España, pionero en la Unión Europea en la siembra de maíz transgénico
España ha sido el país pionero en la siembra de variedades transgénicas (GM) en la Unión Europea, incorporando a la lista nacional de variedades vegetales dos variedades de maíz insecticida Bt en 1998, cinco variedades en marzo 2003 y otras nueve en febrero 2004. Hasta 2005 ningún otro país había autorizado la siembra comercial -en grandes superficies- de variedades transgénicas. La superficie sembrada de maíz transgénico era de 58.000 hectáreas en 2004 en este país
Recientemente varios países han prohibido expresamente el cultivo de las variedades Bt inscritas en septiembre 2004 en el Catálogo Europeo, y que serían las primeras que se pueden cultivar en toda la Unión Europea.
La superficie sembrada de maíz transgénico en España pasó de 25.000 hectáreas en 2002 a 32.000 hectáreas en 2003, aumentando a 58.000 hectáreas en 2004 según los datos del International Service for the Acquisition of Agri-Biotech Applications (ISAA) (1).
En 2003 esta superficie apenas representaba el 7% del total nacional, distribuyéndose de la siguiente forma: Cataluña 13%, Aragón 11%, Castilla la Mancha 9%, Madrid 9%, Navarra 4%, Andalucía 3% y Extremadura 2%. En 2004, según el ISAA, la superficie sembrada supondría el 12% del maíz cultivado a nivel nacional.
VARIEDADES CULTIVADAS
Todas las variedades autorizadas para cultivo en España son variedades insecticidas, que producen una toxina fabricada en la naturaleza por una bacteria del suelo, el Bacillus thuringiensis. Cinco de ellas llevan incorporado el evento Bt-176 (de la compañía Syngenta) y las restantes el MON 810 (de Monsanto). En el caso de las variedades Bt 176, las células del maíz llevan incorporado un gen “marcador” de resistencia a la ampicilina.
Ambos eventos fueron autorizados por la Unión Europea de acuerdo con la antigua normativa sobre liberación de organismos modificados genéticamente (OMG), Directiva 90/220/EEC, considerada inadecuada para la evaluación de estos productos y cuya modificación dio lugar a la moratoria europea sobre liberación de OMG. Esta Directiva ha sido sustituida por la Directiva 2001/18, más rigurosa y que exige una evaluación a largo plazo de las repercusiones de los transgénicos.
La mayor parte de la superficie de maíz Bt sembrada en España corresponde, según el Ministerio de Agricultura, a las variedades portadores del evento Bt 176. Estas variedades han sido retiradas del mercado en EEUU por sus riesgos de aparición de resistencia en las plagas y por el riesgo de que su elevada toxicidad afecte a especies de insectos protegidas o beneficiosas. A su vez, la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea recomendó en abril 2004 retirar estas variedades por sus potenciales riesgos sanitarios, motivando una decisión de la Agencia de Seguridad Alimentaria Española en la que se afirma que “este maíz Bt 176 no se podrá a sembrar ni a cultivar a partir de enero de 2005” (2). El cultivo de las variedades MON 810 inscritas en el Catálogo Europeo ha sido prohibido en varios países europeos.
La incorporación del gen Bt se supone que debe defender al cultivo contra el “taladro”, un insecto que puede convertirse en plaga en las zonas donde el monocultivo de maíz está más extendido, especialmente en años de calor. Sin embargo esta “defensa” no está garantizada, ni estaría justificada en gran parte del territorio, donde el taladro no provoca grandes daños.
APARICION DE RESISTENCIA EN INSECTOS Y NUEVAS PLAGAS
Uno de los grandes problemas de los cultivos Bt es la previsible evolución de resistencia a la toxina insecticida en los insectos plaga, sobre todo si la superficie cultivada es muy extensa y uniforme. En EEUU la Agencia de Medio Ambiente (Environmental Protección Agency, EPA) ha establecido medidas encaminadas a retardar la aparición de resistencias, que incluyen el mantenimiento de refugios(franjas cultivadas con variedades convencionales) de hasta el 50% de la superficie sembrada. El Gobierno Español, por el contrario, no ha tomado medidas en este sentido, limitándose la prevención de resistencias a meras recomendaciones de la industria semillera.
