México: la venganza de los cerdos
Al igual que un insostenible sistema financiero provocó la actual crisis bancaria, la cría intensiva de animales está en el centro de la pandemia de gripe porcina
En la moderna teoría de la gestión de desastres, cuando un gran sistema experimenta un shock o una falla importante, se evalúa el riesgo, se activa una respuesta de emergencia ordenada, y se gestionan las secuelas. En el mundo de la gente real, directamente afectada por el shock real, se busca a alguien a quien echarle la culpa.
Para los mexicanos comunes esta semana, en que enfrentaron el cierre de su país por la influenza porcina y un número desconocido de muertos, se necesitaba encontrar un culpable.
A sus ojos, era fácil identificar al Fred Goodwin* de la epidemia. A sólo ocho kilómetros y medio del poblado de La Gloria, que al parecer es el epicentro del brote de gripe, se levanta un gigantesco complejo industrial porcícola, copropiedad de la compañía procesadora de cerdo más grande del mundo, Smithfield Foods.
Smithfield se mantiene firme en que la gripe porcina no es de su responsabilidad y no tiene ninguna conexión con sus criaderos industriales de México o de ninguno de los países donde ha establecido su poderosa presencia. Durante el fin de semana la compañía, como banquero asediado, se mantuvo en silencio y declinó conceder entrevistas, pero emitió una declaración: “No hemos encontrado ninguna evidencia de la presencia del virus de la influenza en ninguno nuestros planteles de cerdos, ni en ninguno nuestros empleados, en ninguna de nuestras operaciones de negocios mundiales. Todas nuestras piaras son regularmente examinadas para detectar enfermedades, inclusive la influenza. Rutinariamente les administramos vacunas para protegerlas contra la gripe y realizamos pruebas mensuales para examinar la presencia e identidad de diferentes cepas de gripe”.
Cuando un niño de la comunidad de La Gloria, que había estado enfermo en marzo se convirtió en el primer caso confirmado del actual brote de gripe porcina, siguiendo nuevas pruebas del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC) sobre muestras previamente tomadas en México, Smithfield dijo que sus piaras también fueron reexaminadas. Confiaba en que podía asegurar a la gente, que ha sido “bombardeada por opiniones infundadas, declaraciones poco científicas e incontrolados rumores y especulaciones en Internet”, que no eran la fuente del brote. Declinó responder las detalladas preguntas de (el periódico británico) The Guardian acerca de sus pruebas. Los resultados no estarían listos hasta este fin de semana. Al igual que el resto del mundo, que mira desplegarse la pandemia como accidente de auto en cámara lenta, Smithfield poco podía hacer, salvo esperar, para ver cuán fuerte o cuán suave sería el aterrizaje.
Al predicamento de Smithfield no le ayuda el hecho de que, al igual que Sir Fred, se hizo notar por sus hábitos. Opera a gran escala. El volumen de sus residuos porcinos es extravagante. Pero así como el Royal Bank of Scotland (RBS) no causó en soledad la crisis financiera, sino que simplemente se ajustó al último arquetipo bancario, así la propia naturaleza de la actual industria globalizada de la carne es la que está en el centro de esta pandemia emergente de gripe porcina. La unidad industrial que está cerca de La Gloria engorda casi un millón de cerdos por año. A nivel global, Smithfield sacrificó 26 millones de cerdos en el año 2006, generando ventas por 11 400 millones de dólares (7,6 billones de libras esterlinas) y ganancias por 421 millones de dólares. Ya controla más de un cuarto del total del mercado de procesados de carne de cerdo de EE.UU. y se ha expandido mediante adquisiciones en Europa. Al igual que el sector bancario, el sistema alimentario mundial ha visto el surgimiento sin precedentes de grandes actores, que controlan todas las etapas de producción, desde la crianza de los cerdos hasta el tocino fileteado.
Además, el moderno sistema de alimentación cuenta con una sofisticación y una interdependencia global a la altura del sistema financiero. Parece demasiado grande para fallar. Pero, también como este sector, es extremadamente frágil y vulnerable a un shock. Muchas de estas perturbaciones probablemente sean de su propia factura.
