Ecocidio: conocimiento y corporaciones
"La solución al problema científico adquiere mayor precisión cuando se plantea como consecuencia del capitalismo corporativo, y se demuestra que los daños que éste genera en la tierra y en la biosfera, anuncian, o muestran, rigurosamente, un futuro amenazador para la vida en la Tierra y para el Planeta Tierra."
Por Pablo González Casanova
02-04-2013
A Armando Hart Dávalos
Un problema en que debemos reparar es el del desconocimiento en las ciencias y en la lucha por “lo que es científico, y lo que no es…”. En “lo que no es científico” tenemos que profundizar y precisar por qué no lo es, y no quedarnos en críticas generales cuya capacidad de persuasión es menor, sobre todo en aquellos ambientes que. consciente o in-concientemente, cultivan “la ignorancia” hasta para sí mismos, como ocurre con la inmensa mayoría de las fuerzas dominantes. El pensamiento crítico y científico de nuestros días debe comprobar "la ignorancia” o “el desconocimiento” que se dan, tanto en el peligro que corre la vida humana como en las verdaderas causas que lo determinan.
La solución al problema científico adquiere mayor precisión cuando se plantea como consecuencia del capitalismo corporativo, y se demuestra que los daños que éste genera en la tierra y en la biosfera, anuncian, o muestran, rigurosamente, un futuro amenazador para la vida en la Tierra y para el Planeta Tierra.
Limitarse a decir que el proceso se debe al modo de dominación y acumulación capitalista es cierto pero insuficiente. Es cierto, en tanto contribuye a mejorar el conocimiento de los convencidos: pero es poco eficaz para enfrentar la contraofensiva que desatan las fuerzas de dominación y acumulación del sistema, a cuyas presiones, sanciones abiertas y encubiertas, y argumentos científico-políticos ceden quienes les temen o sirven a sus intereses con lo que callan, dicen o hacen.
Cabe reconocer que numerosos científicos denuncian los problemas que crea el capitalismo corporativo, su magnitud, aceleración y creciente tendencia destructiva, pero es también cierto que la mayoría no atribuye al capitalismo el origen y magnitud de daños y peligros.
Los problemas del desconocimiento se dan tanto en los análisis de las causas y factores, como en los análisis de tendencias, y en las soluciones y medidas a tomar, así como en las definiciones del “capitalismo” y también de la “ciencia” o de lo que no es “ciencia” y “por qué no lo es”. Algunos hechos o tesis ilustran el problema:
En primer término es necesario observar que con frecuencia se olvida que son varias y no una las amenazas a la vida en la tierra. Se pueden destacar cinco principales:
1ª. La que corresponde al hoyo de ozono y sus efectos.
2ª. La que se refiere al cambio climático y sus efectos.
3ª. La que generan las corporaciones de los distintos sectores de la economía, el sector primario, el secundario y el terciario, con preeminencia creciente de la economía de la destrucción frente a la economía de la producción, la acumulación ampliada y la reproducción....
4ª. La que corresponde al peligro creciente que para la destrucción de la biosfera significaría una guerra nuclear.
5ª. La que hace todas las presiones posibles –concientes e inconscientes—para que no se reconozcan ni peligros, ni causas, ni soluciones, o para que unas veces se reconozcan unos y se desconozcan otros.
Esas presiones sobrepasan en mucho la mera “descalificación” y “desconocimiento” de quienes formulan científicamente el problema. Es más, son también la causa del problema. Son la causa del problema que se niegan a conocer los beneficiarios del modo de dominación y acumulación del que ellos mismos se están convirtiendo en víctimas potenciales.
Se niegan a reconocer, en todo o en parte, que la estructuración mundial del modo de dominación y acumulación, movido por la maximización de sus utilidades, riquezas y poder, e integrado hoy como un sistema de corporaciones y complejos militares-empresariales-políticos-y-mediáticos, es la causa principal de los peligros que amenazan a la humanidad y, por lo tanto, a ellos mismos.