El riesgo de aparición de resistencia es mayor en las variedades Bt 176, cuya producción de insecticida disminuye notablemente al final de la temporada, por lo que no protegen adecuadamente el cultivo frente a la segunda generación de insectos plaga. Por esta razón, la EPA no renovó la autorización de las variedades Bt 176 a partir del 2000, comprometiéndose la empresa que comercializa las semillas en EEUU a retirarlas del mercado (3).
En España están apareciendo ya resistencias al Bt en el taladro, según las conclusiones de un estudio sobre control de taladro con maíz MG llevado a cabo por el ITG-A en Navarra durante 1998, 1999 y 2000 (4). La proliferación de insectos resistentes al Bt no sólo inutilizaría un valioso plaguicida utilizado en agricultura biológica, ocasionando gravísimos perjuicios a los agricultores ecológicos, sino que pudiera tener unas repercusiones difíciles de prever -y potencialmente muy graves- en los ecosistemas, ya que desconocemos el papel jugado por el Bacillus thuringiensis en los ciclos y equilibrios biológicos de la naturaleza, particularmente en los suelos.
Por otra parte, se ha señalado que la manipulación genética puede provocar alteraciones en los compuestos volátiles o en otro tipo de compuestos producidos por una planta transgénica, que pueden atraer o favorecer la proliferación de otros insectos dañinos para los cultivos (5).
UNA GRAVE AMENAZA PARA LA SALUD HUMANA
Las variedades de maíz Bt 176 fueron prohibidas desde el primer momento en varios países de Europa (Austria, Italia, Luxemburgo) por los riesgos sanitarios derivados de la incorporación a la planta de un gen marcador de resistencia a la ampicilina, que pudiera agravar la alarmante proliferación de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos y el recrudecimiento de enfermedades infecciosas que amenaza actualmente a la humanidad (6). El 16 de abril 2004 la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria recomendaba la retirada del mercado de estas variedades, publicándose a los pocos días en España una decisión de la Agencia de Seguridad Alimentaria Española en el mismo sentido, que obligaría a revocar su autorización en España a partir de diciembre 2004. Este revocación, sin embargo, no se ha llevado a cabo, ni se han tomado medidas para evitar la siembra de estas variedades en 2005.
Dado que la Directiva 90/220 no requería una evaluación del impacto y la estabilidad a largo plazo de los OGM, los riesgos de alergias o de otros posibles problemas para la salud asociados a las variedades insecticidas Bt no han sido estudiados adecuadamente antes de su autorización, ni se ha hecho un seguimiento riguroso de sus efectos, por lo cual su cultivo supone someter a la población (y al ganado que lo consume) a un peligroso e involuntario experimento a gran escala. Por esta razón, Austria, Grecia, Hungría y Polonia han prohibido recientemente el cultivo de las variedades MON 810 inscritas en el Catálogo Europeo de variedades en 2004.
El Bt 176 y el MON 810 han sido transformados mediante la técnica de bombardeo de partículas de ADN, cuyos resultados se consideran especialmente inexactos y problemáticos. Según la Comisión Europea, la inserción de ADN extraño en una posición no deseada dentro del genoma o de múltiples segmentos genéticos con reordenaciones puede potenciar o silenciar ciertos procesos de producción de proteínas, provocando perturbaciones en los procesos celulares de la planta con efectos potencialmente dañinos (7). Por otra parte, varios estudios han señalado la existencia de reordenaciones genómicas y supresión de ADN en las variedades derivadas de estos dos eventos. Esta inestabilidad genética puede dar lugar a efectos imprevistos, pudiendo provocar cambios de composición o la aparición de compuestos potencialmente tóxicos en los alimentos, con posibles riesgos para la salud humana (8).
