Argentina: la legitimación de la republiqueta sojera
De lo que se trata, es de generar un espacio de privatización y de apropiación de las ciencias y de las tecnologías, un espacio que, en estrecha alianza con las grandes corporaciones transnacionales, les permita ser reconocidos y poder asociarse con el Poder globalizado en un camino que ya están ensayando otros países intermedios como la India, Sudáfrica, Brasil y Méjico
El modelo de país neocolonizado que provee forrajes a los grandes rodeos europeos y chinos, un país primarizado, cuyas principales exportaciones son actualmente la soja, el petróleo crudo y los zumos de limón, no satisface las expectativas históricas de una élite política que provista de un discurso progresista y hasta de izquierda, ambiciona lograr algún tipo de reconocimiento en los marcos del Capitalismo Globalizado. Esta élite progresista, necesita un proyecto a la medida de sus miserables ambiciones de poder, un proyecto pensado para darle un rol en el mundo a su propia descendencia, aunque una buena parte de la población argentina se halle condenada al hambre y la indigencia. Ese proyecto de élite que ellos denominan con exageración el Poder del Conocimiento, es la Biotecnología y más concretamente aún, la ingeniería genética. De lo que se trata, es de generar un espacio de privatización y de apropiación de las ciencias y de las tecnologías, un espacio que, en estrecha alianza con las grandes corporaciones transnacionales, les permita ser reconocidos y poder asociarse con el Poder globalizado en un camino que ya están ensayando otros países intermedios como la India, Sudáfrica, Brasil y Méjico.
Se propondría de esa manera una privatización empresarial de nuestras instituciones científicas y técnicas, instituciones que, como el INTA, el INTI, el CONICET y muchas Universidades y ámbitos académicos, se irían supeditando paulatinamente a los proyectos globales de Biotecnología de las grandes Corporaciones. Y esa subordinación a las empresas se haría mediante financiaciones de fondos especiales para la industria Biotecnológica, que aportaría por supuesto el Estado o según ellos prefieren decir: las retenciones a la soja. Esa política de sumisión del Estado a las grandes corporaciones, será legitimada por la Ley que el Senado de la Nación tratará entre los primeros proyectos de este período de sesiones que se iniciará en pocos días más. Los tres proyectos que quedaran pendientes del año anterior y que promocionan la Biotecnología son el Expediente 429 del Poder Ejecutivo, el 657 de Diputados y el 1070 del Senado, todos del año 2005. Recordemos que el primer proyecto fue presentado en un salón de la propia casa Rosada por el Ministro de Economía Lavagna y con la presencia en primera fila de importantes empresarios de la nueva burguesía gerenciadora de proyectos sojeros tales como Gustavo Grobocopatel de la localidad de Carlos Casares.
Esta Ley legitimará a la Republiqueta sojera y también al pretencioso proyecto científico empresarial de una supuesta Biotecnología Nacional, quimera pseudo científica que disfraza o encubre el ofrecimiento miserable de usar el propio país como laboratorio y a la propia población como masa de ensayos para todo tipo de eventos provenientes de la ingeniería genética. Al legitimar este modelo se estrechan las posibilidades emancipatorias y de recuperar nuestra Soberanía Alimentaria, se cierran caminos para el ejercicio pleno de una Democracia participativa en que sea la población quien decida el propio destino y se ocluyen las posibilidades para todo tipo de debates sobre los proyectos de país que queremos para nuestra descendencia.
Las actuales disputas con la empresa MONSANTO por el pago de regalías del gen RR y la demanda de la empresa en Europa a importadores de granos argentinos, disputas menores que empañan el modelo de neocolonización de la Republiqueta Sojera, se resolverían asimismo en el marco de la nueva legitimación que se nos propone, porque aceptaremos reordenar nuestra dependencia en los marcos globales de respeto y de subordinación a los grandes sistemas de patentamiento que son parte también, del Poder del Conocimiento que se nos anuncia como uno de los objetivos de esta nueva Argentina prometida. En estas circunstancias resulta redituable para la “dirigencia” política abrir polémicas con la Sociedad Rural Argentina y con otros exponentes de las viejas oligarquías pastoriles, cuando en realidad esos sectores solo guardan algún poder en el imaginario colectivo, mientras tanto, se negocia el destino nacional con los grandes sojeros y con los agroexportadores que son hoy los verdaderos poseedores del Poder. A pocos día de iniciadas, sin embargo, aquellas controversias han quedado sepultadas por la reaparición de la fiebre aftosa como en una película que se repite, mientras las mafias gerenciales apropiadas de los recursos del Estado para la fiscalización y la prevención de la salud animal, y a las que hemos denunciado reiteradamente, continúan en sus cargos de poder, negociando espacios de impunidad con los funcionarios de turno.
