Editorial
¿Quién puede predecirlo todo en la vida?, qué nos hace propensos a convivir con la incertidumbre sin aparente preparación salvo una atención individual y colectiva, sistemática, con conciencia de las implicaciones de ignorar o peor aún menospreciar lo que nos ocurre, lo que nos hace el capitalismo:
el daño y el despojo que son la razón de su ganancia.
Investigadoras e investigadores, activistas y gente consciente de las repercusiones de la acción machacona de empresas y gobierno sobre nuestro entorno, han ido entendiendo que la mayor parte si no es que todos los desastres que aquejan a poblaciones y Naturaleza en diversas partes de nuestro planeta podrían no haber sido catástrofes, si no fuera por la vulnerabilidad fabricada palmo a palmo por las condiciones acumulativas que sufren los pueblos y comunidades en su desigual batalla por la vida.
Según el Tribunal “Tiempo de Desastres”, que sesionó en Quito en octubre de 2022, “los desastres, en muchos casos, son provocados por acción u omisión de los gobiernos de turno, y por empresas que ignoran deliberadamente las condiciones físicas, geológicas y ecológicas de los territorios donde se realizan obras de infraestructura, convirtiéndose en responsables de dichos desastres”... “Acciones aparentemente de pequeña escala pueden desatar, por evolución lenta, grandes desastres... Fuertes lluvias (agravadas por los trastornos climáticos que enfrenta el Planeta a nivel global), produjeron un crecimiento de la corriente de un río u otro o varios juntos... Las alteraciones a los ciclos naturales, por ejemplo de los ríos, desencadenan también desastres que destruyen las posibilidades de vida de las comunidades... el Estado, en complicidad con empresas ignoran en muchas ocasiones las demandas de la población y las resoluciones del sistema de justicia, lo que habrían evitado muchos de tales desastres”.
Existen también sistemas de predicción que no son los usuales ni en la llamada ciencia o la academia y que, sin embargo, abrevan de una memoria antigua de la acumulación histórica de los riesgos, como en el caso de las poblaciones guaraníes ribereñas de la zona de Río Grande Do Sul en Brasil donde los sabios ya sabían que venían las correntadas y las lluvias, y comenzaron a prepararse para aminorar el colapso o por lo menos remediar en la medida de lo posible los impactos más inmediatos y cercanos.
Tal vez comenzar a comprender que no sabemos lo que creemos saber e ignoramos grandes tejidos de relaciones que nos podrían abrazar con grandes claridades.
Mientras, gobiernos, corporaciones y crimen organizado proceden por normativas, chantajes e imposiciones que no nos dejan ser todo lo que podemos ser para seguir defendiendo la vida. Biodiversidad, sustento y culturas quiere estar al pendiente. •