El sistema capitalista en su situación actual se define como un conjunto realmente existente que más que la suma de los subconjuntos que lo integran es la combinación o articulación de esos subconjuntos. El capitalismo actual, lejos de quedarse en un mero concepto o categoría general, teórica o ideológica, se redefine por las articulaciones, rearticulaciones y desarticulaciones de las grandes empresas y los distintos sectores en que operan, así como por su vinculación en núcleos de poder, mediación, corrupción y represión en los que se apoya, y cuyo comportamiento real y formal, efectivo y virtual, abierto y encubierto, se realiza con organismos complejos -- de múltiples relaciones, funciones e interacciones-- a cargo de los grandes empresarios y sus grupos de presión y de poder, cada vez más integrados por quienes al mismo tiempo son empresarios doblados de militares, o de políticos, o de publicistas, de comunicadores, de tecno-científicos, de patrocinadores o consejeros de las instituciones de cultura superior y de expertos en la cultura de masas y en la individualizada o “focalizada”.
Los integrantes del sistema y sus colectivos tienen una autonomía relativa, pero en todos predomina’’, para las decisiones de “última instancia”, la lógica financiera, complementada, a todas las escalas, con la lógica de la represión y la cooptación, de la colusión, la intimidación y la corrupción, de la enajenación intelectual y moral, éstas utilizadas alternativa o simultáneamente para el objetivo principal y expreso que los mueve: la maximización de utilidades, riquezas, poder y valores enajenados, y la minimización de pérdidas, fracasos o sujeciones.
A las organizaciones, cuerpos colegiados y personas dominantes en el sistema se añaden las más variadas fuerzas, institucionales e informales, legales e ilegales, que se especializan en los distintos sectores, ramas y regiones en que las empresas y complejos, o los estados-nación y los sistemas políticos ponen en práctica las medidas de dominación y acumulación.. En ese sistema y precisamente en ese sistema, destacan las contradicciones actuales y potenciales que aumentan los peligros de ecocidio”.
Y aquí resulta ineludible una aclaración y un paréntesis. En la argumentación anterior y en la que sigue nos referimos a los peligros de “ecocidio” o de “ecosuicidio” con la certeza de que son problemas que la humanidad puede resolver, sin que esa certeza implique el que “necesariamente” los va a resolver, sino el que debemos y podemos luchar por resolverlos, y que tenemos posibilidad de resolverlos. Así, con nuestra argumentación buscamos contribuir, con otros muchos, al esclarecimiento de la conciencia, y al impulso de las organizaciones que son necesarias para que el máximo de fuerzas logre detener el peligro de ecocidio, des-estructurando las causas y factores que realmente lo determinan. Pues si el peligro está científicamente comprobado por toda la comunidad científica del mundo, sus causas y soluciones están todavía dejos de convertirse en conocimientos--fuerza de quienes luchan por la vida y la emancipación humana.
Si la causa principal del máximo peligro a que la humanidad se enfrenta es el sistema dominado por el capital corporativo, los distintos y principales fenómenos en que aparece la amenaza a la vida –como el hoyo de ozono, el cambio climático, la explotación y destrucción creciente de la vida en la tierra por la sobreexplotación de los recursos terrestres de que se apoderan las corporaciones--, sin duda van a incrementar cada vez más la lucha por los recursos naturales entre las propias corporaciones, entre los estados-nación y entre los bloques y complejos hegemónicos.
Esas luchas se seguirán asociando a la recolonización de las naciones y de los pueblos y a la esclavización salarial y forzada de los trabajadores des-regulados, despojados y excluidos, quienes por su parte, en miles de millones, tendrán que añadir a la lucha por su emancipación, la lucha por la vida, y a una y otra, su proyecto alternativo para la construcción de un mundo sostenible, capaz de resolver en la práctica los problemas que el sistema dominado por corporaciones y complejos es necesariamente incapaz de resolver, aunque no lo crea ni lo quiera creer, no lo sepa ni quiera que se sepa, no lo reconozca y se oponga a que se conozca. Que tamaño problema parezca de difícil solución es cierto. También lo es que se puede resolver.
