Etanol - ¿Qué hay detrás de la intensiva producción?

Idioma Español
País Bolivia

"Este tipo de industria causará una deforestación “sin precedentes”, atentará contra la estabilidad de las reservas acuíferas del país, contaminará los suelos y el agua (ríos y cuencas), y pondrá en peligro el abastecimiento de alimentos para la población."

Producción. Zafra de caña para el ingenio estatal en el municipio paceño de San Buenaventura. Foto: ABI

Advierten falta de evaluación ambiental, los industriales están a favor.

Instituciones ecológicas identifican al menos cuatro principales impactos ambientales que dejará en el país la producción intensiva de agrocombustibles, la cual —según la industria agropecuaria— permitirá la sostenibilidad del sector azucarero.

El 8 de marzo del año pasado, el Gobierno, los cañeros y los empresarios privados de Santa Cruz firmaron el primer convenio para introducir a Bolivia a la “era de los biocombustibles” con la producción a partir de caña de azúcar de alcohol anhidro que, a su vez, se mezclará con gasolina.

Este trabajo, que hasta 2025 se impulsará con una inversión de $us 1.600 millones, se profundiza desde esa fecha con el objetivo de ampliar la superficie de cañaverales, generar empleos, intensificar la producción de alcohol, reducir las importaciones de insumos y aditivos, recortar la subvención a los combustibles y disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del parque automotor.

Pero organizaciones de protección del medio ambiente consideran que este tipo de industria causará una deforestación “sin precedentes”, atentará contra la estabilidad de las reservas acuíferas del país, contaminará los suelos y el agua (ríos y cuencas), y pondrá en peligro el abastecimiento de alimentos para la población.

“El Gobierno considera que” la producción de agrocombustibles “le permitirá ahorrar una gran cantidad de dinero, pero no considera los costos que esto implica”, alerta Pablo Solón, director de la Fundación Solón.

Este medio envió a la estatal YPFB —principal ejecutor del programa— un cuestionario para saber si el Proyecto Etanol cuenta con un análisis de impacto y un plan de mitigación ambiental, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

“Es una barbaridad (…). La Ley del Etanol”, del 15 de septiembre de 2018 —que regula la cadena productiva de aditivos de origen vegetal—, “se aprobó sin ningún estudio ambiental, vulnerando la Ley (1333) del Medio Ambiente”, denuncia Solón.

Además, como en abril de 2008 expuso en Nueva York el propio presidente Evo Morales “es irracional en estos tiempos de cambio climático producir caña de azúcar para alimentar automóviles, cuando tenemos que producir alimentos para la población”, parafrasea Solón.

En tal fecha el Jefe del Estado propuso en el marco del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas desarrollar energías limpias y amigables con la naturaleza y acabar con el derroche de energía fósil.

IMPACTOS. “Cometen un grave error los que promueven los biocombustibles. Yo no puedo entender que algunos presidentes, algunos modelos de desarrollo económico, puedan reservar tierras para automóviles de lujo y no para el ser humano”, afirmó Morales al presentar sus “10 mandamientos para salvar al planeta, la humanidad y la vida”.

“Desde cualquier perspectiva que se analice”, la producción masiva de alcohol para convertirlo en aditivo para carburantes “no trae beneficios; al contrario, vulnera nuestro derecho a la alimentación, lo cual no ha sido analizado (por el Gobierno) con la seriedad que amerita”, advierte el director de Productividad Biósfera Medio Ambiente (Probioma), Miguel Crespo.

“El principal problema de los agrocombustibles es que se hace uso de cultivos alimentarios que dejan de estar disponibles para la alimentación de las personas”, según el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), que precisa que esta producción puede derivar también en la “pérdida de productos disponibles, concentración y extranjerización de tierras y la expulsión de campesinos del área rural”.

ESTRATEGIA. El presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Freddy Suárez, asegura que desde hace décadas Bolivia cuenta con una producción de alimentos excedentaria —con excepción del trigo—, por lo que el país está hoy en condiciones de procesar aditivos de origen vegetal y abastecer su mercado interno.

La Ley 1098 del Etanol determina que, “en tanto se precautele la soberanía con seguridad alimentaria, está autorizada la producción de aditivos de origen vegetal (que también pueden provenir del maíz y el sorgo) y la comercialización de productos agrícolas para la producción de dichos productos intermedios”.

