Venezuela: impactos del ALCA en la agricultura, el sector campesino y agrario, por Edith Franco
I Congreso Bolivariano Nacional de Dirigentes Campesinos, Agrarios y Pescadores: "La soberanía alimentaria tiene que ser parte integral de la discusión de una nueva concepción del desarrollo humano y sustentable; por lo tanto, la agricultura debe mantenerse al margen de los acuerdos, no solamente del ALCA, el cual negamos de plano, sino, además, de los de la Organización Mundial de Comercio"
17 de diciembre del 2003
Como el tema que nos ocupa es el del impacto del ALCA en la agricultura, quisiera, en primer lugar, dedicarle un punto de reflexión al origen de la siembra vinculada en esencia a las mujeres; y así, aprovechar la atención del contenido para rendirle un reconocimiento a todas las mujeres, del pasado y del presente, entre ellas, especialmente, a Paula Correa, ser humano de notable entereza y madre del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora. Mujeres del pasado y del presente, quienes junto con ella, fueron, son y seguirán siendo, ejemplos de lucha y resistencia, compatriotas y compañeras de camino, y que hoy, en este I Congreso Bolivariano Nacional de Dirigentes Campesinos, Agrarios y Pescadores, nos brindan sus legados, sus aportes de investigación y su solidaridad incondicional; estoy segura de que estos datos sobre el nacimiento de la agricultura servirán de apoyo a nuestra reflexión y conocimiento; y además, contribuirán a que nuestros compañeros revolucionarios valoren conscientemente el trabajo de las mujeres en el campo y en la misma vida cotidiana.
Consideramos este un punto importante, ya que en Venezuela, en estos primeros años de Revolución Bolivariana, observamos a las mujeres en una nueva situación, en donde el Estado y las instituciones vinculadas al desarrollo humano, reconocen conscientemente su valía humana, sus derechos políticos y sociales, y por ende, sus derechos culturales y económicos. Las mujeres venezolanas, urbanas y rurales, ligadas indisolublemente a la estructura y organización del nuevo sistema económico, como pleno valor de la sociedad, contribuyen a derribar pilares fundamentales de la sociedad neoliberal caracterizada por la globalización de un mercado especulativo; y luchan por erigir, tenazmente, con conciencia de clase, las bases para la construcción de una sociedad democrática participativa y protagónica, cuya filosofía es la justicia social. Germinan, pues, ante nuestros ojos otras formas de sociedad humana; las mujeres bolivarianas, ya no sólo trabajan y piensan en su familia; sino que de igual manera, están comprometidas con el original sistema socioeconómico de la nación; surgen, por tanto, en la Venezuela Bolivariana Revolucionaria nuevas condiciones de vida, tanto para las mujeres que viven en la zona urbana como para las que viven en los asentamientos agrarios.
Visualizamos nacientes brotes de pensar y de hacer, nuevas costumbres, nueva moral, y ante todo y con especial agudeza, un nuevo papel de las mujeres, importante para el desarrollo del Estado Revolucionario.
Firmemente convencida de que un estudio y comprensión del pasado, contribuirá a un entendimiento mejor de nuestra exposición en este I Congreso Bolivariano Nacional de Dirigentes Campesinos, Agrarios y Pescadores, y además, persuadida de que estos datos aportarán para robustecer el semillero de mujeres y hombres en resistencia que brota en el continente americano; comenzaremos por decir, que hace ya cierto tiempo, Alexandra Kollontai, una de las figuras más conspicuas de la revolución rusa, en su libro titulado: La mujer en el desarrollo social; invitaba a leer con atención el primer capítulo de la obra del antimilitarista August Bebel: La mujer y el socialismo; en donde, y según el dirigente político alemán: "Bajo el primitivo comunismo, en aquel tiempo tan incompresiblemente lejano para nosotras y nosotros, en que era desconocida la propiedad privada y los seres humanos eran nómadas en pequeños grupos, no existía ninguna clase de diferencia entre la situación de la mujer y la del hombre.
Los seres humanos se alimentaban de lo que le proporcionaba la caza y la recolección de frutos y hortalizas silvestres. En ese periodo de desarrollo del hombre y la mujer primitiva, hace diez mil o cien mil años, no se diferenciaban las tareas y obligaciones del hombre de las de la mujer. El parto de sus hijos solamente producía una corta interrupción de sus ocupaciones ordinarias. La mujer era exactamente como sus restantes camaradas en el rebaño humano, como sus hermanos, hermanas, hijos y padres; obligados por puro instinto de conservación a colaborar en la defensa contra los ataques del enemigo más temido en aquellos tiempos, los animales de presa.
En aquel tiempo, la ley, el derecho y la división de la propiedad eran cosas desconocidas; no existía la exclusiva dependencia del hombre, ya que entonces, no había otra cosa que lo colectivo: la tribu. Quien no se subordinaba a la voluntad de la colectividad, perecía: se moría de hambre o era despedazado por las fieras.
Sólo manteniéndose firmemente juntos en la colectividad se encontraban los seres humanos en disposición de defenderse del enemigo más poderoso y temible de aquel tiempo. Cuanto más firmemente soldada se encontraba una colectividad, mejor se subordinaban los miembros particulares a la voluntad de la misma; lo que significaba que podían formar filas con mayor unidad contra el enemigo común y así la lucha obtenía mayor éxito y la tribu tenía más posibilidades de supervivencia. La igualdad y la solidaridad natural -las dos fuerzas que mantenían unida a la estirpe- por lo tanto, eran también las armas mejores para la defensa propia.
La humanidad de aquella época no sabía nada de clases, explotación del trabajo o propiedad privada. Así vivió la humanidad miles y aún posiblemente cientos de miles de años. Sin embargo, este cuadro cambió en la fase siguiente del desarrollo humano. Los primeros brotes de trabajo productivo y de economía doméstica fueron el resultado de un largo proceso durante el cual la humanidad buscó la mejor manera de asegurar su existencia.
Por razones de clima y de geografía, según llegara entonces a una comarca de bosques o a una estepa, una tribu se convertía en sedentaria, mientras la otra se pasaba al pastoreo, y al mismo tiempo que esta nueva forma de economía surgían nuevas formas de comunidad social. Los miembros de la tribu que fijaban su residencia en una zona de bosques con pequeños campos abiertos, se fueron convirtiendo en agricultores sedentarios. La otra tribu que vivía de la caza en extensas zonas esteparias con grandes rebaños de búfalos, caballos y cabras, se pasaron al pastoreo. En la tribu que se dedicaba a la agricultura, la mujer no sólo tenía los mismos derechos, sino, que a veces incluso, asumía una posición dirigente. Sin embargo, en el pastoreo nómada empeoraba crecientemente la situación subordinada, dependiente y oprimida de la mujer.
