Pacha y paqha: tiempo y espacio en la filosofía andina
"En el tiempo del “Wiñaya Pacha” o tiempo eterno, se crece para 'adelante', pero también para 'atrás', se crece para 'afuera', pero también para 'adentro'. Ahora bien, la esfera interior más pequeñita y todo lo que hay en su infinito interior, es el Uku Pacha, el mundo que llamamos microcosmos, o el mundo 'de adentro', subterráneo, lo que ocupan las semillas y los entierros, o también el inframundo y sus entidades, a las que no podemos ver, pero es también donde brota y nace interminable el tiempo que ya viene desde adentro o “desde atrás” y que 'empuja todo el sistema” hacia 'adelante y afuera'."
Por Javier Lajo
En el Quechua y en el Aymara, solo existe el PACHA (1) para nombrar espacio y tiempo, en el Puquina no, existe un vocablo para tiempo que es PACHA y otro para el espacio que es PAQHA.
Este vocablo también designa y significa lo "oculto", lo "misterioso", lo "secreto".
El tiempo para nuestra cultura no tiene la imagen de "una flecha" como lo es en occidente, más bien está representado simbólicamente por "un rayo" o también por la "huella de la serpiente", es decir por un zig-zag; esto sucede porque en el mundo andino el tiempo tiene un "reverso" cíclico, mejor dicho tiene un "KUTI", una especie de "rebobinarse". Este símbolo del zig-zag, solo se le puede “imaginar”, si y solo sí, se tiene la conciencia de que así es el desplazamiento del tiempo...obvio. La forma como “se piensa” el tiempo, es también la forma como “se maneja” el tiempo, una de las claves de la diferenciación de la filosofía de cada cultura y de su diferente “manejo”.
Los círculos concéntricos en movimiento, son un símbolo dinámico que expresa la ley general del movimiento y del tiempo. El tiempo fluye desde adentro y hacia afuera y regresa de afuera hacia adentro, en ciclos permanentes. No hay nada estático; nada “es” porque todo se “está haciendo”, porque nada está quieto, nada esta “siendo”, no existe nada inmóvil, no hay algo sin “hacer nada”; nada va y viene solamente “siendo”, todo está “haciéndose y deshaciéndose”, transformándose, yendo o viniendo, nada comienza y nada termina, todo se recrea, no hay “Ser” ni “Siendo”...todo es un “hacer y deshacer” de los “pares en oposición y complemento”. No hay SER... todo es un A-SER, o mejor dicho: un HACER.
Desde nuestra perspectiva podemos distinguir esta imagen en el agua quieta cuya aparente “quietud” es rota por una piedra que cae y rompe su superficie. Se puede sintetizar todo el movimiento, en solo tres círculos concéntricos que son un corte sobre la superficie del agua, pero que en realidad son esferas concéntricas, que representan a los DOS únicos “Pachas” o extremos, o mundos interconectados por un flujo constante que va y viene, y que cuando se cruzan en un “Chawpi” o punto de encuentro y de equilibrio, crean el momento sublime de nuestra existencia, que es también “el estado de nuestra conciencia”. Estas DOS PACHAS son la esfera más exterior o “afuera-arriba” representa al Hanan Pacha, en lo sustantivo, o sea el firmamento y sus astros, pero en el plano vivencial o verbal, abarca lo espiritual y es “lo que se fue”, es decir, todo lo que se nos adelantó en el tiempo. El pasado no queda atrás, siempre marcha adelante porque es lo que ya existió, porque el tiempo está marcado o signado por la vida, esa “vida que ya fue” y marcha por delante de nosotros. Esto es inexorable, la muerte ajena marcha siempre por delante de nosotros, y para los demás, uno “nunca muere antes” de nacer y/o de los que ya murieron y “se nos adelantaron”. Por eso el pasado marcha por delante de nosotros, hasta que la muerte “marca” nuestro paso o pasado por esta existencia. Lo que “se fue”, siempre se fue por delante, nunca “se fue para atrás”. Lo que pasa es que en castellano deberíamos tener un lenguaje para el tiempo y otro para el espacio, como en el Qhapaq Simi o Puquina: El Pacha y el Paqha, el tiempo y el espacio.
Lo que se llama comunmente “pasado”, ya existió, y sigue existiendo de alguna forma y marcha por delante nuestro. Por eso “crecemos para afuera” pero también crecemos “para adentro”.
En el tiempo del “Wiñaya Pacha” o tiempo eterno, se crece para “adelante”, pero también para “atrás”, se crece para “afuera”, pero también para “adentro”. Ahora bien, la esfera interior más pequeñita y todo lo que hay en su infinito interior, es el Uku Pacha, el mundo que llamamos microcosmos, o el mundo “de adentro”, subterráneo, lo que ocupan las semillas y los entierros, o también el inframundo y sus entidades, a las que no podemos ver, pero es también donde brota y nace interminable el tiempo que ya viene desde adentro o “desde atrás” y que “empuja todo el sistema” hacia “adelante y afuera”, en nuestro imaginario sistema de esferas concéntricas. Esto último es lo que llamamos “futuro”.
¿Y el tiempo presente?
…Cuando estos dos Pachas se cruzan en un Chawpi, o el “lugar del encuentro y del equilibrio”, se da el espacio y el tiempo del aquí y del ahora. Es el círculo donde se proporcionan o equilibran la oposición y el complemento de los pares, el Punku umbral o puerta, lugar del cruce entre los dos Pachas que acabamos de explicar. Es el espacio y el momento que nos permite percibirnos y percibir a los demás objetos del cosmos, a los seres amados, al agua, a las montañas; a todo. Esta “esfera” intermedia se llama Kay Pacha, el mundo del aquí y del ahora, que “acaso ¿existe?” pasa tan rápido que apenas parece xistir, pero en el plano de la conciencia humana “es lo único que existe”, el pasado y el futuro están “contenidos” allí; representa el movimiento del espacio que el tiempo “hace y deshace”.
Nota
Pacha y Paqha, es uno de los temas reiterativos de la reciente novela de Javier Lajo: ¡Allin Kawsay! El retorno de los Qhapaq Inka.
Fuente: ALAI