La agricultura en Cuba hacia bases agroecológicas
Aprender a relacionar el ambiente agrícola con todo lo que lo rodea y diseñar tecnología, procesos y enfoques que permitan mejores prácticas, son algunas de las ideas que se desarrollan en el país.
Cuba trabaja por una agricultura sostenible sobre bases agroecológicas. Aprender a relacionar el ambiente agrícola con todo lo que lo rodea y diseñar tecnología, procesos y enfoques que permitan mejores prácticas, son algunas de las ideas que se desarrollan en el país.
La agroecología es una ciencia que se alimenta de los saberes, tradiciones y cultura agraria local, de un cuidadoso y sistemático estudio de cada contexto, y de los conocimientos científicos más modernos aportados por el mundo de la investigación. Esta ciencia funde todos estos conocimientos, para generar saberes altamente contextualizados.
Para el doctor Roberto Caballero Grande, Coordinador del Programa Agroecológico Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF), lograrlo en el país requiere de un trabajo en conjunto con las universidades, los centros de investigación y la recolección de saberes internacionales, que se unan al conocimiento campesino.
Para ello, señala la necesidad de lograr un enfoque sistémico, donde todo esté interrelacionado y se aproveche al máximo en el proceso productivo. También aboga por el uso cabal de los recursos materiales, naturales y humanos. Debe permitir óptimos rendimientos de manera estable, ofreciendo productos de elevada calidad estética, sanitaria y nutricional.
Por otra parte, el doctor Caballero asegura que se busca reducir la dependencia externa, minimizando la necesidad de importaciones de medios e insumos.
Se trabaja además en que los diseños y las tecnologías sean lo más ambientalmente sanos posibles y que incluyan acciones de compensación y recuperación de los deteriorados agroecosistemas. Así, se producirán alimentos que partan de un compromiso de suministro sano en las cantidades requeridas y con la calidad adecuada, al alcance de toda la población.
«Todo esto junto es lo que se viene aplicando. La mejor prueba de la factibilidad y la pertinencia de este enfoque lo tenemos hoy en el sistema de la agricultura urbana y suburbana, y en el Movimiento Agroecológico de Campesino a Campesino, que desarrolla la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) con resultados favorables, y en todos los sentidos sostenibles.
«Actualmente hay una mayor diversidad de cultivos y eso ha influido en los hábitos alimentarios de la población, pues las personas consumen más hortalizas. Los organopónicos han incrementado la venta de vegetales y se aprovechan mejor los recursos naturales cubanos como fuerza productiva» agrega el doctor Caballero.
EXPERIENCIAS EN LA CIUDAD
Cerca de la avenida Boyeros, en La Habana, se encuentra la Finca Primero de Julio. Pedro Piñones Valdés, lleva ocho años en ese lugar y asegura que son más de 15 los productos que ahí se cultivan.
«Nuestras producciones llegan a alrededor de mil quintales de hortalizas. Son productos que vendemos a la población en nuestro propio organopónico. También destinamos un por ciento al consumo social: hospitales, hogares de ancianos, escuelas y círculos infantiles», afirma Piñones Valdés.
La ACTAF brinda capacitación a estos y otros agricultores. Este productor puntualiza que ha sido útil la experiencia. Reciben asesoramiento, asisten a cursos y se guían por folletos que les han permitido vincular los conocimientos a la práctica y ser más efectivos en su trabajo.
«Fomentar estos organopónicos en la ciudad contribuye a un mejor aprovechamiento de los suelos y también es una manera efectiva para que la población consuma la mayor cantidad de productos frescos», asegura este entrevistado cuando valora los beneficios.
VALIDAR SEMILLAS EN CULTIVOS PROTEGIDOS
Son 28 hectáreas. Hay mangos, tamarindos, maracuyá, brócoli, tomate, pepino y una amplia variedad de frutas y hortalizas de calidad. Años atrás, era una pequeña finca de agricultura tradicional para el autoconsumo, pero la familia creció y con ellos las ganas de cultivar.
Allí Alexander Alfonso Silva dirige ahora la finca Las Piedras en Guanabacoa, un proyecto que comenzaron sus padres y su tío. Hoy es uno de los productores más destacados de la zona. Sus mercancías se destinan al consumo social y abastecen también hoteles y puntos de venta a la población.
Por sus resultados se unen ahora al Proyecto Apoyo a una Agricultura Sostenible en Cuba (PAAS) de conjunto con la ACTAF, la Agencia Suiza de Cooperación Internacional (COSUDE) y la organización no gubernamental Hivos de Holanda. La idea es cultivar variedades de semillas para validar su adaptabilidad y lograr más calidad en los productos.
