Pérdida de semillas criollas y avance de las transgénicas
Hoy es muy difícil diferenciar entre una semilla convencional y una transgénica, ya que existe una amplia dispersión de la semilla transgénica en el campo. La venta en los mercados agropecuarios se realiza sin la existencia de una trazabilidad para identificar si son transgénicas o no. Sin embargo, las comunidades que resisten al modelo del agronegocio mantienen la tradición de resguardar sus semillas.
La producción de maíz en Paraguay históricamente fue un rubro de la agricultura campesina, hasta la irrupción de la tecnología transgénica que volcó su producción para la alimentación de animales y el incipiente uso para el agrocombustible. La primera semilla transgénica del maíz aprobada en el país fue después del golpe de Estado contra el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012), periodo en el que fueron aprobadas 12 semillas transgénicas, de las cuales cuatro eventos fueron de maíz (dos de Monsanto, uno de Syngenta y otro de Dow Agrosciences Paraguay). En la actualidad, están aprobadas para el uso comercial 40 semillas transgénicas, 23 eventos transgénicos de maíz, 9 de soja y 8 de algodón.
La expansión del cultivo de maíz avanza sin pausa, de cerca de 191 mil ha en 1990 a 1.1 millones en 2020. Tres décadas después creció el 476%, como se puede apreciar en la gráfica 1, a partir del año 2006 no ha parado su expansión.
En un estudio reciente sobre la raza paraguaya de maíz, se demostró que existían en 2017 10 razas en manos campesinas e indígenas en el territorio del país. Algunas se usan particularmente en rituales (2 razas), otras para consumo humano (7) y de animales (1). La existencia de las 10 razas depende de las fincas campesinas y comunidades indígenas que son las principales productoras de las semillas. La principal amenaza es la contaminación de la semilla con eventos transgénicos. El maíz es muy prolífico, fácilmente el polen puede volar cientos de metros, fecundando otra, a una distancia considerable, produciendo así la contaminación y poniendo en alto riesgo las semillas campesinas e indígenas.
Hoy es muy difícil diferenciar entre una semilla convencional y una transgénica, ya que existe una amplia dispersión de la semilla transgénica en el campo. La venta en los mercados agropecuarios se realiza sin la existencia de una trazabilidad para identificar si son transgénicas o no. Sin embargo, las comunidades que resisten al modelo del agronegocio mantienen la tradición de resguardar sus semillas.
En el ciclo 2021-2022 la sequía mermó totalmente el cultivo del maíz, razón por la cual, muchas familias campesinas quedaron sin semillas. El acceso a semillas híbridas o criollas esta difícil por el nulo aporte nacional de producción de semillas. El Instituto Paraguayo de Tecnología Agropecuaria (IPTA) ya no realiza trabajos de investigación de semillas híbridas del maíz y otros rubros de la agricultura campesina, se dedica a promocionar semillas transgénicas, casi el 100% del presupuesto va destinado a la investigación de la transgénesis. Ante la no promoción de semillas criollas, la dependencia de semillas transgénicas importadas va en aumento.
En la medida que aumenta la superficie sembrada con transgénicos, se pierde un importante legado cultural, del conocimiento ancestral sobre el cuidado, el tiempo de siembra, dónde cultivar, con qué plantas diversificar, porque se pierden las semillas y las familias de manera irreversible. El nivel de contaminación con las semillas transgénicas va en aumento y también los daños provocados a la naturaleza, a la salud humana y animal, por el uso excesivo de agrotóxicos cada vez más fuerte y sin control alguno.
El periodo actual de crisis energética está poniendo atención en rubros que pueden ser utilizados para generar biocombustible. En el país se hallan instaladas once empresas para la producción de etanol, una de ellas —Industria Paraguaya de Alcoholes (INPASA)— utiliza como materia prima el maíz, con una capacidad de producción de 12 millones de litros al año, utilizando un millón de toneladas de maíz anualmente. Aparte del uso para biocombustible, el maíz se utiliza para la mezcla de alimentos balanceados para animales (ganado, porcino, aves) que va en aumento y para la exportación. No se tienen datos ciertos sobre la cantidad de maíz que proviene de la agricultura campesina, aunque sí que el 19% de la harina de maíz proviene de la agricultura campesina (Zevaco 2021: p 119). Cabe recordar que el maíz es uno de los ingredientes importantes de la dieta de la población. Según información oficial, la producción de maíz está por encima de la demanda nacional, siendo la mayor parte exportada (61%).
La producción de trigo en el país está en manos del empresariado agroindustrial. La agricultura campesina no tiene tradición de sembrar el trigo, como el maíz, mandioca o poroto característicos de las fincas campesinas. En el país hubo un intento en la década del sesenta de promocionar el cultivo de trigo, pero debido al nivel de corrupción del régimen stronista (1954-1989) la campaña no tuvo éxito.
En 1990 se sembraron unas 156 mil ha, llegando a 480 mil en tres décadas. Su dinámica de producción no alcanza a la del maíz que en el periodo analizado ha llegado a casi 1.1 millones ha. El 99% de la producción en 2020 se exportó al Brasil. A pesar de que la demanda local está cubierta, los precios exorbitantes de los combustibles influyen en el precio final al consumidor. Por citar una referencia sobre el incremento del precio, hasta el mes de junio del 2022, el rubro de los panificados tuvo un alza del 19.7 %, repercutiendo directamente en el costo de la canasta familiar, y la harina se incrementó a 36.1%. Generalmente el alza en el precio de los productos básicos, como la harina y panificados, tienen efectos multiplicadores en la canasta familiar.
La habilitación del trigo transgénico en Argentina y su aprobación en Brasil no tendrá barrera alguna que impida la entrada de esas semillas a Paraguay. En décadas pasadas la entrada de semillas transgénicas se dio ilegalmente, entrando de contrabando. Actualmente las instituciones encargadas de la vigilancia de los eventos transgénicos no han hecho propaganda, se espera que los consumidores puedan realizar algún tipo de resistencia en pos de la salud de la ciudadanía y el resguardo a la biodiversidad.
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