Todas las luchas para la opresión o para la emancipación, se dan con memoria de las luchas pasadas y con nuevas características entre las que hoy destacan por parte de las opresoras; 1º. La “globalización” como restauración del capitalismo en el inmenso bloque que originalmente se propuso ser camino de la emancipación humana, 2º. La restauración del estado liberal frente al estado social cada vez más destruido, 3º. La “recolonización” abierta o encubierta de las naciones “periféricas” que habían logrado su independencia formal, 4º. La formación de grandes bloques y zonas que incluyen el sometimiento, asociado o sujeto, de antiguas potencias metropolitanas o imperialistas. Los vínculos, enfrentamientos y planes de dominación y resistencia adquieren las más variadas características. En su mayoría tienden a dar preeminencia a la extrema derecha y a la solución violenta de los conflictos procesos. Complejos y empresas luchan con creciente agresividad por dominar los recursos naturales y apoderarse de los mercados de insumos y productos. 5º. A las tendencias anteriores se añade la febril explotación, exclusión y depredación que se imponen bajo los nombres de “reforma”, “desregulación”, “subrogación”, “actualización”, “eficiencia”, “eficacia”, “competitividad”, “gobernanza”, “gobernabilidad”, acompañadas y combinadas con renovadas políticas de corrupción y represión de individuos, de colectivos, colectividades y sectores de clase. Dentro del propio modo de dominación y acumulación capitalista se insertan relaciones de los modos de dominación y acumulación esclavistas, señoriales, serviles o feudales, tributarios o de intercambio desigual.
Si en todas las luchas de opresión y despojo que las fuerzas dominantes libran, priva “en última instancia” la lógica financiera”, todas corresponden a una combinación permanente de la guerra con la paz, y a la práctica de una guerra de “espectro amplio. En la guerra no debe tomarse sólo en cuenta el ataque con armas militares, sino con las financieras, políticas, ideológicas, informáticas, sociales, culturales, religiosas, ecológicas. Varias de ellas ocultan los lazos que las unen, como las militares y las para-militares, y las que se dan –con entre “el negocio organizado” y “el crimen organizado”. En línea igualmente significativa combinan acciones y guerras abiertas y encubiertas, reales y virtuales, y se actúa tanto en campos de batalla y aparatos tradicionales como en los cibernéticos, electrónicos y digitales.
Todas esas, y otras combinaciones y articulaciones se practican en escenarios locales, regionales y mundiales relativamente distintos a los que se daban en las “guerras mundiales” anteriores entre los estados- nación, o en el interior de las naciones, entre colectividades o entre clases.
En el terreno de la información la guerra se libra activamente para des-estructurar, desorganizar y hacer perder a las víctimas la moral de lucha, la dignidad y el respeto a sí mismas, y hasta el sentido de la lucha, enredándolas en luchas anodinas y feroces, y haciéndoles perder, con el sentido de la vida, su condición humana.
Si muchos de los anteriores son antiguos recursos, hoy muchos de ellos están tecnológicamente perfeccionados para provocar confusiones, divisiones internas y atractivas enajenaciones, tareas de que se ocupan reiteradamente “los medios” de masas, y en que la biofísica, la biogenética y la bioingeniería logran una cuarta dimensión para que la realidad se viva como espectáculo y el espectáculo como realidad.
Al mismo tiempo muchos actores-espectadores creen que los “juegos” de guerra virtual de los “narcos” o de “los hermanos musulmanes”, o “contra los tiranos” y “por la democracia”, o de los imperios “por la liberación de los pueblos colonizados y colonizables”, son verdaderas luchas por la libertad y la democracia, y no algunas de las variadas guerras de la globalización depredadora y recolonizadora. Grandes esperanzas y vidas se pierden entre confusiones y engaños.
Todas tienen como trasfondo la privatización y recolonización del mundo y la dominación de los despojados y explotados junto con la eliminación física de cuantos salgan sobrando y nada más estorben.
En las altas esferas de la dominación esos hechos y muchos más se combinan con la destrucción del conocimiento y con la ruptura de las mediaciones del sistema mundial formal. El proceso des descomposición ocurre entre variaciones de los distintos bloques de Oriente y Occidente, y en el interior de cada uno de ellos, en lo que se refiere al predominio de las represiones sobre las mediaciones. En todo caso, las mediaciones de los derechos sociales y políticos nacionales e internacionales tienden a ser sustituidas por las corrupciones, intimidaciones, desmoralizaciones de los pueblos, y por distintos tipos de ignorancias políticas, históricas, humanísticas, tanto en los países metropolitanos como en los periféricos.
Los mismos o parecidos métodos son empleados para derrocar a los gobiernos progresistas, democráticos o socialistas que de por sí no se atienen a los compromisos previos de sus países con el Banco Mundial, el FMI o el Banco Central Europeo. En ellos la nueva guerra consiste en imponer duras medidas financieras, económicas, sociales y educativas con las que se busca dividir, balcanizar y enajenar a los pueblos, haciendo que choquen entre sí y con sus gobiernos, para que se acaben sus intentos de construir una alternativa al infierno en que la inmensa mayoría de la población vive.
