Los refugiados ambientales de Santa Fe, Argentina

El Río Salado se ha desbordado. Días infinitos de lluvias, impulsados por el coletazo final de la Corriente del Niño, dicen, sepultaron en un océano de agua dulce y amorronada la geografía humana y rural del litoral santafecino.

Como un rayo en día sereno, día de tranquilas resonancias electorales del poder, las turbias aguas traicioneras sembraron por doquier la muerte, la destrucción. La lenta e interminable agonía húmeda de sueños y luchas, cubiertas por jornadas de nubes llorosas que se derramaban en las fantasmáticas figuras a veces arracimadas y otras en soledades interminables, sobre los techos transfigurados desde el tercer segundo de la tragedia en islas aisladas de todos los sentidos. Noches inacabables cernidas por el hueco oscuro de lo insondable, solamente surcadas por caminantes descarnados sin horizontes rumbo a otras desolaciones con todos los interrogantes a cuestas y ninguna respuesta.

Comunicaciones de todas las palabras y comunicaciones con indescriptibles imágenes querían expresar la fatalidad inconmensurable de la naturaleza indomable que inopinadamente había recurrido a la desmesura sin tiempos de cólera.

Algunos veborrágicos explicadores de ferias sin feriantes, sin demasiados tapujos intelectuales y morales, relataban los desquicios de las razones naturales que se habían desmadrado en un meteoro impensable. Otros, cual esfinges mojadas por la desmemoria de la ignorancia, silabeaban sobre las serenidades de contingencias que estoicamente se debían esperar, para que luego se abrieran a las membranas del porvenir para resolver las desolaciones y dolores de todos los tiempos, mientras todos estaban acunados paor los inmisericordes y húmedos oleajes del Río dormido que se había atrevido, sin aviso, a salirse de madres., abandonar su cauce y su siesta centenarias.

Voces nada más que voces. Voces semejantes. Tan semejantes a las de siempre. Tan siempre como el simulacro. Tan simulacro que se disfrazó de parodia. Tan parodia que se arropo de embustes de toda laya. Trampa de linajes variopintos que acabó sin remedio cuando habló el pueblo. Cuando las voces plurales de los desconocidos de siempre con sabiduría anonadante estremeció los socavones de la estafa inmemorial y le puso nombres a las cosas, a todas las cosas.

Y Santa Fe desde el dolor y la angustia, desde la inmensidad de sueños aniquilados y desde la ira desbordada como el río desbordado, mojados aún por el llanto de la muerte y por el llanto por la vida que no fue y se fue, está acuñando las grafías con los nombres y los sentidos que deberán tener los nuevos tiempos y espacios, donde el tejido común y relacionante abatirá las infamias colonizadas por el pensamiento que sólo aspira a domesticar los cuerpos y generar la bulimia del alma

La inundación producida por las lluvias y el desborde del Río Salado no es sólo una catástrofe natural, de una naturaleza casquivana que danza los bailes del cambio. Tampoco es solamente una catástrofe de imprevisión fenomenal de la estructura del estado, que lo es, por supuesto. No es, por supuesto, solamente, la expresión de la eficiencia de gobernantes aplicados que impusieron a golpes redoblados una concepción que fue mutilando presupuestos orientados a la investigación y la educación, a la salud pública y a la esperanza sin fin.

Es, todo eso y mucho más. Como lo intuye y expresa de modo cautivante, desde las cavernas profundas de un dolor inextinguible, la desolada sociedad santafecina. Todos hemos escuchados y visto en este bendito país cómo desde techos aislados cual islas no cartografiadas en los mapas conocidos; todos hemos visto y escuchados como grupos de personas entumecidas por mojaduras en el cuerpo y en el alma, todos hemos visto y escuchado como hermanos habiatantes de este suelo irredento subidos en canoas mecidas por las aguas turbulentas, o hemos percibido como encarnaduras caminantes flotantes en las aguas impredecibles, y como también hemos visto y escuchado esos rostros ensombrecidos y sus voces transidas por galopantes dolores que se encuentran hacinados en galpones, escuelas y centro de refugiados, cual verdaderos Refugiados Ambientales, nos han dicho de modo categórico y epifánico que esta crisis es la crisis de un modelo de conocimiento, de relación de ese conocimiento con la naturaleza.

Nos han dicho que esta crisis es la crisis de una concepción política, social y económica que solo piensa en términos cuantitativos, en términos de eficiencia, en términos economicistas, en términos de arar los suelos naturales y culturales con el arado contaminado por la maximización de beneficios, de la riqueza concentrada y la pobreza expandida y luego regado con los líquidos malolientes de los cuentos que ya nos contaron en la década del 90.

