Ecuador: pronunciamiento en defensa de la Pachamama y de la vida

Idioma Español
País Ecuador

"Nuestra lucha es en defensa de la vida, por eso es sagrada y no violenta. Seguimos, luego de tantos siglos, siendo custodios de la Pachamama con sus bosques, páramos, ríos, manglares... Por eso se nos califica de salvajes e ignorantes, para justificar su intervención civilizadora y modernizadora."

Las comunidades, organizaciones, colectivos y personas, reunidas en el Encuentro de Pensamiento Ecologista los días 17 y 18 de noviembre de 2011, convocadas por la Red de Ecologistas Populares y el Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, logramos una vez más construir conocimiento en base al diálogo, compartiendo información y experiencias sobre las amenazas que nos afectan, a partir de lo cual reafirmamos nuestra decisión de mantenernos en resistencia para defender nuestra vida como pueblos y nuestros derechos territoriales. Sólo sobre esta base es posible un Sumak Kawsay, entendido como la vida en plenitud, en armonía con la naturaleza.

 

Venimos de un proceso histórico de enfrentar al capitalismo, a la modernización que deshumaniza y mercantiliza la vida, y en tiempos actuales, a la “revolución ciudadana”, que con estrategias, discursos y banderas distintas pretenden seguir despojándonos de nuestras fuentes de vida. No nos reconocemos pobres, pues si lo fuéramos, las empresas y el estado no nos tuvieran en su mira para quitarnos el agua, la biodiversidad, riquezas naturales que se han convertido en las nuevas bases de acumulación capitalista bajo los criterios de la perversa “economía verde” que se busca imponer como la nueva forma de enriquecimiento de las empresas.

 

En este Encuentro constatamos que a pesar de incorporar el término del Buen Vivir en el Plan Nacional de Desarrollo, éste no es más que una continuidad de las propuestas extractivistas, agroindustriales, la mercantilización de la naturaleza, con prácticas clientelares y basadas en el control y manipulación de la población para cumplir con sus fines. Este plan incluye otra imposición más del capitalismo, como es la utilización de nuestras tierras en sembrar productos para fabricar combustibles, en lugar de sembrar alimentos.

 

En muchos de nuestros pueblos, la palabra “pobre” no existe. En el kichwa, por ejemplo, se ha adaptado el concepto a la palabra “wakcha”, que literalmente significa “huérfano/a”, pues para este pueblo, pobre es quien carece de familia o comunidad, y por tanto no tiene cómo aplicar la complementariedad, la solidaridad y la reciprocidad, porque se convierte en individualista.

 

Somos expresión viva de la diversidad porque tenemos identidades y valores, porque a pesar de todo existen entre nosotros tejidos comunitarios con los que hemos defendido nuestros derechos territoriales, soberanía alimentaria, autonomía y dignidad. Esto lo conoce el Estado, por eso promueve un Plan Nacional del Buen Vivir cuyas prioridades son la minería industrial, el petróleo en las zonas más distantes y profundas, los agrocombustibles, las cadenas agroindustriales, plantaciones forestales y numerosas hidroeléctricas y represas para el control del agua en beneficio de todo este modelo. Su objetivo es destruir nuestras inter-relaciones no capitalistas para favorecer a grandes intereses privados nacionales y extranjeros, para integrarnos e incluirnos en su dinámica consumista, mercantilista, y volvernos dependientes de un sistema controlado por las empresas y el Estado.

 

Analizamos también las implicaciones del Código de la Producción, el Código de Ordenamiento Territorial -COOTAD, el mecanismo REDD y la nueva política de endeudamiento, que apuntan a controlar absolutamente todo lo referente a la administración territorial y la producción. Bajo el principio de la competitividad, instalan en el país el “capitalismo popular” con la idea de que todas y todos seríamos supuestas/os socias/os dentro de una lógica empresarial. En realidad estas políticas nos atan a los encadenamientos productivos de las grandes corporaciones. A través de los “servicios ambientales”, por medio de los programas socio bosque y socio páramo, buscan despojar de todos los territorios a pueblos y nacionalidades indígenas, campesinos/as y afro ecuatorianos, para favorecer al mercado del carbono controlado por mafias que dominan las nuevas formas de acumulación capitalista.