El problema para las corporaciones y complejos es que todos esos recursos y otros más de extremada violencia, no resuelven la crisis recurrente del sistema, y que no pueden recurrir, como al Keynesanismo de Guerra, única quela resolvió con la Segunda Guerra Mundial. Entre otros hay un doble problema: todo lo que han hecho de 1980 a nuestros días ha sido para destruir el Estado Social y el Estado desarrollista, y ni sus nuevas estructuras globalizadotas, ni sus avances tecnológicos resolverían los problemas de desempleo y de sobreproducción o subconsumo con las políticas de hace más de medio siglo que el Imperialismo adoptó por una razón más: la lucha contra el imperialismo nazifascista primero y contra el creciente poder comunista después. Hoy la situación es en este terreno también considerablemente distinta: la restauración del capitalismo en los bloques soviéticos y chinos, así como las sistemáticas derrotas sufridas por la lucha guerrillera, lejos de representar un peligro para ellos son un estimulo para dominar y acumular en todo el mundo, sin concesiones sociales ni desarrollistas. Al mismo tiempo con el peligro de una “guerra de destrucción mutua asegurada” con bombas nucleares y sistemas de lanzamiento altamente perfeccionados, no pueden ver solución alguna en el “keynesianiso de guerra”.
El conocimiento de ese peligro nuclear por las fuerzas dominantes de las potencias capitalistas más avanzadas las lleva a pensar que de lo que sí son capaces es de impedir que se acabe la guerra combinada con la paz que es la verdadera guerra. En su escenario de paz mundial con guerra mundial, aplican y adaptan hoy las experiencias de la guerra contrainsurgente que aplicaron a lo largo de las cinco décadas de “Guerra Fría” a una nueva guerra recolonizadora, encabezada por los Estados Unidos, anti-terrorista y “humanitaria” en que juegan el doble juego de la lucha contra los opresores y por la democracia, con una técnica renovada de “repeticiones” o “iteraciones”, modificables de acuerdo con las circunstancias y con la experiencia, y mediante las cuales están extendiendo su dominación en Europa Oriental, el Medio Oriente, el Mundo Musulmán, el Sur de Asia, el continente africano y en gran parte de América Latina. Las corporaciones y el complejo militar empresarial de Estados Unidos. Cree poder dominar científicamente, con su modelos de mini-max y de opción racional, –que según piensan son los más avanzados en el conocimiento científico, y que combinados con su gran cultura colonialista e imperial les permitirá ganar en paz la Guerra de la Globalización así como ganaron la Guerra Fría.
El nuevo planteamiento los lleva a considerar que el peligro de “guerra mundial de destrucción mutua asegurada” era una simple “doctrina” y que la actual, conocedores ya de ese peligro, les permitirá --si siguen aplicando el más riguroso” de todos los conocimientos científicos, unido al inmenso poderío de que disponen con más de mil cien bases militares sembradas en todo el mundo. Los soberanos del sistema están firmemente convencidos que combinando científicamente la política actualizada de “la sonrisa y el garrote”, de la represión y la negociación, pueden impedir que el enemigo se atreva a dar un solo paso capaz de activar la guerra internacional y nuclear que lo destruiría. Están convencidos de que poco a poco –y entre agresiones y negociaciones-- la víctima, o el enemigo, se inclinarán por obedecer y coludirse con ellos, unas veces empujados por el miedo y otras por las ilusiones o las corrupciones.
Los “think tanks” de esta “doctrina” no advierten que en su avance globalizador, la repetición de sus acciones incluye también esos fenómenos que en la formalización matemática se conocen como “iteraciones”, y que llevan de pronto a resultados sorprendentes, inesperados, llamados por los pioneros “monstruosos”, y más tarde analizados en las fase de transición a las “catástrofes” y el “caos”. En su lamentable prepotencia se desentienden de ellos, seguros de controlar lo incontrolable y de aprovechar la iteraciones anteriores y sus efectos para perfeccionar sus decisiones.