Los estudios de toxicidad/alergenicidad realizados con plantas Bt no se consideran adecuados, dado que la mayor parte han sido realizados utilizando la toxina producida de forma natural por el Bacillus thuringiensis, en lugar de la proteína insecticida producida a partir del gen sintético modificado incorporado a las plantas transgénicas (9). Las proteínas Bt producidas en los cultivos transgénicos pudieran ser alergénicas, según diversos estudios realizados (10). Un informe del Norwegian Institute for Gene Ecology señala que los problemas de alergias aparecidos en los últimos años en Filipinas en zonas donde se cultivaba maíz transgénico pueden estar relacionados con el cultivo de variedades derivadas del MON 810 (11).
LAS VARIEDADES BT AFECTAN A INSECTOS BENEFICIOSOS
Los riesgos ecológicos del cultivo a gran escala de variedades Bt tampoco han sido evaluados suficientemente. La toxina natural del Bacillus thuringiensis afecta únicamente a determinados insectos plaga, pero no es dañina para otras poblaciones de insectos beneficiosos. Sin embargo, se ha constatado que las proteínas insecticidas del maíz Bt ocasionan una mortandad apreciable en especies del género Collembola, importantes para la descomposición de la materia orgánica en los suelos (12). Posiblemente esto se deba a que la toxina Bt del maíz transgénico no tiene las mismas propiedades que la proteína en su forma natural. La proteína insecticida producida por la bacteria B. Thuringiensis se activa por la acción de una enzima presente en el estómago de ciertas larvas, por lo que es específica, mientras que la producida por las plantas Bt es la forma activa de esta toxina y puede afectar a otras especies además de las consideradas plaga (13).
En 1999 investigadores de la Universidad de Cornell descubrieron que el polen del maíz Bt podía afectar a las larvas de la mariposa monarca ( Danaus plexippus), especie protegida amenazada, ocasionando una notable mortalidad en las larvas alimentadas en el laboratorio con hojas espolvoreadas con polen procedente de maíz Bt (14). Una de las conclusiones de este trabajo fue la necesidad de estudios más amplios, poniendo de manifiesto la temeraria ausencia de información sobre el impacto ambiental del cultivo de estas variedades. Posteriormente, un trabajo publicado en 2001 demostraba que algunas de las variedades Bt, concretamente las variedades Bt 176 cultivadas en España, tenían una toxicidad muy elevada, afectando a especies de insectos protegidas o beneficiosas (15).
La proteína insecticida Bt puede afectar también a predadores de las plagas. Un equipo del Swiss Federal Research Station for Agroecology and Agriculture, detectó que en determinadas especies enemigas de las plagas, como el crisopo ( Chrysoperla carnea), la mortalidad aumentaba notablemente y su desarrollo se retrasaba cuando se alimentaban de gusanos del barrenador del maíz criados en plantas Bt (16). Este efecto no había sido detectado en los experimentos realizados por Novartis (ahora Syngenta), al parecer por haberse realizado con larvas de crisopo alimentadas con huevos de insecto espolvoreados con Bt, sin tener en cuenta que las larvas no ingieren los huevos sino que succionan su contenido, no siendo por tanto afectadas por la toxina (17). Una reducción de las poblaciones de enemigos naturales del taladro resultaría en mayores problemas de control de plagas y en desequilibrios ecológicos difíciles de prever.
En 2003 un nuevo trabajo sobre poblaciones de artrópodos presentes en cultivos Bt ha demostrado una disminución de insectos voladores de varias familias (Lepidóptera, Lonchopteridae, Mycetophilidae Syrphidae y Ceraphronidea) en este tipo de cultivos (18).
LAS TOXINAS Bt ACTIVAS SE ACUMULAN Y PERSISTEN EN LOS SUELOS
La producción de toxinas en los cultivos Bt es continua (a lo largo de todo el ciclo), y el insecticida se produce en todas las partes de la planta. Diversos trabajos de investigación han alertado sobre los riesgos de la posible acumulación de las toxinas insecticidas en el entorno, y en particular en los suelos de los cultivos Bt al incorporarse la materia vegetal al suelo tras la cosecha y persistir en determinados suelos. A diferencia de los preparados insecticidas orgánicos basados en el Bacillus thuringiensis, que se descomponen con los rayos ultravioletas al ser expuestos a la luz, la toxina procedente de los cultivos transgénicos puede acumularse en los suelos, pudiendo permanecer las proteínas insecticidas en estado activo adheridas a partículas del suelo durante periodos relativamente prolongados (19).
