Seguridad alimentaria y soberanía: producción, consumo e inequidad, SIREL Alimentos Nº 5
Hacia el 2040 habitarán en el planeta 10 mil millones de personas, aproximadamente el doble de la población actual, para mantener los actuales niveles de nutrición deberíamos duplicar la producción de alimentos en los próximos 40 años
A pesar de las controversias entre expertos, se puede afirmar que no existen restricciones serias para lograrlo desde el punto de vista estrictamente agronómico, si para ello existen los estímulos financieros adecuados y se fortalece la investigación agrícola en especial en lo relativo al uso sustentable de los recursos naturales. Se recuerda además, que a partir de las tecnologías de la revolución verde la producción agrícola creció más de un 2% anual durante los últimos 25 años. (1)
Pero abordar la problemática del hambre y la desnutrición desde cuánto alimento se produce es un grave error, esto se calcula dividiendo el total de alimentos producido entre la población mundial. Este cómputo actualmente nos da un resultado que indica que estamos en condiciones de alimentar, con una dieta vegetariana básica, a más de 7.500 millones de personas, es decir a una población bastante mayor a la actual. Para entender el problema alimentario hay que hacer un análisis que contemple la heterogeneidad de la situación en términos locales y no global ya que la capacidad de producción y consumo de alimentos varía entre regiones, entre países y al interior de los países.
En años de cosecha récord y reconstrucción de reservas se mantiene un conjunto de países en situación de carencia alimentaria desesperada:
826 millones de personas (una de cada siete) no obtienen suficientes alimentos,
792 millones ( 96 % de ellos) viven en países en desarrollo,
34 millones ( 4 %) viven en países industrializados y en transición.
Es una situación que se mantiene prácticamente idéntica desde la última cuenta, lo que demuestra "fracaso mundial en dar una respuesta adecuada a las necesidades de las personas en tiempos de abundancia sin precedente" y se agrega, "en un mundo que disfruta de una riqueza enorme, es un imperativo moral asegurar que todas las personas del planeta cumplan con su derecho a no pasar hambre" (2)
Entre 1986 y 1988 de 213 países, 99 producían menos del 100% de sus necesidades, la mayoría en el Tercer Mundo: 41 de ellos en Africa subsahariana y 27 en América Latina.(3) El hambre y la malnutrición ensombrecen el mapa alimentario latinoamericano. A fines del siglo XX, la región es incapaz de garantizar a gran parte de sus ciudadanos el derecho a comer.
Para encarar la inseguridad alimentaria que afecta a gran parte de América Latina, la política actual propone que los países produzcan más y aumenten las exportaciones de sus productos más competitivos y así con las ganancias generadas (divisas), se pueden importar los alimentos necesarios que otras naciones producen o elaboran a costos más bajos. Según esta perspectiva la eficiencia productiva y la liberalización de los mercados nos permitirán cubrir las necesidades alimenticias de todos los seres humanos.
En una economía de mercado los ingresos dan acceso a lo que se necesita para vivir, por lo que es básico que las personas tengan un empleo rentable. Sin embargo una buena parte de los latinoamericanos carece de trabajo, está subocupada o tiene empleos precarios: son pobres y esa es la razón de su hambre e insatisfacción alimentaria. La región produce más alimentos que los necesarios para satisfacer a toda su población, pero cerca de la mitad de los latinoamericanos tiene una dieta desequilibrada e insuficiente debido a que los ingresos no están equitativamente distribuidos y la pobreza es muy aguda.
El acceso a una alimentación adecuada y suficiente depende de muchos factores: la existencia y disponibilidad de alimentos (ya sea por producción propia o por su adquisición en el mercado), la capacidad adquisitiva de la familia, el nivel y tipo de actividad de cada persona, etc.; pero de estas variables es la capacidad adquisitiva la que define, o en otras palabras el factor determinante de la desnutrición es la pobreza. Por lo tanto producir más no alcanza para superar los problemas alimentarios es imprescindible enfrentar la pobreza y promover una distribución más equitativa del ingreso, en la actual marea neoliberal y globalizante sólo los individuos más competitivos tienen acceso a una alimentación adecuada. No sirve producir mucho si excluimos, so pretexto de la competitividad, a la mayor parte de los trabajadores que padecen subempleo y pobreza. (4)
Para analizar la problemática alimentaria es necesario tener claramente definidos algunos conceptos:
Seguridad alimentaria: la FAO la define como "Situación en la que toda la población, en todo el momento , goza de acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen las necesidades alimentarias adecuadas para llevar una vida activa y sana". (5)
Autosuficiencia alimentaria: La autosuficiencia alimentaria se centra en la capacidad de lograr una producción doméstica que satisfaga las necesidades alimentarias, cuantitativas y cualitativas, de las poblaciones, a escala local, nacional y regional.
Soberanía: calidad de soberano. Autoridad suprema del poder público.
