Contra la enormidad, tejiendo resistencias

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"Como nos comparten Ramón Vera, Camila Montecinos y Carlos Vicente, del equipo de Grain en América Latina, necesitamos desde cada lugar armar nuestro pedazo del rompecabezas, tejiendo colectivamente para poder ver el mapa completo y desarmar la enormidad con que se nos presentan las amenazas y los ataques."

El 29 de septiembre se anunció que la organización Grain fue una de los cuatro seleccionados para recibir el Right Livelihood Award 2011, conocido como Premio Nobel Alternativo. El reconocimiento busca honrar y apoyar a quienes ofrecen respuestas y prácticas ejemplares frente a los desafíos más urgentes que tenemos en el mundo actual. Según expresó el jurado, Grain fue seleccionada por su trabajo en todo el mundo para proteger la vida y los derechos de las comunidades agrícolas y por exponer la compra masiva de tierras agrícolas en los países en desarrollo por intereses financieros extranjeros.

Es un reconocimiento altamente merecido a la labor de esta pequeña, vital e imprescindible organización que desde la década de los 80 lucha por la defensa de las semillas, la tierra, la biodiversidad y, sobre todo, de los pueblos y comunidades que las crearon y las mantienen.

 

Grain ha abierto brecha en temas esenciales, brindando análisis e información de punta, colaborando siempre para que los movimientos sociales y las comunidades puedan asumir el protagonismo de los temas. Al recibir la noticia, Henk Hobbelink, fundador de Grain, junto a Renée Vellvé, escribió: “Nos sentimos conmovidos y honrados por esta decisión. Lo vemos no sólo como un reconocimiento a la labor de Grain y los logros de las pasadas dos décadas, sino también como un reconocimiento al aporte de numerosas personas y organizaciones que participan en la lucha contra la profundización del control de las corporaciones y las elites sobre nuestros sistemas alimentarios, y una expresión de apoyo a la lucha de tantas comunidades por una auténtica soberanía alimentaria.

 

El sistema industrial de alimentos está empujando al mundo a condiciones aún más profundas de hambre masiva y colapso ambiental, destruyendo pueblos, territorios, culturas y medios de vida para generar beneficios extremos para unos pocos. Sabemos que las alternativas reales y las soluciones existen, y hay que luchar día a día, en lo que parece una eterno episodio de David contra Goliat. Vemos esto como un reconocimiento de la importancia de esta batalla.

 

Por mencionar algunos aportes de años recientes, Grain denunció la relación entre la cría industrial de animales (aves y cerdos) y el surgimiento de nuevas enfermedades, así como el desplazamiento de razas campesinas; mostró con datos fehacientes que el sistema alimentario agroindustrial produce cerca de la mitad de gases de efecto invernadero causantes de la crisis climática ( ver aquí), y como apunta el jurado, que avanza un acaparamiento sin precedentes de tierras fértiles de los países del sur en manos de empresas y países que quieren garantizar sus alimentos e inversiones, a expensas del hambre de los más pobres.

 

Sobre este último tema, solamente en Sudán, empresas y gobiernos han comprado más de 30 millones de hectáreas y en la República Democrática del Congo más de 12 millones de hectáreas. Se estima que existen actualmente entre 50 y 80 millones de hectáreas que son blanco de acaparamiento. Las dos terceras partes se han dado en los países del África subsahariana, que ya sufrían hambre y conflictos debidos a la ambición brutal de grandes empresas por controlar recursos minerales y petroleros claves. El acaparamiento de tierras fértiles está presente también en países como Argentina, Uruguay, Paraguay y otros.

 

China es uno de los grandes acaparadores de tierras, junto a Arabia Saudita y otros países petroleros que no tienen o han devastado sus propias tierras, así como grandes compañías trasnacionales de agronegocios, procesamiento de alimentos, o simplemente inversores, incluyendo a fondos de pensiones y otros que tratan de escapar de la crisis financiera.

 

De esas tierras, las que están en uso se dedican a la producción agrícola industrial, como soja, arroz y trigo, que se suman al acaparamiento de tierras para agrocombustibles. En realidad, con nuevas tecnologías como la biología sintética (que permite manipular microorganismos con secuencias genéticas artificiales), cualquier cultivo, inclusive plantaciones de árboles, son vistas como biomasa, un sustrato que puede convertirse en alimentos o forrajes, o combustibles, plásticos, farmacéuticos y otras sustancias industriales, según lo que los inversores estimen más conveniente y lucrativo.

 

Esta ola de acaparamiento es gravísima, porque empeora la crisis alimentaria, el hecho de que la mitad del planeta sufre hambre, desnutrición o está mal alimentada. Significa un aumento vertiginoso de la especulación y el control de la tierra por parte de corporaciones y algunos gobiernos, que junto al control de agua y semillas (también objeto de grave acaparamiento corporativo) son las bases de la alimentación mundial.

 

El Banco Mundial –usando la propia información de Grain–, propuso crear directrices para una inversión agrícola responsable, un concepto que intenta legalizar el asalto. Gracias al llamado global de alerta que hizo Grain, organizaciones de todo los continentes han asumido la resistencia y hay una campaña global masiva, exigiendo a la FAO, entre otros, detener este proceso.

 

Como nos comparten Ramón Vera, Camila Montecinos y Carlos Vicente, del equipo de Grain en América Latina, necesitamos desde cada lugar armar nuestro pedazo del rompecabezas, tejiendo colectivamente para poder ver el mapa completo y desarmar la enormidad con que se nos presentan las amenazas y los ataques. En ese tejido de resistencias, desde cada milpa, barrio o comunidad, vemos el mundo entero. Lugares además, desde donde se sostiene la vida en el planeta.

 

Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC

Fuente: La Jornada

 

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos

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