Se ha podido verificar, además, que el maíz Bt libera proteína insecticida a través de las raíces, permaneciendo las toxinas en estado activo adheridas a partículas de los suelos y afectando a larvas de insectos (20).
Se desconoce cómo puede repercutir esta liberación y acumulación de toxinas insecticidas sobre la comunidad de organismos vivos presente en los suelos, su biodiversidad y sus funciones ecológicas. Se ha demostrado, sin embargo, que la incorporación al suelo de los residuos vegetales de cultivos Bt afectan negativamente a las lombrices de tierra, cuyo peso disminuye cuando permanecen de forma prolongada en este medio (21). El volumen de insecticida Bt que penetra en los suelos en un cultivo transgénico excede con mucho el existente en la naturaleza (incluso suponiendo el uso puntual de preparaciones Bt para control orgánico de plagas).
La ecología de la comunidad biótica de los suelos y sus interacciones con las plantas son todavía poco conocidas. Apenas conocemos las funciones de muchos de los microorganismos que habitan el sustrato superior de nuestros suelos, pero es sabida la importancia de una presencia equilibrada de poblaciones de determinadas bacterias, hongos, nematodos… para mantener y mejorar la fertilidad de los suelos y la salud y el rendimiento de los cultivos. Esta comunidad viva tiene mayor importancia, si cabe, en climas áridos y en regiones con suelos pobres y de gran fragilidad, como es la mayoría del territorio español. Se desconoce, además, el papel del B. Thuringiensis en los suelos. Los efectos de la acumulación de la toxina Bt, y la posible evolución de resistencias a este insecticida en organismos del suelo pudiera dar lugar a desequilibrios ecológicos importantes, que afectarían gravemente a la fertilidad de los suelos.
Notas
[1] ISAAA. “Situación global de los cultivos transgénicos/GM comerializados: 2004”. Resumen Ejecutivo. International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications, ISAAA. Nº 32 –2004. www.grupobiotecnologia.com/CLIVE_JAMES_2004.pdf
[2] Agencia de Seguridad Alimentaria Española. “La EFSA apuesta por una evaluación rigurosa de la resistencia a antibióticos en los OGM”. Comunicado de la Agencia de Seguridad alimentaria de 23.04.2004. www.aesa.msc.es/aesa/web/AesaPageServer?idpage=56&idcontent=5323
[3] Phil Sloderbeck, “Current status of Bt Corn Hybrids” . Kansas State University. www.oznet.ksu.edu/swao/Entomology/Bt_Folder/Bt%20Corns2.html
[4] Citado en “Al Grano: impacto del maíz transgénico en España”. Informe de Amigos de la Tierra y Greenpeace. Agosto 2003.
[5] E. B. Hagvar & S. Aasen. “Posible Effects of Genetically Modified Plants on Insects in the Plant Food Web”. Latvijas Entomologs, 2004, 41: 111-117.
[6] Ver: Worldwatch Institute. “La Situación del Mundo 2005”. Capítulo 3. Editorial Icaria. Feb. 2005.
[7]European Communities “Measures Affecting the Approval and Marketing of Biotech Products (DS291, DS292, DS293)”. First Written Submission by the European Communities. Geneva. 17 May 2004.
[8] A. Wilson, J. Latham & R. Steinbrecher, “Genome Scrambling –Myth or Reality?”. Econexus Technical Report – October 2004. C. Collonier, G. Berthier, F. Boyer, M-N. Duplan, S. Fernández, N. Kebdani, A. Kobilinsky, Y. Roma Bertheau. “Characterization of commercial GMO inserts: a source of useful material to study fluidity”. Poster courtesy of Pr. Gilles-Eric Seralini. CRII. 2003. Third Party Submission by Norway to the EU document “Measures Affecting the Approval and Marketing of Biotech Products (DS291, DS292, DS293)”. 2004.
