Ecuador: Se escucha, ya llega, la voz de un país megadiverso
Recorrieron senderos, chaquiñanes, carreteras y vías. Caminaron más de setecientos kilómetros y finalmente el pasado 13 de agosto, tras 11 días de transitar por ciudades y pueblos del Ecuador la marcha indígena llegó a la ciudad de Quito.
Una marcha que desde el inicio se caracterizó por ser pacífica, alegre y colorida, recibió el apoyo de cientos y miles de personas a lo largo de todo el recorrido. A ella se iban sumando en algunas partes del trayecto comunidades indígenas y campesinas que apoyaron con comida, agua, cobijas o con sencillas palabras de aliento. Y así llegaron, cansados, con los pies adoloridos, ampollados, pero felices; y así fueron recibidos por el pueblo de Quito, con los brazos abiertos, el batir de las palmas, los gritos de apoyo, las sonrisas por haber culminado una vez más la hazaña de todos y todas: la de levantar su voz, nuestra voz, la voz de la tierra en la defensa de la vida.
Esta no es una marcha más. Este no es un paro más. Cada levantamiento, cada voz que se desgañita en las calles representa la voluntad de todo un pueblo que demanda respeto y que anhela justicia.
La tarde del 13 de agosto, más de cien mil voces se fusionaron en una y salieron a la marcha de Quito. Ríos de gente que proclamaban su propia libertad y entre miles de reclamos una petición que tenía luz propia: respeto. Respeto a la vida, la libertad, los derechos humanos, al sentido común y la razón.
A la tarde siguió la noche, y con la noche llegaron los seres más tenebrosos de toda marcha: los encapuchados y los infiltrados. Seres que tienen un único propósito y una sola tarea: convertir en caos lo que había sido una fiesta, convertir en dolor lo que horas antes había sido alegría y lo peor, convertir en víctimas a los victimarios.
Las escenas de violencia abundan en redes sociales y es innecesario ahondar más en sus consecuencias. Sin embargo cabe la reflexión sobre el nuevo momento que está viviendo el país. En noviembre del 2007 pudimos ver un breve esbozo del modelo de gobierno de carácter autoritario y represor que se perfilaba, cuando en Dayuma, Provincia de Orellana, un grupo de manifestantes y pobladores de la zona fue reprimido agresiva y alevosamente en una alianza entre policías y militares que dieron rienda suelta a la violencia más atroz; en ese entonces no podíamos imaginar que en el 2015 esa violencia sería perfeccionada y refinada, en lo tecnológico y en lo físico. Ahora no es raro que la policía tenga en sus cascos modernas cámaras de alta definición para registrar los rostros de los manifestantes, ni que sobre la marcha acompañe uno o dos “drones” que cumplen la misma infausta tarea.
De todas formas sí hay que celebrar. Hay mucho que festejar. El pueblo del Ecuador, sus indígenas, los campesinos y campesinas, los mestizos, todas y todos se vuelven a juntar en los espacios que les pertenecen y donde se reconocen como un solo pueblo con una sola voz: la calle.
Allí vienen, desde lejísimos, vestidos con ponchos y alpargatas, con chompas y jeans. Gente joven y gente adulta que se dan la mano en la búsqueda de un país para todas y para todos, un país ecologista de libertad y de respeto.
Vienen y gritan que vienen, aunque del otro lado únicamente exista el silencio necio y los oídos sordos de aquellos que se han encerrado tras los escudos, las bombas de gas lacrimógeno.
Vienen y no hay quién lo pare, porque ese el país megadiverso, que busca y demanda también una democracia megadiversa.
Les compartimos un par de videos que retrata la otra mirada de lo que sucede actualmente en Ecuador, justo a partir de este 13 de Agosto de #ParoNacional.
Fuente: Tengantai