Argentina: las víctimas del modelo agroexportador

Idioma Español
País Argentina

El modelo agroexportador que preconiza el Banco Mundial conlleva el desarrollo de cultivos industriales, con alta concentración de tierras y desplazamiento de poblaciones. Todo nos queda claro cuando leemos las instrucciones del Banco y entonces comprendemos de dónde obtiene sus certezas y sus proyectos nuestra clase política

El Banco piensa que la disminución de la población campesina o de gente que vive en el campo, es de por sí prueba de modernización de nuestros países. Así, tal cual. El Banco, por otra parte, apoya y propone respaldar financieramente a aquellos agricultores que utilizan tecnologías de punta y que tienden a relacionarse con las empresas de alimentos. Ahora sabemos entonces, de donde surge esta pasión que desde los años noventa tiene nuestra clase política por las cadenas agroalimentarias, así como por las empresas integradas en que algunos agricultores “privilegiados” son elegidos por los supermercadistas para abastecer sus góndolas en forma directa.

Millones de víctimas ha dejado este modelo. Miles y miles de pequeños comerciantes han sido desplazados por los supermercados. Cientos de miles de argentinos que integraban nuestras familias rurales o que fueron trabajadores del campo, ahora viven malamente en los suburbios de las grandes urbes: alambradores, puesteros de estancias, herreros de torres de molino, repuesteros, inseminadores, recorredores de potreros, maestras rurales, cosechadores algodoneros, pequeños productores rurales, quinteros, tamberos, viveristas, cajoneros de frutas, curadores y podadores, recolectores, repuesteros de maquinaria agrícola, vendedores de insumos en pequeñas localidades, veterinarios, talabarteros, etc., etc. Cerca de mil poblados rurales agonizan como consecuencia de haber tomado nuestro país el camino de los monocultivos y de la agroindustria. Cinturones de indigencia y extrema desnutrición, rodean todas nuestras grandes ciudades. Millones de argentinos pasan hambre cada día, muchísimos se van a dormir en improvisados cúbiles sin haber comido, muchísimos niños sufren gravísimos estados de desnutrición, cientos de miles no podrán jamás superar las consecuencias de una infancia con hambre y la Argentina deberá afrontar inevitablemente su porvenir con una población gravemente disminuida en el plano intelectual y neurológico.

Indigna pensar que ese camino se tomó en Democracia sin que jamás nos hayan consultado. Que esas directivas del Banco Mundial pesaron mucho más que millones de votos y que las decisiones más importantes para el futuro del conjunto de los argentinos fueron tomadas por funcionarios venales a espaldas de la opinión pública, con desconocimiento de los legisladores nacionales y con absoluta conciencia de sus consecuencias por parte de muchos de esos decisores. Como prueba fehaciente recordemos aquellas declaraciones de Ingaramo, miembro prominente del equipo de Cavallo, declaraciones en que ya en el año 90 nos anticipó los impactos del modelo sobre los pequeños agricultores. Sí, muchos de ellos sabían perfectamente cuales serían los terribles impactos sobre la población que provocaría el modelo que estaban poniendo en marcha.

No obstante el tiempo transcurrido, aún pareciera sin embargo, que muchos no han tomado conciencia suficiente de sus crímenes y usamos esta palabra fuerte con absoluta conciencia de sus contenidos, porque estamos convencidos que este modelo entraña de hecho un proyecto genocida sobre las poblaciones más vulnerables. En las cátedras de postgrado y Agronegocios de la FAUBA, el “Negro” Ordoñez, antiguo militante setentista, continúa sin embargo, enseñando a sus alumnos estas doctrinas fanáticas de los monocultivos como si no supiéramos cuáles han sido sus consecuencias para nuestro país. El propio ministro de Economía nos anuncia como una gran noticia que las cadenas Agroalimentarias han generado más de cuatrocientos mil empleos en los últimos años, ocultando el hecho de que previamente este modelo devastó el campo argentino dejando a millones de trabajadores en la más espantosa miseria, empujándolos a emigrar y a incorporarse a los cinturones de indigencia en las grandes ciudades. Grobocopatel, hasta ayer el rey de la Soja en la Argentina y hoy cuasi miembro de los más altos equipos de conducción, nos anuncia que se están ensayando genes recombinantes para incorporar a las Sojas transgénicas una resistencia a la sequía y que de ese modo podremos extender la frontera agropecuaria y muchos desplazados del campo podrán volver a sus lugares de origen.¿Se están acaso burlando de nosotros? ¿Es que alguno puede creer que hayan sido las sequías las que desplazaron a millones de personas desde sus provincias a los barrios de miseria en los que viven ahora?

Y mientras Grobo y las empresas de agronegocios, se preparan para aumentar en millones de hectáreas las actuales dieciséis o diecisiete millones de hectáreas de monocultivos de sojas transgénicas, las noticias que llegan de la zona de Rosario nos hablan de una inversión fantástica de cientos de millones de dólares por parte de la agroindustria procesadora y exportadora de granos y de aceites de soja. Las multinacionales granarias como Bunge o como Cargill tienen sus plantas y sus puertos más importantes del mundo en la Argentina y continúan invirtiendo, seguras de contar con los respaldos políticos necesarios. Mientras tanto, Franco Macri compra el paquete mayoritario del Ferrocarril Belgrano y se aggiorna, sumándose a los nuevos protagonistas que hacen negocios con la construcción de infraestructuras para la Argentina sojera del mañana, país que emulará, según ellos piensan, a ésta Argentina de hoy, agobiada ya por los monocultivos, por el hambre y la indigencia.

