Los hombres del maíz. Crónicas de Venezuela

Idioma Español
País Venezuela

En Chivacoa, un recóndito lugar de Venezuela, acaba de concluir la II Feria Bolivariana Internacional del Maíz, una iniciativa del alcalde local, Adelmo León, que modestamente brega por un comercio justo para el grano en el mundo multipolar que preconiza la política exterior del gobierno de Hugo Chávez. Acudieron representaciones de Bolivia, Cuba, Irán y República Dominicana

Chivacoa es la capital del Municipio Bruzual, en el Estado Yaracuy, una región agrícola en que sobresalen el maíz y la caña de azúcar como rubros principales. El inquieto y joven alcalde León quiere universalizar el mundo rural del maíz a partir de la fusión del milenario grano latinoamericano con el novísimo proyecto de la revolución bolivariana en un país donde el quehacer agrario fue minimizado por el petróleo. ¿Para qué producir alimentos si todos se pueden importar? pareció ser la consigna del último siglo.

El escenario de la feria fue la capital de un territorio de 417.000 km2, poblado por 60.000 habitantes que cultivan sus tierras al amparo de la diosa regional María Lionza, desde su santuario en la montaña de Sorte, cercana a Chivacoa. El culto ancestral se ganó su propio espacio en el sincretismo religioso venezolano, donde la tolerancia de algunos sacerdotes católicos supo asimilar algunas creencias africanas que trajo la mano de obra esclavizada por el hombre blanco.

En Bruzual también existe una incipiente minería no metálica, de yeso y fedespalto, utilizado en la fabricación de cerámica. La revolución bolivariana conectará a esta región centro occidental con Puerto Cabello y el resto del país mediante la reconstrucción en marcha de un antiguo ferrocarril que entroncará con la nueva red que unirá a Caracas y los dormitorios de trabajadores de los Valles del Tuy, reduciendo a una media hora la pesadilla de un viaje que actualmente tarda hasta tres horas en recorrer apenas 60 kilómetros, debido a la densidad del tráfico automotor.

La agro-industria devora al campesino

El alcalde León sueña con la instalación de un “Interpuerto”, una suerte de pre-aduana conectada al ferrocarril que opere con Puerto Cabello y agilice el comercio exterior, sacando rápidamente a los mercados la producción agrícola de toda la región centro occidental de Venezuela. Su municipio está dispuesto a ceder 19 hectáreas para las instalaciones. En principio, obtuvo el apoyo del viceministro de Comercio Interior, Martín Villarroel, quien asistió a la Feria del Maíz, al igual que Rubén Alí Cisneros, viceministro de Alimentación.

Venezuela cosechará esta temporada 2,2 millones de toneladas métricas del cereal clave en la alimentación de su pueblo y la cultura alimentaria latinoamericana y mundial. La producción de este año crecerá en 28% respecto a 2005, según el diputado Ricardo Gutiérrez, de la Asamblea Nacional. Para los medianos y pequeños campesinos productores, propietarios de dos o tres hectáreas, significará un exiguo ingreso de unos 245 dólares por tonelada.

Pero la gran industria alimentaria del maíz, controlada por el grupo Mendoza (harina PAN y cerveza Polar) obtiene pingues ganancias del esfuerzo campesino. La agroindustria compra el cereal “in situ”, lo cosecha con sus máquinas, la traslada a sus silos en sus propios camiones y allí decide el precio a pagar, según el grado de impureza, humedad y otros factores de calidad que establecen ellas mismas, deduciendo previamente los gastos de recolección y acopio.

Usualmente, las corporaciones agroindustriales reciben, además, un subsidio del Estado, que Gutiérrez aboga porque sea trasladado al productor campesino, cuyo único ingreso deriva de la cosecha anual del maíz. La Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA), adscrita al ministerio de Alimentación, opera como el principal poder comprador del Estado en el sector. “Pidamos a CASA mejorar los precios del maíz por la vía de un subsidio al campesino productor”, propuso el diputado Gutiérrez..

Peligrosidad del maíz transgénico

El maíz está presente en la alimentación diaria del venezolano, a partir de la arepa, el pan de ese cereal que se consume en todas las comidas. El grupo Mendoza desarrolló y patentó hace más de 70 años el procedimiento industrial que permite a la dueña de casa preparar sus arepas en 10 minutos, mediante la “harina PAN”, saltándose el engorroso proceso manual de “pilar” o moler el grano tierno. La harina ahora viene lista para mezclar con agua y preparar arepas o “arepitas”.

El cereal forma parte de la dieta de prácticamente todos los pueblos latinoamericanos, desde las tortillas y tamales de México al “pastel de choclo” y las “humitas” de Chile, cuya gastronomía no concibe una sopa de pava sin “chuchoca” o maíz disecado y machacado. Ya es un lugar común referirse a las grandes civilizaciones americanas que florecieron con el maíz, mientras Europa se hallaba en la barbarie. El maíz alimentó a las culturas incásica, maya y azteca, presentes en el norte, el centro y el sur de América..

