Sinrazones de Bayer en México
La semana pasada el director global de Bayer (dueña de Monsanto) visitó México. Como si fuera un favor y no una forma de sacar más ganancias, anunció que consideran invertir 361 millones de dólares en México, “aunque [México] podría mejorar su ambiente de inversión”, marcando que quieren cambios regulatorios a su favor.
El motivo anunciado de la visita fue conmemorar 100 años de presencia en México. Son 100 años en los que Bayer ha acumulado todo tipo de ignominias a nivel global. Por ejemplo, vender heroína como remedio para la tos, la creación del conglomerado alemán IG Farben (luego separado en Bayer, BASF y Hoechst), que inventó y vendió un pesticida altamente tóxico, más conocido como gas Zyklon B.
IG Farben colaboró con el nazismo y proveyó este gas para usar en las cámaras de exterminio del holocausto, mientras se enriquecía con el trabajo esclavo de los campos de concentración. Más allá de un conocido analgésico, el negocio principal de Bayer ha sido la venta de veneno y la falta de escrúpulos.
Igualmente Monsanto tiene una historia tremenda. Fabricación de armas químicas, como el Agente Naranja, engaños para lucrar con la venta de tóxicos, desde los PCB al glifosato, dicamba y otros. No sólo en agricultura, también con hormonas transgénicas para ganado y aditivos alimentarios cuestionados. Su compra por parte de Bayer sumó al negro historial de cada una de ellas y muestra la ética que las anima.
A cualquiera debería dar vergüenza conmemorar tales 100 años, pero todo indica que el motivo de esta visita de Bayer fue más bien hacer una declaración, una advertencia en defensa del maíz transgénico, de los agrotóxicos como el glifosato y una queja velada sobre los cambios que habilitaron en México la compra oficial de medicamentos a través de la ONU.
Bayer-Monsanto es actualmente la mayor empresa del mundo en ventas de semillas industriales, la mayor en venta de semillas transgénicas, la segunda global en venta de agrotóxicos y una de las 10 mayores farmacéuticas globales. México es para Bayer-Monsanto un mercado importante. Por ejemplo, junto a Corteva (fusión de las empresas DuPont y Dow) controlan más de 90 por ciento de la venta de semillas industriales de maíz.
En julio de 2022, el juez Francisco Javier Rebolledo concedió a Monsanto un amparo provisional contra un decreto presidencial de diciembre 2020, que instruye a las dependencias correspondientes a no aprobar la siembra de maíz transgénico y a sustituir el uso de glifosato tendiente a su eliminación en 2024. Aunque este decreto tiene vías de escape para seguir importando maíz transgénico y usar glifosato, la industria de los agrotóxicos quiere prevenir cualquier cambio, por lo que plantearon más de 40 amparos contra éste.
Ese amparo concedido a Bayer-Monsanto solo toma los datos de la trasnacional y no considera la gran cantidad de documentos científicos que muestran la alta toxicidad del glifosato, incluyendo su potencial cancerígeno, tal como estableció la OMS en 2015 y que se muestran en otros estudios científicos recientes.
Tampoco toma en cuenta que en varias zonas rurales de Jalisco y otros estados, se han encontrado residuos de glifosato y otros agrotóxicos en la orina de todos los niños escolares muestreados, una situación gravísima que requiere cambios inmediatos.
Desde la compra de Monsanto, Bayer ha tenido que enfrentar más de 138 mil juicios relacionados al glifosato en Estados Unidos, por parte de víctimas de cáncer o sus familiares. Desde entonces Bayer perdió tres juicios emblemáticos –promovidos por Dewayne Johnson, Edwin Hardeman y el matrimonio Pilliod–, en los cuales se demostró que Monsanto sabía que el glifosato era altamente peligroso y potencialmente cancerígeno y lo ocultó. Este fue el elemento definitivo para que los jueces dieran la razón a los demandantes y que resolviera en cada caso pagar decenas de millones de dólares en daños e indemnización. Bayer llevó el caso hasta la Suprema Corte, que falló en 2021 a favor de las víctimas.
En el proceso, un juez de California ordenó hacer públicos miles de páginas de documentos que Monsanto mantenía confidenciales, que muestran que Monsanto sabía de la peligrosidad del glifosato, que fraguó documentos científicos, que buscó influir por métodos dudosos, engañosos o probablemente ilegales en las decisiones de agencias reguladoras y otros.
Este alud de pruebas se convirtió en los Monsanto Papers, también en castellano.
Para intentar detener la publicidad negativa, Bayer accedió a hacer acuerdos fuera de juicio para lo cual ha destinado hasta ahora 16 mil 500 millones de dólares. Aún quedan cerca de 30 mil juicios pendientes. Paralelamente, anunció que en 2023 dejaría de vender glifosato para uso doméstico y en jardinería en Estados Unidos.
Otra muestra de la moral de Bayer-Monsanto: se comprueba que conoce los daños, incluso deja de vender en Estados Unidos en algunos sectores, pero quiere que México no pueda decidir libremente cómo proteger la salud de sus habitantes.
Fuente: La Jornada