Argentina: Agroquímicos sin control en las quintas platenses
La ciudad de La Plata tiene uno de los cordones frutihortícolas más importantes del país, pero la regulación en el uso de sustancias químicas es nula. Un nuevo proyecto de ordenanza alumbrará en el Concejo Deliberante en los próximos días.
El cordón frutihortícola local, que se extiende entre los márgenes de la ciudad de La Plata y las localidades linderas, es uno de los más importantes del país en términos de cantidad de producción. Alrededor del 70% de las hortalizas consumidas en Argentina son producidas en la región por entre 5.000 y 6.000 productores en más de 8.000 hectáreas destinadas a la agricultura.
Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de ellos produce sin agroquímicos. Hace tres años un estudio de la UNLP corroboró que ocho de cada diez alimentos que consumimos de las verdulerías de la ciudad tienen restos de esos venenos. El 78% de las verduras y frutas testeadas tenía presencia de al menos un químico, mientras que el 28% tenía entre tres y cinco.
En general, los productores suelen quedar atrapados en las lógicas promovidas por las compañías que producen y comercializan estos productos, que desde hace casi tres décadas han instalado el discurso de que no hay forma de producir sin ellos. Guillermina Ferraris, ingeniera agrónoma y técnica de cooperativas de productores hortícolas familiares, remarcó entre las razones que llevan a los productores a utilizarlos “la presión que tienen para producir y sobreexplotar las tierras”, teniendo en cuenta que el “99,9% de ellos las alquilan, siendo en general unidades de producción muy pequeñas, y el alquiler es uno de los principales gastos que tienen, junto con los servicios”.
A su vez, esto va de la mano con la ausencia de políticas públicas que promuevan una agricultura sustentable, permitan capacitar productores, brindar estímulos económicos y destinar zonas de la región donde se pueda cultivar sin agrotóxicos.
Contradiciendo el modo de producción imperante, hay experiencias concretas que muestran que es posible cultivar sin compuestos químicos peligrosos. Bernardo Castillo llegó hace 23 años al país desde Bolivia, forma parte de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y del pequeño porcentaje de productores regionales que no utilizan ninguna de esas sustancias.
Su experiencia y conocimientos para lograr una producción de calidad sin plaguicidas vienen principalmente de su familia. “Mi papá en Bolivia producía todo sin agroquímicos, jamás lo vi con una mochila en la espalda diciendo ‘voy a comprar un veneno’”, señaló.
Berno, como lo apodan, produce alrededor de 24 variedades de verduras, y asegura que el rendimiento no tiene nada que envidiarle a la producción con químicos. “En cantidad se produce igual, no hay diferencias. Lo único es que la mano de obra al principio es más difícil. Pero se produce lo mismo, se cosecha igual, y de la forma en que nosotros comercializamos se saca mejor beneficio, no tiramos nada de lo que producimos, vendemos todo”, explicó.
Uno de los secretos es la fabricación de fertilizantes y pesticidas naturales, que los propios productores realizan, para ahuyentar plagas u hongos que puedan afectar la producción. A su vez, la instalación de corredores biológicos entre los cultivos sirve para que la producción pueda crecer sin temor a ser dañada.
En 2015 hubo un intento en el Concejo Deliberante por sancionar una ordenanza que regulara el uso de agroquímicos, pero esta no prosperó y la ciudad sigue sin tener ningún tipo de control sobre los venenos. “No hubo decisión política para avanzar desde el Ejecutivo municipal de entonces, a cargo de (Pablo) Bruera. Ahora estamos intentando retomar este camino”, adelantó a este medio el concejal Gastón Crespo, presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Calidad de Vida del Concejo Deliberante.
“Además de regular el uso, tiene que haber un trabajo muy fuerte del Municipio controlando las verduras y hortalizas que se producen. En ese punto es importante que vuelva a funcionar el laboratorio del Mercado Regional, que es donde se tienen que controlar las verduras, frutas y hortalizas que ingresan”, aseguró el edil.
“El tema de la producción sin agroquímicos es que los productores tienen que producir lejos de donde haya otros que sí los usen. Por eso, dentro de esta discusión tienen que salir ordenanzas complementarias, u otro tipo de ordenanzas que protejan esa producción”, señaló, y afirmó que la intención es que la legislación pueda ser aprobada antes de fin de año.
Por su parte, Ferraris indicó que “el principal foco en la regulación, la Municipalidad y el Senasa lo deberían hacer no sobre los miles de productores, sino sobre las empresas que venden agroquímicos, que en la zona serán entre 35 y 40”.
A su vez, hizo hincapié en la necesidad de políticas de Estado que acompañen una transición de los sistemas tradicionales a los agroecológicos. “Porque el sistema con agrotóxicos es fácil: el productor si tiene plata va a la agroquímica, le dice ‘tengo este problema’, y enseguida le dan la solución. En cambio, cuando uno piensa la transición agroecológica, son procesos mucho más largos, que no solamente demandan comprar un insumo, sino cambiar un sistema de producción, diversificarlo, respetar los tiempos entre cada especie, los descansos del suelo. No va a haber desde el sector privado alguien que los venda, porque no se venden, son procesos de aprendizaje. El Estado se tiene que hacer cargo de la transición agroecológica”, concluyó.
- Foto por Hernán Fouillet.
Fuente: ANRed