Se ha demostrado que las mujeres de las tribus dedicadas al cultivo de la tierra gozaban de mucha mayor igualdad. Algunas tribus campesinas incluso, poseyeron un sistema de matriarcado (matriarcado es una palabra griega que significa predominio de la mujer). En los pueblos agrícolas la mujer era la primera productora. Hay abundantes indicios de que fue a la mujer a quien se le ocurrió por primera vez la idea de cultivar la tierra y de que fue la 'primera que trabajó en la agricultura'. La mujer llegó a la idea de la agricultura de la siguiente manera. A las madres con hijos lactantes no las llevaban con los demás en la época de caza porque no estaban en condiciones de seguir su paso, y además, porque los niños obstaculizaban las operaciones venatorias. Por lo tanto, la madre se quedaba con su hijo y estaba obligada a esperar hasta que la tribu regresara con el botín. No era sencillo procurarse alimento y con frecuencia la espera era muy larga. No disponía de muchas provisiones y en consecuencia, estaba obligada a buscarlas con su propio esfuerzo para alimentarse ella y el niño pequeño.
De ahí, han deducido los científicos que es muy probable que la mujer comenzara a cultivar la tierra. Si se agotaban las provisiones de frutos en el lugar en que ella esperaba la vuelta del clan, tenía que buscar vegetales con semillas comestibles que las comía y con ellas alimentaba también a su hijo. Mientras trituraba el grano entre sus dientes -las primeras ruedas de molino- caerían algunos granos al suelo, y cuando después de bastante tiempo volvía la mujer al mismo lugar descubría que los granos caídos habían comenzado a germinar y ella marcaba esos lugares. Y entonces, se dio cuenta de que era una ventaja para ella volver cuando el vegetal estuviera maduro: la búsqueda de alimento le costaría así menos esfuerzo.
También vio donde podría recoger en el futuro el alimento más rico. Por consiguiente, los seres humanos aprendieron por experiencia que el grano que caía en tierra comenzaba a crecer; y a base de experiencia, comprendieron también, que la cosecha era mejor cuando previamente habían removido la tierra.
Sin embargo, esa experiencia se olvidaba frecuentemente, ya que el saber sólo se hacía propiedad de la tribu cuando era transmitido a la comunidad y no se propagaría hasta las generaciones siguientes. La humanidad tenía que realizar un trabajo increíblemente fatigoso antes de que estas cosas tan sencillas para nosotros se les hicieran comprensibles y las asimilaran.
Sin embargo, para poder fijar esos conocimientos tenían que convertirse en costumbres.
La mujer estaba interesada en que el clan o estirpe regresara al lugar de descanso donde crecían los vegetales plantados por ella; pero, no se encontraba en condiciones de convencer a sus compañeros de los beneficios de su plan económico. No podía moverlos con palabras y convencerles de esa manera. En lugar de esto, contribuyó a que se infiltraran aquellas normas, costumbres e ideas que fomentaban sus propios planes. La siguiente costumbre se elevó al carácter de ley: si el clan había dejado a madres y niños con luna llena en un campo próximo a un arroyo, los dioses ordenaban que volvieran después de algunos meses al mismo campo; y quien no lo hiciera sería castigado por los espíritus. Como la estirpe descubrió que algunos niños morían cuando no se respetaba esa norma; es decir, cuando no se regresaba al 'sitio de hierba', comenzaron finalmente a observar estrictamente esa costumbre, y creyeron en la 'sabiduría' de las mujeres.
Como a la mujer le interesaba conseguir el rendimiento máximo con el esfuerzo mínimo, descubrió lo siguiente: cuanto más poroso esté el suelo a sembrar, mejor será la cosecha. En cuclillas, arañaba en los primeros campos la tierra con ayuda de ramas, azadas u horcas de piedra. Se demostraría que esto proporcionaba a los seres humanos más seguridad que el vagabundear por los bosques en busca de frutos, con el constante peligro de ser despedazados por animales de presa.
En tal caso, continúa señalando Bebel, por razón de su maternidad tenía la mujer, entre los miembros de la tribu, una situación especial. A ella debe la humanidad el descubrimiento de la agricultura, una nueva fuerza que hizo progresar notablemente su desarrollo económico. Y fue este descubrimiento el que determinó durante largo tiempo el papel de la mujer en la sociedad y en la economía y la colocó en la cúspide de esas tribus que se dedicaban al cultivo de la tierra".
Aprovechando esta sustancial referencia del defensor de medidas progresistas en materia social, August Bebel, y en relación al ALCA y sus graves impactos, muchas personalidades, sumadas a comunidades y organizaciones de mujeres, latinoamericanas, caribeñas , y de otras latitudes; y entre ellos de igual forma nosotras y nosotros; hemos marcado posición y vamos denunciado a la humanidad el propósito de ese endemoniado acuerdo comercial, que no sólo busca anexionarse a América Latina y el Caribe; sino que pretende hacernos borrar nuestros conocimientos de agricultura tradicionales, para así imponernos su visión individualista, imperialista e inhumana de la producción agraria y de la vida.
Debemos enfatizar aquí, que a través de la globalización financiera y el modelo neoliberal que ya se viene aplicando en nuestros países desde hace décadas, vivimos peligrosas transformaciones y sufrimos impactos negativos en la vida, no sólo las mujeres sino de hombres, niños, niñas, ancianas y ancianos que conforman a la Patria Grande; violando así, nuestros más fundamentales derechos humanos.
Pues, Estados Unidos, como hegemón, ya aplica y pretende seguir aplicando con el ALCA, como bien lo decía el científico germano Arno Peters, un concepto de "economía de mercado que inevitablemente lleva a la explotación del ser humano, a la polarización de la riqueza social y a la enajenación del sujeto. Y esto no es economía, o sea, la satisfacción de las necesidades humanas a través de la transformación de la naturaleza, sino lo que Aristóteles caracterizó como "crematística": la perversión de la economía -de un subsistema al servicio de la sociedad (polis)- en una maquinaria para obtener ganancias a costa de las mayorías" Por la aplicación fiel de tal noción, actualmente existen más de 1.000 millones de personas en el mundo que viven en pobreza extrema; de ese total, dos tercios (700 millones), son mujeres. La pobreza obliga a que cada vez más mujeres asuman la responsabilidad de ser "jefas de familia"; hecho que justifica la realidad dramática denominada "feminización de la pobreza"; pues son ellas quienes para mantener a sus hijos y salir adelante en una situación tan dura dan el rostro en las ciudades y en el campo.