Esta es una de las acciones que desarrolla la ACTAF a favor del desarrollo agrario sostenible. Se hace a través de la cooperación internacional, mediante la gestión de fondos, explica Yaneisi Grana Rivero, secretaria de colaboración de ACTAF en La Habana.
“Entre los proyectos están los relacionados con la producción animal y las de redes de servicios para incrementar los niveles de producción en la agricultura urbana.
“Hoy esta finca, es un ejemplo del trabajo que se hace en la capital del país con las producciones orgánicas. Es la primera experiencia. Está extendida a varios municipios de la Isla y se desarrolla en varias cadenas de valor como es el caso de los frutales y las hortalizas», significa Grana Rivero.
Alexander trabaja ahora en seis casas de cultivo a prueba con tomate y pepino. Son variedades nuevas que según explica son muy resistentes a esta temporada del año.
El objetivo es validar las semillas y comprobar si efectivamente serán adecuadas para satisfacer las necesidades de productos en la campaña de verano. Durante este experimento ha tenido en cuenta también la fertilización de los cultivos con productos orgánicos, y el comportamiento del clima para su riego.
«Vamos a trabajar eficientemente para lograr la estabilidad del producto en el verano. Hasta ahora los resultados han sido satisfactorios. Es una tecnología muy buena que permite producir el año entero», explica Alexander Alfonso Silva.
«Hoy se trabaja además en el tema de la capacitación. Acciones con el interés de obtener producciones de hortalizas orgánicas y de avanzar en busca de una agricultura sostenible en el país», asegura Grana Rivero.
APROVECHAR LAS FRUTAS AL MÁXIMO
Los frutales en Cuba habían desaparecido prácticamente. Hoy la diversidad ha crecido a través del movimiento de las fincas de frutales que desarrolla la agricultura urbana. La Finca La Ignacita, en San Miguel del Padrón, es un ejemplo. Más de 10 variedades de frutas se logran en este terrero, sin embargo, alrededor del 40% suelen perderse cada año.
Pero la solución al problema ha llegado y hoy los trabajadores de la finca se muestran entusiasmados con la creación de una mini industria.
Concebidatambién por el proyecto PAAS, la idea es aprovechar al máximo las producciones de la finca e incrementar la producción de alimentos para el consumo local y nacional, explica el ingeniero Pedro Gavilanes Díaz, especialista en Gestión del Proyecto PAAS.
RETOS PARA LA AGROECOLOGÍA
Para la ACTAF el gran reto es lograr soluciones tecnológicas para la sostenibilidad de los polos productivos.
Según explica el doctor Caballero el gran faltante que existe en la agricultura cubana es la transmisión de lo que se genera en los centros de investigación hacia los productores. Por tanto, lograr una estructura a nivel local se hace necesaria para que puedan existir conocimientos en cada municipio a favor de la agricultura del propio territorio.
«Somos un país subdesarrollado, pero tenemos muchos talentos humanos, instituciones y sistemas creados. Si logramos un enfoque y una articulación entre los actores locales, lo que estamos aspirando es fácil de lograr, siempre con el acompañamiento y el apoyo de los centros de investigación, las universidades, las asociaciones, la ACTAF, la ANAP y todos los que trabajan en este sentido”, agrega el doctor Caballero.
Los programas de autoabastecimiento municipal son hoy una voluntad política del país y la expansión de estas prácticas agroecológicas apoya y garantizan, desde la práctica, dicha intención. De igual manera, contribuyen a hacer más sostenible a los grandes polos productivos, que siembran grandes extensiones de tierra, como el arroz, otros granos, los frutales, el tabaco y otros renglones agrícolas.
«Pensamos que a la larga va a contribuir además a dignificar tanto el trabajo del campesino como el de los técnicos. En la agricultura sostenible sobre bases agroecológicas ellos son mucho más importantes, porque tienen que ser capaces de generar conocimientos locales acorde a las características de su terreno.
«Es muy importante aclarar que no se trata de generalizar lo que alguien dijo, sino de reconstruir los saberes en cada lugar», asegura Caballero, coordinador del Programa Agroecológico Nacional de la ACTAF.
Hoy el desarrollo agrícola gana terreno, experiencia y también se une la tecnología, muestras del interés que existe en el país por obtener resultados reales. Los retos van en busca de mejores soluciones y las familias campesinas cada día se sienten más satisfechas con su trabajo. Una articulación que va en desarrollo para hacer de Cuba un país más productivo.
Por Yisel Martínez García | uc.amnarg@tenretni
9 de junio de 2017
Fuente: Granma