Poder, ganancias y pandemia
De una economía para las élites a una economía para las personas
Vivimos un momento desolador. En los seis meses transcurridos desde que la Organización Mundial de la Salud declarase la COVID-19 una pandemia mundial, la enfermedad se ha cobrado más de 800.000 vidas. Se calcula que 400 millones de personas, en su mayoría mujeres, han perdido su empleo. Cuando la pandemia llegue a su fin, hasta 500 millones de personas podrían haberse visto empujados a la pobreza.
La crisis de COVID-19 ha puesto aún más de relieve la enorme brecha que separa a las élites del resto de la población. Mientras que los trabajadores y trabajadoras, sus familias y las empresas (especialmente las pequeñas y medianas) se enfrentan a grandes dificultades para salir adelante, algunas grandes corporaciones se las han arreglado para blindarse frente a los impactos económicos de la pandemia, o incluso para obtener réditos del desastre.
Las desiguales repercusiones económicas de la COVID-19 no son un fenómeno natural, ni tampoco un accidente histórico. Los impactos económicos de esta crisis podrían haberse suavizado, y su carga podría haberse repartido de un modo más equitativo. Los Gobiernos podrían haber estado mejor preparados, las personas trabajadoras podrían haber recibido una mayor protección, y las empresas con dificultades podrían haber sido más resilientes frente a los impactos económicos.
Las grandes empresas han agravado los impactos económicos de la COVID-19 principalmente de estas formas:
1. El pago de excesivos dividendos a los accionistas antes de la crisis ha provocado que las empresas, las personas trabajadoras y los Gobiernos sean más vulnerables ante la pandemia
Cuando se desencadenó la crisis de COVID-19, las mayores empresas del mundo podrían haber contado con liquidez más que suficiente para proteger a sus trabajadores y trabajadoras, adaptar sus modelos de negocio y evitar rescates enormemente costosos para las arcas públicas. La pasada década ha sido la más rentable de la historia para las grandes empresas: las 500 mayores empresas del mundo, incluidas en el listado Global Fortune, incrementaron sus beneficios en un 156% entre 2009 y 2019, pasando de 820.000 millones de dólares a 2,1 billones de dólares durante ese periodo. Este aumento de los beneficios supera con mucho al incremento del PIB a nivel mundial, lo cual ha permitido a estas empresas apropiarse de un porcentaje aún mayor del pastel económico mundial.
Sin embargo, la práctica totalidad de los beneficios obtenidos por estas empresas antes de la crisis actual ha ido a parar a manos de un reducido grupo de accionistas ricos, en lugar de invertirse en mejorar la calidad de los empleos o en tecnologías respetuosas con el medioambiente. Entre 2010 y 2019, las empresas incluidas en el Índice S&P 500 dedicaron 9,1 billones de dólares al pago de dividendos a sus accionistas, que por otra parte ya eran ricos; esta cifra equivale a más del 90% de los beneficios obtenidos por dichas empresas en ese periodo.
Un nuevo análisis de Oxfam revela que las mayores empresas del mundo aprovecharon los cuatro años previos a la crisis de COVID-19 para intensificar el reparto de dividendos a sus accionistas. Desde el ejercicio fiscal de 2016 hasta 2019, las 59 empresas más rentables del mundo repartieron casi 2 billones de dólares entre sus accionistas. El pago de estos dividendos equivale, en promedio, al 83% de las ganancias netas de dichas empresas. Algunas de ellas no solo destinaron la totalidad de sus beneficios al pago de dividendos a sus accionistas sino que, en algunos casos, se endeudaron o utilizaron sus reservas para pagar a los ricos inversores. Algunos de los mayores pagos de dividendos como porcentaje de los ingresos obtenidos durante el ejercicio fiscal de 2019 corresponden a empresas como Chevron, Procter & Gamble y BP. En términos de volumen, Apple destaca por encima del resto: el innovador gigante tecnológico distribuyó 81 000 millones de dólares entre sus accionistas tan solo en 2019.
Sin ir más lejos, el año pasado numerosas empresas que ahora tienen problemas financieros dedicaron la mayor parte de sus beneficios al pago de dividendos. Diez de las principales marcas de la industria textil pagaron a sus accionistas un total de 21 000 millones de dólares (en promedio, el 74% de sus beneficios del ejercicio fiscal de 2019), en concepto de dividendos y recompra de acciones. Ahora, millones de trabajadores y trabajadoras de la industria textil, de México a Bangladesh, han perdido sus empleos porque las empresas han cancelado pedidos y se han negado a pagar a sus proveedores.
El inicio de la crisis de COVID-19 no puso fin a la época de bonanza para los accionistas. Según los informes de las propias empresas, Microsoft y Google han repartido entre sus accionistas más de 21.000 millones y 15.000 millones de dólares respectivamente desde enero de este año. Asimismo, a pesar de que la demanda de sus productos se ha reducido durante la pandemia, desde enero de este año el fabricante de automóviles Toyota ha distribuido entre sus inversores más de un 200% de los beneficios obtenidos en este periodo. BASF, el gigante químico alemán, ha pagado a sus accionistas más del 400% de sus ingresos en los últimos seis meses. El gigante farmacéutico estadounidense AbbVie ya ha distribuido entre sus accionistas el 184% de sus ingresos netos durante los dos primeros trimestres de 2020. Por otro lado, tres de las principales empresas estadounidenses que están desarrollando vacunas contra la COVID-19 gracias a miles de millones de dólares de inversión pública (Johnson & Johnson, Merck y Pfizer) ya han distribuido 16 000 millones de dólares entre sus accionistas desde enero de este año.
Pero no solo las empresas rentables han seguido pagando a sus accionistas. Las seis mayores empresas petroleras del mundo (Exxon Mobil, Total, Shell, Petrobras, Chevron y BP) han acumulado pérdidas por valor de 61 700 millones de dólares entre enero y julio de 2020 y, sin embargo, se las han arreglado para repartir entre sus accionistas dividendos por valor de 31 000 millones de dólares en ese periodo. Seplat Petroleum, la mayor empresa petrolera de Nigeria, distribuyó entre sus accionistas un 132% de los beneficios obtenidos durante los seis primeros meses de 2020, a pesar de que el país se encuentra en riesgo de entrar en colapso económico. El desmesurado pago de dividendos a los accionistas es una mala noticia para la lucha contra la desigualdad, ya que la mayor parte de este dinero, que se podría dedicar a mejorar los salarios del grueso de los trabajadores y trabajadoras, va a parar a manos de personas que ya son ricas; además, se trata de un modelo que incentiva a los directores generales de las grandes empresas a pensar principalmente en el corto plazo. Además, el pago de dividendos excesivos agrava la desigualdad de género, ya que la mayoría de las acciones de las grandes empresas está en manos de hombres. Por otro lado, esta práctica engorda los paquetes retributivos de los directores generales de estas empresas, que también son mayoritariamente hombres: de las 500 empresas incluidas en la lista Global Fortune, tan solo 14 (el 2,8%) tienen directoras generales, un puesto que no ocupa ninguna mujer en las empresas que cotizan en los grandes mercados bursátiles de Brasil, Sudáfrica, Francia o Alemania).
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Fuente: OXFAM