Colombia: Guardianes de semillas resisten al monopolio de empresas multinacionales
Bayer se convirtió en acaparador mundial de semillas, fertilizantes y pesticidas. El grupo farmacéutico y agroquímico alemán finiquitó la transacción por la compra de la estadounidense Monsanto. La fusión creó una empresa que controlará más de un tercio del mercado mundial de semillas y pesticidas.
El año pasado, la empresa estadounidense Dow Chemical se fusionó con su compatriota DuPont, y la compra de la suiza Syngenta por la china ChemChina.
“Es aterrador el grado de dependencia que la humanidad empieza a tener de algunas empresas que controlan la vida. Nos encontramos así ante un triste panorama en donde la centralización que controla todo”. La compra es un absurdo”, afirmó Rosa Evelia Poveda coordinadora de la Escuela Agroecológica Mutualitas y Mutualitos, destaca que Bayer pasa a controlar el mercado de abonos, insumos, fertilizantes, venenos agrícolas y semillas.
Custodiar las semillas:
En contraposición están las iniciativas como las casas de semillas. Unidades que benefician las semillas orgánicas, que hacen un puente entre agricultores y la custodia de las mismas.
El secretario de la Federación Acción Campesina Colombiana – ACC, Carlos Ancizar Rico destaca que este tipo de iniciativas rescata el control del cultivo por parte del agricultor. “Son cuatro o cinco firmas que producen casi el 90% de las semillas. Es importante que la agricultura familiar tenga la autonomía sobre ellas “, afirma. Carlitos como cariñosamente le llaman los agricultores, enfatiza que las grandes empresas del agronegocio ejercen una fuerte influencia sobre gobiernos y legisladores. “Hay una dependencia muy grande, incluso, de los gobiernos. No me digan que esas firmas no usan el poder que hoy tiene. Quienes hoy preparan las leyes no son los políticos y sus asesores. Son los Lobbies de esas firmas y en muchas ocasiones los ministros pasan del ministerio a dirigir estas empresas con jugosos salarios a manera de recompensa por haberles favorecido con normativas que se ajustan a sus necesidades económicas”.
Según Rico, los gobiernos crean condiciones políticas, legales que favorecen y amplían el control de esas empresas sobre los mercados. El Secretario cuenta que la mayor parte de las semillas comerciales desarrolladas por esas grandes corporaciones forman parte de un sistema agroquímico que modifica las semillas “para que haya la necesidad de un mayor dosificación de abonos y de venenos agrícolas”.
Las investigaciones realizadas en ACC (RS) por la Fundacep revelan que la productividad de todas las variedades de soja, canola, girasol y gran parte de lo transgénico evidencian un 23% menos de rendimiento nutricional que las variedades nativas o sin modificar.
Semillas propias o nativas:
Otro problema traído por las multinacionales es el cobro de royalties -regalías- para el plantío de transgénicos. Es decir, el agricultor que planta esas variedades queda vinculado, a través de un contrato, a la empresa dueña de la patente de la semilla y que tiene además fuertes repercusiones legales si se salen de la letra menuda.
En resistencia a ese tipo de producción están los guardianes o custodios de semillas como la agricultora Myriam Jossa, del corregimiento de El Encano en Pasto, Nariño. “Para quien no sabe, el guardián de semillas es aquella persona que mantiene las semillas criolla y preserva la diversidad que el mundo necesita”, cuenta. Myriam trabaja con semilla criolla. Ella explica: “es una semilla que va haciendo su mutación naturalmente”. A diferencia de la transgénica, que es un proceso caro y que sólo se puede hacer en laboratorio, el mejoramiento de los agricultores que trabajan con semillas criollas implica cruces naturales y de una paciencia propia de la naturaleza.
A cada cosecha, el guardián escoge las mejores plantas y guarda las semillas para usar al año siguiente. El proceso se repite varias veces. Myriam explica que esa es una forma de adaptar las semillas al sistema orgánico.
La agricultora Patricia Jojoa también es una guardiana. Resalta la importancia del control de las semillas por los agricultores, pero cuenta que “no todo son flores”. Recuerda que hoy existen restricciones a la comercialización de estos materiales por parte de los agricultores y que además está fuertemente penalizado por normativas nacionales en el ministerios de agricultura como es el caso de la ley 9-70 que se encuentra en letargo gracais a una movilizacion agraria a nivel nacional pero siendo ajustada en el congreso para su futura aprobación.
Actualmente la ley permite a regañadientes que comunidades originarias multipliquen semillas, mudas para su distribución o intercambio entre sí, sin la necesidad del registro en el Ministerio de Agricultura. Sin embargo, la guardiana cuenta que la legislación creó un problema para el comercializacion e intercambio en la agricultura familiar al decir que ese permiso no es válido para organizaciones como cooperativa ni asociaciones, por ejemplo, que sólo pueden distribuir dentro de su propio territorio pero no pueden vender, incluso sólo es permitida para los agricultores que se pertenezcan a una misma comunidad originaria.
Nota:
Este artículo es un homenaje póstumo a Carlos Ancizar Rico, mentor, tutor y referente quien en vida y de manera incondicional lucho por el derecho a la tierra de las comunidades campesina, afro e indígenas en Colombia.