México: Pedro de Haro, marakame wixárika

Idioma Español
País México

Su vida entera contradice los supuestos etnográficos que sitúan en la raza o en la sangre la pertenencia a un pueblo. Vivió y murió como el más huichol de los huicholes

Falleció el domingo 5 de junio en Guadalajara, Jalisco como a los 84 años de edad. Su vida fue leyenda en la sierra Huichola al grado de que en su sepelio muchas personas que fueron a despedirlo seguían con pendientes que hubieran querido hablar con él para que los aconsejara y les ayudara a entender y ser mejores. En verdad murió siendo una respetadísima autoridad moral de su pueblo.

Pedro de Haro nació mestizo. Pero habiendo perdido a sus padres lo adoptó un sabio marakame de entonces, Bartolo Chibarras, y lo formó en la cosmovisión wixárika. Su vida entera contradice los supuestos etnográficos que sitúan en la raza o en la sangre la pertenencia a un pueblo. Vivió y murió como el más huichol de los huicholes.

En su juventud defendió las tierras de la comunidad de San Sebastián de los invasores ganaderos de Puente de Camotlán y Huajimic. Entre 1948 y 1953, los sebastianeros encabezados por él lograron hallar sus títulos virreinales y que se emitiera la Resolución presidencial de sus bienes comunales. Por el movimiento que levantó sufrió un año y ocho meses de cárcel.

Al ser liberado, trabajó fortaleciendo las estructuras internas, tradicionales y agrarias, de la comunidad. Fernando Benítez lo entrevistó largamente para uno de los tomos de Los indios de México. Fue parte de los fundadores de la Sala del Gran Nayar del Museo de Antropología e Historia en la ciudad de México.

Ya grande, insistió en recuperar tradiciones y ceremonias que se habían ido perdiendo y trabajó como curandero de personas y de la vida toda, comprometiendo su ser más íntimo en lograr el equilibrio de las fuerzas naturales y humanas.

Alguna vez dijo: "estamos ganando la batalla por la tierra, pero de nada nos sirve si no ganamos la batalla del hombre". Sí. Luchó toda su vida por cuidar el mundo mediante saberes tradicionales, por reivindicar los derechos de los pueblos, por la autonomía, por la vida campesina. Pero más le importó que otra gente sintiera la urgencia y el gozo de la rebeldía y la lucha. Creemos que logró todo lo que se propuso.

Fuente: La Jornada, Suplemento Ojarasca, México

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