La Jatrofa, un ejemplo de los impactos de los agrocombustibles
"Tal y como ocurrió con la palma aceitera o la soja transgénica, el cultivo del piñón no traerá independencia, ni riquezas al campesinado, sino que será otra nueva forma de someterlos al antojo del mercado. En el momento que la producción mundial de aceite de jatrofa comience a ser significativa comenzarán los movimientos especulativos, que manejarán los precios para darle mayor beneficio a los de siempre, en detrimento de los de siempre."
“Quizás dentro de unos años la lucha por el petróleo en oriente Medio se vea desplazada por la pelea por la jatrofa en África”
Esta frase con la que se abre el artículo no esta extraída del informe de un grupo ecologista, de defensa del campesinado o de cualquier organización alter-mundista. Ni tan siquiera es una de las conclusiones de un trabajo de investigación de alguna organización internacional. Esta frase pertenece a un pequeño artículo que apareció el 27 de febrero de 2007 en la página web Biodiesel Spain que no es, precisamente, de las contrarias al cultivo y explotación de la jatrofa. En él se hacía referencia al cultivo de esta planta en Argentina. Pues bien, si el planteamiento inicial sitúa a la jatrofa como fuente de nuevos conflictos en África, parece que el análisis de este cultivo no va a conducir a ningún final feliz. Además, deja en la mente una pregunta inevitable ¿sólo generará luchas en África o estas se extenderían a Latinoamérica y Asia?
Hasta ahora el cultivo de jatrofa ha podido pasar casi inadvertido porque su comercialización se produce fundamentalmente a través de filiales y empresas participadas por algunas multinacionales, pero de aparente capital local. Es especialmente destacable del papel de la empresa D1 Oil, detrás de la cual está la petrolera BP. También han sido empresas europeas dedicadas a la energía renovable las que han liderado hasta ahora este mercado, como la española Bionor Transformación S.A., como se comenta más adelante.
El milagro de la jatrofa
La jatrofa, o jatropha, es una planta denominada científicamente Jatropha curcas, más conocida en Latinoamérica por el nombre de piñón. Es un árbol que da una semilla no alimenticia y que según algunos estudios puede llegar a producir 1.800 litros de aceite por hectárea, lo que nos daría unos 1.680 litros de biodiésel por hectárea [1]. Pero esta no es la única ventaja que atesora la planta, sino que, según la publicidad emitida por la industria, la jatrofa crece perfectamente en las llamadas “tierras marginales”, donde no competiría con cultivos alimenticios; no necesita de riego, por lo que no competiría por los escasos recursos hídricos de algunas zonas del planeta; no necesita plaguicidas, por un lado, porque al ser una planta semi-salvaje no tiene plagas que la afecten y, por otro lado, porque posee una sustancia que actúa como plaguicida natural frente a algunos insectos. Finalmente, afirman que la jatrofa no necesita mucho “mantenimiento”, por lo que el campesinado no tendría una carga de trabajo extra y conseguiría dinero a cambio de poco esfuerzo, además, produce hasta dos cosechas anuales. El maná hecho agrodiesel.
Como se puede suponer estas afirmaciones han sido puestas en evidencia por diferentes asociaciones y colectivos, apoyados en algunos informes recientes. Vamos a ver cómo se desmitifica la jatrofa, aunque no es objeto de este artículo reproducir las conclusiones que ya aparecen en los informes, pero al menos se mostrarán algunos ejemplos de afirmaciones que han sido rebatidas.
Empecemos por la afirmación de que no compite con los cultivos alimenticios al ocupar tierras pobres. Sin duda alguna, esto se dice influenciado por una mentalidad occidental en la que hay diferencias claras entre zonas agrícolas productivas y zonas con suelos más pobres. Pero no se tiene en consideración que en muchas zonas de África, de Asia y de Latinoamérica las llamadas "tierras marginales" son el sustento de muchas poblaciones locales, que practican una agricultura de subsistencia muy equilibrada con el duro entorno y basada en variedades locales seleccionadas de forma natural a lo largo de muchas generaciones. De hecho, tal y como denuncia el informe Jatropha: wonder crop? Experience from Swaziland [2] , el cambio de uso de la tierra agrícola ha aumentado las condiciones de hambruna en algunas comunidades. Además, es fácil imaginar que si se trata de hacer negocio y producir cada vez más y más aceite de jatrofa, tarde o temprano, ésta se cultivará en suelos fértiles para obtener así mayor rendimiento.
