“La Peste”
No nos dejemos matar como borregos, como animales hacinados en campos de exterminio, como cerdos sin vida ni espacio que existen para engordar el bolsillo de la peste que acaba. Odiar la vida es morir: ¡No nos pongamos el tapabocas!!!
Todos los medios comerciales de comunicación del planeta encadenados, coordinados y repitiendo lo mismo. El Poder, habla con una sola voz, desde una sola receta, a través de diferentes “personalidades”. Presidentes de turno, expertos, Ministros de Salud y Desprotección, periodistas, técnicos, expertos, médicos, militares y embajadores. Cambian de cara, de país, de medio, de Gobierno y dicen lo mismo. La amenaza avanza, asesina, infiltra, permea. ¡La amenaza puede ser la vecina, está en la respiración, en el aire, en las palabras, en uno mismo!
No se preocupen, dice el “poder”, no es tan grave. Lo tenemos todo bajo control. El Padre Poder está vigilando, está protegiendo. Todo lo controla. Si nosotras y nosotros todos y todas nos dejamos controlar, si obedecemos, si tenemos cuidado, si desconfiamos, si vigilamos, si denunciamos, si agradecemos al padre protector. Si hacemos sociedad con el Poder, nos convertimos en poder y prosperamos. No hay otra alternativa: se está adentro o abajo.
El “Big Brother” o “Hermano Mayor” de 1984, la novela de George Orwell, aparece en todos los espacios. Nos vigila, nos protege, nos dice lo que hay que hacer, a quienes y a qué debemos temer, cómo nos debemos comportar, cual es nuestro lugar en el orden. “Brasil”, la película de Terry Gilliam de 1985, se ha vuelto realidad. Hay monitores y cámaras en todas partes. Los teléfonos y las conversaciones chuzadas. Millones de “amigos” vigilando, recogiendo información y controlando. No hay salidas ni espacios. Nos infiltran, nos dividen, nos crean organizaciones paralelas y ya nosotras y nosotros no sabemos si somos de nuestro bando o del bando contrario. El experto en “control de pestes” aparece y desaparece, pero está en todas partes y en cualquier instante descubre aún el pensamiento contagioso y de manera anticipada lo aplasta. Los terroristas y sus colaboradores son señalados y serán descubiertos.
La peste es el terror, el terror es la peste y nos van a destruir, nos van a acabar, vienen por nosotras y nosotros, todas y todos somos el terror y la peste (a menos que seamos el poder). Son nombres intercambiables. Es el enemigo del orden que nos infecta, se contagia, nos contagia y contagiamos. Pero tranquilidad, el mensaje omnipresente, nos protege y vigila. Tranquilidad. No es tan grave si obedecemos y dejamos que destruyan y controlen. Que manden. Si obedecemos y denunciamos. En caso de ser yo el apestado, el terrorista, aunque yo misma no lo sepa, agradeceré que me destruyan, que me aíslen, que me fumiguen, porque es por mi bien, por el bien que el Poder impone. Uno ya no sabe si los terroristas los fabrica el poder para hacer propaganda y protegernos o si existen para resistirlo. Uno no sabe si las pestes que contagian, infectan y matan las fabrican en un laboratorio del poder o si vienen de las aves y los cerdos. Pero no importa. Ahí están, existen y cumplen su labor de terror y de control. ¿Qué haría el poder sin la peste y el terror?
