Colombia: 2006, a derrotar el TLC

Idioma Español
País Colombia

La movilización social debe adquirir niveles superiores de coordinación y de expresión. En la medida en que se vayan agotando los escenarios de definición, se deberá forjar la más amplia unidad nacional que dé al traste con el más perverso proyecto que en mucho tiempo se haya urdido para imponer un destino colonial a Colombia, para condenarla a pagar los costos de un Tratado donde los beneficios están de un solo lado de la mesa

Al admitir el presidente Uribe el evento de concretar un TLC adverso a los intereses de la Nación , aseverando, “no sé que es peor si no firmar o firmar un mal tratado”, y al declarar el ministro Carrasquilla que “el alza en el salario mínimo puede perjudicar la competitividad en el TLC”, se verificó que la lesión enorme que Colombia puede recibir una vez culminado el proceso de negociación que lleva ya 21 meses, avisada en múltiples ocasiones por los opositores a la suscripción del Acuerdo, no es hipótesis sin fundamento sino amenaza latente.

De igual modo, es motivo de preocupación general la temeridad con la que otros funcionarios, como el ministro de Comercio, desestiman decisiones jurídicas legítimas como el fallo del Tribunal Andino de Justicia, que declaró inexequible la extensión por cinco años más de la vigencia de las patentes para medicamentos, como la expedición de una medida cautelar del Tribunal Administrativo de Cundinamarca que alerta sobre la posible violación de derechos fundamentales de los colombianos en el TLC o como la admonición de la Corte Suprema de Justicia al prevenir que las negociaciones con Estados Unidos no deben atentar contra los derechos adquiridos por los trabajadores colombianos. Es la misma actitud autoritaria asumida frente a las consultas ciudadanas realizadas en 2005 por indígenas, campesinos y agricultores y por otras organizaciones donde por mayorías absolutas se dijo NO al TLC.

Al iniciarse el año 2006 se van acumulando estos alarmantes antecedentes, junto con la influencia negativa que lo que Perú ya acordó tenga sobre lo que Colombia va a negociar, en tanto quedan por definirse puntos cruciales en temas trascendentales para la población colombiana, para su bienestar y para el mantenimiento de su ya muy malograda estabilidad económica. Resaltan asuntos contenciosos, entre otros, en agricultura, donde la protección a la producción local está tan envolatada como las exportaciones ciertas de algunos géneros por razones sanitarias; en los artículos textiles, que se están colocando en condiciones desventajosas frente a otros orígenes “rivales” como Centroamérica; en las Telecomunicaciones, donde áreas como la telefonía móvil y la rural siguen en entredicho; en Inversiones, donde subsisten las ambiciones desmedidas de Estados Unidos en temas como regulación de capitales, garantías superiores a los prestamistas de la deuda pública y las indemnizaciones a los inversionistas por afectaciones derivadas en casos de orden público; en el espinoso asunto de patentes de medicamentos y salud pública y en la obstinada pretensión estadounidense de darle trato de primera a todo el universo arancelario de segundas, residuos, desechos, saldos, desperdicios, usados, remanufacturados y similares.

Si éstas y otras contradicciones análogas se resuelven en el marco de las terribles condiciones anotadas con la misma lógica como desde mayo de 2004 se han decidido los temas medulares, no cabe duda que se viene para el país una catástrofe de proporciones impensadas. No se han atenuado los graves riesgos del TLC; al contrario, se han aumentado y esta situación exige redoblar la resistencia civil y elevar las formas de oposición. Empezando por la campaña electoral que está cursando: no puede haber ningún candidato al Congreso ni mucho menos a la Presidencia de la República que oculte su posición frente al TLC. Los colombianos deben tener claridad meridiana sobre la intención de todos los aspirantes al respecto para tenerla como referencia obligatoria en la decisión electoral. Hay que politizar la discusión sobre el TLC; al fin y al cabo, es en el Ejecutivo y en el Legislativo donde se tomarán las soluciones determinantes.

La movilización social debe adquirir niveles superiores de coordinación y de expresión. En la medida en que se vayan agotando los escenarios de definición, se deberá forjar la más amplia unidad nacional que dé al traste con el más perverso proyecto que en mucho tiempo se haya urdido para imponer un destino colonial a Colombia, para condenarla a pagar los costos de un Tratado donde los beneficios están de un solo lado de la mesa. A Colombia, con este TLC se le va la soberanía, la autodeterminación, la política económica y, en fin, los cimientos sobre los cuales se erige la grandeza de un país. El gran esfuerzo en 2006 estará en derrotar el TLC, ello hará grandes a las generaciones presentes y preservará a las futuras de un porvenir de esclavitud; QUE NO PASE.

Aurelio Suárez Montoya

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