¿Qué Argentina están entre todos ellos diseñando? Una Argentina definitivamente agroexportadora, con un modelo de agricultura sin agricultores, con núcleos técnicos y científicos empresariales tal como los que prepara el CONICET, que pondrán en práctica todo tipo de nuevos engendros biotecnológicos y los liberarán al ambiente sin mayores recaudos para la salud de la gente, para la biodiversidad y los equilibrios de los ecosistemas. Una Argentina con un territorio absolutamente despoblado y con enormes ciudades inmanejables, con infraestructuras camineras y ferrocarrileras pensadas exclusivamente para sacar por los puertos privatizados el fruto malsano de la tierra. Una Argentina con una Hidrovía Paraguay Paraná, que será la arteria coronaria por donde se desangrará el llamado por Syngenta, MERCOSUR de la Soja. Una Argentina que dependerá cada vez más del gasoil venezolano y del gas Boliviano, mientras nuestras enormes reservas son exportadas por Repsol y cuando además, nos disponemos a hacer del Biodiesel un nuevo vector estratégico de esa Argentina neocolonial. El último hallazgo de ciertos iluminados es que, en un país con millones de niños y de adultos que carecen del alimento necesario, pondremos los mejores suelos agrícolas en función de producir nuevos combustibles…

No se está diseñando solamente una Argentina insustentable, es mucho peor aún, se está diseñando una Argentina para cinco o no muchos más, millones de Argentinos, una Argentina que inevitablemente institucionalizará la exclusión, el desarraigo, la emigración, el hambre y la indigencia… Una Argentina que deberá inevitablemente apelar a formas superiores del asistencialismo y de la coerción para contener a las mayorías desplazadas de todo destino, y que inevitablemente deberá controlar con criterios de disciplinamiento, las crisis sociales consecuencia del modelo.

¿Nos preguntamos: qué ocurre con nuestra clase política? ¿Cómo viven estas tomas de decisiones que afectarán nuestro destino para siempre? ¿Es que han cambiado acaso la Patria Socialista que los enamoraba hace treinta años exactamente, por la Patria sojera y Biotecnológica de Monsanto y de Cargill? ¿No tienen siquiera las dudas y las necesidades mínimas de reflexionar que a toda persona le vienen cuando va a tomar decisiones que afectan a los otros? En estos años hemos atendido a miles de personas inquietas, nunca a funcionarios. Hemos respondido innumerables correos y llamadas telefónicos, hemos dado cientos de charlas y conferencias en todo el país y muchos miles y miles de argentinos nos han escuchado, nos han manifestado sus diferencias, han polemizado con respeto y nos han reconocido razón en lo que decíamos. Centenares de copias de Hambre de Soja, el excepcional video de Marcelo Viñas, circulan por todo el país. Muchas de las películas de Alejandro Mouján, de Nicolás Sarquís y de Luis Barone también describen los impactos de estos cultivos. Están en Internet cientos de documentos del GRR que hemos producido a lo largo de estos años y podemos respaldar cada enunciación que hiciéramos en ellos y también cada anticipación que formuláramos. Lamentablemente, muchas de esas anticipaciones se cumplieron y hoy son los grandes males que pretenden solucionar con más de lo mismo, como si añadir errores nuevos a los errores antiguos corrigiera un camino equivocado. ¿Es que acaso, nos preguntamos, la contumacia en el error se ha transformado en un modo del ser argentino? Piensan de una manera mecánica, casi lineal. Son incapaces de visualizar el entorno y aún menos de volver a los orígenes para revisarlos y comprender dónde estuvo la equivocación que los llevó a los actuales encierros. Pareciera que solamente saben salir para adelante, con una mirada sesgada, que ignora torpe y brutalmente todo lo relacionado con el ambiente y con las leyes de la Naturaleza. Para complicar aún más la cosa, debemos confesarnos que no son los exponentes de una oligarquía o de una clase caduca que defiende sus intereses regresivos. No, son, todo lo contrario, parte de una generación que luchó por un mundo nuevo y mejor hace solamente treinta años, son parte de una generación que en los procesos revolucionarios cometió errores que no pueden o acaso no saben reconocer y que mantiene resabios de un marxismo setentista que la condena a un pensar desarrollista, a continuar creyendo en la confrontación de los opuestos, en la idea del progreso indefinido y en la supuesta virtud intrínseca de las tecnologías, y que la lleva a comulgar con las estadísticas y a rendirle pleitesía al crecimiento económico tal como nos lo enseñan los organismos internacionales, o sea crecimiento de la riqueza con mayor pobreza, y a considerar que el tema de la economía sería exclusivamente lo macro y no el hambre de la gente, su infelicidad y su desamparo. ..

Sentimos que se están jugando demasiadas cosas en esta Argentina que fuera el granero del mundo y que ahora es apenas un país laboratorio. Y si nos empecinamos en revisar y disputar las identidades en el campo simbólico y confrontamos en el terreno de la reconceptualización de la historia cercana, es porque estamos convencidos que hay allí quiebres del proceso evolutivo político y simbólico, que anteceden a la dictadura militar, y que obturan la transmisión de la memoria y la puesta en acto y en acción de las nuevas generaciones. Y quisiéramos poder ayudar a que aquella corriente histórica que alguna vez alzó las banderas del Nacionalismo Revolucionario vuelva a fluir desde la gente misma, y se exprese nuevamente desde la Cultura y el arraigo a la tierra, no importa qué discursos construya en este caótico, complejo y fascinante siglo XXI que estamos iniciando, si es capaz de volver a construir un Proyecto Nacional para todos los Argentinos y para los pueblos hermanos de la América latina.

Jorge Eduardo Rulli
Programa Horizonte Sur en Radio Nacional AM
ra.vog.lanoicanoidar@rusetnoziroh
EDITORIAL DEL SÁBADO 24 DE SEPTIEMBRE 2005

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