Todo esto que está sucediendo en Colombia y en el mundo transnacional del poder corporativo-mediático-militar, nos recuerda "La Peste" de Albert Camus. En esa novela, el escritor Argelino, hace una alegoría de la ocupación Nazi-Fascista (la peste) y de la manera en que esta enfermedad real que afectó el lugar imaginario de Orán, va matando en el aislamiento, en la soledad, en la desconfianza y en la propia enfermedad física. Los judíos son apestados, igual que los gitanos, los comunistas, los discapacitados y cualquiera que el régimen escoja. Apestan, infectan, contagian. El régimen viene a limpiar. El contagio a exterminar. Todo el mundo en Orán teme a la peste. El uso sistemático del terror como poder y el terror sistemático del uso del poder. Cualquiera cae. Cada día caen otras y otros. Hay dos opciones. La peste o el terror que somete. Pero la peste es real, existe y mata. Por eso mismo el terror vale, se necesita, hay que obedecerle. Porque el terror y la peste aparecen como dos caras de la misma moneda. Pero tranquilidad: hay que obedecer y hacer que obedezcan para que la limpieza haga su trabajo, para que la peste siga su curso hasta cuando llegue para los justos el nuevo amanecer. La esperanza, luego de la crisis, asegura el poder, nos traerá un mundo feliz. Hay que confiar, hay que aceptar, hay que esperar.
Pero también en Orán, el lugar imaginario afectado por la Peste de Camus, aparece un personaje, un médico, que eventualmente cae víctima de esta enfermedad, pero que se decide a resistir y no acepta el poder, el aislamiento, ni la derrota, aunque sabe que no posee los recursos para enfrentarse a una epidemia que lo supera. Esta dignidad, esta verdad modesta y firme, este espíritu de resistencia que cuestiona, que no acepta, que decide vivir en libertad, es el que eventualmente derrota La Peste aunque lo destruyan. Siembra la semilla de una nueva historia no como régimen de sometimiento al privilegio sino como deber y derecho colectivo. Hacer la historia y no sufrirla, es nuestra razón de ser. El contagio de este espíritu libertario, permitiría a la gente volver a confiar, cuestionar, dudar, retomar espacio, consolidar relaciones nuevas y generar riqueza sin cadenas. Investigar y llegar a los orígenes e intenciones del poder y transformarlo, lo mismo que vencer el terror a la enfermedad que contagia. Desafiar la imagen que paraliza, la intimidación. Descubrir la mentira. Entender la manera en que utilizan y se sirven de contagios, engaños y fuerzas para someternos.
Detrás de esta peste están unos seres codiciosos, mediocres, cobardes, egoístas, que por el temor que le tienen a la imaginación, a la belleza y a la vida, transforman sociedades enteras en servidumbre temerosa, entretenida, embrutecida, paralizada de hambre, de terror y de envidia. Glorifican las ganancias, los cargos, los uniformes y los rangos para encubrir sus incapacidades. Contagian de arriba hacia abajo. Nos contagian. Dedicados a cuidarnos de cada cual, de uno mismo, para no vivir y que el poder se perpetúe, no nos quedan ganas de vivir. Somos el temor que obedece y se distrae. ¿Cosas de novelas y películas? La Gripa Porcina, la Fiebre Aviar, "el Terrorismo", la crisis económica global, son algunas de las muchas pestes de las que se sirve el poder para rompernos, debilitarnos y someternos. Algunas las crea, todas existen, todas las utiliza y en todas tiene responsabilidad y culpa. Todas están relacionadas. Hacen parte del mismo propósito. El Totalitarismo tiene un círculo central donde se fabrican las mentiras. Se rodea de un círculo más amplio de dirigentes que repiten y someten. Por fuera están las capas de beneficiarios que se creen las fabricaciones porque les remunera el poder. De allí hacia fuera, la miseria sometida y multitudinaria que hay que dominar con la coerción y el consenso fabricados desde el centro y las capas más cercanas al poder. Cada epidemia, cada acto de terror, cada engaño se coordinan en últimas para servir los intereses del poder totalitario. No hay epidemias aisladas, ni masacres no relacionadas, ni leyes inocentes. No puede permitirse que las haya. Hay que controlar.