 

A propósito de los “servicios ambientales”, rechazamos que se quiera reducir a la naturaleza y sus funciones a “recursos” y “servicios”, sabemos que el lenguaje es otro mecanismo de dominación e imposición. Nuevamente, basados en nuestras culturas, en las cuales estas nociones no existen, no aceptamos tales palabras; la Pachamama no es un recurso y no presta servicios. Como dice Taita Lorenzo Muelas, del Pueblo Guambiano-Misak de Colombia: “El Derecho Mayor indígena originario es legado por nuestros antepasados, es imprescriptible, inalienable e intransferible y no está en venta en todo el continente”

 

Rechazamos cualquier pretensión de ampliar la frontera petrolera en el país; y de manera particular en el Parque Nacional del Yasuní, bloque ITT, 31 y campo Armadillo; territorios indígenas y de los pueblos en aislamiento voluntario. Creemos en la iniciativa de mantener el crudo bajo tierra como el primer paso hacia un país y un mundo post-petroleros. No es por dinero que defendemos el Yasuní y otros lugares amenazados, sino porque estamos conscientes de todo el daño que ocasiona la explotación petrolera en todas sus fases. En las zonas ya afectadas demandamos un proceso de reparación integral y la cancelación del Complejo Petroquímico de la Refinería del Pacífico.

 

Nos solidarizamos con los hermanos y hermanas que han sido criminalizados, desalojados, reprimidos, por defender el agua, sus tierras y territorios, utilizando mecanismos ilegales y la fuerza pública. Con esto se quiere intimidar para acallar las voces que se oponen a este modelo. No entendemos cómo es que se tilda de terroristas a quienes defienden su propia casa, a quienes defendemos a nuestra Madre.

 

Repudiamos los hechos de violencia y desalojo acaecidos en Río Grande (Manabí), a causa de la construcción de una represa, y en la comunidad Topo (Tunguragua), reprimida para hacer viable una hidroeléctrica de interés de un poderoso grupo económico. De igual manera rechazamos el chantaje ejercido sobre el Pueblo Secoya a causa de una historia marcada por el petróleo, las plantaciones de palma, los servicios ambientales e incluso la militarización en nombre de la conservación.

 

Rechazamos todo proyecto extractivista y monocultivos industriales que atentan contra los derechos de la naturaleza. Exigimos la salida de estas empresas.

 

Nos solidarizamos con todos los compañeros y compañeras afectadas, pues compartimos su mismo espíritu de lucha y resistencia. Más allá de cualquier acuerdo y convenio que se ha impuesto sobre los pueblos, nos queda seguir el camino de la resistencia para defender los territorios, ejerciendo los derechos consagrados en la Constitución e instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT y los que protegen los derechos humanos y de la naturaleza.

 

Valoramos la importancia de difundir ampliamente sobre los peligros y amenazas de estas políticas y planes pensados como nuevas formas de saqueo, utilizando todos los medios disponibles.

 

Nos comprometemos a trabajar fortaleciendo la articulación entre comunidades, movimientos sociales, colectivos y población en general, pues todos y todas somos afectadas, de una u otra forma, por estas crueles obras de “desarrollo”.

 

Tomando en cuenta todos estos aspectos, convocamos a una MINKA POR LA VIDA Y DE RESISTENCIA. Una minka fundamentada en la revaloración, recuperación, mantenimiento y transmisión de nuestra sabiduría ancestral, con la comprensión de los diferentes procesos de vida que nos hermanan con los espíritus del agua, las plantas, los animales, los cerros…

 

Nuestra lucha es en defensa de la vida, por eso es sagrada y no violenta. Seguimos, luego de tantos siglos, siendo custodios de la Pachamama con sus bosques, páramos, ríos, manglares... Por eso se nos califica de salvajes e ignorantes, para justificar su intervención “civilizadora” y “modernizadora”.

 

Como diría Galeano, “en este mundo, la palabra y el hecho pocas veces se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan”. Nosotras y nosotros queremos, como lo han hecho siempre nuestros pueblos, continuar rompiendo esta fragmentación, vivenciando y poniendo en práctica el Sumak Kawsay, no sólo como palabras bonitas, sino en complementariedad, solidaridad y reciprocidad tanto entre nuestros pueblos como con la sagrada tierra, y resistiendo. Nuestra propuesta política es construir un poder de todos los pueblos para defender la Vida en plenitud.

 

Quito, 18 de Noviembre de 2011

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos

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