Egídio, Valdir y todos los guardianes de las semillas
"Aprender a identificar, acondicionar y circular semillas parece una de las cosas más importantes del tiempo que nos fue dado".
COLUMNA | Con viento y a la intemperie
Hay personas que se anticipan, sin mucho alarde, sin mucha explicación… Uno de ellos era Egídio [ 1]. Un día me lo encontré en un aeropuerto. Él iba para Paraguay, yo para Argentina. Me extrañó verlo tan rellenito. Él, siempre enjuto, había engordado en la cintura. “¡Estás comiendo bien, Egídio!”. Puso el dedo índice, vertical, sobre los labios, miró para los lados y me confesó bajando la voz: “Son semillas”. No desperdiciaba un viaje sin llevar y traer semillas criollas. Aquella vez eran de calabaza, para los campesinos del departamento de San Pedro.
Me acordé de Egídio porque perdimos otro compañero guardián de las semillas: Valdir do Nascimento de Jesus, que mataron invasores de la “Comuna Olga Benario”, donde Valdir vivía, la noche del 10 de enero. Mataron también a Gleison Barbosa de Carvalho, e hirieron a 3 asentadas y 3 asentados que también estaban haciendo vigilia frente a las amenazas de invasión del asentamiento [ 2]. Valdir tampoco era de hacer alarde. Recolector de semillas del bioma de la Mata Atlántica en la región del Valle de Paraíba, preparaba plantines para reforestar. Él decía que plantar árboles es una urgencia, para volver a tener agua y oxígeno. “Las semillas”, decía, “son el principio de la vida”. La “Comuna Olga Benario” implementa sistemas agroforestales, combinando la formación de bosque y la abundancia que este propicia, con el plantío de comida para el día a día. Es la transición de la escasez para la abundancia.
Estaba pensando en Egídio y Valdir cuando vi los videos de las pequeñas piezas de teatro que las comunidades zapatistas presentaron en el Encuentro de Resistencia y Rebeldía, el 30 de diciembre pasado, para imaginar “el otro día después sin capitalismo”. Me llamó la atención una de esas piezas [ 3] en la que, en un ejercicio de imaginación realista, se preparan para conservar y expandir ese “principio de la vida” del que hablaba Valdir. Frente al colapso de las ciudades y la crisis alimentaria que ya anuncian científicos de todo el planeta [ 4], en el enredo teatral, las comunidades envían emisarios a otros territorios para recolectar, intercambiar y, si es necesario, donar semillas.
Aprender a identificar, acondicionar y circular semillas parece una de las cosas más importantes del tiempo que nos fue dado. Entre los pueblos de la Amazonía, las mujeres de prestigio son aquellas que cuidan en su huerta la mayor variedad de plantas. Prestigio, porque la variedad es indicio de la cantidad de vínculos de confianza que tienen con otras mujeres, con quienes intercambian semillas [ 5]. Otra cosa curiosa es que el trueque de semillas responde a una aritmética muy particular: si estoy en pose de 2 variedades y dono esas 2, continúo con 2; y, si intercambio esas 2 con una compañera que tiene otras 3, las dos tenemos 5. En los intercambios de semillas, nunca resto, siempre, siempre sumo.
Es un despropósito guardar semillas indefinidamente sin plantar. Cada especie y variedad tiene un plazo en el que conserva su poder germinativo. Entonces, si no puedo plantar, por algún motivo, mi responsabilidad es encontrar quien plante. Parte del maíz criollo que plantamos en nuestra huerta colectiva, nos lo dio un vecino que, hasta entonces, no conocíamos. Él nos vio carpiendo y se acercó ofreciéndonos, porque no tenía dónde plantar: “cuando tenga dónde plantar, ustedes me reponen”. Fue un acto de responsabilidad de este vecino. Una dádiva que crea un vínculo y supone un retorno, diferido, de la generosidad.
Cuando plantamos, nombramos la procedencia de la semilla: si es la segunda o tercera generación que plantamos en el lugar, y de dónde vino la “abuela”. Quiénes nos la donaron o intercambiaron y las recomendaciones que nos hicieron para el manejo. A veces, la semilla viene junto con la receta, cuando se trata de un alimento. En el momento del plantío, hay un recuerdo agradecido para el territorio de donde nos llegó [ 6].
Aprendizaje de una ética que viene de lejos y que festejamos sin mucho barullo, como Egídio y Valdir.
Notas:
[ 1] Egídio Brunetto, del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, de Brasil. Ver: https://mst.org.br/2020/11/30/egidio-brunetto-sua-vida-e-seu-legado/
[ 2] El área rural del municipio de Tremembé, donde está la “Comuna Olga Benario”, es codiciado por el negocio inmobiliario. Ver: https://noticias.uol.com.br/cotidiano/ultimas-noticias/2025/01/11/ataque-ao-mst-teria-sido-motivado-por-disputa-de-terra-com-crime-organizado.htm
[ 3] Ver: https://vimeo.com/1045823888
[ 4] Ver: https://www.pagina12.com.ar/796791-mas-de-150-cientificos-laureados-piden-actuar-ya-para-evitar?fbclid=IwY2xjawH1JG9leHRuA2FlbQIxMAABHdZ3HnmL94zbY1eTaDosJnjfvIVe1BnUdasvKkrTTow_SMLFvP7hQJGqIg_aem_ezlq0m1C0B2CbfGmucBHQA
[ 5] Comunicación oral con la antropóloga indigenista Manuela Carnero da Cunha, el 11 de noviembre de 2024.
[ 6] Recomendación del compa Julio Muller, otro guardián de semillas.
Fuente: Desinformémonos