El maíz emigró a Europa y EEUU. Hoy es la materia prima de unos 3.500 productos, incluida la aplicación industrial conocida como “jarabe de maíz”, de alto contenido en fructuosa, sustituto del azúcar utilizado como edulcorante en las bebidas carbonatadas. El éxito comercial e industrial del maíz lo convirtió en un cultivo apetecido por las transnacionales que se proponen modificarlo genéticamente, o “transgenizarlo”, para apropiárselo y patentarlo.

Por su área cultivada, el maíz se convirtió en el segundo cultivo transgénico más extendido en el mundo desde 2003. Ahora México importa el grano desde EEUU por efecto del tratado de “libre comercio” con su vecino. En muchos países temen que la presencia de genes de bacterias y virus en el “flujo genético” del maíz transgénico contamine a otras especies, tanto silvestres como cultivadas. La biodiversidad está amenazada por los cultivos transgénicos que impulsan las multinacionales de la alimentación como Monsanto, acusada de “terrorismo genético”.

Defensa del maíz vernáculo

Los “hombres del maíz” reunidos en Chivacoa rechazaron a “las transnacionales que ven en el campo nada más que una oportunidad de negocios”, en palabras del alcalde León. También proclamaron su alejamiento de los químicos, a la vez que abogaron por una agro-ecología y el establecimiento de bancos de semillas que puedan compartir los campesinos de la región latinoamericana.

“Buscamos una ruptura con el mundo unipolar que sustenta EEUU, basándonos en los objetivos de la política exterior del gobierno de Hugo Chávez y propiciando acciones concretas, específicas, por la integración latinoamericana y la integración caribeño-latinoamericana”, explicó el alcalde de Chivacoa. En la feria se exhibieron los tractores “Vene-Irán”, armados en Venezuela.

La feria emitió una declaración, titulada “Los hombres del maíz”, que propone “fomentar la solidaridad activa y participativa de los países hermanos latinos y del Sur, reafirmando el cultivo del maíz, como elemento liberador del hambre y la miseria de este lado del mundo”. Asimismo, se inclinó por “estimular la unidad e integración latino caribeña, a través del intercambio tecnológico, comercial, social, económico y cultural en las diferentes etapas y procesos de producción de maíz, entre las naciones latinas caribeñas”.

Solemne ceremonia en el trópico

Los actos oficiales de la Feria del Maíz se desenvolvieron bajo el tórrido calor de Chivacoa, pero con todos sus protagonistas vestidos de rigurosa etiqueta, el llamativo traje “liqui-liqui” blanco o por lo menos la tenida convencional que incluye a la incómoda corbata, absolutamente reñida con el trópico. En la ceremonia pública, este periodista fue distinguido sorpresivamente con la entrega de las llaves del Municipio Bruzual, al igual que otros huéspedes extranjeros presentes en Chivacoa. Agradecí el gesto como una distinción al periodismo progresista latinoamericano, al Colegio de Periodistas de Chile y a la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap).

En un momento del ceremonial, el representante de Irán, Mohammad Moghaddam, me confió al oído, creyéndome nativo de la zona: “Yo fui tinterillo en Barquisimeto”. Eso fue lo que entendí al comienzo, desconcertado, pero en realidad quiso decirme: “Fui (pretérito del verbo ir) a Tintorero, en Barquisimeto”, un pueblo de artesanos del estado Lara, de gran atractivo para el turismo. Aunque sería muy raro que un iraní trabajara como “tinterillo”, no es extraño encontrar a ciudadanos del Oriente en Venezuela. En estos días muchos aviones han rescatado a ciudadanos árabe-venezolanos desde El Líbano. Sin ir más lejos, Adel Said Omar, sociólogo palestino, ex prisionero de Israel avecindado en Venezuela, se desempeñó como coordinador internacional de la Feria del Maíz, derrotando sus dificultades con la lengua de Cervantes.

Los participantes de la Feria acordaron, además, “consolidar la alianza bolivariana y americana de los países y pueblos con un mismo origen histórico, económico y social, a través del intercambio cultural sostenido y permanente de nuestros pueblos”.

Asimismo, propusieron “promover la creación de la Cámara Internacional de Comercio Justo del Maíz, a fin de garantizar a los productores de este rubro, un trato equilibrado en la comercialización y procesamiento del producto, promoviendo periódicamente la Rueda de Negocios del Maíz, y consolidar este elemento como instrumento de desarrollo soberano y sustentable de “Los hombres del maíz” de de América Latino Caribeña y el Hemisferio Sur”, sin dejar de lado “fomentar la paz y la lucha contra la guerra y el intervencionismo imperialista”.

Ernesto Carmona
Argenpress

Fuente: Revista Rebelión

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