En medio de la nueva guerra de guerras global que vivimos, y de las amenazas que entraña para la especie humana surgen movimientos anti-sistémicos, parecidos y distintos a los movimientos revolucionarios del 48 y siguientes del siglo XIX, del 1917 y siguientes soviético, del 1921 y siguientes, Chino, del 59 en adelante cubano, del 70-73 chileno, y de muchos otros más del siglo XX. Los nuevos movimientos anti-sistémicos o anticapitalistas del siglo XXI, plantean, por su parte, nuevas y viejas formas de lucha. Muchos de ellos combinan sus anteriores métodos de organización con la construcción de alternativas, y de organizaciones en red, o las de estados centralizados y descentralizados que dan creciente importancia a la organización de sus pueblos, con estructuras autónomas articuladas entre sí, a niveles que van de lo local, departamental, nacional, hasta abarcar regiones internacionales y entablar relaciones transnacionales con movimientos afines de todo el mundo.
En sus planes de construcción, los movimientos anti-sistémicos ponen particular empeño en nuevas distribuciones de lo que antes se distinguía como urbano-rural o como industrial-agrícola. Procuran que desaparezcan las diferencias o que se articulen más los sectores, desde la producción hasta los servicios. En el interior de sus territorios, locales y regionales, construyen unidades auto-sostenibles enlazadas como sistemas de colectivos, colectividades, empresas, servicios públicos que se centralizan y descentralizan con nuevos criterios de eficiencia compartida y universalizada en cada zona, territorio nación, o enlace liberados o construidos y en proceso de liberación y construcción. Sus proyectos de organización, de producción y de lucha poseen un dominio creciente de la lógica que construye escenarios y estrategias para una transición prolongada en que lo que se busca hacer en nuestro tiempo se hace en nuestro tiempo como parte de un futuro mayor. En los nuevos proyectos anti-sistémicos “ganar la paz”, como quiere Cuba, ” es el objetivo de su guerra por un mundo moral, organizado, democrático, justo, respetuoso de religiones, razas, ideologías, combativo y preparado, consciente o reflexivo para encauzar sus propias contradicciones y capaz de vencer la agresividad demencial de los complejos empresariales-militares—políticos y mediáticos que cada vez se corren más a la extrema derecha, entre efímeros esfuerzos por renovar sus mediaciones de cooptación y corrupción. y las de colusión y represión “institucional”.
En la nueva guerra mundial, como en la nueva revolución mundial, es indiscutible que los dos bloques contendientes no quieren llevar la lucha al terreno nuclear. Pero mientras el capital corporativo y los complejos empresariales-militares se aferran a la idea de que el peligro de destrucción mutua nuclear está bajo control, las fuerzas empeñadas en proyectos y acciones emancipadoras no solo tienen que luchar por el genuino conocimiento científico en ese terreno. Tienen que dar también la lucha por el conocimiento científico que ve los peligros de ecocidio, tanto en la amenaza de una guerra nuclear, como en el cambio climático, en el hoyo de ozono, y en la destrucción de la naturaleza, con viejas y nuevas tecnologías, todo como efecto buscado o no buscado por las corporaciones extractivas y por un sistema en crisis generalizada de producción—destrucción y consumo, y de sentido humano y moral.
En los nuevos movimientos antisistémicos las nuevas luchas por la vida, ocupan un primer plano, y en ellas no sólo tienen que luchar contra la enajenación mental y moral, sino por el conocimiento y el coraje, contra el desconocimiento y por el esclarecimiento, contra la mentira y el ocultamiento de los problemas, por las verdaderas causas y medidas se toman y por la emancipación y la lucha moral e intelectual, política y social, desarmada y armada por la vida.
La lucha científica en torno al cambio climático expresa las limitaciones y ataques de que es objeto el conocimiento científico de los especialistas de la “corriente principal” (o “main current”) cuando se acercan a la crítica del sistema de dominación y acumulación, no se diga ya cuando van al fondo del problema y des-cubren que el post-capitalismo, o un nuevo socialismo, con sistemas de base crecientemente democráticos, son la única su solución. Y allí aparece el poder potencial de las fuerzas alternativas y anticapitalistas, que mientras que a éstas les conviene y necesitan luchar y practicar el conocimiento y la moral colectiva aquéllas se limitan a los conocimientos que les permiten maximizar utilidades y minimizar riesgos. Sus acciones concertadas son más del orden de fuerzas coludidas, o limitadas a “las familias” de los negocios y de los crímenes organizados.
Aquí es necesario recordar de nuevo que la guerra sucia empezó contra un grupo pionero de científicos de la Universidad de East Anglia. El haber descubierto la responsabilidad humana en el cambio climático hizo que se viera envuelto en un escándalo del orden criminal. El director del centro y sus colaboradores fueron acusados de haber manipulado los datos para probar su “falsa” tesis y de haber borrado los datos que dis-confirmaban la tesis sobre el carácter “antropogénico” del cambio climático.
