Argentina - Mendoza: Cuestionan el uso de herbicidas en cultivos locales
"El principal objetivo del modelo actual es maximizar la renta con una mirada de corto plazo, poniendo en situación crítica al sistema agroalimentario", alertaron los investigadores del INTA.
El glifosato y el clorpirifos son dos agrotóxicos muy utilizados en nuestro departamento para matar plantas no deseadas en los cultivos de pera, manzana y tomate entre otros, pero se desprende del estudio que estos herbicidas permanecen hasta 180 días en el suelo, afectando los cursos de agua.
Investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) confirmaron que los agroquímicos permanecen durante meses activos en el suelo y afectan cursos de agua.
Al respecto, denuncian que Argentina es el país con más uso de químicos y menos "eficiencia" en la producción, y alertaron que se está explotando el suelo hasta "agotarlo". Asimismo, destacan que esto favorece principalmente a las grandes empresas y llaman a impulsar otra forma de producción. De esta manera, cuestionan el uso de glifosato y clorpirifos, entre otros, dos herbicidas muy usados para luchar contra plagas en cultivos de nuestra región.
Un discurso instalado por los impulsores del agronegocio es que los herbicidas (que matan las plantas no deseadas) "desaparecen" cuando llegan al suelo. La investigación del INTA afirma todo lo contrario: el glifosato (agroquímico más utilizado del país) persiste en el suelo hasta 180 días, el 2,4-D y el clorpirifos hasta 120 días, y la atrazina hasta 115 días. Sobre este último, los investigadores cuestionan: "A pesar de su prohibición en países de la Unión Europea, en Argentina es el tercer herbicida más usado".
Siendo nuestro departamento uno de los polos agrícolas de la provincia, consultamos con el especialista del INTA San Rafael, Guillermo Guida, quien comentó al respecto: "Hay estudios publicados como el libro "Los plaguicidas agregados al suelo y su destino en el ambiente", que pertenece al INTA y fue editado en diciembre pasado y está firmado por seis investigadores de trayectoria en la institución (del INTA Balcarce, Famaillá y Reconquista).
El trabajo hace un recorrido por los distintos químicos que se utilizan (atrazina, 2,4-D, glifosato, entre otros) y concluye que se está afectando el suelo hasta su "agotamiento". En el apartado que aborda la necesidad de legislar sobre contratos de arrendamientos, remarca otra consecuencia del modelo: "En muchos casos se pretende maximizar las ganancias actuando como agentes desterritorializados, a costa del suelo y el ambiente".
El libro precisa quiénes ganan con el actual modelo agropecuario: "La captación de ganancia por parte del productor agropecuario es menor debido a que hay una transferencia de esa rentabilidad a las empresas que producen y venden los paquetes tecnológicos de insumos. Sumado a que estas empresas son en su mayoría multinacionales, por lo que esa ganancia no queda dentro del país y contribuye a una fuga de divisas al exterior".
Para solucionar este problema, la investigación del INTA propone reducir el uso de agroquímicos, diversificar la producción, mejorar las condiciones de vida de las familias rurales y establecer franjas de no aplicación de químicos. También sostiene que es necesario que los ingenieros agrónomos "desarrollen un espíritu crítico y compromiso social" para impulsar producciones sustentables, y solicita que los profesionales del sistema agropecuario tengan "una visión amplia, integrando la parte ambiental, social y productiva", explica.
"El principal objetivo del modelo actual es maximizar la renta con una mirada de corto plazo, poniendo en situación crítica al sistema agroalimentario", alertaron los investigadores del INTA. Al respecto, Guida comparte este pensamiento y agrega: "Hace tres años se usaban para una hectárea tres litros de glifosato, y ahora en Brasil colocan hasta siete litros por hectárea y acá rondan en los seis, esto porque las plantas se van haciendo resistentes también y genera que le tengan que agregar más para que actúe, pero como no está comprobado el efecto a nivel internacional dejan que se use hasta que se compruebe, ya que no hay otros tan efectivos".
Otro producto que señala es el bromuro de metilo, que se usa en tratamientos en las zonas del norte de Mendoza a la uva cuando se envía al sur provincial para evitar la contaminación de la mosca del mediterráneo. Sin embargo, se trata de un producto extremadamente tóxico que ya fue prohibido en muchos países, aunque Estados Unidos no lo prohibe porque no dispone de un sustituto y aún no comprueba los efectos. El problema es para la uva de mesa, ya que la destinada a vinificación pasa por varios procesos, sin embargo destaca que la uva del norte recibe tratamiento con ese producto que llega a ser fatal si se inhala y debe tratarse con extremo cuidado.
"La manzana y la pera de nuestro departamento son los cultivos que más tratamientos con productos de estos reciben; la pera llega a recibir cuatro tratamientos de herbicidas".
Fuente: Diario San Rafael