Argentina: "El Buen Vivir", una llamada de larga distancia
De cara a la Primera Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, el próximo sábado 11 un colectivo de hermanas realizará una convocatoria en el centro porteño. El “llamamiento” señalará que son hijas empoderadas de la Pacha, que luchan por sus derechos.
“Cubrir vacíos legales” es el primer propósito de las hermanas de los 36 pueblos indígenas de Argentina que se encuentran en plenos preparativos para elaborar y presentar el proyecto de Ley de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.
Ese hecho será el 21 de abril de 2015 durante la Primera Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, que partirá desde el monumento al genocida Julio Roca para reemplazarlo por el de la Mujer Originaria, y continuará hasta el Congreso de la Nación. Pero antes, el sábado 11 de octubre a las 18, harán un “llamamiento” en ese mismo sitio (Perú y Alsina, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para explicar los puntos de la iniciativa y pedir a viva voz que todo el país se sume.
Con la redacción de la norma, estas mujeres no buscarán sólo cubrir las ausencias de derechos específicos para ellas, sino también impactar en la cotidianeidad de todos los habitantes de las comunidades indígenas, que desde hace siglos son despreciadas.
Además, el espíritu de la herramienta jurídica es fomentar la “interculturalidad”, los lazos de reciprocidad entre el Estado argentino y las naciones indígenas. En pocas palabras, persigue que los saberes ancestrales sean reconocidos, legitimados, difundidos e integrados a los conocimientos hoy tomados como paradigmas por el sistema capitalista y patriarcal.
Una marcha de propuestas
Moira Millán, referente mapuche y una de las impulsoras de la actividad, señaló en diálogo con Marcha, que la movilización de abril “no es una marcha de protestas, sino de propuestas” y que el concepto de “buen vivir” apela a que el Estado también dé cuenta de una agenda indígena para “poder incidir de manera concreta en la vida de esta sociedad, que el Pueblo comprenda que hay otra forma de habitar la tierra”.
Por este motivo, agregó que el desafío es “corrernos del lugar de víctimas del sistema” y ofrecer otra lógica del mundo en todos los ámbitos: antropológico, filosófico, político, educativo, sanitario, laboral, judicial, ambiental, económico, habitacional, de transporte e incluso de política carcelaria. “Es ir de a poquito y que este Estado hegemónico sea un Estado plurinacional”, insistió.
En ese marco, ya se desarrollan talleres de participación en todas las provincias argentinas para preparar un diagnóstico acorde a las realidades concretas de cada comunidad, con sus demandas y propuestas. En tanto, el llamamiento del 11 de octubre a las 18 ocurrirá en vísperas del Día de la Resistencia Indígena.
En enero próximo, cinco representantes originarias por cada provincia se reunirán en la comunidad mapuche Pillán Mahuiza, de Chubut, para darle forma al proyecto a partir de las consideraciones consensuadas en los talleres. Para febrero está prevista una “mesa de trabajo técnico-legislativa” en la que participarán abogados, juristas, antropólogos, sociólogos y especialistas en derecho indígena junto a una comisión de mujeres originarias designadas en asamblea.
Y a mediados de ese mes hasta los primeros días de abril, habrá una campaña para reunir más de un millón de firmas, el 3 por ciento del padrón electoral, que serán adjuntadas al proyecto que se presentará en el Parlamento nacional.
Somos protagonistas otra vez
A pesar de todos los despojos, las mujeres originarias se animan a sacudirles la modorra a los legisladores y organizan los talleres, las juntadas de firmas, los llamamientos, la gran marcha y una enorme convocatoria. Como muchas otras veces, se convierten en protagonistas de la historia, más allá de las imposiciones culturales, de los roles de madre y esposa, de si son casadas o solteras, de si le rinden culto a uno o más dioses, de si adoran a la Pachamama o a la Virgen María.
Para ellas, que son nosotras, la propuesta legislativa será un hecho, pero para lograrlo señalan la necesidad del respeto común por siglos postergado hacia la naturaleza y hacia los modos que los pueblos indígenas tienen de alimentarse, de curarse, de producir, de trabajar, de educarse, de comunicarse. En definitiva, de vivir.
Las luchas
El proyecto de Ley de Mujeres Originarias por el Buen Vivir señala como problema relevante a resolver el empobrecimiento que las mujeres indígenas padecen en sus pueblos, por el que deben marcharse a los centros urbanos en busca de trabajo. Según Millán, es difícil que allí consigan buenas condiciones de contratación debido a los parámetros de belleza femenina, que no se condicen con los rasgos característicos de las originarias. Entonces terminan en trabajos precarios o cobrando planes sociales.
La iniciativa también plantea, entre otros de sus puntos, que el ‘newen’ (‘fuerza’, en lengua mapuche-guaraní) de sanación también sea introducido en los hospitales y demás centros de salud. Esto es, que la medicina alopática o convencional conviva con la que históricamente aplican las mujeres de los pueblos originarios: sus medicamentos y su forma de intervenir en la cura de enfermedades sin que por eso sean perseguidas e imputadas por ejercicio ilegal de la medicina.
Además, se expresa sobre la violación de la libertad de culto en los espacios de encierro, contrario a lo que indica el artículo 14 de la Constitución nacional. En las cárceles, los rituales ancestrales están prohibidos. En esa misma línea de recuperación de la identidad, señala que a las y los presos indígenas que no conocen el idioma castellano se les asigne un traductor que les facilite la tarea, derecho al que sí acceden habitantes de otras nacionalidades.
Es que, a criterio del sistema carcelario, un indígena debería saber hablar y entender “la lengua madre”. Moira tildó a esta situación de “racismo institucional”. Para erradicarlo, la historia de los pueblos originarios y sus lenguas deben ser parte de la currícula obligatoria de todas las universidades del país, considera.
En el país, las comunidades indígenas son las menos beneficiadas con el modelo extractivo de producción iniciado por el menemismo y profundizado por el kirchnerismo. El desmonte, las plantaciones de soja, la megaminería y la extracción de petróleo generan sumas millonarias para unos pocos emprendimientos que, además de no crear fuentes de empleo, saquean la naturaleza y expulsan a los indígenas de sus territorios legítimos. Todo en complicidad con los mandatos provinciales, el Gobierno nacional, las fuerzas policiales y la Justicia. Aquí también el Buen Vivir se pronunciará.
Aportá
Hay muchas maneras de aportar a esta iniciativa popular, ya sea con logística, organización, finanzas o difusión. Para hacerlo se puede escribir a moc.sairanigiroserejum@n3B%3C%icazinagro. También está disponible la página web www.mujeresoriginarias.com.
Fuente: Marcha