Otra cuestión polémica es la del riego, tal y como recoge otro informe homólogo, en este caso Jatropha! A socio-economic pitfall for Mozambique [3], los cultivos de jatrofa necesitan ser regados incluso en zonas con buena climatología. Entre otros motivos, esto es achacable a que en gran parte de África existe una marcada estacionalidad entre la época de lluvias y la época seca, y porque en definitiva se trata de obtener un gran rendimiento de la planta. Puesto que hablamos de un cultivo industrial, se da prioridad al hecho de obtener cuantos más kilos de semilla mejor, así ciertos estudios sitúan el gasto de agua en 20.000 litros por cada tonelada de agrofuel que se obtiene [4].
Podríamos seguir desglosando las medias verdades que se han tejido entorno a esta planta, podríamos hablar de cómo entra en conflicto con la soberanía alimentaria de los pueblos, de las condiciones en las que se firman los contratos con el campesinado, de la falsa resistencia a las plagas y un largo etcétera, pero queden estos ejemplos como botón de muestra y pasemos a otros asuntos relacionados con esta "planta mágica" [5].
Agrocombustibles y ocupación de tierras
En los últimos años asistimos a un inquietante proceso de progresiva ocupación o usurpación de tierras en África, Asia y Latinoamérica. Estas tierras se han ido destinando a diferentes usos, y muchos de ellos están relacionados con una agricultura industrial devastadora, ya sea para plantar palma aceitera, soja transgénica, algodón o para destinarlas a la seguridad alimetaria de determinados países en claro detrimento de las poblaciones nativas e indígenas, como es el caso de la multinacional Daewoo y su intención de plantar un millón de hectáreas de jatrofa en Madagascar, o el gobierno saudita negociando la compra de medio millón de hectáreas en Tanzania para alimentar a su propia población [6]. En algunos casos la presión internacional y el fuerte rechazo interno han paralizado algunos proyectos, pero suelen ser honrosas excepciones.
El que gran parte de estas tierras estén cambiando de uso se debe a que en la agenda política de muchos países está la consecución de una cierta independencia energética con respecto al petróleo. Los agrocombustibles (principalmente biodiésel y bioetanol) son objeto de políticas públicas e incentivos, y se ha acelerado su producción a gran escala, con la intención de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y por tanto contribuir a la mitigación del cambio climático [7]. Por lo que los agrocombustibles están en el punto de mira de estas nuevas políticas, lo que supone más impactos para los continentes y países que mayor superficie disponible tienen para estos cultivos [8], y que lamentablemente coinciden con zonas empobrecidas y con una alta presión de hambrunas y epidemias. Según un informe de la FAO, recogido en el artículo “El piñón y el despojo de tierras” [9], entre los países con mayor potencialidad agrícola sin explotar se encuentran Argentina, Bolivia, Brasil y Colombia en el grupo de cabeza. Es en este contexto en el que la jatrofa aparece como la salvación de muchas comunidades al tiempo que proporciona a los estados una cierta soberanía energética lejos del fluctuante mercado de los hidrocarburos.
Lo que no dice en ningún informe oficial es que este cultivo es una nueva forma de eliminar el control que tiene el campesinado y las comunidades locales sobre sus propia actividad, despojándolas en muchos casos de sus cultivos tradicionales al amparo de promesas de pingües beneficios. Las deja así a merced del capricho programado del mercado internacional que será, en última instancia, quién decida si el pequeño y mediano agricultor obtendrá beneficios años tras año, o se verá endeudado y arruinado, atado de pies y manos por un contrato de 20 años de duración.
Valga un solo ejemplo para darnos cuenta de la dimensión real de lo que va a suponer el cultivo de jatrofa, muy lejos del aprovechamiento de “tierras marginales” [10]:
La empresa española Bionor Transformación estaría preparando un proyecto para convertir 100.000 hectáreas de Filipinas en cultivo de jatrofa.
Si comparamos esto con la provincia de Guipúzcoa, en Euskadi, que tiene una superficie de 198.000 hectáreas, nos podemos hacer una idea de la dimensión que puede tener de este cultivo. Solo una empresa en un país puede plantar media provincia de Guipuzcoa. ¿Cuántas “provincias” podrán plantar todas las empresas en todos los países?
La jatrofa, planta de altos vuelos
Pero el piñón no solo está en el punto de mira de las empresas productoras y de algunos estados. Existen dos particularidades en la explotación de esta planta. Por un lado, detrás de su cultivo encontramos en muchas ocasiones a grupos de inversión de diferente procedencia, desde europeos hasta asiáticos, pasando por brasileños y estadounidenses. Incluso a un nivel más local es fácil encontrar muestras de interés por parte de pequeños grupos inversores que quieren poner en uso tierras sin aprovechamiento agrícola, esas mal llamadas tierras marginales, que en la mayoría de las ocasiones albergan una interesante riqueza biológica y mantienen el equilibrio natural.
