María José Breilh: "En tiempos de crisis social vemos la necesidad de fortalecer la producción agroecológica"

Por OCARU
Idioma Español

Observatorio del Cambio Rural entrevista a María José Breilh con el objetivo de abrir el debate sobre la importancia de la agricultura familiar y de la agroecología en tiempos de crisis. El coronavirus, por un lado, evidencia que el sistema agroalimentario que prioriza la frágil agroexportación primaria, no es capaz de sostener las vidas de los trabajadores que dependen de un empleo estable. Por otro lado, el pánico generado levanta cuestionamientos sobre la capacidad de abastecimiento de alimentos en las ciudades, por la falta de trabajo y por las medidas de distanciamiento social para evitar la propagación del virus. Breilh argumenta que la agroecología ofrece una respuesta de cambio de paradigma al cuestionar ¿cuál debería ser el fin de la producción realmente?

María José Breilh "En tiempos de crisis social, económica y ambiental—vemos la necesidad de
 fortalecer la producción agroecológica, apoyar la agricultura familiar que nos alimentan dentro
de un espíritu de solidaridad"

María José Breilh Ayora es investigadora en el Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolivar licenciada en Diseño Industrial y máster en comunicación. Actualmente coordina proyectos de investigación en temas de soberanía alimentaria, comunicación crítica, salud colectiva y ambiente en conjunto con la Universidad de Columbia Británica y otras entidades como organizaciones sociales, campesinas, productoras agroecológicas y gobiernos locales.

¿Cuál es la importancia de la producción y las ferias agroecológicas?

Una civilización que soporta y refuerza la acumulación y concentración económica, así como las lógicas de consumismo, de competencia, de concentración e inequidad, requiere de un claro predominio del mercado en todos los ámbitos de la vida. En el caso de la agricultura productivista, su estudio y práctica se concibe desde una perspectiva técnico-pragmática o, lo que es peor, meramente mercantil. De esta forma, se le despoja de posibilidades reales de transformación y, por lo tanto, de un avance hacia procesos más sustentables, solidarios, bio-seguros y soberanos; las 4S de la vida -fundamentales para el buen vivir- de las que nos habla Jaime Breilh. Infelizmente, esto empata perfectamente con el extremo individualismo, alienación y pragmatismo de la época y, por lo tanto, con el debilitamiento o deterioro del pensamiento crítico.

En ese sentido, la agroecología -nutriéndose de la diversidad, la equidad, la solidaridad, la interdisciplinaridad y la interculturalidad- recorre vías distintas a las del mercado y se convierte en una opción social que camina hacia un mundo distinto. Surge en respuesta a un modelo y sistema nefasto para la vida y, magníficamente, va generando espacios de encuentro, solidaridad, soberanía, equidad y justicia; procesos que se reproducen en la resistencia y en las formas de resiliencia social y cultural.

De esta forma, la agroecología cuida la tierra, alimenta el mundo, conserva la biodiversidad, protege la salud y ayuda a pequeños y medianos productores que hacen un gran esfuerzo por mantener vivo este tipo de producción y modo de vida. Se enfrenta al sistema agroalimentario mundial y plantea la urgencia de proteger y respetar a la Pachamama; acoger el sumak kawsay; fortalecer la agricultura familiar y campesina; luchar por el derecho al territorio, la justicia y la equidad. Defiende los circuitos de comercialización directa, de economía solidaria y de comercio justo. De igual forma, poco a poco y cada vez con mayor fuerza, va impulsando la lucha por la equidad de género en territorio. Como sabemos, gran porcentaje de la producción agroecológica es de mujeres.

Es por eso que las ferias agroecológicas son tan importantes. Se constituyen en procesos que van más allá de lo comercial e irrumpen en un análisis profundo de lo que la agroecología significa en términos sociales, culturales, ambientales, filosóficos y de consciencia sobre los modos de vida, patrones de consumo y alimentación. Alimentación vista como constructora y reproductora de cultura, sensibilidad, ideología, valores y formas de identidad. Alimentación desde una perspectiva integral, que va más allá de la perspectiva nutricional o de consumo responsable.

