Chaco: el bosque nativo desaparece, las comunidades campesinas resisten
Otro avance de política de “ordenamiento territorial” de Chaco, que desterritorializa más comunidades campesinas. En el Paraje La Fidelidad, donde habitan desde hace más de 100 años 6 familias, sufren el desmonte y el corrimiento del alambrado perimetral sobre su territorio.
Chaco, gobernada por Jorge Capitanich, es la provincia que sufrió la mayor cantidad de desmontes durante 2016 y 2019, los datos hablan de 130.487 hectáreas deforestadas, a las que se le suman 13.128 más, durante 2020 a pesar de las restricciones que regían producto de la pandemia Covid-19.
Sin datos actuales, pero con realidades que se repiten cotidianamente, en el Paraje La Fidelidad, de la localidad de Misión Nueva Pompeya en el Departamento General Güemes de esa provincia, vuelven a producirse situaciones que no sólo tienen que ver con el avasallamiento de la naturaleza, sino con la desposesión que sufren familias campesinas, que tratan de resistir, incluso habiendo denunciado en los organismos correspondientes los atropellos, que imponen, dudosos “adquirentes” de tierras, que realizan “mejoras”.
Tramas pudo conversar con Ezequiel Orquera, quién además de pertenecer a una de las familias afectadas, es integrante de la organización ambiental, Somos Monte Chaco. Nacido allí, en ese paraje que ellos denominan El Escondido, a pesar de que en los mapas aparezca como La Fidelidad. Lugar en el que también nacieron sus padres y sus abuelos.
La historia comienza con un hombre llamado Luis Polentarrutti (LP), según nos cuenta Ezequiel, por los años 2012/2013, cuando LP destruye “algunas casitas que ya estaban construidas y también se metió en un ranchito de uno de los ocupantes y estuvo una o dos semanas hasta que lo pudieron sacar”, afirma Ezequiel Orquera (EO).
En 2019, “volvió a una de las parcelas, en el mismo lote y construyó una vivienda de 4 por 3 metros, y el dueño del campo no lo pudo sacar, hizo las denuncias correspondientes, pero no hubo intervención del Estado porque, el tipo, aparentemente está muy conectado con algún político”, agrega Ezequiel.
Tramas: ¿Cuánto lleva desmontado LP en esa zona y qué destruye el desmonte?
EO: Aproximadamente lo que lleva desmontado es una franja de 15 metros de ancho por 20 km. de largo. Entre las plantas que fueron destruidas, más de 4000, están el mistol, el palo santo y el quebracho colorado, imprescindibles para el sustento de humanos y animales. Además el quebracho colorado, que se utiliza para la construcción de viviendas y postes perimetrales para el alambrado y cercos, que sin un permiso no se puede cortar, pero LP los destruyó igual, incluso el palo santo, que es una especie que está en peligro; también ‘volteó’ algarrobo blanco (algarroba), que es alimento tanto humano como para los animales. Nos describía minuciosamente el joven habitante del Paraje.
Tramas: ¿Cuántas hectáreas tomó y qué hace LP?
EO: Tomó 2500 hectáreas y sigue topando y poniendo alambres, eso es lo que está haciendo y rompiendo lo nuestro. Sacando nuestro alambrado.
Tramas: ¿Cuánta gente habita en las 2500 hectáreas?
EO: Seis familias son las que las habitan, pero se benefician de las tierras entre diez y doce familias porque es el sustento de sus animales también. Lo que hace Polentarrutti es desmontar la franja de costado de 15 metros por 20 km. y colocar alambrado.
Tramas: ¿LP tiene o exhibe alguna escritura o papel que refiera que es propietario?
EO: Hubo dos tenedores de las tierras anteriores, después los Polentarrutti compraron a alguien del Instituto de Colonización de la provincia que estaba haciendo las cosas ilegalmente, sin fijarse si había gente viviendo, gente ocupando. Anteriormente estaban adjudicadas a otra persona que ni siquiera lo conocemos, un tal Juan Manuel Carrasco. Él era adjudicatario de las tierras, pero al no pagar, las tierras volvieron a ser fiscales. Los funcionarios revocaron lo anterior y le vendieron las tierras a Polentarruti.
Tramas: ¿Ustedes tienen los papeles para habitar las tierras?
EO: Nosotros tenemos una solicitud de tierras, sellada por el Instituto, también tenemos un acta de ocupación y un croquis donde figura el predio que nos toca a cada una de las familias. Porque son lotes separados, son seis familias ocupantes, de esas seis familias hay dos que ya tienen la adjudicación porque ya las han pagado a esas tierras; las otras cuatro familias tienen solicitud y acta de ocupación. Todos los papeles están firmados y sellados por el Instituto.
Tramas: ¿Cuándo denunciaron lo que estaba pasando, el desmonte, los nuevos alambrados y las roturas de los de ustedes?
EO: El 20 de agosto hicimos la denuncia en la comisaría de la localidad de Nueva Pompeya y en la Dirección de Bosques, fueron algunos delegados a charlar pero lo dejaron que siguiera “trabajando”, porque, supuestamente son conocidos y están arreglados políticamente. La fiscalía de Nueva Pompeya tampoco se movió, no fueron ni a inspeccionar el lugar. Cuando hicimos la denuncia, el tipo había desmontado muchos menos kilómetros y todavía no había roto todos nuestros alambres y candados, hasta hoy no lo pararon, cerró todas las tierras y nuestras mejoras quedaron afuera.
Un testimonio que no hace más que corroborar que las familias campesinas son expulsadas de sus territorios originales, aún con la documentación que acredita que en algunos casos ya son adjudicatarios porque pagaron por sus predios y en otros, el propio Instituto de Colonización chaqueño les otorgó los permisos de ocupación hasta la adjudicación posterior.
La historia del Instituto de Colonización de Chaco, no sólo es un tema por el nombre que denuncia la dependencia cultural, sino por los procedimientos que lo envuelven en sus propios síndromes coloniales.
Un interesante estudio nos informa que entre 1994 y diciembre del año 2007 Chaco había perdido un enorme porcentaje de sus tierras fiscales. El número era aún más estremecedor si se tomaba en cuenta que por lo menos la mitad se habría malvendido y estaba en manos de sociedades anónimas de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Se trató de una maniobra sin antecedentes, sumergida en un proceso judicial.
De acuerdo a los datos del Instituto de Colonización local, el Estado chaqueño pasó de tener 3.500.000 de hectáreas a 650.000 en diciembre de 2007. Una organización mixta de funcionarios públicos e intermediarios denunciada por primera vez en 2002, pero que habría seguido actuando, vendió las tierras hasta por 1,14 pesos la hectárea. Dos fiscales pidieron la “nulidad” de las ventas y solicitaron una resolución judicial que abriera el camino para que, al menos una parte de esas tierras, volviera a manos del Estado provincial (…) Chaco tiene una superficie total de unas 10 millones de hectáreas. En 1994, las 3.500.000 hectáreas fiscales representaban 35 por ciento del suelo; al año 2008 las 650.000 cubrían apenas el 6,5 por ciento. De este modo se perdieron 2.850.000 hectáreas. Por lo menos la mitad se habría vendido en forma irregular, 800 mil de las cuales habrían sido volteadas por el desmonte.
De qué estamos hablando hoy, cuando sabemos que sólo entre 2016 y 2019, 130.487 hectáreas fueron deforestadas y en 2020, 13.128 más.
Y no sólo continúan desmontando sino desposeyendo a las comunidades, que por origen y prácticas son los legítimos habitantes de las tierras.
Imágenes provistas por los damnificados
Fuente: Tramas