Ecuador: los engaños a las familias campesinas siguen en la impunidad
Muchas familias perdieron todo o casi todo a causa de la construcción del embalse Daule Peripa, en la década de 1980, sin embargo nunca fueron compensadas con criterio de justicia.
Más bien recibieron humillaciones de las que no queda registro en los archivos del Estado ni de las empresas beneficiadas con este megaproyecto. Por eso nuestro compromiso de escribir estas líneas para que la memoria mantenga viva la indignación y con ella el reclamo de una reparación justa.
Este es el caso de las familias Medranda y Muñoz Santos, ubicadas en el río Barraganete, ellas fueron obligadas a perder el 75% de sus tierras, que quedaron bajo el agua y por las que les dieron irrisorias indemnizaciones. En muchas ocasiones se utilizó como pretexto que las familias estaban en condición de posesionarias y no tenían escrituras de sus tierras.
El Cedege -actualmente Senagua- se burló de la gente de muchas maneras, una forma fue anunciar que el nivel de agua del embalse subiría 75 metros aunque en realidad subió 85 metros, mientras los cálculos para el pago de indemnizaciones desconoció este hecho. Otra forma fue desconocer el verdadero valor de las tierras y de los cultivos que se perdieron. Todo esto obligó a miles de personas a realizar constantes viajes a Guayaquil, costear innumerables gestiones administrativas que en su mayoría no tuvieron respuesta, o sufrir chantajes a cambio de la renuncia a sus derechos humanos.
Otras formas de violencia fueron consecuencia de múltiples actos de corrupción por parte de funcionarios, principalmente del ex IERAC, que obtuvieron jugosos ingresos a partir de tender trampas a miles de campesinos. Una forma típica de proceder fue a través de calcular la extensión de las fincas y de la producción existente muy por debajo de la realidad; ante el reclamo de los campesinos, se les pedía importantes sumas de dinero a cambio de hacer las correcciones.
Pero hubo una mentira todavía más grande, con la que se engañó a todos y se quiso justificar el crimen de destruir nuestro entorno campesino donde sí gozábamos de soberanía alimentaria pues para cada familia habían: ríos y pesca, bosques con frutos para recolectar, huertos con banano, yuca, animales menores y hortalizas en nuestras eras. Técnicos y funcionarios llegaron con la promesa de que la construcción del embalse nos traería un lago paradisíaco donde navegarían yates con miles de turistas...; y que la población que debía ser re-asentada se beneficiaría con sistemas de agua, energía eléctrica, escuelas y colegios, puentes, carreteros, etc.
Han pasado casi treinta años y nada de esto se ha cumplido, por el contrario miles de personas quedamos al margen de las mínimas condiciones para una vida digna: la mayoría pasamos sin agua, ni luz, ni atención pública en la educación y la salud. Condiciones de discriminación que fueron constatadas por la Defensoría del Pueblo hace varios meses. Y que son injusticias que hasta la fecha se mantienen en la más escandalosa impunidad.