Editorial #123 | La plena soberanía alimentaria

La foto nos muestra las manos llenas de fruta. Frutas que son semillas que serán nuevos frutos. Y eso nos pone en frente a las semillas y a los frutos que son semillas. Y son frutas campesinas, no son de la agroindustria. 

- Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, México. Foto: Mario Olarte.

Como bien dice Camila Montecinos en su presentación en la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito, “absolutamente todos los cultivos del mundo, sin excepción alguna, son obra campesina e indígena, que partió por la domesticación” —ese proceso de amistarnos con cultivos para hacerlos nuestros y hacernos suyos.

Biodiversidad, sustento y culturas continúa entonces la conversación sobre lo que significa una soberanía alimentaria. Tal soberanía implica batallas simultáneas. Producir alimentos propios no basta. Tenemos que determinar en qué condiciones producimos dichos alimentos, comenzando por las semillas, o cómo esa soberanía también implica la autogestión milenaria de recolectar o pescar y cazar.

Insistiremos en distinguir entre seguridad y soberanía alimentaria, con la pregunta de Leonardo Melgarejo: ¿son un derecho a conquistar o una construcción a realizar?

Los Pueblos de las Aguas, de los Campos y las Florestas que en esta revista toman la palabra, reivindican de entrada la integralidad necesaria para ejercer soluciones creativas y resolver así lo que más les importa. La búsqueda de una plenitud en su propia persona plural, colectiva, comunitaria.

La soberanía alimentaria es entonces un retorno a lo que sí nos responde y nos ha correspondido desde el fondo de los tiempos: relaciones de cercanía que nos permiten ser comunidades sin pedirle permiso a nadie para ser autónomas.

Necesitamos la fuerza de la historia propia para transformar nuestra condición y al reivindicar esa historia, “no podemos olvidar nuestra relación con las semillas”, como ya dijo Camila Montecinos.

La guerra contra la subsistencia emprendida por caciques, corporaciones, gobiernos y organismos multilaterales acapara territorios enteros que después tendrán un uso inmobiliario, minero o agroindustrial. El arrasamiento no les perturba porque no entienden la tierra como suya. Sólo entiende la tierra como suya, o como ser nosotros parte de ella, quien ha sembrado o siembra, quien cuida los hilos de ese tejido de momentos, de memorias que van creando nuestro cuidado mutuo con los cultivos y los lugares.

Por eso son vitales las ferias, los encuentros, los intercambios de saberes y de historias, como dicen en Porto Alegre... ¿qué historias de vida habitan en tu plato?

Nuestra revista se suma a las exigencias de los pueblos por una reforma agraria integral para que las transformaciones que encarna la autonomía sean realmente plenas, sin restricciones o normativas que coarten o acoten lo que los pueblos saben desde siempre cuidar. Resolver nuestra alimentación sin depender ni obedecer a nadie es un logro enorme. Ese logro es la autonomía cuyo primer paso es la soberanía alimentaria.

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Temas: Semillas, Soberanía alimentaria

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