Todo ya lo expresó el pueblo santafecino. También ha puesto en tela de juicio una concepción cientificista de la ciencia y de su hija boba la tecnología, que con omnipotencia, soberbia y sin oposición, a pretendido dominar a la naturaleza con sentido economicista y a las culturas con visiones homogeneizante, otra vez con el cuento de su discurso único y la música de su mesianismo dogmático.

Sostenemos que la crisis ambiental que se desarrolla ya no solo es un acontecimiento natural, sino que desde el siglo XX, y con cimientos en la Modernidad, en la ciencia clásica y en la lóagica depredadora de la racionalidad instrumental, es un proceso inducido por un modelo de conocimiento, económico, político y cultural, fundado en la colonización de la vida y de las culturas

Un conocimiento que canceló en su irrefrenable búsqueda de la uniformidad, de la fragmentación, al núcleo de la vida que es la diversidad, lo diferente, lo otro, la alteridad. En nombre del Progreso se encarceló y domesticó a la naturaleza, en nombre del Progreso se encarceló y domesticó a las culturas. Esa concepción emprendió una despiadada lucha contra la biodiversidad natural y la diversidad cultural.

El desborde del Rió Salado refleja, entre otros desbordes, esa realidad. Decimos ?la crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo. No es una crisis ecológica. Sino que es una crisis del conocimiento hegemónico y una crisis social. Es el resultado de una visión mecanicista del mundo, que ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está acelerando los cambios climáticos. Este es un fenómeno antrópico y social y no natural. La crisis ambiental es una crisis moral de las instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental con la trama de la vida?.

En especial el drama de Santa Fe y de toda la Pampa Húmeda o Pampa Gringa, como la llamara Pedroni, es también la crisis del modelo de explotación de los Recursos Naturales, que todo lo desmonta, que rápidamente aniquila tradicionales modos de cultivos en aras de la transgenización agraria, de la que muchos se ufanan, entre ellos algunos gobernantes y empresarios exitosos, y que ha promovido que nos transformáramos en productores forrajes y casi abandonásemos nuestra genealogía cerealera como productores de alimentos.

Esta concepción ha puesto en riesgo a la vida. Como lo estamos padeciendo en estos momentos. Aquí en Santa Fe, y en todo el Cono Sur se están transgrediendo todos los límites biofísicos y culturales al cambiar irreparablemente el Modelo de Cultivo. El paisaje del Cono Sur y de Santa Fe ya tiene casi un único aroma y color, el perfume espeso y e color pesado de la Soja Transgénica. Se está produciendo un fenomenal proceso de desterritorialización. Se está vaciando de sentidos históricos a la sociedad, desaclándonos violentamente del pasado para avanzar hacia los territorios contaminados del vacío.

El proceso de transgenización se regodea en la deforestación, en el aniquilamiento de la biodiversidad natural y en el aniquilamiento de la diversidad cultural. No estamos empobreciendo con la enfermedad de lo igual, de lo mismo, de lo idéntico. Se está conformando un latifundio genético. Es un proceso Goyesco, el de Goya de las Pinturas Negras. El supuesto progreso tecnológico se está consumiendo a la vida, en la mismidad de su trama, le está declarando la guerra a la vida, a toda la vida.

Este latifundio genético está vaciando de historia a la naturaleza y a las sociedades. Los Refugiados Ambientales por el desborde del Salado son la expresión de la utilización de tecnologías insustentables y de políticas antiecológicas y antihumanas. La lógica que promueve esta racionalidad es la de la devastación. Es la misma lógica que arrasó con la Bomba Madre a la Mesopotamia Asiática del Tigres y el Eufrates. La Bomba Madre Transgénica, desmonta, desforesta, cambia los usos del suelo, exacerba la búsqueda y maximización de los beneficios, ara los suelos humanos con los arados de la desmemoria y la colonización...

Desde las grietas del dolor, desde las fauces de la desesperanzas, desde las heridas sangrantes de la ira, los Refugiados Ambientales por el desborde del Rió Salado en Santa Fe, están narrando otros sueños. Desde los escombros y desde la nada, desde la solidaridad entrañable que reinvidica lo humano y popular, Santa Fe escribe las grafías de un debate que deberemos comenzar a dar en todos los frentes, como una fenomenal batalla cultural cuyo valor y sentido es el valor del sentido de la vida, que como en el mito del eterno

retorno, retorna siempre, eternamente, sobre todo cuando se la pone en peligro. Santa Fe tiene la radicalidad poética de Höderling, cuando nos dice ?allí donde crece el peligro, nace lo que nos salvará?. Santa Fe está haciendo nacer la demanda histórica para ?repensar el pensamiento y dessaber los sabido?, por una humanidad de iguales y de justicia social, por un ?mundo donde quepan todos los mundos?

Carlos Galano
Director Carrera de Especialización
EDUCACIÓN AMBIENTAL Y DESARROLLO SUSTENTABLE.
CTERA. Universidad Nacional del Comahue.
FORO DE ECOLOGIA POLITICA

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