Repasemos, por ejemplo, las verdades sobre la “Gripa Porcina”, que son fáciles de descubrir y de encubrir para lograr los fines propuestos. 1. Es una pandemia del Libre Comercio causada por el modelo agropecuario de las transnacionales. Quienes crearon ciudades de aves y cerdos infestándolos en el hacinamiento y destruyendo aguas, tierras y comunidades para acumular, son culpables de estos delitos. 2. Es un crimen ecológico, ambiental y de salud pública de las transnacionales y de los Gobiernos que las apoyan y encubren, lo mismo que de la banca multilateral y de las agencias que respaldan este modelo que infesta y mata de hambre o de intoxicación y obesidad. 3. Además de encubrir sus causas y de no abordarlas para evitar nuevas y peores epidemias, con lo que cometen otro crimen, el Poder Global y sus muchas caras: los medios, los Gobiernos y Ministerios de Salud, utilizan estas epidemias para generar pánico y encubrir la ilegitimidad del poder y el crimen apestoso de los terroristas transnacionales y los problemas de fondo (crisis económica, corrupción y desmantelamiento previo de los derechos y libertades, incluidos los sistemas y servicios de Salud). ¡Ahora la epidemia criminal es un medio para PROMOVER EL LIBRE COMERCIO que la causó en primer lugar!!! 4. La desinformación y manipulación de información a la gente encubre, por ejemplo, los efectos del modelo sobre los sistemas y servicios de salud.
Pretenden mostrárnoslos superados por la magnitud de la epidemia, cuando la verdad es otra: no tienen capacidad siquiera para atender lo cotidiano porque la transformación de salud en mercancía privada para la acumulación particular, ha hecho que se desmonten los sistemas y servicios para que no puedan atender lo esencial y este tipo de epidemias, porque existen para que hagan negocios los dueños de la mercancía médica tecnológica, de seguros y farmacéutica. 5. Todo se enfoca hacia los tapabocas, el miedo a contaminarse de otras y otros y el aislamiento entre personas. ¡Es decir, todas y todos los que nos rodean somos apestadas y apestados! ¡Yo mismo puedo ser un apestado, si llego a toser! El impacto es desconfianza, desintegración y vigilancia mutua. La epidemia es un mecanismo de control social. El poder lo tienen las autoridades sanitarias y los comandos centrales del Estado Global único para el control de la epidemia. ¡La gripa porcina es un experimento práctico de coerción y de fortalecimiento del poder estatal y transnacional! ¡No se puede confiar en NADIE más que en el Poder que protege y ordena! Es una estrategia fascista.
Ladrones, asesinos, maestros en engañar, encubridores, terroristas, creadores de pestes y un mundo de apestadas y apestados temerosos de la verdad y de la libertad. Demasiado ocupados en someternos mutuamente, en entretenernos y en sobrevivir en el rebusque, sacudimos las banderitas, aplaudimos los discursos, bailamos las rumbas del engaño y nos cuidamos de hablar, de estornudar o de tocarnos. Así nos quieren y así nos tienen. La codicia ha creado la peste. Es la peste.
Pero, por más poder que concentren, por más terror que ejerzan, a pesar del miedo y la desconfianza, no pueden controlar. Se escapa la imaginación y la dignidad. Se roban las palabras, pero no pueden entender el sentido. La mediocridad intenta someter a la imaginación, pero es contraria a la vida y a sus vuelos. Va ganado el odio y sus agentes, pero siempre está a la defensiva. No hace más que defenderse. No nos han derrotado. Les invitamos a que enfrentemos la peste del Libre Comercio y del fascismo del capital transnacional totalitario informándonos, confiando para romper la desconfianza y contagiando la confianza y la unidad. No nos dejemos matar como borregos, como animales hacinados en campos de exterminio, como cerdos sin vida ni espacio que existen para engordar el bolsillo de la peste que acaba. Odiar la vida es morir: ¡No nos pongamos el tapabocas!!!
Manuel Rozental
Para el Tejido de Comunicación y Relaciones Externas
Para la Verdad y la Vida
ACIN
Fuente: ACIN