Los establecimientos de cría intensiva densamente atestados de cerdos de la multinacional Smithfield, de la misma manera que los del resto de la industria en gran escala, generan enormes lagunas de vertidos malolientes. En muchas de las áreas donde ha situado sus granjas industriales o complejos de sacrificio y procesamiento, los activistas y comunidades locales se han manifestado en su contra, acusándola de la contaminación del medio ambiente, de abusos contra los derechos laborales y, en algunos lugares, de operar sin las debidas autorizaciones. La población de La Gloria ha sostenido largos enfrentamientos con la cercana subsidiaria de la compañía, la empresa Granjas Carroll. Cuando el 60% de la población de la ciudad se enfermó con síntomas de gripe en marzo, inmediatamente echó la culpa a los cerdos.
La gripe porcina se está transmitiendo actualmente de persona a persona, y es probable que esta cepa particular de influenza porcina no se haya originado directamente en un cerdo, como señalaron los expertos en sanidad animal de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO). Sin embargo, la FAO ha enviado una misión de vigilancia para ayudar a los mexicanos a controlar su ganado porcino.
Pero el foco en Smithfield no causa sorpresa, dada su historia. Ganó notoriedad hace una década, cuando la Agencia de Protección Ambiental del gobierno les impuso a dos de sus subsidiarias de EE.UU. las mayores multas ambientales jamás conocidas, teniendo que pagar 12 600 000 dólares por los vertidos ilegales de contaminantes procedentes de sus operaciones, en el río Pagan, de Virginia. Había cometido más de cinco mil (5000) violaciones de los niveles permitidos para la descarga de coliformes fecales, fósforo, amoniaco, cianuro y aceite de sus industrias porcícolas en poco más de cinco años, destruyendo las reservas de peces y contaminando las napas. Más preocupante todavía, también se la declaró culpable de falsificación de documentos y destrucción de registros.
Y como los laboratorios especializados continuaron su trabajo forense toda la semana, quedó establecida la ascendencia de esta última cepa de gripe, y su conexión con la moderna cría intensiva de porcinos en general, aunque no con ninguna explotación en particular.
La razón por la cual el miércoles por la noche, los científicos se decidieron a pulsar el botón de alerta roja de la gripe, aun cuando sólo habían aparecido unos pocos cientos de casos fuera de México, leves casi todos en ese momento, también se hizo más clara. El departamento de virología del CDC había completado la secuenciación genética de la influenza porcina y estaba en condiciones de afirmar que ésta había surgido de una cepa identificada por primera vez en unidades industriales porcícolas de Carolina del Norte hacia fines de 1990. No es una coincidencia que esta amenaza a la salud humana global haya surgido de ese estado en particular, como explica Michael Greger, director de sanidad pública de (la organización protectora de animales) Humane Society de EE.UU. y principal autor de la historia de la gripe aviaria y animal: “Carolina del Norte tiene la mayor densidad de población porcina de Norteamérica y se jacta de tener más del doble que muchas corporaciones megaindustriales porcícolas de cualquier otro estado. Con concentraciones masivas de animales de granja en los cuales mutar, estos nuevos virus de influenza porcina de Norteamérica parecen estar en vías de rápida evolución, saltando y recombinándose (reassorting*) entre especies a un ritmo sin precedentes”.
La novedosa enfermedad humana es la deuda tóxica de la cría industrial de ganado actual. El virus de la influenza tiene ocho segmentos genéticos. Si dos tipos diferentes de la gripe infectan la misma célula al mismo tiempo, los genes de ambos virus se mezclan, intercambiando segmentos para formar híbridos totalmente nuevos. En México, como en muchos de los países más pobres, las granjas porcícolas y avícolas industriales se sitúan cada vez más cerca de poblaciones urbanas atestadas, haciendo más probable la infección simultánea por diferentes cepas de gripe.