La segunda particularidad es el interés que han mostrado empresas aeronáuticas y de fabricación de automóviles por esta nueva fuente de combustible, y en esta línea ya se han realizado varias pruebas de vuelos de aviones comerciales que han usado diferentes mezclas de agrocombustibles, basados en jatrofa o en otras especies vegetales. Sirvan de ejemplos los vuelos de Air New Zealand a finales de 2008, de Continental y Japan Airlines en enero de 2009, donde usaron diferentes proporciones de piñón [11]. Técnicamente el aceite de jatrofa es idóneo para las características requeridas en aviación, lo que no es argumento para justificar el cultivo de miles y miles de hectáreas de terreno (sea este “marginal” o no) y usarlas como alimento de aviones y coches, en lugar de alimento para personas.
Jatrofa en Latinoamérica y el Caribe
Tal y como ocurre en otras partes del mundo, desde Latinoamérica y el Caribe se empieza a ver con muy buenos ojos este cultivo. Basta con hacer una pequeña búsqueda en Internet para encontrar infinidad de blogs y páginas web donde muchas personas se interesan por adquirir semillas o plantones de esta especie para transformar sus tierras en rentables cultivos de jatrofa. También es destacable la creación de la denominada Red Latinoamericana de Investigación Jatropha, un consorcio de centros de investigación, empresas y organizaciones de cooperación internacional de diversos países. Los planes para extender este cultivo llegan a Argentina, Brasil, El Salvador, Colombia, México e incluso hasta Haití.
Es interesante ver cuáles son las reacciones “sociales” al cultivo de la jatrofa, puesto que más allá de las medias verdades que rodean de un aire casi mesiánico a esta planta, en muchas zonas de Latinoamérica se ve este cultivo como una nueva amenaza a sus costumbres y formas de vida ancestralmente equilibradas con la naturaleza y el entorno. En Ecuador, por ejemplo, en zonas donde se ha cultivado la jatrofa al sur de Manabí, se ha observado que durante las épocas secas la planta deja de producir tres semillas por fruto, pasando a producir una sola semilla, debiéndose aportar agua en camiones cisternas para seguir con la producción óptima. Esto supone un alejamiento de la supuesta independencia que este cultivo aporta al campesinado, por otro lado, este monocultivo compite con especies de uso alimenticio, o incluso textil, muy arraigados en las costumbres de esos pueblos.
Si bien hasta ahora los grandes problemas con la jatrofa han venido apareciendo en la India y en África, es lógico pensar que en Latinoamérica será solo cuestión de tiempo el que empiecen a aparecer problemas, sobre todo cuando las multinacionales fijen entre sus objetivos acaparar este incipiente mercado. Tal y como ocurrió con la palma aceitera o la soja transgénica, el cultivo del piñón no traerá independencia, ni riquezas al campesinado, sino que será otra nueva forma de someterlos al antojo del mercado. No hay que olvidar que en el momento que la producción mundial de aceite de jatrofa comience a ser significativa comenzarán los movimientos especulativos, que manejarán los precios para darle mayor beneficio a los de siempre, en detrimento de los de siempre.
Por Jaime Machicado
NOTAS:
[1] Piquín E.J, “El piñón nombre común de la jatrofa, una alternativa para producir biodiesel” web Biodiesel Spain, 5 de junio de 2007.
[2] Friends of the Earth y Yonge Nawe Environmental Action Group, Jatropha: wonder crop? Experience from Swaziland, mayo de 2009. Suazilandia. Existe una versión reducida y traducida en la web de Amigos de la Tierra
[3] Justiça Ambiental y la União Nacional de Camponeses de Mozambique, Jatropha! A socio-economic pitfall for Mozambique, SWISSAID, julio de 2009. Suiza. En Friends of the Earth
[4] McKenna, P. All Washed Up for Jatropha? Technology Review, junio de 2009.
[5] Bolívar L., “La planta mágica: fuente de combustible natural”, Deustche Welle, 13 de diciembre de 2005. En la web de Dw-World.
[6] “Wish you weren’t here: The devastating effects of the new colonialists”, The Independient, 9 de agosto de 2009. En la web de The Independent.
[7] Vargas, M., Agrocombustibles. ¿Otro negocio es posible? Icaria, 2009, Barcelona.
[8] Redes-AT, Grain, Acción Ecológica, Acción por la Biodiversidad, Campaña de la Semilla de Vía Campesina, Grupo etc., Grupo Semillas. Revista Biodiversidad, sustento y culturas, número 54, enero de 2008. Disponible en la página de Grain.
[9] Bravo E., “El piñón y el despojo de tierras”, Red por una América Latina Libre de Transgénicos. En Ecoportal.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
Fuente: Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)ALAI