Son millones las mujeres de nuestras comunidades rurales, que se ven y se verán mayormente forzadas, si se aplicara el ALCA, a emigrar hacia las ciudades de América Latina y el Caribe, pero, sobretodo a hacia las ciudades de Estados Unidos y Europa para realizar trabajos domésticos mal pagados; y de estos millones de desplazadas, habrán miles de mujeres explotadas, discriminadas y empujadas a la prostitución como efecto de la miseria. En otro sentido, los acuerdos agrícolas del ALCA traerán además como consecuencia menores precios para las cosechas, llevando a más mujeres a las maquiladoras, situación que ya observamos en el hermano país azteca a raíz de la implementación del Tratado de Libre Comercio a partir de 1994; realidad que ya denuncian organizaciones cercanas a México, se agravará, si se permite la construcción de los corredores biológicos del Plan Puebla Panamá, que causará la movilización de más de 10 millones de mujeres, sobretodo de nuestras hermanas mexicanas, que sólo contarán como estrategia de supervivencia para cubrir las necesidades básicas de sus familias, la opción de trabajar en las maquilas; pero lo que debe llamarnos a reflexión es que serán mujeres que por circunstancias impuestas por el imperio y su codicia abandonarán el campo, es decir, los espacios donde desarrollan su agricultura de sustento.
Para complementar este cuadro, agregamos, que el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), informa que a pesar del crecimiento económico generalizado en América Latina, la pobreza rural aumentó de un 10 a un 20 por ciento en los últimos tres años. Más de 90 millones de agricultores del Caribe y América Latina viven por debajo del límite de pobreza, de entre ellos 47 millones en condiciones de pobreza extrema. El informe indica que el papel de cabeza de familia lo desempeña en exclusiva la mujer en ocho a diez millones de casos; dos a tres millones de mujeres se emplean como jornaleras, y treinta a cuarenta millones de mujeres se encargan del manejo de sus pequeños asentamientos rurales.
Otro dato económico señala que el 25% del total de la población latinoamericana y caribeña vive en las áreas rurales, es decir, un poco más un poco menos de 123 millones de personas que dependen directa o indirectamente de la agricultura. Y los datos de igual manera señalan, que en los Estados Unidos y Canadá, países denominados del primer mundo, vive un gran número de pequeños productores en la pobreza; en Estados Unidos el 14.2% de la población rural es pobre, y más de 500 pequeñas empresas agrícolas van a la quiebra semanalmente.
Sin embargo, y este es un dato que debemos tener presente, lo más insólito es que el propio Banco Mundial reconoce que en la realidad rural los índices actuales de pobreza superan los prevalecientes hace una década; señalando que uno de cada dos habitantes del campo sobrevive en una situación de extrema miseria, "en medio de un círculo vicioso en el cual el uso indiscriminado de recursos naturales representa la única forma de que los pobres sobrevivan".
Ahora, ubicándonos en el tema que nos ocupa, Impactos del ALCA sobre la Agricultura, el Sector Campesino y Agrario,podemos acentuar que, hoy vivimos otros tiempos, y la agricultura no tiene los mismos principios del pasado de los que nos narraba el progresista August Bebel; actualmente, frente a esa realidad del campo, en nuestra Abya Yala, nacen escenarios comprometidos políticamente para realizar profundas transformaciones que modifiquen las viejas estructuras económicas y sociales de los países que integran la región. Esa resistencia de nuestros pueblos y del mundo en general, es consecuencia, no sólo de los cambios veloces que resultan del avance tecnológico logrado en los últimos años; es decir, de la mundialización; son, resistencias que se enfrentan al modelo económico neoliberal imperante y por ende, al dominio hegemónico de los Estados Unidos, nación, en esencia culpable uno de los peores periodos de decrecimiento económico en toda la historia del siglo XX.
Son alteraciones económicas, lo entendemos así, que se vienen gestando desde hace décadas, cuyas causas se encuentran en la aplicación nefasta de políticas imperialistas, donde los capitales especulativos circulan saqueando la riqueza de naciones endeudadas, que en el pretérito fueron llamadas por los economistas, naciones en vías de desarrollo; van especulando contra sus monedas, causando grandes pérdidas para los ahorristas, respaldados por los Estados neoliberales e interviniendo a su favor cuando hay pérdidas; apoyando a los bancos que se declaran en quiebra, interviniendo con dólares o euros para salvarlos; generando, por el principio de la crematística, ya señalado por Arno Peters, conflictos o guerras de conquista en las naciones, como la programada para el pueblo de Irak por el régimen de George Walker Bush y sus aliados; y presionando inhumanamente a los gobiernos de la región que han adquirido compromisos con el Fondo Monetario Internacional y las demás multinacionales .
Al presente, reafirmamos que como consecuencia de la intervención de Estados Unidos, se va creado una situación difícil y peligrosa en el Caribe y América Latina; como los grandes desplazamientos de comunidades urbanas y campesinas, por la aplicación de medidas económicas, como las privatizaciones, que sólo han contribuido a elevar los índices de desocupación. Pero, en contrapeso y para su pesar, también ese sistema hegemónico ha forjado como respuesta, consciencia de clase en los pueblos que han ido oprimiendo, han creado un deseo creciente de transformaciones sociales, económicas y políticas profundas y el rechazo mayoritario a los acuerdos neoliberales; ya se siente a nivel mundial un gran clamor de las gentes humildes y de los pueblos nobles por acabar con la imposición de ese maldito sistema.
En ese mismo sentido, las comunidades de América latina y del Caribe, sensibles ante las injusticias sociales, ante la discriminación y explotación inhumana, que hemos adquirido consciencia de clase y tenemos claro lo que significa la justicia social; entendemos que el acuerdo comercial propuesto por Estados Unidos, el ALCA, es un proyecto neomercantilista, extensión del neoliberalismo para dominar política y económicamente en bloque a las naciones de la región; ya comprendemos que el ALCA no es sólo un acuerdo comercial de gran alcance geográfico; sino, además, que es un instrumento de "nuevo tipo" que tiene implicaciones negativas en la economía; en los Estados; y lo más importante, en la vida de los pueblos que integran a labia Yala; sus recetas definen, de manera explícita e implícita, un modelo económico y geopolítico que compromete el desarrollo humano y sustentable, la soberanía, la democracia y el futuro mismo de nuestros países.
Es un proyecto que no trata únicamente de bajar las barreras arancelarias, como tan comúnmente se pregona, sino que vendrá a dar continuidad de las políticas de privatización en la región. Miami, consideran ellos, será la sede idónea, pues, es la capital de los negocios de las Américas; en donde fluye más de la mitad del comercio exterior estadounidense con América Latina y el Caribe; acoge a 2.100 compañías multinacionales, 25 oficinas de comercio internacional, 40 cámaras de comercio binacionales, y una de las mayores concentraciones de bancos de Estados Unidos; y será desde allí, desde donde Estados Unidos va a dictar las condiciones de comercio, de privatización de los servicios públicos y las condiciones para la producción del bloque regional.