Es así que nace la feria agroecológica del Programa AndinaEcoSaludable de la Universidad Andina, después de un proceso de años de trabajo y lucha junto a las productoras agroecológicas del Buen Vivir, el Movimiento Cantonal de Mujeres de Cayambe y las comunidades de Cayambe y Tabacundo; así como al Gobierno Autónomo Descentralizado Intercultural y Plurinacional de Cayambe (GADIP-C), a través del proyecto Soberanía alimentaria, equidad y bioseguridad integral en alimentos y salud que lleva a cabo el Área de Salud de la UASB-E. Propuesta que impulsa una universidad conectada a la sociedad para trabajar por una agricultura de la vida.

¿Qué nos ofrece la producción agroecológica y su comercialización en tiempos de crisis social, económica y ambiental a diferencia del sistema agroindustrial de producción de alimentos?

Como hemos mencionado, la producción agroecológica es una alternativa que empuja el desarrollo cultural, social, comunitario y productivo hacia la construcción de procesos sustentables, soberanos, solidarios y bioseguros; procesos que protegen la vida y una relación respetuosa y ética con el ambiente.

A diferencia del modelo agroindustrial, centrado en la ganancia, voracidad sin límites e individualismo, la agroecología propone alternativas al extractivismo que no se basan en la explotación agresiva del ser humano y el ambiente. La agroecología va más allá del interés individual y se asienta en la solidaridad y el trabajo colectivo y comunitario. De esta forma, rescata la sabiduría del pensamiento ancestral, especialmente indígena, y las ideas de pensadores mestizos que, desde la academia crítica y otros espacios, luchan por una agricultura para la vida.

Es así que -en tiempos de crisis social, económica y ambiental- vemos la necesidad de fortalecer la producción agroecológica, apoyar la agricultura familiar y campesina, y a pequeños y medianos productores que nos alimentan dentro de un espíritu de solidaridad. Es, además, la oportunidad para mostrar esta dimensión socio-cultural de la agroecología y lo vital de su influencia y filosofía en territorios rurales y urbanos. El caso del corona virus -que en mucho tiene que ver con una crisis provocada por el sistema en la naturaleza y es un signo de alarma- pone en evidencia, por ejemplo, la potencia protectora de la agroecología.

De las crisis surgen expresiones de solidaridad colectiva. En esa línea, la producción agroecológica en ambientes adversos, nos permite pensar en la posibilidad de otro mundo posible; en la importancia de que nuestra alimentación dependa de un campesino y no de una multinacional; en que, como consumidores, tengamos conciencia y valoremos esa defensa y cuidado de la vida e inmenso trabajo que requiere. El que reflexionemos que gracias a ese enorme esfuerzo, podemos ofrecer a nuestras familias y comunidad alimentos sanos, seguros y limpios. Alimentos, a precios accesibles, que no contienen agrotóxicos, antibióticos, hormonas, transgénicos; que no son ultraprocesados y que, por lo tanto, no nos enfermarán y nos ayudarán a reforzar nuestro sistema inmunológico. Así también, la producción agroecológica nos permite sensibilizarnos y concientizarnos sobre el rol de alimentos y semillas tradicionales como un elemento de identidad y desarrollo social y cultural.

En la actualidad, siendo el aislamiento una herramienta para resolver la crisis y aunque este no tenga nada que ver con la propia lógica de la agroecología; sin embargo, alrededor de ella se organizan acciones humanas como una comunicación social solidaria y crítica que pueden crear una vinculación estrecha, protectora y eficaz. A pesar de la crisis, la adversidad y de un sistema neoliberal deshumanizador y perverso -encarnado en la inequidad, la injusticia y el despojo- vemos que la agroecología nos permite soñar, así como fortalecer lazos de solidaridad y esperanza. Espacios como los que hemos construido desde la Red de Ferias Agroecológicas de Pichincha, el Programa AndinaEcoSaludable, la Campaña Que Rico Es Comer Sano y de Nuestra Tierra, el Observatorio del Cambio Rural, el Comité Nacional de la Agricultura Familiar y Campesina, entre otros, que nos permiten romper con la indiferencia, el conformismo y la falta de sensibilidad y solidaridad, y seguir en esta lucha.

Fuente: OCARU

Temas: Agroecología, Salud, Soberanía alimentaria

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