Cuando hablamos de transgénicos suele argüirse frente a nuestras voces, que se desconocen los efectos nocivos de los OGM y que se esperan pruebas de los daños, si bien más de una vez se nos recuerda asimismo que todo progreso conlleva riesgos y que también los automóviles provocan innumerables víctimas en el mundo y que no por ello han dejado de usarse.... No sabemos entonces si el contrariar sistemáticamente a la naturaleza es para ellos y también para el común, una cuestión de principios o acaso de mera ignorancia, si este paradigma dominante que nos ordena violentar toda norma natural es un mandato que nos viene de la herida que se abrió tempranamente en la especie entre Cultura y Naturaleza o acaso es algo más específico, y proviene de ese manejo instrumental de la racionalidad que nos conduce a disputar el poder con pasión absolutamente religiosa, pero puesta en el terreno pedestre de la relación de dominio entre los hombres y de los hombres con las cosas y con los demás seres vivientes.
La modernidad asumió como propio este mandato de controlar, dominar y subyugar, que alguna vez Francisco Bacon, enunció como una verdadera guerra de conquista sobre la Naturaleza, una guerra que se lleva adelante siempre en nombre del Progreso. Esa visión que se tiene del mundo y de nosotros mismos, esta en el origen del actual y generalizado consumismo, de la devastación del entorno, y del esfuerzo por mantener el anacrónico modelo del petróleo ahora con sucedáneos y paliativos tales como los etanoles, las alconaftas y los biodiseles obtenidos de la agricultura. O sea que, mientras en el mundo miles de millones de seres humanos no tienen la comida suficiente para saciar su hambre, el colmo de la irracional racionalidad de los mercados y de la globalización, es el de tratar de hallar un reemplazo a las energía no renovables que se terminan indefectiblemente, dedicando las tierras fértiles a producir combustibles…. Y que no nos asombre que más de una ONG ambientalista connotada participa de esta parodia de proponer combustibles supuestamente ecológicos para poder mantener el sistema… y no me estoy refiriendo a los fluídos obtenidos mediante el refinamiento y reciclado de las fritangas que serían los únicos aceptables como combustible vegetal.
Aquella guerra de la que hablaba Bacon, estaría a punto de ganarse. En verdad falta ya muy poco para que el hombre le imponga su definitiva voluntad a la Naturaleza. Lamentablemente, el día del triunfo final será también el último día de la especie humana sobre el Planeta. Nuestra misión es entonces claramente, explícitamente, imperiosamente, el evitar que ese día llegue alguna vez. Necesitamos hacer más y más conciencia acerca de éstos, los grandes temas, los verdaderos temas de la política. No podemos continuar con medias tintas ni con discursos que encubran la verdadera gravedad de la amenaza planetaria. Lo que está en juego ya no es tan sólo el dominio de un sector sobre otro, la hegemonía del Imperio sobre los países periféricos o el predominio del hemisferio norte sobre el hemisferio sur. Es mucho, pero mucho más. Y debemos resolver este desafío en nuestra generación, porque el tiempo apremia.
Aquel mandato de la modernidad de dominar a la Naturaleza entrañó asimismo el dominio y la subordinación de la mujer a la que se consideraba al igual que a los pueblos de color o mal llamados primitivos, como parte de esa Naturaleza a la que se trataba de subyugar, o acaso más próxima a ella que el hombre mismo, y también implicó la negación de nuestra propia emocionalidad y de nuestras intuiciones, que fueron excluidas del nuevo espacio del pensamiento moderno. Es por ello que nosotros estamos tratando de repensar la política, es por eso que estamos tratando de revolucionar la política. Necesitamos otra mirada. Porque en última instancia el cambio necesario es casi una mutación de lo humano que conocíamos, el anteponer las percepciones a las ideologías hace unos años era visto como un disparate o como una herejía, pero hoy, y en buena medida gracias a los revolucionarios de los setenta en los gobiernos del cono sur, le está claro a todo el mundo que lo quiera ver, que el tema no es ideológico sino de ser capaces de generar otras miradas y de seguir caminos con corazón.
