Epidemiología relaciona glifosato y transgénicos con 22 enfermedades
Un estudio epidemiológico publicado en la revista Organic Systems en el volumen 2 de noviembre de 2014 reveló un “significativo incremento en la incidencia y prevalencia de 22 enfermedades crónicas con el uso del herbicida glifosato en los últimos 20 años, en Estados Unidos como en todo el mundo”.
El glifosato se introdujo en el mercado en 1974, pero los datos sobre su uso sólo están disponibles desde 1990. La empresa estadounidense Monsanto creo alimentos modificados genéticamente para que sean resistentes a este herbicida, según datos de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad UCCS, el 19 de noviembre, quie divulgó el estudio.
La modificación genética de los alimentos es totalmente innecesaria y un gran riesgo para la salud, sostienen los científicos.
El nuevo estudio reveló que “hay nuevas pruebas de que el glifosato interfiere con muchos procesos metabólicos en plantas y animales y los residuos de glifosato se han detectado en ambos”.
Además advierte que “el glifosato altera el sistema endocrino y el equilibrio de las bacterias del intestino; daña el ADN y es un controlador de mutaciones que conducen al cáncer”.
Los analistas obtuvieron datos del gobierno estadounidense sobre cultivos transgénicos, las aplicaciones de glifosato y los datos epidemiológicos de las enfermedades presentes y encontraron un alto nivel de relación con 22 enfermedades diferentes.
De acuerdo a la investigación, los coeficientes de correlación de Pearson - que mide la relación de dos variable en cantidad - “son altamente significativos (<10-5) entre las aplicaciones de glifosato y” las siguientes enfermedades:
- la hipertensión (R = 0,923)
- accidente cerebrovascular (R = 0,925),
- prevalencia de la diabetes (R = 0,971),
- la incidencia de diabetes (R = 0,935),
- la obesidad (R = 0,962),
- lipoproteínas del trastorno del metabolismo (R = 0,973),
- Alzheimer (R = 0,917),
- demencia senil (R = 0,994),
- Parkinson (R= 0,875),
- esclerosis múltiple (R = 0,828),
- autismo (R = 0,989),
- enfermedad inflamatoria del intestino (R = 0,938),
- infecciones intestinales (R = 0,974),
- enfermedad renal en etapa terminal (R = 0,975),
- insuficiencia renal aguda (R = 0,978),
- cánceres de tiroides (R = 0,988), el hígado (R = 0,960),
- de la vejiga (R = 0,981),
- del páncreas (R = 0,918),
- del riñón (R = 0,973)
- y la leucemia mieloide (R = 0,878).
Además los analistas encontraron que los coeficientes de correlación de Pearson son “ altamente significativos (<10-4) entre el porcentaje de maíz y la soja transgénicas, plantada en Estados Unidos, con las siguientes enfermedades:
- la hipertensión (R = 0,961),
- accidente cerebrovascular (R = 0,983),
- prevalencia de diabetes (R =0,983),
- incidencia de diabetes (R = 0,955),
- obesidad (R = 0,962),
- trastorno de metabolismo de las lipoproteínas (R =0,955),
- Alzheimer (R = 0,937),
- Parkinson (R = 0,952),
- esclerosis múltiple (R = 0,876),
- hepatitis C (R= 0,946),
- enfermedad renal terminal (R = 0,958),
- insuficiencia renal aguda (R = 0,967),
- cáncer de tiroides (R = 0,938),
- del hígado (R = 0,911),
- de la vejiga (R = 0,945),
- del páncreas (R = 0,841),
- del riñón (R = 0,940) y
- leucemia mieloide (R = 0,889).
El estudio concluye que “la importancia y la fuerza de las correlaciones muestran que los efectos de glifosato y los cultivos transgénicos en la salud humana debe ser investigado más a fondo”.
La investigación fue liderada por Nancy Swanson de Abacus Enterprises y Andre Leu, de la Federación Internacional de Agricultura Orgánica. Contó con la participaron de Jon Abrahamson de Abacus y Bradley Wallet de Crustal Imaging facility de la Escuela de Geología de la Universidad de Oklahoma.
En complemento al estudio epidemiológico, los científicos de la UCCS, citaron de un documento de la Academia Americana de Medicina Ambiental que “indica graves riesgos para la salud asociados con el consumo de alimentos GM, tales como la infertilidad, desregulación inmune, envejecimiento acelerado, desregulación de genes asociados con la síntesis de colesterol, regulación de la insulina, la señalización celular y la formación de proteínas, y los cambios en el hígado, riñón, bazo y sistema gastrointestinal”.
Mientras los laboratorios bitecnológicos continúan en promocionar el comercio y liberación de productos genéticamente modificados, la comunidad se moviliza para lograr el etiquetado o freno de los transgénicos, algunas medidas de protección que recomienda la UCCS es: (1) Comprar orgánicos, (2) Buscar el sello de no-GMO, (3) Evitar los cultivos en los que los transgénicos son comunes”.
En general los ocho cultivos de alimentos transgénicos más comunes son: “maíz, soya, canola, semilla de algodón, remolachas azucareras, papaya hawaiana (la mayoría) y una pequeña cantidad de calabacín y calabaza amarilla”.
El azúcar es muy probable que contenga remolacha OMG a menos que se etiqueta como el azúcar pura de caña; y la producción láctea es también probable que sea transgénica, salvo que vaya etiquetada No rBGH, rBST, o tenga hormonas artificiales.
Fuente: La gran época