El mundo de los cosechadores: por qué faltan, cuáles son sus temores y cuánto sacan por día

Idioma español
País Argentina
Radiografía del mundo de los cosechadores.

Productores volvieron a poner el ojo en la falta de mano de obra y su relación directa con la vigencia de planes sociales. La realidad del que cosecha y sus efectos a corto y largo plazo también juegan

Viernes, bien entrada la siesta. La cosecha 2024 está en marcha. Una señora y su hijo menor de edad acaban de terminar de llenar el tacho número 30 de uva chica en una finca del Valle de Uco después de trabajar aproximadamente cinco horas al rayo del sol, a más de 30 grados. Juntaron unos $15.000.

Tuvieron "suerte", dicen. Arreglaron $500 por tacho o ficha pero en otras fincas, más al Este de Mendoza, algunos cosechadores están cobrando apenas $300.

Son unas 18.000 personas las que se necesitan durante la temporada de cosecha. De ellas, la mitad generalmente son o viven en Mendoza y la otra mitad se cubren con los llamados "golondrinas", esos que llegan desde el Norte exclusivamente para hacer un mango durante esta época del año.

Pero como viene pasando en los últimos años, bodegueros hacen foco en que cuesta llegar a esa cifra: "Falta de mano de obra".

Cosechadores se buscan. Mejores condiciones y pago, también.

El planteo de siempre: faltan cosechadores

Mauro Sosa, presidente del Centro de bodegueros y viñateros de la Zona Este de Mendoza, planteó a principios de este mes en un documento formal que le presentó al ministro de Producción, Rodolfo Vargas Arizu, que uno de los desafíos de la temporada de cosecha 2024 era la "falta de mano de obra y la negativa del trabajador a ser registrado".

Según adujo, esto "tienen una directa relación con la vigencia de planes asistenciales por lo tanto debe resolverse con decisión ya que provoca una suma de inconvenientes para todas las partes involucradas: productor, trabajador y Estado".

Lo que reflejan los productores es que los cosechadores y sus familias tienen temor de perder el beneficio de la Tarjeta Alimentar, que a su vez va ligado a la Asignación Universal por Hijo, y que exige entre los requisitos (a grandes rasgos) estar desocupado o ser trabajador no registrado o sin aportes. En febrero, por ejemplo, un beneficiario por dos hijos recibió en total por ambos programas algo más de $130.000.

Pero los cosechadores, y sus representantes gremiales, conocen que la legislación actual exceptúa de ese requisito a los trabajadores rurales temporarios; sin embargo, el temor persiste. ¿Por qué?

Por un lado, porque ya les pasó. Y como dice el dicho popular: "El que se quema con leche, ve una vaca y llora". Es que en octubre del año pasado, cuando se lanzó una ayuda extra para trabajadores informales, estos trabajadores temporarios se vieron impedidos de acceder al beneficio y entonces ahora tienen sus dudas.

Y por otro lado, explicaron a Diario UNO, el sistema puede tener errores y/o demoras y eso equivale para una familia dejar de percibir un ingreso básico para vivir.

"Los cosechadores argumentan que han tenido problemas con las asignaciones. Que cuando el sistema advierte que un miembro de la familia realiza aportes, el beneficio se corta; o que, después de que se les da de baja como trabajadores temporales pasan uno o dos meses hasta que vuelven a cobrar la AUH y la Tarjeta Alimentar y ellos no pueden estar ese tiempo sin ver un peso", explicaron.

Desde la Nación, a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, emitieron un comunicado garantizándoles a los trabajadores que aquello este año no sucederá: "Trabajadores rurales temporarios pueden tener empleo registrado sin perder la ayuda social", prometieron. Será cuestión de fe.

El perfil del cosechador, lo que cobra por jornal y la cadena que no cierra

Juan Carlos Aguirre, secretario Gremial de la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (FOEVA), explica con mucha docencia para los no avezados en la materia que hoy en Mendoza se pueden encontrar varios tipos de cosechadores.

El golondrina es ese que viene generalmente de Tucumán, de Santiago del Estero, de Salta o de Jujuy a trabajar por toda la temporada. Son ellos los que se quedan en fincas más bien grandes. "Tienen que estar en buenas condiciones", aclara Aguirre conociendo el paño aunque no debería ser necesario.

De estos, cada vez cuesta que lleguen más porque, a pesar de la crisis y la necesidad de trabajo, muchas veces lo que se les paga no les termina cerrando.