[9] J. Cummins. “Bt Toxins in Genetically Modified Crops: Regulation by deceit”. ISIS Press Release. 23.3.2004
[10] Third Party Submission by Norway to the EU document “Measures Affecting the Approval and Marketing of Biotech Products (DS291, DS292, DS293)”. 2004.
[11] “Maize allergy raises hackle”. New Scientist. Issue 2437. 6 March 2004. T. Traavik. “The Cartagena Protocol, the Precautionary Principle, “sound science” and “early warnings”. T. Traavik, Norwegian Institute for Gene Ecology, report march 2003.
[12] Environmental Protection Agency MRID No. 434635-01. Citado en el informe de Greenpeace “Novartis’ Genetically Engineered Maize. A major threat to the environment and human and animal health”. Greenpeace International, February 1998.
[13] B. Tappeser. “The differences between conventional Bacillus thuringiensis strains and transgenic insect resistant plants”. Informe para el Open-ended Working Group on Biosafety, Okt. 13-17, 1997. Montreal, Canadá.
[14] J. Losey, L.S. Raynor, y M.E. Carter. “Transgenic Pollen harms Monarch Larvae”. Nature, 339, 214 (1999).
[15] A.R.Zangeri, D. McKenna, C.L.Wraight, M. Carroll, P.Ficarello, R. Warner y M.R. Berenbaum, “Effects of exposure to event 176 Bacillus thuringiensis corn pollen on monarch and black swallowtail caterpillars under field conditions”. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, October 9, 2001, Vol. 98, nº 21
[16] Angelika Hilbeck et al. “Effects of transgenic Bacillus thuringiensis corn-fed prey on mortality and development time of immature Chrysoperla carnea (Neuropetera: Chrysopidae)”. Environmental Entomology 27: 480-87, 1998. Angelika Hilbeck et al. “Effects of transgenic Bacillus thuringiensis Cry 1Ab Toxin to the Predator Chrysoperla carnea (Neuroptera: Chrysopidae). Environmental Etimology 27: 1255-1263.
[17] F. Koechlin, Informe sobre reunión internacional de entomología en Basel, en Marzo de 1999. No Patents on Life Mail Out 65
[18] M.P. Candolfi, K. Brown, C. Grimm, B. Reber & H. Schimidli. “A Faunistic Approach to Assess Potential Side-Effects of Genetically Modified Bt Corn on Non-Target arthropods Under Field Conditions.” Biocontrol Science and Technology, March 2004, vol 14, no. 2, pp. 129-170 (42).
[19] H. Tapp y G. Stotzky. “Insecticidal Activity of the Toxins from Bacillus thuringiensis subspecies kurstakiand tenebrionsis adsorbed and Bound on Pure and Soil Clays”. Applied Environmental Microbiology. Mayo 1995. Pgs. 1786-1790. C. Crecchio y G. Stotzky. “Insecticidal Activity and Biodegradation of the Toxin from Bacillus thuringiensis subs. Kurstaki Bound to Humic Acids from Soil”. Soil Biology and Biochemistry. Vol. 30. No 4, pgs. 463-470, 1998. C. Zwahlen, A. Hilbeck, P. Gugerii & W. Nentwig.(2003) “Degradation of the Cry1Ab protein within transgenic Bacillus thuringiensis corn tissue in the field”. Molecular Ecology 12 (3). 765-775.
[20] D. Saxena, S. Flores, G. Stotzky, “Insecticidal toxin in root exudates from Bt corn”. Nature, Vol 402, December 1999.
[21] C. Zzwahlen, A. Hilbeck, R. Howald & W. Nentwig. (2003). “Effects of transgenic Bt corn litter on the aearthworm Lumbricus terrestris”. Molecular Ecology 12 (4). 1077-1086.
Isabel Bemejo