El escándalo no solo llegó a la gran prensa, iniciado por un famoso diario inglés – The Guardian –, sino al mundo entero, y no sólo fue objeto de investigación en los círculos académicos más avanzados sino en varias comisiones de científicos, una designada por el Parlamento Inglés. A fin de cuentas el propio Parlamento Inglés y “toda la comunidad científica del mundo” --y ésta, sigue sosteniendo-- que el cambio climático sí es “antropogénico”. Pero, mientras tanto, el director de la investigación pionera renunció a su cargo, y el escándalo produjo un inmenso desprestigio de los científicos que fueron acusados de “catastrofistas”, y hasta de delincuentes. Del falso ataque y la descalificación de las tesis “algo queda” hasta hoy, grato a los grandes intereses dominantes, y apoyado por sus publicistas, y por quienes no quieren meterse en problemas, ni pensar en los del mundo.
Por lo demás, la guerra de la ciencia no se detuvo. Unos años más tarde, los coléricos panegiristas del “establishment”, azuzados por sus amos, tuvieron que enfrentar a los 2000 científicos del Congreso Intergubernamental reunido en París, porque habían osado confirmar que el cambio climático y los daños que hoy entraña son “antropogénicos”. Por supuesto la afirmación de los científicos no excluía la existencia de otros factores, que sin la acción humana se producen en la historia de la Tierra. Tampoco sostenía que el capital corporativo fuera el principal responsable del peligroso cambio climático. Sólo confirmaba una investigación rigurosamente científica que por todos los medios había sido descalificada, y que nuevamente llevó “a toda la comunidad científica a ser calificada de catastrofista”.
Desde entonces hasta hoy –en lo individual y por grupos-- los especialistas sostuvieron y sostienen la tesis del origen humano del fenómeno. Es más, en el momento de la ofensiva contra los 2000 reunidos en París, revistas como Nature y como Scientific American defendieron a los agredidos. En sus tesis. Nature dedicó un número entero para defenderlos expresamente; al efecto invitó a especialistas del más alto nivel. Por su parte Scientific American“, no entró abiertamente a la polémica, sino cubrió todo un número con artículos de prestigiados especialistas que trataron los mismos temas del “Panel”, con las mismas tesis, y con las mismas y otras pruebas.
Hay un libro que en inglés se titula Forbiden knowledge, lo que en castellano quiere decir “El conocimiento prohibido”, que en nosotros evoca al Santo Tribunal de la Inquisición, cuyos métodos hoy se aplican con nuevas y falsas descalificaciones a los conocimientos y a los autores… Los nuevos tiranos del conocimiento científico no excomulgan a sus víctimas por “traidores a Dios y al Rey”. Desde el inicio de la Guerra Fría, hasta las más recientes embestidas, los inculpan en nombre de la seguridad nacional, de la democracia y hasta de la libertad. A esas acusaciones añaden otras no menos agresivas por las que se les tacha de ignorantes y faltos de conocimientos en la materia, o de mentir enfermizamente, o se les envuelve en pequeños escándalos parecidos al “Climagate” que se desató en la Universidad de East Anglia… Con menos bombos y platillos la persecución a la investigación científica y humanística continúa hasta el día de hoy e incluso se intensifica.
La política privatizadora y globalizadora muestra que los grandes patrones están empeñados en reducir la investigación, la educación y la información al conocimiento que aumente la eficiencia y la competitividad para la dominación y acumulación de capital, y nada más. De hecho han pasado y están pasando de las meras críticas y acusaciones científicas, jurídicas y criminales a la disminución de conocimientos y conocedores que se opongan a su insaciable voluntad de maximizar su poder, sus utilidades y riquezas. En la educación media y el bachillerato sus funcionarios y académicos neoliberales eliminan la filosofía, niegan carácter científico a la historia, expurgan períodos enteros de la historia universal y nacional; transforman en “caballeros” y “schollars” a los nuevos piratas y “gangsters”, y al mismo tiempo borran toda posibilidad del discurrir humanista, científico y crítico, imponiendo normas de lo “políticamente correcto” y llegando a prohibir más que nunca el uso de palabras como “capitalismo”.
Para aumentar su dominio e imperio privatizan y dominan en sus consejos a las universidades, cierran escuelas normales y primarias para campesinos y trabajadores, achican o anulan recursos para la investigación científica que todavía no han privatizado, y fomentan supuestas “reformas” que ponen bajo control psicológico y cultural a investigadores, profesores y alumnos.
