Por una educación que afronte el estado de emergencia climática y planetaria
Coincidiendo con la celebración del ‘Foro de Educación para la emergencia climática y planetaria’ en la Cumbre Social del Clima, que se desarrolla de manera paralela a la COP25, Ecologistas en Acción ha publicado el ‘Manifiesto por una educación que afronte el estado de emergencia climática y planetaria’.
Manifiesto por una educación que afronte el estado de emergencia climática y planetaria
La humanidad y los ecosistemas, de los que dependemos, se enfrentan a una grave e irreversible crisis climática, a la que se añaden la progresiva disminución de recursos energéticos fósiles, una fuerte pérdida de la biodiversidad y una creciente emisión de residuos químicos y radiactivos no asumibles por la biosfera, todo ello en un contexto de creciente desigualdad.
De no dar un giro radical, este deterioro de las condiciones de la vida va a suponer una disminución de la disponibilidad de alimentos, de agua dulce, de suelo fértil y de materiales que van a acarrear graves dificultades de supervivencia y de vida digna a la mayor parte de la humanidad y a las demás especies.
El sistema educativo y el sistema cultural dominante no sólo no están adaptados a los tiempos que se avecinan y a los cambios que se necesitan, sino que nos conducen a más velocidad hacia el colapso. Hemos aprendido que hay que producir más, que es bueno ir más rápido y más lejos, que el desarrollo de los países ricos traerá el desarrollo de los países empobrecidos, que sólo trabajan quienes tienen empleo y que la tecnología nos traerá las soluciones necesarias. Estos aprendizajes son ahora contraproducentes o suicidas.
Hay muchas personas, organizaciones, comunidades, y ahora una generación que se levanta, luchando por un giro radical. El sistema educativo, en la parte en la que también puede ser proactivo, no se puede quedar atrás.
Se hace necesario, por tanto, introducir cambios profundos en el sistema educativo (además de en los de los sistemas extractivos, productivos, de distribución, de consumo y de reciclaje).
1. Ha de realizarse una adaptación del currículum educativo a la necesaria transición a una sociedad ecológica y justa, en todos los niveles, lo que significa una revisión del conjunto de las materias y de cada una de ellas. Han de introducirse proyectos específicos relativos a la transición ecológica y a la emergencia climática. Esto implica la incorporación de una física, una química y una geografía de la sostenibilidad, una economía ecológica y de los cuidados, una historia del territorio, una comprensión del metabolismo de materiales y de la energía, una biología más centrada en la ecología y la ecodependencia, una alimentación agroecológica, unas tecnologías compatibles con la sostenibilidad, unas matemáticas que estudien las cuentas de la tierra y de la equidad, una comunicación de la sostenibilidad y la justicia, una ética social y medioambiental, un aprendizaje de los sistemas complejos, una prácticas de la organización social y la resolución de conflictos, etc.
2. Es necesaria una educación en el territorio, más allá de las aulas, que permita vincularse con él, comprender in situ las consecuencias de la acción humana y defenderlo como la base material que sustenta la vida.
3. Han de modificarse las infraestructuras educativas, así como la accesibilidad a éstas, de tal manera que sean ecológicamente sostenibles, que permitan el aprendizaje de la sostenibilidad en los mismos centros educativos y sirvan de referencia para el resto de la comunidad.
4. Han de desarrollarse y promoverse unas metodologías inclusivas que favorezcan el aprendizaje colectivo, la vivencia de la solidaridad, la organización de la comunidad y la vinculación responsable con el territorio del que dependemos para sobrevivir y vivir con dignidad. Han de replantearse los sistemas de evaluación del aprendizaje individual y colectivo, de la organización de los centros y revisar la forma de vislumbrar el futuro para el que aprender y por el que luchar.
5. Ha de realizarse una adecuada formación del profesorado para la emergencia climática y la transición ecológica y social, tanto en las escuelas de magisterio, como en los másteres de capacitación del profesorado o en las carreras que van a impartir docencia. Debe contemplarse también esta formación en los sistemas de acceso a la función pública, así como en la formación permanente del profesorado.
6. Han de construirse soluciones prácticas tales como los comedores ecológicos y amables, la movilidad sostenible en torno a los centros educativos, los huertos escolares, los proyectos de rehabilitación ecológica del territorio, el abastecimiento de productos ecológicos y locales, la articulación de redes vecinales y comunitarias, etc.
7. Ha de facilitarse la creación y distribución de materiales y recursos centrados en la transición ecológica para apoyar la tarea del profesorado y de la comunidad educativa.
8. Han de denunciarse las falsas soluciones del lavado verde que acaban siendo más despilfarro de energía y de materiales y más desigualdades sociales. Es preciso comprender en toda su magnitud la crisis ecológica y climática y sus verdaderos responsables: las políticas de extracción-producción-distribución- consumo-desecho, el agro-negocio, la hipermovilidad motorizada, las reglas del mercado, los intereses de las grandes corporaciones, los grandes medios de comunicación y las formas de vida insostenibles.
Para el cambio de rumbo radical se necesita implicar a todos los niveles educativos desde la educación infantil hasta la universidad, incluyendo la formación profesional. Es necesario también establecer sinergias con la educación no formal (asociaciones, colectivos comprometidos con el cambio social) y en especial con la educación ambiental, aprovechando y dinamizando su red de equipamientos y recursos.
El cambio educativo tiene que ser también un cambio cultural, en el que han de implicarse también los medios de comunicación, los agentes de creación de opinión, las comunidades educativas, las instituciones y los movimientos sociales, que han de ser conscientes de que ya hay una emergencia climática, social y ecológica.
Tenemos poco tiempo para reaccionar y no hay planeta B.
Fuente: Ecologistas en Acción