Con el Tratado de Área de Libre Comercio para las Américas, insistimos, los gobiernos de Latinoamérica y las Antillas no tendrán función económica, ni política; ya que el ALCA aspira sustituir las funciones de los Estados aplicando su política extremista, buscando acabar con la soberanía de las naciones que integran a la región. Es un proyecto que tiene como propósito maldito marginar también a los productores locales de América Latina, absorbiendo, además, los servicios de salud y educación que quedan en manos de los gobiernos nacionales; y como si esto fuera poco, en su propuesta, está la posibilidad de utilizar los ejércitos latinoamericanos más allá de sus propias fronteras, posibilitando el reclutamiento de soldados de Sudamérica y el Caribe para ponerlos a hacer trabajo bélico.
No hay ninguna duda de que el ALCA se configura en el panorama planetario como una pieza clave para fortalecer la posición de los Estados Unidos en el ámbito internacional; dirigido, principalmente, en contra de la Unión Europea, el G7, Japón y China. Proponiendo por un lado, la alianza de 34 países -de los 134 que integran la Organización Mundial del Comercio (OMC)- en una posición común hegemonizada por EEUU; para poner en práctica en todo el hemisferio las propuestas que han encontrado obstáculos en la Organización Mundial de Comercio (OMC); y por otro lado, propendiendo a la protección de más de cincuenta sectores de la economía norteamericana que no son competitivos.
Ahora, así como en el sector urbano los cambios estructurales y funcionales tienen su justificación; en el sector campesino agrario, las reformas agrícolas también tienen un fondo. Hagamos un poco de memoria histórica para entender desde cuándo están planificadas estas propuestas del ALCA, y por qué advertimos que al sector agrario, sustancialmente, impactará negativamente este acuerdo comercial.
Apoyándonos en los hechos históricos, podemos decir que las transformaciones más evidentes en el sector agrario mundial despuntaron con la llamada "revolución verde" a fines de la década de los 50'. Posterior a la II Guerra Mundial, el paso hacia un incremento en la producción agraria tecnificada, estuvo justificada por los Estados Unidos en la notable explosión demográfica que se estaba dando a nivel mundial. En ese ntonces, la argumentada necesidad de más alimentos fue paliada, en parte, por la llamada "revolución verde", que implicó, desgraciadamente para el agro, el cultivo selectivo de cosechas tradicionales en busca de mayores rendimientos, nuevos híbridos, y métodos de cultivo intensivo adaptados a los climas y condiciones culturales de países densamente poblados.
Pero en el fondo, esta situación de innovaciones en el sector agrario propuesta por Estados Unidos, coincidió con otras realidades socio- políticas importantes que se estaban desarrollando en otras latitudes del mundo. La década de los 60' se caracterizó por trascendentales cambios socio-políticos; y luchando en pos de sus demandas surgían movimientos sociales, políticos y sindicales, que junto con la Revolución del pueblo de Cuba, buscaban respuestas a las desigualdades sociales y a la eliminación de sistemas autoritarios existentes en la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños. Ante esa situación, Estados Unidos, planteó, convenientemente, su versión de reforma agraria, con una agenda circunscrita a la tristemente célebre Alianza para el Progreso, que fue el programa para el desarrollo socioeconómico de Latinoamérica que preveía un plan de carácter decenal y fue aprobado por la Organización de Estados Americanos (excepto Cuba) el 17 de agosto de 1961, en la conferencia que tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay, a instancias del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy. El hecho de que Cuba no firmara finalmente el acuerdo fue determinado por la esencia del planteamiento mismo, que pretendía, primordialmente, evitar la extensión de los principios políticos que pudiera aportar al resto de América Latina la triunfante Revolución Cubana liderada por Fidel Castro.
El plan fracasado, diseñado para el periodo comprendido entre 1961 y 1970, buscaba, según Kennedy y sus aliados, la cooperación y ayuda mutua de los estados firmantes, el refuerzo de sus "comportamientos democráticos" y la "redistribución justa de la riqueza" obtenida con la inyección económica que procuraría la inversión de los 20.000 millones de dólares previstos. Estados Unidos justificó el fracaso de la Alianza, según, por la falta de realización de las necesarias reformas agrarias y fiscales de los países de la región, así como en la propia dirección de la política exterior estadounidense, que suspendió determinadas ayudas y abusó del intervencionismo en algunos Estados de la Latinoamérica.
Ante esa realidad cabría preguntarse: Alianza por qué y Progreso para qué nación? Porque las secuelas del mal llamado programa "Alianza para el Progreso", aún están presentes, como lo están aquellas de la "revolución verde" cuya estrategia, se basó en la promoción de una reducida gama de cultivos, altamente dependiente de semillas especializadas, plaguicidas, abonos sintéticos, maquinaria y tierra con óptimo riego, es decir, cultivos cada vez más homogéneos y de alta tecnologización. Reconocemos pues, que las verdaderas secuelas de esa "estrategia de ayuda a los pueblos latinoamericanos y caribeños" con una nueva "reforma agraria" fueron y que aún se mantienen: la alteración radical de la naturaleza, de los cultivos y la vida de miles de campesinas y campesinos, sumidos en mayores grados de pobreza.
Sus innovaciones tecnológicas; sólo tuvieron repercusiones desfavorables en la vida de las mujeres y hombres del mundo rural. Aunado a ello, la década de los 70', caracterizada por el dramático golpe dado por Estados Unidos a nuestro continente, con la instalación de dictaduras que desarticularon todas las reivindicaciones logradas y sumada a esa circunstancia, la crisis mundial del petróleo a mediados de la década de 1970, contribuyó al desabastecimiento de fertilizantes nitrogenados necesarios para el logro de las nuevas variedades.
Simultáneamente, un clima errático y desastres naturales como la sequía y las inundaciones redujeron las cosechas en todo el mundo. Se hizo inminente la generalización del hambre en los diferentes continentes. La situación económica, en especial, la inflación descontrolada, amenazaron y afectaron por igual a las y los productores agrarios y al consumidor de alimentos. Pero a pesar de ello, estos problemas, continuaron siendo utilizados por Estados Unidos, como factores determinantes para aplicar una nueva visión hegemónica de desarrollo agrícola.
En tal caso, observamos como al final de la década de los 80' e inicios de los 90', en el marco de una ofensiva global del imperialismo norteamericano post caída del muro de Berlín, la idea del proyecto ALCA es lanzada en 1991 por el presidente de los Estados Unidos Bush padre, quien buscaba como una medida de reaseguro y de expansión imperialista, constituir un "Bloque Comercial" hegemonizado por los Estados Unidos, compuesto por Canadá y todos los países latinoamericanos, menos Cuba. Este bloque alcanza, aproximadamente, la cifra de 800 millones de habitantes, generando un Producto Bruto Interno (PIB) de 11.4 billones de dólares que es el 40% del PIB mundial. Desde entonces empiezan los preparativos para llevar adelante esta propuesta anexionista.