Necesitamos que la ética sea capaz de instalar nuevos debates, nuevos debates y nuevos derroteros, tanto sobre la política como sobre la ciencia. Que haya que establecer criterios de ética que gobiernen la política creo que es una propuesta que al común le será comprensible y que seguramente compartirá. Pese a ello, vivimos sumergidos en el campo más espantoso del pragmatismo político, pragmatismo en que todas las relaciones se supeditan a las más mezquinas especulaciones partidarias y no alzamos nuestras voces para denunciarlo. Una cadena perversa que va del puntero del barrio al concejal y al Intendente, al Gobernador y a las instancias más elevadas del funcionariado, alimentan al margen de todo color político, la ecuación quasi mafiosa del toma y daca… ¿Cómo podríamos instalar en esta agenda tan pedestre, las grandes amenazas que penden sobre la humanidad? Lo mismo ocurre con las ciencias y con los científicos que están desatando fuerzas sinérgicas que amenazan conducirnos a un colapso catastrófico, y sin embargo ellos continúan decidiendo por sí, corporativamente, tanto en el INTA como en el CONICET, tanto en la CONEA como en la Secretaría de CIENCIA Y TECNOLOGÍA, sus presupuestos sobre los recursos de la población y sus propias estrategias de investigación, sin que nadie pueda opinar sobre ello, tal como si fuéramos una mera masa de maniobras de sus propios proyectos elitistas. Recuerdo que antes que asumieran algunos funcionarios tales como el Presidente del INTA o el Presidente del SENASA tuvimos una entrevista con ellos para tratar de ilustrarlos sobre los problemas que hallarían. Con soberbia y pedantería nos interrogaron a su vez sobre los postgrados que teníamos para permitirnos tener opiniones formadas sobre las áreas en que asumirían sus responsabilidades. El país ha perdido fortunas por la falta de humildad de esos hombres, ha pagado carísimo el duro aprendizaje que debieron hacer, y son las grandes Corporaciones las que se beneficiaron de sus desconocimientos y de sus limitaciones. Y que hoy tengamos nuevamente la aftosa instalada en los rodeos de hacienda y se nos cierren los mercados no hace sino volver a colocar estos temas con urgencia sobre la mesa. Por eso creemos que uno de los grandes debates que debemos instalar es el del Poder. Debemos reflexionar sobre el Poder, cada funcionario que asume responsabilidades debería responder a los interrogantes que nos plantea el poder y tomar conciencia de que la participación es no sólo un derecho sino también un deber para nosotros, para los ciudadanos, un deber que nos ha sido gradualmente mutilado hasta que dejamos de creer en la posibilidad de ser consultados o convocados más que para el acto electoral. Desde esta perspectiva de recuperar participación es que creemos que la Democracia también debe ser refundada.
Algunos intelectuales nacionales que cada vez se parecen más a esa banda ilustrada que en época de Alfonsín fuera el Club Socialista, parecieran haber renunciado públicamente a ser la conciencia lúcida del común, han renunciado de hecho a su rol de intelectuales y hoy sus palabras son complementarias de los discursos del Poder, sus palabras son adormecedoras letanías que convocan a la pasividad cuando durante años se entrenaron a nuestro lado en las luchas nacionales y populares, para exaltar las mejores esperanzas y los mejores sueños de los hombres. Lo lamentamos por ellos, lo lamentamos también, por nosotros que los echamos de menos, y en especial por el país todo que los necesita. Descolonizar el poder debe ser el recobrar esa conciencia lúcida y esa palabra promotora de sueños y utopías, que alguna vez tuvimos... Descolonizar el poder es asimismo recobrar una mirada sobre el ambiente y colocar la ética como un parámetro imprescindible de toda acción política. Estamos seguros que otro país es posible, estamos seguros también, que es posible reconstruir el Estado y resolver con participación popular los grandes temas que tanto nos pesan, en especial el del hambre y la indigencia. Necesitamos otro modelo de país, centrado en las propias necesidades y en el mercado interno, en la recuperación de los patrimonios y recursos energéticos y en especial de las riquezas del subsuelo. Y ese país que necesitamos es posible, esta en el Horizonte Sur que proponemos y depende tan solo de nosotros ponernos en camino para hacerlo realidad.
Editorial del Programa Horizonte Sur en Radio Nacional AM, 11-2-06
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