Otro tipo de cosechadores son los que residen en Mendoza y van y vienen a las fincas en combis. Dejan su casa, van hasta Ugarteche -por decir un lugar- y se trasladan en movilidad solo por la jornada.

Y un tercero, que es ese, quizás de fincas más pequeñas, que vive en ellas todo el año.

Obreros de viña, de bodega, contratistas. La mayoría en esta época se calza el traje de cosechadores porque, como explica también Diego Montón, referente de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra, "cuando se cosecha se hace más plata de lo que se hace trabajando al día".

Y son muchos los obreros de viña -fijos todo el año, dependientes de una bodega- que, según agrega Aguirre, se toman vacaciones en el pico de la cosecha para dedicarse a ello y hacer un dinero extra en la temporada.

El pago varía, según la zona, según la demanda y según el trabajo. En la cosecha se paga por tacho o ficha. Hoy está entre $300 y $500. "Si la uva es chiquita como la merlot o la cabernet, generalmente se paga más porque el trabajo es más difícil, uno se demora más para cortar el racimo y se necesita más volumen para llenar el tacho", enseña Aguirre.

En cambio, cuando la uva es grande, como la sanjuanina, se la arranca fácilmente con un manotón, y por tanto el tacho se paga menos.

La plata se ve en mano hacia el fin de semana, el viernes o el sábado según el caso. Y el cuánto dependerá muchas veces de la destreza y del físico.

Es que un hombre con experiencia y de mediana edad puede estar levantando unos 50 o 60 tachos por día. Y se calcula que en promedio puede conseguir $18.000 por jornada, lo que a fines de la semana hacen entre $90.000 y $108.000, según trabaje cinco o seis días.

La historia se complica cuando el físico pasa factura. Por una cuestión de fuerza, muchas veces son las mujeres las que menos sacan al terminar la semana. Y lo mismo le pasa a aquellos que ya cargan con unos cuantos años en la espalda.

"Hay trabajadores rurales que cobran la mitad de esos $18.000 por día. Algunos, con suerte llegan a $12.000. Y todo termina siendo poca plata en función de la entrega física que hace un cosechador. Debemos tener en cuenta que a medida que se va poniendo más grande, ese esfuerzo tiene también impactos muy importantes en la salud", baja a tierra Montón.

Si tenemos en cuenta que, según la última medición de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de Mendoza (DEIE), para no ser pobre una familia tipo de 4 personas (dos adultos y dos niños menores) debió reunir $551.527,35 en enero, los números no cierran.

"Lo que cobran los cosechadores está lejísimo de cubrir la canasta básica total", cuestiona efectivamente Montón.

La uva, el gran problema. "Al ser un fruto que se tiene que vender apenas se cosecha, el margen de negociación para el productor es poco. Por lo tanto, en general se paga un precio bajo y, para colmo, se financia quedando el monto licuado por la inflación", considera Montón.

De ahí para abajo, toda la cadena se ve afectada. "El productor tiene un ingreso desproporcionado respecto del precio final del vino; lo que hace que a su vez sea necesario regular mejor la relación entre los productores y los contratistas y trabajadores de viña, para que se pueda establecer una distribución más equitativa de la ganancia, de la rentabilidad a lo largo de la cadena", dice.

"Lo importante es que existan reglas claras para que la ganancia se distribuya equitativamente en toda la cadena y no quede solamente en la parte alta de la pirámide, que la ocupan solo algunas bodegas", agrega en relación a la profundidad de la cuestión.

Esa legislación moderna, dice Montón que también debería promover el uso de tecnología que haga más "humana la cosecha. Es de la única manera, incluso, que vamos a poder darle más sentido y consenso social a las demandas del sector vitivinícola".

Semana clave para obreros de viña y bodega

Por otro lado, en pleno proceso paritario se encuentran los trabajadores de bodegas y empleados y obreros de viña.

El secretario Juan Carlos Aguirre explicó que en la última reunión paritaria el pedido de los gremios SOEVA y FOEVA fue de un básico de $553.000 para el trabajador de bodega y de $545.000 para el de viña.

Para el miércoles 21 de febrero está pactada la segunda audiencia. "Espero que podamos quedar de acuerdo con los empresarios rápido para poder cobrar con aumento en marzo", expresó el gremialista.

Fuente: UNO

Temas: Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Soberanía alimentaria

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