Recordemos otros datos igualmente importantes: En el año de 1994, en Miami, se realiza la Primera Cumbre de presidentes de los 34 países que integran a ese "Bloque Comercial", y se inician formalmente las negociaciones, para desarrollar en América Latina y el Caribe el ALCA; inspirado en el modelo de funcionamiento de las grandes firmas multinacionales que controlan a más de la mitad del comercio internacional de América. Para esa Primera Cumbre de las Américas, los jefes de Estados de los 34 países; en Venezuela gobernaba el socialcristiano y muy "moralista" Dr. Rafael Caldera; ordenaron a sus ministros de Comercio Exterior poner en marcha el Área de Libre Comercio de las Américas; los instruyeron, como puede leerse en la respectiva Declaración Presidencial, para que sesionaran en el marco de foros empresariales de inversión y comercio que se adelantarían de modo simultáneo con las cumbres ministeriales. Dando continuidad a las conversaciones en otras Cumbres, entre otras, como las de Santiago de Chile en 1998, la de Québec-Canadá en el 2001; y la más reciente y firmemente protestada, realizada en Miami, en noviembre de este mismo año.
Al elevar el ALCA a condición de Tratado Internacional, inalterable, obligatorio y controlado por comités supranacionales, Estados Unidos y sus políticas comerciales, primará sobre los gobiernos nacionales; pues, el propósito del hegemón es tratar de modificar en forma cualitativa la actual relación de dependencia semicolonial de nuestros pueblos, en dirección a una nueva dominación colonial; ya en contra de esa intención, serias y comprometidas personalidades, estudiosas y estudiosos políticos y económicos nos advierten: el ALCA instrumento anexionista del proceso de globalización, tiene sus expresiones claras en el empequeñecimiento de los Estados nacionales, la desnacionalización del patrimonio por medio de las privatizaciones, la transferencia de riquezas nacionales al capital privado nacional e internacional, la liberalización de la economía, aplicación de una legislación laboral claramente protectora del mundo empresarial, aumento de la de la deuda externa, la dolarización de las monedas, la adecuación de las leyes a los dictados del capital trasnacional, la profundización de la desocupación, el hambre y la miseria de nuestros países, el control de las fuerzas militares latinoamericanas y caribeñas por las del imperialismo, imposición de una brutal superexplotación de los trabajadores y de los pueblos humildes campesinos, ausencia de una visión de desarrollo humano sustentable para las naciones que integran a América Latina y a las Antillas Mayores y Menores; por ende, la globalización y sus acuerdos comerciales como el ALCA acelerarán en el mundo rural la dominación hegemónica y absoluta dependencia de los créditos externos, robusteciendo la presencia de las transnacionales; manteniendo la concentración inmoral de la tierra, incrementando, de esta forma, la pobreza en el campo.
Ya estamos, hoy día, como pueblos en resistencia, conscientes de cómo la globalización a afectado el mundo campesino y rural de América Latina y el Caribe, expresándose en la ampliación de mano de obra barata, absolutamente desprotegida, sobreexplotada y carente de derechos. Con la ejecución del proceso globalizador hegemónico el campo se ha ido llenando de trabajadoras y trabajadores agrícolas golondrinas o simplemente jornaleras; mujeres y hombres de zonas rurales que entran y salen de las economías campesinas y de cuyo trabajo se han generado gran parte de las riquezas de las transnacionales. Los rasgos más impactantes de la globalización y del modelo neoliberal en el sector agrícola son: la industrialización del campo, el desmantelamiento de la estructura agraria nacional, la apertura de los mercados, los alimentos convertidos en mercancía, la depredación de los recursos naturales, la pérdida de identidad cultural de nuestros pueblos y la grave e inmoral apropiación de la biodiversidad.
En los asentamientos campesinos venezolanos es común observar como la flexibilización laboral y la transnacionalización del agro han arruinado la vida del conjunto de los habitantes del campo; el trabajo agrario no cuenta con garantías laborales; generalmente es un trabajo ocasional; no existen medidas sanitarias; se sigue abusando con productos tóxicos, que ponen en serio peligro el bienestar y la salud de las familias campesinas; estas circunstancias han contribuido a las movilizaciones y la desestructuración de las comunidades rurales; planteando solución a esta dramática situación, el Estado Bolivariano Revolucionario decretó la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, con la cual se persigue, como lo dice su exposición de motivos: "profundizar y dar operatividad concreta a los valores constitucionales de desarrollo social a través del sector agrario. Procurando una justa distribución de la riqueza y una planificación estratégica, democrática y participativa en cuanto a la tenencia de tierras y desarrollo de toda la actividad agraria. En este sentido, y en consonancia con lo establecido por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 307, se pretende implantar los medios necesarios para la eliminación íntegra del régimen latifundista, como sistema contrario a la justicia, al interés general y a la paz social en el campo. Otra de las finalidades del nuevo marco legal, es el aseguramiento de la biodiversidad, la vigencia efectiva de los derechos de protección ambiental y agroalimentario, y la seguridad agroalimentaria de la presente y futuras generaciones" Pero, las expresiones del ALCA en el ámbito ruralplantean otras situaciones preocupantes; la propuesta del libre comercio y la libre competencia que planea el ALCA significará el destierro de mujeres y hombres trabajadores del campo, pues sus producciones de baja escala no podrán competir en igualdad de condiciones con las producciones de las corporaciones transnacionales.
La aplicación, tanto del capítulo sobre agricultura como el de la propiedad intelectual acarrearán un mayor desposeimiento de los conocimientos tradicionales de las y los campesinos. Se impondrá la agricultura transgénica en procura de una mayor rentabilidad y se incrementará la importación de productos agrícolas, de menor calidad y a precios más bajos que los que puede ofrecer la producción local, poniendo en serio peligro la producción agrícola de autosustento.
A propósito del tema de los transgénicos, los obispos acompañantes de la Comisión Pastoral de la Tierra, en Brasil, en documento de apoyo a la heroica lucha de las organizaciones populares del campo y haciendo eco a una de las grandes reivindicaciones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, oportunamente adviertieron que: "los transgénicos son el resultado de la manipulación genética que permite producir, alterar y transferir genes de los seres vivos, rompiendo la barrera del cruzamiento natural entre las especies, creando, alterando y transformando material genético entre vegetales, animales, bacterias, virus y humanos. Con relación a la salud humana, la ingestión de granos transgénicos puede provocar alergias, resistencia a los antibióticos y elevación del índice de sustancias tóxicas en los alimentos. En el medio ambiente hay riesgo de erosión genética, que afectaría irreversiblemente a la biodiversidad por la contaminación de los bancos naturales de simientes (bancos de germoplasma). Añádase a esto el aumento asustador de la monocultura y la pérdida de riquísima variedad y cualidad de las simientes. Es también una amenaza a la soberanía alimentaria de nuestros países, por la pérdida de control de las simientes y de los seres vivos por la patentización de los mismos, convertidos en propiedad legal y exclusiva de los grupos transnacionales, que sólo buscan fines comerciales. El riesgo mayor está en la total dependencia, en la destrucción y, finalmente, en la desaparición de la pequeña y hasta la mediana agricultura por causa del inexorable monopolio mundial de la producción y comercialización de las simientes, que pasan a ser dominio de un pequeño grupo de gigantescas y poderosas empresas transnacionales".