Por lo que se refiere a las ciencias que estimulan y apoyan: en el conjunto de las ciencias sociales es reina la economía al estilo Hayeck, y en ésta la econometría. Ambas metódicamente limitan el campo de conocimiento a la economía de mercado, exclusiva para las empresas que dominan el mercado, sus asociados y subordinados. La problemática se reduce a los obstáculos que frenan a las empresas y a las políticas para superarlos. Al mismo tiempo excluyen las llamadas “externalidades”, es decir, al mundo de los seres que están “out of the market” relegados a la lógica de la caridad y de los donativos humanitarios. Si Hayeck es su dios, entre sus demonios llegan a incluir a Keynes y a Schumpeter, y cuando no olvidan a Marx, lo recuerdan desdeñosa y distorsionadamente. En el campo político, con sus “lobbies”, arremeten hasta contra las libertades académicas (“academic freedom”) haciendo de la educación, la investigación y el conocimiento patentado el nuevo monopolio de su dominio y poder.
La gravedad de los problemas para los que el capitalismo corporativo no puede ni quiere encontrar solución aumenta de manera peligrosa, a la vez psiquiátrica y lógica –de una lógica social enfermiza, morbosa. La negación de fenómenos y causas corresponde a los fenómenos que el psicoanálisis considera característicos del psicópata. Se trata de problemas que permiten identificar a sus pacientes también como sociópatas. Su comportamiento enfermizo no sólo parece corresponder a la maldición del Rey Midas. También corresponde a una conducta completamente lógica en el sistema en que actúan. Para el marxismo es la lógica de los propietarios de las empresas y los gerentes expresa la ley histórica de la empresa capitalista: la maximización de utilidades y riquezas. Esa lógica opera de acuerdo con el comportamiento del accionista principal de la mega-empresa, cuyo gerente hasta sin dudar la obedece. En cuanto all accionista principal, que domina la empresa, desde el momento en que posee 30% del capital, y pone el resto de las acciones en la bolsa de valores solo logra su objetivo si mantiene alta la tasa de utilidades de las mismas. En tiempos de crisis recurrente, el accionista principal vive en constante tensión mercantil y psicológica, o lúdica de apacible lobo feroz en los negocios. Su conducta llega a enfrentar problemas como los que enfrentó el gerente de una compañía en la junta anual de los accionistas. Cuenta el gerente que en la junta empezó a decir: “Para el año entrante vamos a…” cuando todos los accionistas lo interrumpieron a grandes voces y le dijeron: “No. No nos hables del año entrante…háblanos sólo de lo que vamos a ganar este año”. El accionista mayoritario, en esa historia, tuvo que ceder y su gerente que obedecer. En otros casos accionistas y gerentes viven bajo el amparo o la expectativa de las casas llamadas “calificadoras”, que ahora significativamente ya no sólo califican a las empresas sino a los países y a los presidentes quienes son calificados por la lógica de gerentes capaces de crear condiciones de trabajo eficientes y competitivas, o por su capacidad de aumentar la productividad tecnológica, o por la que muestran para bajar salarios, prestaciones, seguros sociales, y aumentan el tiempo y la intensidad del trabajo. Por cierto, hace poco pasaron de calificar a Francia con tres “A”, a darle dos “A” y una B” tras los débiles intentos que hizo Monsieur Hollande al principio de su gobierno para apoyar a los trabajadores..
Más abiertas que los accionistas, las casas calificadoras –como Moody·s y Standard and Poor·s hacen análisis y modelos formalizados de futuro y en ocasiones sirven de apoyo al “accionista mayoritario” y a sus proyectos de mediano plazo por incrementar utilidades y disminuir riesgos en sus empresas. En todo caso la necesaria y expresa “lógica del capital” se impone. Basados en ella, los grandes empresarios que han hecho un mundo para aumentar sus utilidades hasta con las crisis y con el amenazador calentamiento global, consideran las ciencias de la opción racional”, de la” maximización de utilidades y la disminución de riegos”, como “las ciencias más avanzadas”. Al mismo tiempo, conforme su poder aumenta en estados y gobiernos “privatizados”, ellos mismos utilizan la lógica del capital para calificar y lograr la eficiencia y la eficacia de los propios gobiernos y hasta su “capacidad de tomar riesgos” en el control de los obreros, de los jóvenes y los campesinos, desregulados, depauperados, desempleados, o en la participación de sus países en la recolonización del mundo.