La pandemia de gripe de 1918 provino de una cepa H1N1 y era una variedad de gripe aviar nueva para los seres humanos por lo cual no tenían inmunidad contra ella. Mató al menos a 50 millones de personas en menos de un año cuando asoló al mundo. La cepa H1N1 de 1918 pasó de los seres humanos a los cerdos, y se convirtió en la forma dominante de gripe de este ganado, aunque evolucionó en una cepa bastante suave.
Pero después, en 1998, hubo un nuevo brote explosivo de gripe porcina en una granja industrial de Carolina del Norte que enfermó a miles de cerdos. El virus había evolucionado hasta convertirse en un triple híbrido nunca visto antes, que contenía segmentos de genes de gripe aviar, humana y porcina. Había encontrado el caldo de cultivo ideal. Los cerdos, cuyos sistemas inmunológicos fueron suprimidos por el estrés del hacinamiento y del engorde rápido, y permanecían confinados adentro, eran perfectas incubadoras de enfermedad para la gripe porcina, cuyo método preferido de transmisión es el aerosol de gotitas infectadas de virus, expulsados por millones en la famosa tos perruna del cerdo. Gracias a la moderna práctica de transportar animales vivos, el nuevo virus se propagó rápidamente al ganado porcino de todo el país.
Seis de los ocho segmentos genéticos del actual brote de gripe porcina aislados por los expertos del CDC, se remontan al triple híbrido de Carolina del Norte.
La cría industrial de ganado se ha desarrollado como una gigantesca burbuja de crédito ecológica. Ha producido un enorme incremento de la producción mundial de carne en las tres últimas décadas. Los consumidores han comprado alegremente sus productos baratos al igual que devoraron los préstamos de libre acceso del boom financiero, sin averiguar demasiado sobre cómo se sustentaría tamaño consumo o cuáles podrían ser las eventuales consecuencias. La gripe porcina debería hacernos cuestionar esa complacencia.
Jan Slingenbergh, un alto funcionario de sanidad animal de la FAO, cree que la evolución precisa final del virus actual puede que nunca sea encontrada. “No sabemos, pero lo más probable es que una persona se haya infectado con un virus de gripe común y, al mismo tiempo, con un segundo virus, que tenía elementos probablemente de cerdos y se mezclaron para formar un nuevo virus. El último tramo de la mezcla en humanos posiblemente tuvo lugar a mediados de marzo en México”. Slingenbergh se muestra escéptico acerca de que se pueda encontrar un vínculo con la empresa Granjas Carroll.
El virus ahora puede progresar como una cepa suave y morigerarse, o puede mutar y continuar evolucionando para volverse más virulento. La razón por la cual los expertos han invertido tantos esfuerzos en prepararse para una pandemia de influenza y están tomando esto tan en serio, es que estas cepas de rápida evolución que mezclan formas aviares, porcinas y humanas, podrían arrojar una variedad particularmente letal. Los expertos en salud han advertido durante años acerca del peligro de la ganadería intensiva en la generación de nuevas e incontrolables enfermedades humanas.
Si estos nuevos virus son la deuda tóxica del sistema alimentario, el cerdo mejorado genéticamente es su derivado más manipulado y artificial. Inflado como un físico-culturista, dependiente de antibióticos y vacunas para mantenerlo, tiene las patas traseras desproporcionadamente grandes, para satisfacer un mercado que gusta más del jamón que de la paleta del cerdo; tiene orejas diminutas y carece de rabo para limitar las cicatrices de la conducta agresiva que producen las condiciones de sufrimiento; y no tiene pelo para facilitar el sacrificio. Cuando piaras de cinco mil (5000) de estos modernos animales genéticamente idénticos pescan una gripe, ésta las arrasa.
Los grandes productores se enorgullecen de su eficiencia económica, pero si los verdaderos costos de semejantes métodos de contaminación y albergue de enfermedades se internalizaran en lugar de externalizarse como deudas ambientales, serían cualquier cosa menos baratos. El costo de la pandemia de gripe se prevé incalculablemente grande, pero no será la industria la que lo va a pagar. En lugar de ello, los daños afectarán desproporcionadamente a los más pobres. Los mexicanos comunes son ahora los más afectados, al igual que la crisis hipotecaria subprime ha dejado sin techo a los de más abajo.