Bajo el mismo marco de ideas, Oxfam Internacional, una confederación de 12 agencias de desarrollo que trabaja en 120 países de todo el mundo en desarrollo, en su trabajo titulado: Agricultura, Inversiones y Propiedad Intelectual, tres razones para decir no al ALCA, señalan que "Los materiales biológicos y genéticos que proporcionan los principales recursos para las industrias de biotecnología y de producción de semillas, son también la base de los medios de subsistencia de miles de comunidades rurales pobres. Los requerimientos del acuerdo TRIPS de proteger la variedad de plantas bajo la forma de patentes, o de otro sistema sui generis como los derechos de los productores de semillas, tienen serios impactos para la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad.
El uso de patentes propuestos en el ALCA, amenaza restringir el acceso de los pequeños productores a la conservación, uso y venta de semillas, afectando seriamente sus medios de subsistencia. La preocupación sobre las patentes de semillas es una realidad: se calcula que ya existen más de 900 patentes sobre los cinco cultivos que equivalen a más de las tres cuartas partes de la oferta mundial de alimentos, siendo apenas cuatro empresas transnacionales las que detentan más de la mitad de ese número. Casi todas esas patentes están en poder de los países industrializados.
Fuertes medidas proteccionistas para la biotecnología son otro tema altamente controversial en el ALCA, en cuanto a las ventajas que podrían ofrecer a la sociedad. Además del cuestionamiento hecho a la ingeniería genética sobre su incapacidad actual para prever las mutaciones genéticas dentro de un organismo vivo, es claro que la lógica del mercado sigue prevaleciendo. Es decir, el motor que impulsa la investigación biotecnológica y el ímpetu que mueve el control por patentes están separados de las iniciativas de reducción de la pobreza. Las investigaciones están dirigidas hacia los productos que presentan mayores ganancias en el mercado. Las patentes ofrecen un beneficio doble para las empresas: sube los precios de las semillas e impulsan las ventas de insumos.
El acuerdo TRIPS incluye pocas garantías contra la creación de monopolios, por el contrario, los estimula. El control sobre las innovaciones biotecnológicas está altamente concentrado en seis grandes industrias que conducen las investigaciones comerciales en las áreas de los cultivos genéticamente modificados. La extensión de los derechos de patentes contribuyó a la concentración del poder en la industria de semillas en varios países en desarrollo.
En Brasil, por ejemplo, el proceso fue seguido de una ola de fusiones y adquisiciones de empresas. Actualmente, solamente dos empresas, Monsanto y Dupont, controlan las tres cuartas partes del mercado brasileño de maíz .
Inclusive, la Convención sobre Diversidad Biológica, que podría ser considerada en las negociaciones comerciales como un contrapeso entre los intereses públicos y privados, sobre todo en lo que se refiere a recursos biológicos, sigue siendo ignorada y confrontada".
Considerando lo anterior, denunciamos que la gran falacia que plantea el ALCA es la propuesta de que la liberalización del agro aportará beneficios a todos y todas por igual, sin contemplar el universo de desigualdades entre los países, el desbalance de poder entre hombres y mujeres en el campo, y las brechas entre ricos y pobres en el mundo rural y fuera de él. Estos acuerdos parten también de la suposición de que el mercado ofrecerá mejores posibilidades de desarrollo en el mundo rural, a través del trabajo que generarán las corporaciones transnacionales.
Sin embargo, con lo que ellos no cuentan, es que nosotras y nosotros sabemos que no puede haber tal beneficio mientras el gobierno del presidente Bush subsidie a sus productores del campo con 118 mil millones de dólares. Estados Unidos y Canadá mantienen las subvenciones y medidas de protección a la agricultura, en ese sentido, las condiciones de desigualdad entre los países que pretenden integrar el ALCA impedirá hablar de competencia entre iguales. Porque en nuestros países, es cada vez más difícil para las mujeres y hombres que integran el sector campesino acceder al crédito, a la tecnología de punta, a la tierra, y a los recursos para hacerla producir; y más grave aún, si no contamos con instituciones y funcionarios consustanciados con la urgencia de la aplicación del Decreto Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, promulgado por el presidente Hugo Chávez Frías, le estaremos abriendo la puerta a las desigualdades sociales. Aprovechamos esta reunión de dirigentes del campo para manifestar, como campesinas y campesinos, que sentimos que el proceso social revolucionario de nuestra Venezuela Bolivariana está amenazado por la resistencia al cambio, no sólo de funcionarios de instituciones agrícolas, sino, que es lo más grave, la de los dirigentes campesinos.
Fíjense ustedes, que a casi dos años de haberse publicado en Gaceta Oficial el Decreto con Fuerza de Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, observamos, preocupadamente, que prevalece en la conciencia de mucha dirigencia política el espíritu de la Ley de Reforma Agraria promulgada en el Campo de Carabobo el 5 de marzo de 1961 por el líder de los adecos Rómulo Betancourt; cuyo contenido creó, básicamente, un campesino mercantil parcelario, es decir, un campesino individualista, egoísta y dividido del resto de la población. Actualmente, a diferencia del anterior régimen legal agrarista, el Decreto del Presidente Hugo Chávez Frías contempla, como se desprende de su artículo cuarto, la posibilidad histórica de engendrar en la Venezuela Revolucionaria, un campesino cooperativista fusionado en fundos colectivos y en granjas cooperativas donde las y los campesinos cultiven la tierra en común con ayuda familiar, apropiándose colectivamente de los frutos y repartiendo los beneficios entre los socios.
En pocas palabras, con la novedosa norma, surge el concepto de una propiedad agraria comunal; y la norma estatuida por la Revolución Bolivariana permite, además, la transición de un campesino atomizado socialmente a uno colectivista que contribuya a la emancipación de las y los campesinos organizados, para así, a través de su trabajo agrícola, aliviar un poco la carga de sus miserias; en ese sentido, entendemos como parte fundamental del pueblo revolucionario venezolano que el Decreto del presidente Chávez persigue, fundamentalmente, el desarrollo integral de la nación.
El artículo cuarto, recalcamos y por tanto reclamamos, recoge la naturaleza de las organizaciones colectivas económicas para la producción agraria, de allí que su base sea la mutua cooperación y la solidaridad sin codicia, es más, privilegia el sistema cooperativo, colectivo y comunitario; en esencia, le da un carácter institucional al Fundo Colectivo y a la organización de las personas que han optado por ser campesinas y campesinos para el trabajo agrario colectivo, al mismo tiempo que habla del empresario colectivo. Esta es la índole del Decreto- Ley presidencial: la preponderancia de la organización cooperativista.
