«La destrucción de los bosques no es sólo por lo que comemos, también por cómo nos vestimos»
Entrevista a Rubens Carvalho, director adjunto de Earthsight, la ONG británica que reveló cómo Zara y H&M, entre otras empresas, han estado fabricando prendas con algodón vinculado a la deforestación ilegal y a violaciones de derechos humanos en Brasil.
Rubens Carvalho es el director adjunto de Earthsight, la ONG británica que la semana pasada reveló el mecanismo comercial por el cual algunas de las grandes marcas de moda –como Zara y H&M– están fabricando sus prendas con algodón proveniente de la deforestación ilegal y relacionado con violaciones de derechos humanos en los bosques de Brasil.
La investigación, que duró más de un año e incluyó la examinación minuciosa de miles de registros de envíos, informes de empresas y listas de proveedores, además de un trabajo encubierto para poder infiltrarse en las principales ferias de moda de Europa, rastreó que este «algodón contaminado», extraído por dos poderosas compañías de la agroindustria brasileña, está desde hace años avalado como «legal» y «ético» por el mayor sistema de certificación de algodón del mundo, Better Cotton.
La incapacidad del sector de la moda para monitorear y garantizar la sostenibilidad y la legalidad en sus cadenas de suministro y la falta de regulación (políticas públicas) por parte del norte global –la región consumidora–, está provocando un daño irreversible en un ecosistema que ocupa el 22% del área de Brasil.
«Los terribles crímenes contra las personas y el planeta en la Amazonia para suministrar soja y carne están cada vez más documentados. Pero una destrucción similar en otro punto crítico de biodiversidad en América del Sur, impulsada por otra materia prima, el algodón, sigue pasando desapercibida», advierte Carvalho en diálogo con Climática.
¿Cuál ha sido el disparador de la investigación?
Advertimos que hay muchas investigaciones sobre los impactos de la producción de soja y carne en la deforestación de Brasil, pero que poco y nada se habla de los impactos del algodón. Necesitamos poner el foco en esta problemática. La investigación duró un año. Hicimos un trabajo de documentación, de rastreo de datos y también un trabajo encubierto para entender de primera mano las conexiones comerciales de toda la cadena del algodón, cómo se compra, cómo se vende. Entramos como supuestos inversores extranjeros en dos ferias de moda, en París y en Frankfurt, y en una feria de agronegocio en Bahía, en Brasil.
¿Y con qué se encontraron? ¿Está naturalizada la deforestación ilegal en toda la cadena?
Si las empresas lo saben, claramente están fallando a la hora de actuar. También es posible que no lo sepan. En el caso de HM y Zara, las compañías nombradas en nuestro informe, argumentan desconocer esta grave irregularidad. De ser así, hay una clara falla en no monitorear sus cadenas de suministros. Todas las grandes empresas de moda de Europa deberían rastrear de dónde y cómo se produce el algodón. No pueden confiar en sistemas de certificación como Better Cotton. La responsabilidad es ineludible. No es excusa el supuesto desconocimiento entonces.
La respuesta de Inditex es un ejemplo. Es insuficiente se mire por donde se mire. Esta multinacional necesita cambiar las prácticas. Las palabras no sirven. Necesitamos acciones concretas para que el algodón que compran sea sostenible y legal. Esto se tendría que haber hecho hace años. Hay mucha información pública disponible sobre los problemas del cultivo de algodón en El Cerrado. Brasil es el segundo exportador de algodón del mundo. Las empresas tendrían que haber hecho ese cruce de datos hace mucho tiempo.
La otra gran falla asoma a nivel de regulación y de políticas de control. ¿Preocupa el avance en Europa de una ola reaccionaria que puede tumbar las pocas leyes que están sobre la mesa?
Necesitamos de forma urgente una reglamentación por parte de los gobiernos en los países consumidores. El sector privado ha fallado en que sus cadenas de suministros sean más sostenibles. Necesitamos que los gobiernos obliguen a las empresas a hacerlo. El avance de esta ola reaccionaria, con elecciones a la vista, es un claro riesgo. A pesar de que hace años que estamos discutiendo posibles reglamentaciones, ahora vemos una reacción muy negativa por parte de varios miembros de la UE. Hay un intento de debilitar estas leyes. El problema es que no tenemos tiempo.
El sistema de la moda rápida se sostiene en una demanda creciente de materias primas. ¿La ilegalidad en la extracción del algodón no es, al fin y al cabo, una pata del sector?
Claramente las empresas tienen modelos de negocios basados en la fast fashion que demanda cada vez más materias primas. Parte del negocio es incentivar a los consumidores a comprar cada vez más, lo que significa más algodón, más terrenos, más deforestación, más pérdida masiva de bosques y de biodiversidad. El lema business as usual no se tolera más. Pero insisto: el gran problema es la ausencia de leyes en Europa, en Reino Unido, en Estados Unidos. Estas leyes acaban de ponerse sobre la mesa. Pero durante décadas hemos simplemente confiado en el sector privado. El consumo es muy alto y no está reglamentado. Esto también explica que los precios no reflejan los impactos ambientales y humanos de la producción. Pagamos precios muy bajos que esconden estos costes. La destrucción de los bosques se produce no sólo por lo que comemos, también por cómo nos vestimos.
¿Qué rol tienen los consumidores en esta problemática?
Es difícil para los consumidores saber de dónde vienen los productos que compran. No hay información, no hay transparencia. Los consumidores tienen un rol importante, pero la responsabilidad central la tienen las empresas y el poder político.
Hablamos de la responsabilidad de los gobiernos de los países productores. ¿Qué está haciendo el de Brasil para frenar esta deforestación ilegal?
El gobierno de Brasil ha tenido éxito en disminuir la deforestación en la Amazonía. Necesitamos la misma seriedad y la misma firmeza para El Cerrado. Hay un plan, pero es incompleto. El problema es el desmonte ilegal. Los gobiernos regionales siguen autorizando niveles insostenibles de desmonte. Esto tiene que cambiar. El Gobierno central tiene que trabajar con estos gobiernos regionales para cambiar sus políticas de autorización de desmonte y de expansión del agronegocio.
El daño ambiental de esta ilegalidad ya es irreversible. ¿Cómo se explica que conozcamos tan poco sobre este tema?
Una parte se explica por esta falsa imagen de sostenibilidad que transmiten las empresas. El ejemplo es la certificación de Better Cotton, vendida como la gran garantía de la sostenibilidad. Y no es la realidad. El greenwashing es parte de este problema. Para los consumidores este lavado verde hace que la tarea crítica sea muy difícil. Sin regulación, sin leyes, este sistema va a seguir de la misma manera, sin cambios.
Fuente: Agencia Prensa Rural