Un manifiesto popular por el futuro de la conservación de la naturaleza
El planeta Tierra, nuestro hogar, enfrenta una pérdida sin precedentes de biodiversidad y una aceleración del cambio climático que amenazan el futuro de la humanidad y toda forma de vida. Las únicas soluciones sostenibles, justas y reales a estas crisis también recaen en la humanidad, en particular en los pueblos indígenas y las comunidades locales, que son los mejores guardianes de la biodiversidad; y en un modelo de conservación que coloque la diversidad y los derechos humanos en su centro.
Necesitamos un modelo de conservación que luche contra las verdaderas causas de la destrucción ambiental dispuesto a plantar cara a los principales responsables: el consumo excesivo y la explotación de recursos liderados por el Norte Global y sus corporaciones.
Por el contrario, muchos gobiernos, junto con empresas y la industria de la conservación en los países occidentales, se niegan a abordar las verdaderas raíces del problema y pretenden ofrecer un camino a seguir pidiendo más Áreas Protegidas y vagas “Soluciones basadas en la Naturaleza”. Estas soluciones falsas están siendo promovidas como si representaran soluciones “reales” para resolver la crisis climática a la que se enfrenta el mundo tal como lo conocemos hoy.
Sin embargo, décadas de investigación y experiencia han demostrado que el enfoque de la conservación de la biodiversidad dominante ha tenido un impacto devastador en las tierras, los medios de vida y los derechos de los pueblos indígenas y locales. Esto ha venido derivado principalmente de un pensamiento erróneo que cree en la “naturaleza” despojada de presencia humana.
Se trata de una visión excluyente y distorsionada que ha derivado en un modelo de conservación que a menudo tiene un enfoque violento, colonial y racista: se apodera y militariza la tierra, criminaliza y destruye las formas de vida de las comunidades indígenas y locales, e ignora sus conocimientos. Este modelo, a pesar del dolor que causa, ni siquiera ha evitado la destrucción de los ecosistemas que dice proteger.
Incluso las “reformas” que pretenden evitar los peores excesos de esta “conservación fortaleza” generalmente son cosméticas y solo incluyen a los pueblos indígenas y locales como una ocurrencia tardía, o subsidiaria del objetivo principal, de manera que continúan violando las normas internacionales sobre los derechos indígenas y de otras comunidades locales[1] . Estos intentos de reforma se manifiestan continuamente como mera fachada porque están centrados en la implementación de un proyecto único, sin reconocer que el problema es estructural, sistémico. El modelo de conservación de la naturaleza resultante todavía está lejos de estar basado en derechos.
Por el contrario, se fundamenta cada vez más en un enfoque neoliberal en el que tanto la naturaleza como las personas se conciben como formas de “capital” cuyo valor decide el mercado. No aborda las causas manifiestas de la pérdida de biodiversidad que derivan de la expansión desenfrenada de una economía industrial orientada al crecimiento, e incluso las fomenta. Mientras la industria de la conservación de la naturaleza continúe beneficiándose de este modelo, y se use dinero de los contribuyentes y filántropos para financiar más Áreas Protegidas, seguirá suponiendo una catástrofe tanto para la biodiversidad como para las personas.
Las demandas que incluimos a continuación tienen como objetivo la desarticulación urgente de este modelo. Creemos que una transformación favorable solo será posible a través de un modelo de la conservación de la naturaleza nuevo, en ningún caso de cambios en la implementación de uno erróneo y viciado. De lejos, la forma más eficaz y justa de luchar contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático es respetar los derechos territoriales de los pueblos indígenas, que ya actualmente protegen el 80% de la biodiversidad de la Tierra, y otras comunidades locales.
Este hecho es reconocido en muchas políticas y declaraciones, pero la acción “sobre el terreno” continúa desposeyéndolos e infringiendo violencia contra ellos.
Por la presente declaramos que:
» La comunidad internacional debe acordar el cese completo de creación de nuevas Áreas Protegidas que excluyan a las comunidades indígenas y locales;
» Los gobiernos deben respetar, proteger y defender plenamente los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras y bosques, respetar el uso consuetudinario colectivo de las tierras y bosques por parte de las comunidades locales y garantizar la protección de esa tierra de acuerdo con sus deseos; este debería ser el medio principal de proteger la biodiversidad en todo el mundo;
» Los gobiernos y las organizaciones de conservación de la naturaleza no deben embarcarse en ningún proyecto de conservación sin el pleno consentimiento libre, previo e informado (CLPI) de las comunidades interesadas;
» Las organizaciones de conservación de la naturaleza deben estar sujetas a regulaciones y adherirse a códigos de conducta preescritos, como todos los demás campos profesionales, para garantizar que la conservación no sea un “fin” que justifique cualquier medio empleado para lograrlo;
» Los gobiernos y las organizaciones conservacionistas deben reconocer el enorme costo que las áreas de conservación estrictamente protegidas han supuesto para las tierras, los medios de vida y los derechos de muchas comunidades en todo el mundo; deben elaborar planes concretos para reparar los agravios pasados, incluso devolviendo el control a los guardianes históricos y locales;
» Los países de renta alta deben proporcionar recursos financieros para que se produzcan estos cambios, y deben dejar de financiar programas de conservación de la naturaleza que destruyen a las poblaciones locales y sus medios de vida, incluso por fallos del CLPI, independientemente de si ello es intencionado o no;
» Los estados nación industrializados deben acordar reducciones - y no simplemente cambios - en la extracción de recursos para la producción y el consumo, e imponerlas a sus empresas, a fin de reducir el impacto en el medio natural;
» Los gobiernos y las corporaciones deben eliminar gradualmente los combustibles fósiles y abandonar los intentos de hacer un lavado verde de sus emisiones con falsas afirmaciones de que las compensaciones “basadas en la Naturaleza” mitigarán el cambio climático;
» Las empresas multinacionales y organizaciones de la conservación de la naturaleza deben adherirse y estar sujetas a los estándares internacionales cuando operan fuera de sus propios países y/o a través de proveedores, incluido el CLPI;
» Las empresas multinacionales y organizaciones de la conservación de la naturaleza deben ejercer la debida diligencia en materia de derechos humanos para identificar, prevenir, mitigar y dar cuenta de cómo abordan los impactos sobre los derechos humanos. Deben implementar un mecanismo eficaz de reclamación y reparación para las víctimas de violaciones de derechos humanos relacionadas con sus actividades;
» Las políticas medioambientales y climáticas, ya sean nacionales o internacionales, deben diseñarse y evaluarse en términos de justicia social y sostenibilidad medioambiental.
Nuestro objetivo común debe ser lograr un bienestar justo, equitativo y sostenible para los seres humanos y el resto de especies en nuestro planeta compartido.
Las personas y la naturaleza son inseparables y la protección de la naturaleza debería ser parte de una cuestión más amplia: cómo vivimos y cómo creamos un mundo en el que una vida saludable sea posible para todos.
Nota:
1- Ver la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y Otras Personas que Trabajan en Zonas Rurales (UNDROP)
- Para descargar el manifiesto de Marsella (PDF), haga clic en el siguiente enlace: