“Justa” y necesaria, la intermediación solidaria que vino para quedarse
Desde el mes de abril en la ciudad de la Plata y bajo el contexto de pandemia, nace “La Justa”, una comercializadora universitaria de alimentos y otros productos de la economía social y solidaria, la agricultura familiar y la producción local, que en red con organizaciones sociales, comunitarias, políticas y culturales, realizan una intermediación solidaria entre las familias productoras de la región y lxs consumidorxs.
“La Justa nace desde la Universidad Nacional de La Plata, llevada adelante por equipos vinculados al trabajo en relación a la economía social y solidaria y la agricultura familiar, quienes antes de la pandemia venían haciendo distintas ferias universitarias con el nombre “Feria Manos de la Tierra”, y desde hace un tiempo se venía pensado un proyecto que vincule de forma más directa la producción de estos sectores con el consumo, que sea más amplia y abarcativa. Ahí se empieza a trabajar la idea de una comercializadora, con el propósito de acercar éstos dos puntos bajo una intermediación pública y solidaria”, menciona Soledad Duré, parte de la coordinación de La Justa.
La Justa comenzó con la comercialización de productos del sector hortícola y otros de elaboración artesanal. Luego fue incorporando de otros rubros como quesos del Grupo AMAO de Punta Indio y Magdalena y quesos “Don Julio” de San Vicente. Huevos y miel pura de abejas del CEPT 29 de Payró, y dulces y mermeladas de mercados populares como La Veredita y La Ribera.
Articula con organizaciones políticas y sociales como el MTE Rural que trae los bolsones de verduras pesadas, o la UTT con la Yerba Tamandúa elaborada en Misiones. También hay productos de cooperativas como la carne de cerdo y pollos de campo del Frigorífico Pueblo Chico de Chascomús. Vinos de la Costa de la Cooperativa de Berisso y cubrebocas de la Red Textil Cooperativa CNCT, lugar donde funciona uno de los nodos de entrega.
Luego se sumó también el sector florihortícola platense de la Asociación de Floricultores Tierra Fértil Abastence; “un sector fuertemente golpeado bajo este contexto, pero por suerte la gente apoya mucho y les compra bastante”, dijo Belén Sendín, tambien parte de la coordinación de La Justa.
El equipo de logística de La Justa está compuesto por trabajadores, docentes, estudiantes y profesionales que elaboran un dispositivo de comercialización distinto a los convencionales. Con un crecimiento exponencial desde sus inicios a principio de años, La Justa se expande por la ciudad de La Plata en donde todos los viernes cada 15 días se reparten alrededor de 700 bolsones de verdura fresca del cordón frutihortícola, 250 bolsones de verduras pesadas, alrededor de 220 quesos, más de 200 docenas de huevos, y 100kgs de miel, entre otros productos.
La intermediación que no especula
La Justa intenta instalar un circuito comercial corto, es decir con pocos intermediarios, que permite una compra de proximidad de alimentos y otros bienes elaborados artesanalmente por cooperativas, agricultores familiares y pequeños productores de la economía popular local. De éste modo se facilita el acceso a los productos de este sector, se logra construir precios justos, accesibles al consumidor y que remuneren correctamente el trabajo implicado para lxs productorxs.
“Uno de los objetivos es acercar la producción con un fin no especulativo ni del lucro. Los valores que se fijan por encima de la producción tienen que ver con el trabajo de logística; retribución al combustible, insumos, y con la valoración del trabajo hacia los sectores de producción, el traslado del producto, o la elaboración de entrega para que ese producto pueda ser recibido en las mejores condiciones”, menciona Soledad y agrega: “La intermediación más tradicional o convencional tiene una exageración en los precios finales de los productos que imposibilitan el acceso a varios consumidores y al mismo tiempo tampoco existe una remuneración justa hacia todos los sectores que forman parte de la cadena. En la horticultura sucede mucho que varios de los alimentos que se encuentran en la verdulería, a veces tienen incrementos del 400% o el 500%”.
Este es el principal problema de la distribución de los alimentos de forma concentrada. Quienes retienen la mayor parte de las ganancias son quienes se encargan de las cadenas intermediarias, teniendo así como resultado precios inaccesibles para lxs consumidorxs y al mismo tiempo no remunerando de manera adecuada a quienes producen los alimentos.
“La comercializadora que recibe un fuerte apoyo de la Universidad Nacional de La Plata, también asume la función de discutir el rol del Estado en la cadena de producción, distribución y comercialización de los alimentos de la economía popular, social y solidaria, a través de recuperar el espíritu de lo público, en donde el Estado asuma los costos de distribución, generando así una forma de intermediación pública, que realmente vuelva los precios accesibles al público”, menciona Belén.
En las quintas, donde todo comienza
Durante el contexto de pandemia han quedado evidenciados los trabajos esenciales para el sostenimiento y desarrollo de la vida. La producción y distribución de alimentos ha sido uno de ellos, además de la visibilidad que vienen cobrando sectores como el de la producción hortícola, comienza a ser más reconocido y valorado socialmente, y al mismo tiempo con la obligación de ser acompañado por políticas públicas que garanticen su desarrollo.
Desde Arana, varias productoras de Feria Manos de La Tierra junto con sus familias trabajan y cuidan la tierra para producir las verduras frescas que más tarde estarán sobre las mesas de los consumidores de La Justa.
“Yo estoy desde el inicio de la Feria Manos de la Tierra. Durante más de dos años con un grupo de productores estuvimos de acá para allá buscando algún espacio en donde comercializar nuestras verduras, hasta que la facultad nos brindó uno. Primero arrancamos con una exposición de verduras, donde quien quería venía y compraba, y cuando se hizo más conocido arrancamos con las ferias en la facultad cada 15 días todos los miércoles”, dijo Jenny Carrasco, una de las productoras de La Justa.
Durante el contexto de pandemia los modos de cargar el camión cambiaron. Ya no frecuentan tan seguido como antes y algunas cosechas se terminan perdiendo, al mismo tiempo que las ganancias de los productores hortícolas; “Los camiones ya no vienen tanto. Antes se recorrían todo el cinturón hortícola cada día. Ahora no, vienen tres veces a la semana a dos tres quintas y se van. Ahora un camión se lleva 10 lechugas o máximo 20, antes metían 150 lechugas como máximo por camión”, menciona Jenny .
“Igualmente vendiendo para el camión, te pagan una miseria. A veces haces el trabajo y te bajoneas un poco, porque vos con tanto esmero plantás, cuidás, cosechás y esperas que te paguen a un buen precio, y no pasa. Acá en La Justa el trabajo es reconocido, más valorado. Estás con más animo a seguir a trabajando. Ir a vender es una ayuda económica tremenda. Estas en contacto con los consumidores, le charlas a la gente, es otra cosa vender así que en la culata del camión. Además la gente está contenta con nuestras verduras frescas. Hay veces que viene gente del centro y ven que estamos haciendo verduras y paran, sacan fotos, y nos preguntan si les podemos vender. Nos dicen “que lindas que están las verduras”, “gracias por estar aquí y por darnos de comer”, “son muy valientes”. La gente ahora entiende y reconoce más lo que nos cuesta producir la verdura. Se reconoce más el trabajo que nosotros hacemos, ahí te das cuenta lo que vale este trabajo”, agrega Jenny.
Hacia un consumo crítico y responsable
Los viernes cada 15 días, en diferentes nodos de La Plata, se coloca una mesa, se ordenan los productos y se espera a que venga el camión con los bolsones verdes. Se crea un pasamano que al principio parece ser interminable, hasta que se asoman las últimas hojas verdes al fondo del camión. Unos minutos después llegan los consumidores, formando pequeñas filas distanciadas, con barbijo y cada cinco minutos, unos chorrazos de alcohol en gel.
Los nodos de entrega están en espacios de distintas organizaciones sociales, políticas, culturales, gremios y clubes que funcionan como puntos de comercialización por toda la ciudad de La Plata y alrededores. Son un entramado de redes dispuestas a profundizar el consumo local desde sus lugares, donde no solo se trata de puntos de venta, sino también dispositivos de organización del consumo. Ese también es uno de los ejes que plantea La Justa; intentar fomentar el consumo responsable y crítico en los hogares platenses, respecto de las condiciones sociales y ambientales en las que se produce lo que luego se consume, bajo el tipo de producción, las relaciones de trabajo que lo sostiene y el intercambio que promueve.
En la Justa hay un equipo grande trabajando en trama y en red, articulando con productores, consumidores, y distintas organizaciones sociales y políticas; “hay todo un laburo del vínculo en torno a esta experiencia de comercialización, que lleva bastante trabajo. Los lunes cada quince días abrimos un formulario virtual, a través del cual se toman los pedidos, y ese mismo viernes son las entregas en los 9 nodos distribuidos por el casco urbano de La Plata y la zona norte. Durante esa semana se trabaja en un continuo, asociando la demanda recibida al stock, junto con los y las productoras. Los martes confirmamos los pedidos de los consumidores por un mensaje de Wathsapp, que implica algo más personalizado, y al mismo tiempo valoramos mucho esa instancia que nos permite contactarnos y trasmitir esta lógica que proponemos de otro modo de comercialización. Entre miércoles y jueves ajustamos todo el trabajo de logística y de acopio alrededor de 22 productos distintos, y el viernes entregamos”, cuenta Soledad Duré.
“Cada vez que hacemos pedidos nos juntamos con los vecinos, nos organizamos con tiempo y pedimos en conjunto. La verdad que los productos son muy buenos, a veces me duran hasta 15 días en la heladera. Cuando voy a la verdulería no duran nada, y la acelga y la espinaca cada vez que compro ahí me dura más. El sabor es distinto y por lo visto ahí está el resultado; cada vez hay más bolsas y más pedidos”, dijo Edda, consumidora del nodo de la Facultad de Agronomía.
“Para mí ha sido un beneficio dentro de este contexto de pandemia. A fines de abril fue la primer compra que hice y a partir de ahí no deje de comprar nunca. La relación precio calidad es excelente, yo compro casi todo. Soy un poco fanática de La Justa… Todo el mundo al que le recomendé la comercializadora está encantado. Las semillas son fabulosas, las flores duran 15 días o más! Y cuando uno va a buscar los pedidos al nodo, se vive un clima de armonía y de buena onda. Además soy muy localista y trato de fomentar el negocio en mi barrio. Ser parte de un comercio justo, e integrante de un círculo virtuoso me produce felicidad”, comenta Claudia, consumidora del nodo de Tolosa.
Como se menciona anteriormente, el contexto de pandemia ha reconfigurado modos y relaciones sociales, ha dejado en evidencia los trabajos fundamentales para el cuidado de la vida; la distribución de alimentos es una de ellas, es necesario garantizar su acceso, y reconocer a quienes se encargan de su producción y del trabajo logístico que hay detrás.
La Justa, propone un nuevo modo de concebir las relaciones entre productores y consumidores, los vínculos de trabajo que se emplean en una cadena donde todos los eslabones son necesarios, y cada uno de ellos reconocido en la remuneración y en la valoración de su trabajo.
Las redes de consumo que favorezcan la producción local generan trabajo y posibilitan el propio acceso a una alimentación saludable, independiente de los productos que se venden empachados de químicos procesados. Es necesario mencionar a un consumo organizado y consciente de lo que come, el acceso y la información de los alimentos debe garantizarse para un pueblo bien alimentado. La intervención pública debe estar presente, y la comercializadora universitaria es un ejemplo de eso.
Por eso, La Justa no solo pretende ser una comercializadora de productos de la agricultura familiar y la economía social y solidaria, sino también aportar a la discusión de los modos productivos y de comercialización existentes, su reconfiguración urgente para una sociedad que ponga la vida antes que la ganancia; un paradigma que La Justa junto con la comunidad organizada pretende transformar.