Apoyándonos en estas ideas, debemos entender que el campesino y la campesina cooperativista, instituido en el Decreto Revolucionario, es un esfuerzo que desde ya tienen que hacer quienes luchan por un sistema con justicia social, en donde prevalezca el desarrollo humano. No basta con la entrega de Cartas Agrarias, también es indispensable que lleguen oportunamente los créditos para la siembra y para las maquinarias. De eso, dependerá el logro efectivo de nuestra soberanía alimentaria.
Retomando el rumbo de la Conferencia, finalmente señalamos que el ALCA nos lo presentan como una ingenua subvención o a lo sumo como una 'distorsión 'comercial', sin embargo, es mucho más: es un arma estratégica de control político para derrotar la producción alimenticia en los países más débiles, incrementando su vulnerabilidad, es mucho más que economía, es una posición geopolítica imperialista, como lo dice el propio George Walker Bush: "¿Pueden ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar a su población? Sería una nación expuesta a presiones internacionales. Sería una nación vulnerable. Y por eso, cuando hablamos de la agricultura norteamericana, en realidad hablamos de una cuestión de seguridad nacional. Los subsidios son entonces, de verdad, 'bombas inteligentes', se pueden catalogar como verdaderas armas de destrucción masiva que en la última década entre nosotros ya han hecho estragos".
Así piensa el gobierno de Estados Unidos, que en el año de 1996, tenía registradas 218.642 patentes en su sistema, el registro más importante del mundo.
La IBM registró, en 1998, 2.657 patentes, más de 7 por día calendario, y las cinco empresas más importantes del sector de biotecnología agrícola poseen de manera directa o indirecta cerca del 50% de las patentes del sector. Aunado a ello, Estados Unidos posee el 40% del presupuesto anual mundial de investigación y desarrollo y tiene un superávit de varios miles de millones de dólares por ese concepto; por lo tanto, con el 'invento' de la propiedad intelectual, que es super caro para los países de ingreso medio y bajo en áreas tan sensible como la salud, pretenden imponerse y apropiarse por décadas de las fórmulas de los medicamentos para males como VIH, cáncer, hepatitis y otros; y con relación a la nutrición se impondrán sobre las semillas y agroquímicos, ya la MONSANTO posee el 91% de las patentes de la semilla de soja, y también lo harán sobre los descubrimientos técnicos y científicos y sobre el desarrollo industrial de las naciones del bloque.
De igual manera y con toda desvergüenza andan los gringos diciendo lo que piensan del ALCA; Zoellick, el representante de la oficina comercial de Estados Unidos dice que: 'El ALCA abrirá los mercados de América Latina y el Caribe a las empresas y agricultores de Estados Unidos, al eliminar las barreras al comercio, a las inversiones y los servicios y reducirá los aranceles impuestos a las exportaciones de Estados Unidos, que en esos mercados son mucho más elevados que los que aplica Estados Unidos. Sin embargo, mientras que los Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial promueven la liberalización indiscriminada de los mercados agrícolas en los países en desarrollo, en los países ricos se mantienen políticas de subsidio y protección; y además, debido al ajuste estructural aplicado desde décadas pasadas, la mayoría de países de América Latina y el Caribe han cedido muchas de sus medidas de protección fronteriza y de apoyo interno; estos países no han tenido subsidios significativos a la exportación. Por lo tanto, tienen y tendrán en el futuro con la implementación del ALCA, un escaso poder de negociación para lograr la regulación de las prácticas de los Estados Unidos que serán tan desfavorables para sus propios productores agrícolas.
Tanto los EE.UU. como la Unión Europea, continúan otorgando volúmenes masivos de pagos directos a los agricultores. Lo que representa un evidente ejemplo de los dobles estándares en el comercio internacional, en cuanto a políticas de liberalización agrícola. El ALCA, como es evidente, junto con el TLC, que legaliza la política de multimillonarias ganancias de las empresas norteamericanas, busca destruir las pequeñas economías agrarias de sustento, así como adueñarse de los extensos territorios de la región, cuyos recursos naturales como el petróleo, el agua, las plantas, etc., han proporcionado alimento a millones de humildes pueblos latinoamericanos y caribeños.
Dentro de las secuelas previstas hay otra muy significativa que se oculta detrás de la hegemonía de los Estados Unidos. Cuando se analiza el comercio exterior estadounidense, encontramos que, en primer lugar, el imperio adquiere recursos naturales, como petróleo, cobre, carbón, aluminio y estaño, y frutos tropicales como café, banano, cacao, azúcar de caña y flores, frutas, follajes y forestales tropicales, entre otros; es decir, productos que elaboran y exportan las tres cuartas partes de los países signatarios del acuerdo. Estados Unidos tendría con el ALCA, a su completa disposición, una amplia gama de dotadores que competirán entre sí para alcanzar la cacareada vía al mayor mercado del mundo.
En tal sentido, el capítulo de agricultura en el segundo borrador del ALCA trata ante todo de la libre comercialización de productos agrícolas, con lo cual los productores quedan a merced del reducido grupo de multinacionales de este tipo de comercio, que se moverán a sus anchas llevando de un lugar a otro lo que más sea de su conveniencia y doblegando la producción rural a esa tráfico, con lo que las naciones latinoamericanas y antillanas correrán el riesgo de dejar producir los alimentos para su región, comprometiendo así su soberanía alimentaria.
Por su parte, y para no quedarse atrás de sus aliados conspiradores, Colin Powell, el prepotente secretario de Estado, a quien, después de lo de Irak algunos llaman el ministro de Colonias de Estados Unidos, ha declarado: '"Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va desde el Polo Ártico hasta la Antártica, con libre acceso, sin ningún obstáculo ni dificultad para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio".
En cuanto a los campesinos, en el ALCA ya no se habla de agricultura sino de agro empresa o agro industria. La tecnocracia afirma que un país pobre se desarrolla exportando, lo que está sugiriendo implícitamente es que lo hace sacrificando el mercado interno. La competencia con las grandes empresas agrícolas acabará con todos los medianos y pequeños productores.
Otra de las causas más importantes de pérdida de medios de subsistencia rural en América Latina y el Caribe será el dumping por parte de las transnacionales de los Estados Unidos, esto es, la exportación de productos por debajo del costo de producción, que compiten injustamente con los productores locales y fuerzan a la baja de manera artificial los precios mundiales. Los dobles estándares o pautas, llevarán a resultados predecibles: un incremento en el dumping agrícola con la caída de precios y deterioro de los medios de vida de las y los pequeños agricultores a lo largo del continente, un creciente control corporativo de la agricultura y concentración de la riqueza, y un aumento en la pobreza y la desnutrición en las áreas rurales.