“Deberíamos apuntar para producir y paliar el déficit del 60% que tiene Bolivia en trigo, no para alimentar a los vehículos, no para satisfacer a un sector con la deforestación de 200.000 hectáreas”, cuestiona desde el otro frente Crespo.

“En criterio de Suárez, en caso de no poner en marcha la producción y uso del etanol, se ponía en riesgo el abastecimiento de azúcar por la saturación del mercado y la caída de precios a niveles insostenibles”.

“En el caso del biodiésel, hecho con aceite de soya, la realidad nos muestra que el mercado interno no consume ni el 30% del grano que se produce y que se exporta el 70%. Por tanto, transformar parte de eso en combustible para el consumo nacional no afecta a nadie y la ganancia es que el Gobierno deja de comprar (aditivos) del exterior y se ahorra divisas”, agrega el empresario.

“Esto es un gran negocio que está ahondando más en el país temas críticos como la deforestación”, insiste a su vez Solón.

Crespo asegura que el país no cuenta con una política de fortalecimiento de la seguridad y soberanía alimentaria, por lo que los biocombustibles afectarán la producción de alimentos.

“Una muestra es que la producción de cereales y hortalizas bajó en los últimos años y que en 2017 Bolivia importó alimentos como trigo y frutas por un valor de 700 millones de dólares (…). Es una vergüenza que el país más rico en recursos genéticos de tubérculos esté importando papa del Perú”, sostiene.

Además de este riesgo, existen otros que puede causar a corto y mediano la ampliación de la frontera agrícola con deforestación.

“Habrá más lluvias torrenciales y sequías más prolongadas, una mayor degradación de suelos (por la producción intensiva) y contaminación por el mayor uso de pesticidas, insecticidas, herbicidas y fertilizantes”, advierte Crespo y recuerda que en los últimos 10 años Bolivia incrementó el uso de agroquímicos en más del 500%. “Antes se usaban 13 kilos por hectárea ahora se utilizan 48”.

Asimismo, la explotación “irracional” de agua tendrá sus efectos, ya que para la producción de un litro de etanol se requiere 1.700 litros de agua, afirma Solón. 

Y ante una posible escasez y encarecimiento de los productos alimenticios, “habrá un impacto directo en la economía del usuario”, sostiene Crespo.

Otros peligros son que, por el precio, los productores se sientan más incentivados a producir para el etanol que para la alimentación; y que los cañeros dejen cada vez con mayor frecuencia las tierras degradadas y siembren en tierras nuevas para incrementar el rendimiento de los cultivos.

Pero Andrea Salinas, coordinadora ejecutiva de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), piensa que los efectos de la producción de aditivos vegetales pueden ser diferentes, dependiendo del tipo de cultivos, zonas de producción, tecnología y material orgánico a emplearse,

Este tipo de producción, controlado por grandes y muy pocas empresas, “requiere del uso intensivo de productos químicos, monocultivo, explotación del trabajo, concentración de la tierra y paquetes  tecnológicos, como el de las semillas transgénicas y pesticidas”, alerta Fobomade.

“Los avances en Bolivia de los agrocombustibles (...) reflejan claramente el poder del agronegocio ya que resuelve con el dinero del Estado problemas de mercado para productos como los derivados de la caña de azúcar”, indica el Foro, que ve también cómo esta industria “presiona por otras condiciones de apoyo, algo a lo que no acceden otros sectores agrícolas que producen alimentos”.

Agrocombustibles en el mundo

Las proyecciones indican que la producción global de biocombustibles se mantendrá en ascenso.

Desde 2010, la producción de etanol ocupó más del 75% de la oferta mundial de agrocombustibles, y de acuerdo con lo proyectado esta situación continuará.

Mientras, la producción y consumo de este tipo de carburantes han ido creciendo en el mercado de manera paralela.

El 50% del bioetanol es producido por EEUU, el 22,5% por Brasil  y el 8,3% por China.

La Razón (Edición Impresa) / Marco A. Ibañez, Walter Vásquez / La Paz
16 de enero de 2019

Fuente: La Razón

Temas: Agrocombustibles

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