Por dónde vendrá la próxima crisis del sistema alimentario es impredecible. Así como brotes de enfermedades, el cambio climático puede producir una súbita dislocación en los suministros. Una coincidencia de sequías en dos o más países productores de granos, por ejemplo, podría dar lugar a picos de precios y escasez. Una crisis energética podría dejar expuesto cuán dependiente se ha vuelto nuestro sistema alimentario, de un flujo ininterrumpido de petróleo y transporte - a principios de este año, después de sólo dos días de nieve, hubo inquietud acerca de que Londres podría no ser capaz de mantener sus suministros de alimentos, según Rosie Boicot, presidenta del directorio del Programa London Food* de la alcaldía.
Las cifras oficiales del Gobierno demuestran que ha habido una continua erosión en cierta fragilidad del sistema. En el Reino Unido, las reservas totales de alimentos han estado típicamente en menos de once (11) días de suministro. Ahora, el Reino Unido tiene reservas de alimentos congelados sólo para ocho (8) días, y 10 (diez) días de productos perecederos. A nivel mundial, las existencias de cereales alcanzan para cincuenta (50) días.
Tim Lang, profesor de Política Alimentaria de la City University y miembro de la Comisión de Desarrollo Sostenible del gobierno, advierte que toda la red alimentaria británica se ha puesto en tensión. “En los últimos treinta o cuarenta años ha habido una enorme inversión en lo que se denomina eficiencia”, explica. “Eso significa que no hay de sobra. El sistema alimentario está como una banda de goma elástica completamente estirada. Si se rompe, habrá un fuerte rebote. No creo que sea inminente una falla sistémica, pero es muy vulnerable a los shocks. Podrían ser shocks técnicos, o shocks ecológicos o shocks por enfermedades humanas. No tenemos una base agrícola sostenible en el Reino Unido en este momento y necesitamos una”.
Pero en lugar de abordar estas cuestiones de mayor envergadura, la respuesta a la pandemia de influenza en términos de producción alimentaria es “seguir como si nada”. Urgidos a buscar una salida de la recesión ecológica, se nos exhorta a seguir comiendo productos de cerdo. Interesado en proteger los intereses económicos de su industria de la carne, hace un par de días el gobierno de los EE.UU. comenzó a llamar a esta influenza porcina "gripe H1N1", en orden de no apartar a la gente de sus chuletas de cerdo. La Organización Mundial de la Salud, que depende de los EE.UU. para gran parte de su presupuesto y ha sido intimidada por él antes, ahora le corresponde rebautizando la gripe como influenza A (H1N1). Pero decir simplemente "descansen", no es una respuesta más adecuada para la causa de esta crisis actual, que parael colapso bancario. Si seguimos como antes, los cerdos todavía pueden tener su revancha. Y si no son los cerdos, las gallinas.
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Felicity Lawrence es la autora de “Eat Your Heart Out: Why the Food Business is Bad for the Planet and Your Health?” (“Cómete ésta: ¿Por qué la industria alimenticia es mala para el planeta y tu salud?”), publicado por Editorial Penguin Books
N. de la T:
* Felicity Lawrence es una laureada periodista de investigación, de nacionalidad inglesa, que lleva más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la alimentación.
* Fred Goodwin, apodado por la prensa británica “Fred La Trituradora”, es el banquero que llevó a la ruina al Royal Bank of Scotland (RBS) y que se ha convertido en la figura más odiada en el Reino Unido en relación con el colapso de la banca, luego de su multimillonario retiro.
* Proceso de “reassorting”: cuando una misma célula es infectada por más de una cepa de un virus, éstas pueden intercambiar fragmentos genéticos, dando lugar a nuevas cepas víricas.
* London Food: programa gubernamental para mejorar la salud de los londinenses y cuya finalidad es lograr que sus alimentos sean sostenibles para el año 2016.
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El original en inglés de este artículo se puede encontrar en http://www.guardian.co.uk
Traducción: Gladys Guiñez para Acción por la Biodiversidad