Argentina: virus y agronegocios
Los cambios en la forma de producción de alimentos y la situación sanitaria. Estado de “shock”, individualismo y discriminación. El análisis de la investigadora de Estudios Rurales del Instituto Gino Germani.
A fines de 2006 una película irrumpió en la cartelera porteña para recordarnos que sólo el arte puede hablar del futuro. Hijos de hombre (Children of men) del mexicano Alfonso Cuarón imaginaba una segunda década del siglo XXI sin niños: la infertilidad humana se había expandido; el último humano nacido 18 años antes en la Argentina, moría víctima de las muchas violencias e intolerancias de este mundo. El pequeño hijo de la pareja protagónica de la narración, había muerto en una pandemia gripal unos años antes. Los suplementos científicos de los diarios nacionales se enojaron con el director y reprocharon su escepticismo acerca de este “futuro promisorio” que la “tecnociencia” de la mano del poder nos ofrece.
Este mismo director y la intelectual canadiense Naomi Klein realizaron un pequeño documental a raíz de la publicación del libro de ella La doctrina del shock complementando las representaciones e imaginarios sociales del film. En estos días circula por internet (YouTube) junto con mucha información e hipótesis sobre esta situación sanitaria desatada por la llamada gripe porcina. Las imágenes, acompañadas por la voz en off de la propia Klein, nos muestran el “shock” como dispositivo de control social dado sus efectos inmediatos en el debilitamiento de la subjetividad, la sensación de inseguridad y desesperación que conducen al sujeto a desconectarse del “otro” (desconfiar de él) y buscar a quienes puedan protegerlos como “líderes salvadores”. Cuarón y Klein insisten en esta idea del shock, de la generación de catástrofes globales para generar aislamientos, falta de contacto entre los humanos, individualismos y discriminaciones. ¿Estamos frente a una de ellas?
La mayoría de los medios muestran a las autoridades sanitarias decidiendo sobre las fronteras, la vida pública y privada (sobre todo en México), la intromisión en las emociones y en los cuerpos. ¿Por qué tanta prevención de repente? ¿Qué le pasa a México; qué le pasa al mundo? Poco sabemos, sólo un poco de información y la certeza de que día tras día se instala la idea de catástrofe mundial. Como dice Klein, se expresa una nueva doctrina del shock que aísla, fragmenta, crea desconfianza entre naciones y personas.
Cuando las ciencias sociales y las poblaciones denuncian las consecuencias de los cambios en los sistemas de producción agraria y animal, cuando denuncian las consecuencias de la contaminación del agua, del cianuro de las mineras, de las dioxinas de las pasteras, ninguna situación shockeante se produce en los órdenes del poder. Cuando algún científico independiente y consciente muestra lo que ocurre con un agroquímico, le piden la publicación científica con la intención de descalificarlo. ¿Dónde están las publicaciones científicas de las mutaciones virales? ¿Qué estudios se hacen en relación con las nuevas formas de producir aves o cerdos y estos nuevos virus?
Durante 2006 investigadores del Instituto Nacional de Salud de los EE.UU. manifestaron que “Debido a que los grandes sistemas de alimentación tienden a concentrar grandes cantidades de animales en muy poco espacio, facilitan la rápida transmisión y mezcla de virus”. Más criaderos, más vacunas y alimentos balanceados para los animales conducen a mayor velocidad en la evolución de estos virus y sus mezclas. Poco dicen los grandes medios acerca de las resistencias y protestas de las poblaciones de La Gloria en el estado mexicano de Veracruz, por la contaminación provocada por la instalación del gran criadero de cerdos Granjas Carroll, el mayor productor de cerdos del mundo y subsidiaria de la empresa estadounidense Smithfield Foods. Desde comienzos de este año las personas sufrían malestares parecidos a la gripe, con fiebres altas y afecciones pulmonares e inmediatamente la empresa negó cualquier conexión de esta situación con su negocio. Las autoridades le creyeron, por supuesto no le pidieron artículos publicados en revistas científicas. Si hubieran circulado por esas publicaciones, hubiesen encontrado que unos años antes en la revista Science (Bernice Wuethrich, “Chasing the Fickle Swine Flu”, Science, vol. 299, 2003) habían advertido de la situación que conecta el agronegocio y la propagación del virus.
El estado de alerta declarado por la Organización Mundial de la Salud debería correr para este “agronegocio” que atraviesa el sistema agroalimentario y que atenta contra nuestra salud, contra la vida. No es aislando a las poblaciones, cerrando fronteras con México y con sus voces informadas, conscientes y resistentes que nos vamos a salvar; todo lo contrario, lo lograremos si nos mantenemos conectados, mantenemos lazos de solidaridad y un profundo sentido crítico.
Un médico me contó que existe una enfermedad en los olmos que no se sabe dónde y cuándo apareció, pero que los está extinguiendo sin que los árboles viajen en avión o se desplacen por el mundo. El relato reenvía a que igual que con los olmos, los hombres/mujeres estamos en un mismo espacio y nuestras conexiones van más allá de los viajes en avión. Si bien con estas pestes evitables las primeras víctimas son los pobres, de defensas y voces públicas bajas, no hay salidas individuales como machaca el neoliberalismo. La peste está entre nosotros, se manifiesta en la forma de vida que las grandes corporaciones económicas y sus aliados en el poder político eligieron para el mundo. Por eso más que aislarnos, debemos juntarnos y enfrentar la situación sin miedos, con responsabilidad e información.
Fuente: Crítica de la Argentina