Soberanía nacional: la que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos. (6)
La seguridad alimentaria como estrategia a seguir en los países firmantes de los acuerdos de la Cumbre Mundial sobre Alimentación realizada en Roma en 1996, significa una adecuación a las necesidades de globalización de los mercados, con el objetivo de profundizar la interdependencia de las economías y minimizar la autonomía económica de las naciones. (7)
Al abandonar el concepto de autosuficiencia alimentaria y sustituirlo por el de seguridad alimentaria se desplaza el eje del abasto alimentario de la producción doméstica (nacional, o regional) hacia el mercado mundial como fuente de aprovisionamiento de alimentos.
Las naciones industrializadas, cuyo desarrollo fue diseñado en el período de la posguerra centrado en el crecimiento del mercado interno y en la autosuficiencia alimentaria, llegan a las década del 80 no sólo con autosuficiencia alimentaria sino con excedentes que necesitan colocar en el resto del mundo, y para ello deben incrementar el intercambio comercial y la inversión internacional promoviendo la globalización, sin renunciar a mantener la producción doméstica que garantice el 100% del abasto interno de alimentos.
Este proceso globalizador, funcional a las necesidades de un puñado de países autosuficientes en rubros básicos de alimentación como granos, leche y carne, no puede conciliarse con un esfuerzo tardío de las economías en desarrollo por lograr su propia autosuficiencia alimentaria.
El proceso de globalización imperante requiere un aumento constante en los intercambios acompañado de una maximización de la capacidad del capital de cambiar de rubro en las inversiones agropecuarias una vez que un nicho se satura, de lo cual son ejemplos claros los productos tropicales y las hortalizas. Esto se ha logrado a través del disciplinamiento del mercado mundial de alimentos y productos agropecuarios primero por medio de la ronda Uruguay del GATT y luego por su continuadora la OMC (Organización Mundial de Comercio). A su vez ha inclinado la oferta alimentaria mundial hacia cultivos de clima templado propios de los países dominantes, imponiéndose en la canasta básica mundial, aún en países dónde no se tiene la capacidad agroclimática de producirlos, desplazando a producciones locales diversas y productores nacionales incrementando fuertemente la dependencia frente al abasto del mercado exterior.
Esto acentúa la división internacional del trabajo, condenando a los países en desarrollo a concentrar su industria en producciones manufactureras que implican un alto uso de mano de obra barata: ensamblaje, maquilas, textiles, etc. cerrando el círculo de la dependencia los países desarrollados son los que aportan el capital, la tecnología y los alimentos.
La situación de fin del siglo XX en los mercados alimentarios internacionales es claro reflejo de la correlación de fuerzas imperante entre las naciones: las economías industrializadas (países ricos) dominan los mercados agropecuarios y guardan para sí el privilegio de autoabastecerse y ser autosuficientes e independientes en el terreno de los alimentos básicos, dejando a los países importadores netos de alimentos (países pobres) sometidos al compromiso de ahondar en el proceso de apertura comercial y profundizar así su dependencia alimentaria. Por otro lado, la mayor lección del siglo XX es que el renglón alimentario es estratégico en la vida de cualquier país y no debe confiarse a la lógica distributiva de los mercados internacionales porque históricamente han asignado incorrectamente los recursos. Partiendo desde la perspectiva de la satisfacción de las necesidades humanas. (8)
En este sentido la FAO marca una pauta general hacia una diferenciación creciente entre los países con niveles relativamente altos y bajos de ingestión de alimentos, entre 1989 y 1995 los niveles de disponibilidad de alimentos, suministro de energía alimentaria disminuyeron en los países dónde eran inicialmente muy bajos y aumentaron sensiblemente en la mayoría de los países dónde eran ya altos.
Los mercados agrícolas viables todavía funcionan con intervención estatal y las economías en desarrollo no hemos aprendido de la experiencia de los productores más importantes de alimentos, lo que nos mantendrá en una situación de subordinación.
(1) Solbrig O. 1996. Producir más no es suficiente. Suplemento de Medio ambiente para América Latina y el Caribe. PNUMA-ONU.
(2) Informe de FAO "El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo" (2000).
(3) Solbrig O. 1996. Producir más no es suficiente. Suplemento de Medio ambiente para América Latina y el Caribe. PNUMA-ONU.
(4) Chonchol J. ExMinistro de Agricultura de Chile.1997. Cuestión de Equidad.
(5) FAO. 2000. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Roma.
(6) Real Academia Española; 1992.
(7) Trápaga Y. (1998). Marco de la producción y el Comercio Agrícola Mundial en 1998. UNAM. México.
(8) Trápaga Y. (1998). Marco de la producción y el Comercio Agrícola Mundial en 1998. UNAM. México.
Autora:
Patricia Acosta Cassinelli
Ingeniera Agrónoma M. Sc.
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