos en horario estelar el gobierno esté dispuesto a echarle la mano a los pueblos indios. Y para eso recurren al montaje, a la falsificación, a los dirigentes a modo que les propicien un acto lucidor, donde se vistan un ratito de indios, digan frases bonitas como aquella de la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (cdi) que dijo emocionada: "mi corazón está en San Andrés" al finalizar el acto de la faramalla en la Huichola con la que quisieron hacer ver que toooodo el pueblo huichol iba a pedir y a agradecer, que para eso están los pueblos.
En San Andrés Cohamiata, el ex procurador de asuntos indígenas de Jalisco, hoy comisariado de bienes comunales de San Andrés, Antonio Carrillo, junto con el nuevo procurador, el también sanandresero Francisco López, les montaron un acto en un centro ecoturístico que se suma a los grandes montos de ayuda gubernamental que el gobierno federal invierte en San Andrés para hacer ver que los huicholes son prioritarios, con tal de bajarles los ánimos autonómicos. Y entonces Antonio Carrillo, hablando sin autorización por todo el pueblo wixárika, por las otras comunidades que ni se pararon a ver el acto, funda una alianza con el gobierno federal que piensan les servirá para deslavar o por lo menos ensuciar un poco el arranque de la Otra Campaña, aquella en que están empeñados los pueblos, incluido el wixárika, como lo muestra la declaración de Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán) del Congreso Nacional Indígena Región Centro Pacífico, en que se rechazó la ley indígena de Jalisco, por racista e incoherente, se adhirieron a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, y se ratificó el camino de la autonomía en los hechos y la lucha en defensa del maíz, el agua, el bosque, la tierra, el territorio y los recursos naturales.
Porque mientras tanto, el país --que es muchos países regionales fragmentados y dispersos-- comienza a hacer visible sus luchas y sus historias. La gente se junta y entiende que los embates se repiten. Son historias terribles, pero también luminosas, que comienzan a hacer clic: es el movimiento en defensa del agua de todo el valle de Cuautla, Morelos, añeja región de manantiales y apantles que hoy las gasolineras contaminan y al hacerlo roban el agua que debería ser de disfrute común. Y la gente de todos los sectores sociales del valle comienza a entender que solos no podrán nada y que el agua es un bien común que hay que defender. Son también los obreros de las maquilas en Tehuacán que defienden su dignidad, aun a costa de presos inocentes en uno de los centros de origen del maíz y con manantiales importantes (que en el mundo se hicieron famosos como las "aguas de Tehuacán"), que hoy están devastados por las empresas maquileras anunciadas por los gobiernos de Salinas, Zedillo y Fox como una puerta al progreso y al primer mundo.
Son las muchas luchas y las muchas historias, la organización en germen o en consolidación, lo que la Otra Campaña quiere mostrar. Y esa organización, de abajo, invisible por las campañas mediáticas, seguirá pujando, como siempre, mucho después de que se haya decidido qué candidato queda en el poder.
En 2006, los proyectos de nación se confrontarán como hace mucho no lo hacían. Pero una resistencia milenaria tiene más probabilidades de seguir mil años que la sosa y deslucida palabra de los que sueñan con ser dueños de este país.