En relación al dumping agrícola, veamos este ejemplo, los Estados Unidos exportan trigo a un 46% por debajo del costo de producción y maíz a un quinto por debajo del mismo costo. Y, cuando los países pobres adoptan las políticas de mercados abiertos, como lo han hecho en mayor o menor medida todos los de América Latina y el Caribe excepto Cuba, el precio mundial se convierte en el precio local y los agricultores locales son privados del acceso a sus propios mercados nacionales con efectos devastadores sobre sus ingresos.
Todos los países actualmente desarrollados, lograron su desarrollo industrial protegiendo y desarrollando su sector agrícola, para garantizar la seguridad alimentaria y satisfacer a una creciente población urbana. Contrario a esta situación; miles de familias rurales de América Latina y el Caribe, que producen para los mercados locales han visto destruidos sus medios de subsistencia por la inundación de productos baratos, principalmente de los Estados Unidos, sobretodo, las familias de pequeños agricultores, la mayoría de las cuales tienen baja productividad, poco desarrollo de capacidades, y enfrentan los retos de infraestructuras precarias e instituciones débiles. Estos agricultores no están en condiciones de competir con la producción a gran escala de las economías más desarrolladas; por lo tanto, con el ALCA, ningún país de la región será capaz de generar suficientes opciones de subsistencia fuera de la agricultura que remedien la actual destrucción de medios de vida rurales ocasionada por la liberalización del comercio.
Es importante aprovechar este espacio que nos brinda la Universidad de los Llanos EZEQUIEL ZAMORA (UNELLEZ), para concientizarnos sobre otro punto que está implícito en el ALCA: Estados Unidos tiene su visión de águila puesta en nuestra Amazonia, que comprende la más amplia región natural que se extiende de norte a sur entre el macizo de las Guayanas y el escudo o macizo Brasileño, y de este a oeste desde el océano Atlántico hasta la cordillera de los Andes; su enorme superficie es de 7.000.000 km2 y ocupa los territorios de Brasil, en su mayor parte, y en menor proporción los de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa; por sus componentes climáticos, temperatura y humedad, tiene una formación vegetal exuberante, donde se calcula la existencia de más de 60.000 especies arbóreas junto a 125 mil tipos de plantas esenciales para medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas y alimentos, que representan para Estados Unidos, si le pone la mano a esos recursos naturales, la materia prima para la ingeniería genética y la biología molecular, elementos de la industria farmaceútica mundial que le generarán excelentes ingresos económicos; de otro lado, el sistema hidrográfico articulado por el río Amazonas, con 6.275 km de longitud, casi dos tercios de los cuales son navegables, canaliza el abastecimiento y drenaje de la región, y define la red fluvial más extensa y caudalosa del mundo, con unos 100.000 m3/s en su desembocadura en el Atlántico, alojando la tercera parte del agua dulce, es indispensable tener en cuenta que 51 países están en riesgo de afrontar conflictos por el agua en los próximos 10 años; y por ser la Amazonia la región natural de gran valor ecológico mundial, se constituye en el mayor 'pulmón verde' de la Tierra.
De igual manera, y haciéndonos solidarios con nuestros pueblos originarios, debemos agregar que El ALCA afectará también los derechos de nuestra hermanas y hermanos originarios, que se verán afectados en su derecho ancestral a la tierra, a los recursos naturales, al respeto a su identidad, a su cultura y a sus saberes tradicionales. Con el ALCA estos pueblos sufrirán atropellos gravísimos, y también toda la humanidad; pues, sus culturas guardan valores como el de la solidaridad, la armonía, el respeto hacia los seres humanos en general y sobretodo a la naturaleza, debido a que la saben generadora de vida.
Para finalizar, dejamos para la reflexión crítica la opinión del editorialista del The New York Times, el 20 de julio de 2003, quien en relación al ALCA , escribió: "Al manipular el juego del comercio global en contra de los agricultores de los países en desarrollo, Europa, Estados Unidos y Japón están en esencia derribándole a patadas la escalera del desarrollo a alguna de la gente más desesperada del mundo. Esto es moralmente depravado? Con nuestras acciones estamos cosechando pobreza alrededor del mundo? La hipocresía exacerba el atropello.
Los Estados Unidos y Europa dominan el arte de forzar las economías abiertas de las naciones pobres a la importación de bienes y servicios industriales?Resulta que la globalización puede ser una avenida de una sola vía? Después de todo lo que en realidad estará en discusión, no obstante la soporífera jerga comercial, es si una economía globalizada tiene o no espacio para los más pobres agricultores del mundo".
En conclusión, quisiera fijar algunas propuestas que se desprenden de la exposición:
La lucha política por detener la propuesta de libre comercio de los Estados Unidos es fundamental para evitar el hundimiento de nuestras naciones en un futuro incierto, aterrador, por lo demás; resistencia que serviría grandemente, para lograr la necesaria armonía de los pueblos de la tierra. De lo que se trata, compañeras y compañeros, es de darle un sentido concreto y organizado a la fuerza de las masas que se están expresando desde el sur del Río Grande hasta la Patagonia.
La soberanía alimentaria tiene que ser parte integral de la discusión de una nueva concepción del desarrollo humano y sustentable; por lo tanto, la agricultura debe mantenerse al margen de los acuerdos, no solamente del ALCA, el cual negamos de plano, sino, además, de los de la Organización Mundial de Comercio.
Incluso, podríamos añadir, que la protección de la tierra, el agua, la capa de ozono, los bosques, las florestas, fauna y todo lo relacionado con la salud del planeta, debe ser colocado como tema urgente y prioritario, no sólo de los gobiernos, hay que comprometer en ello a las propias organizaciones de campesinos y campesinas.
Esto lo digo, por la sencilla razón de que cuál sería el sentido de diseñar proyectos de desarrollo humano, si no vamos a tener un lugar donde realizarlos. Como ustedes saben, el planeta tierra está amenazado de muerte por la propia acción de los seres humanos. Recordemos nuestra forma de ser relatada al comienzo en esta conferencia: Sólo manteniéndose firmemente juntos en la colectividad se encontraban los seres humanos en disposición de defenderse del enemigo más poderoso y temible de aquel tiempo. Cuanto más firmemente soldada se encontraba una colectividad, mejor se subordinaban los miembros particulares a la voluntad de la misma; lo que significaba que podían formar filas con mayor unidad contra el enemigo común y así la lucha obtenía mayor éxito y la tribu tenía más posibilidades de supervivencia. La igualdad y la solidaridad natural -las dos fuerzas que mantenían unida a la estirpe- por lo tanto, eran también las armas mejores para la defensa propia. Sugiero en ese sentido, que reflexionemos, en esencia, en esta intervención, acerca del valor de la palabra, como lo dicen y nos lo demuestran nuestros pueblos originarios, que no debe perderse sino afirmarse hacia el futuro.
Fuente: Rebelión