Así, con los éxitos en la colosal maximización de utilidades en medio de la crisis y con el inmenso provecho que sacan de las crisis sociales y ecológicas, se fortalece la imposibilidad en que se encuentra el actual sistema de dominación y acumulación corporativo, para reconocer y resolver el problema del cambio climático, o el de la sobreexplotación de la naturaleza física, biológica y humana, o el de la economía de guerra que tanto ayuda al consumo, o de frenar las nuevas formas de superexplotación de los recursos naturales y de impulsar el crecimiento los mercados de trabajo esclavo de las empresas subrogadas, con el consiguiente empobrecimiento y destrucción de la tierra y de la inmensa mayoría de la humanidad.
Resolver estos y otros problemas se vuelven “imposibles sistémicos” que –con las guerras re-colonizadoras, --muchas de ellas a costa o con participación de potencias y fuerzas aliadas y subordinadas--, aumentan otro peligro creciente: el de la guerra nuclear “no deseada”. Todas, inducen a replantear la lucha por la emancipación humana como una lucha que necesariamente se tiene que librar por otro modo de dominación y acumulación y por una nueva civilización “muy nueva” que preserve vida y naturaleza, nuestra vida como parte de la naturaleza, y la naturaleza como necesaria para nuestra vida. El lógico razonamiento derivaría en la necesidad mundial de otra civilización posible.
Y esa lógica se aplicaría consecuentemente y a nivel universal si de una manera objetiva estuviese respaldada por el comportamiento de la dialéctica prevaleciente. Esta sin embargo presenta problemas que no se pueden ignorar si se quiere vencer, o si al reconocerlos y profundizar en ellos se pierden la moral y lucidez necesarias y puntuales para la organización y lucha por una civilización alternativa que aprovechando las experiencias anteriores planteé y construya desde lo concreto, las confluencias de la emancipación y de la vida realmente humana.
A la combinación de la dialéctica de los intereses inmediatos con la dialéctica que lucha por otro modo de dominación y acumulación, que en medio de sus variedades culturales, ideológicas y religiosas plantee la necesidad de construir la libertad, la democracia y el socialismo, y en la práctica sea consecuente con sus planteamientos, es de todos los caminos emergentes, el que más probabilidades tiene de triunfar. En él juegan un papel fundacional muy importante Marx y Martí, Marx por haber descubierto y sistemáticamente profundizado las causas de la enajenación humana, y Martí por haber demostrado con su emoción y sus actos que con los pobres de la Tierra, sólo se podrá hacer otro mundo posible si prevalece en sus movimientos la moral de organización y lucha por los intereses generales de la comunidad, de la patria y de la humanidad, conforme se vayan planteando en las luchas desde la tierra donde se vive hasta la tierra que incluye el conjunto de la Humanidad.
El socialismo que quisieron nuestros antepasados corresponde a un fenómeno histórico y geográfico más amplio en que cambian y se enriquecen las experiencias y conocimientos de lo que se quiere. Esos cambios semejantes se dan en los conceptos de independencia, de democracia, de libertad, Si ya nuestros clásicos –Rousseau, Bolívar, Marx, Engels, Martí, Lenin- pensaron y lucharon por la libertad en revoluciones de esclavos, trabajadores y pueblos, que buscando ser democráticas, independientes y socialistas. se volvieron restauraciones burguesas y opresoras, las varias experiencias que nos dejaron para no fracasar, incluidas las más recientes que van de Fidel Castro al sub-Marcos, pasando por las guerrillas del Che, y por la lucha parlamentaria que quiso ser revolucionaria con Salvador Allende y que hoy se replantea con ejércitos que se juntan con sus pueblos, tenemos la posibilidad de plantear, para ganar entre peligrosas contradicciones, la nueva lucha por la libertad, por la justicia, por la democracia y el socialismo, por la naturaleza y por la vida.
Sin mencionar al capitalismo, una famosa revista que está lejos de identificarse con del pensamiento crítico, la National Geographic, en un recuento sobre la guerra científica acerca del cambio climático dice: “Se ha estado confirmando que los humanos han provocado el mayor calentamiento global al emitir gases que entrampan el calor conforme construimos nuestras vidas modernas. Conocidos como gases de invernadero, sus niveles son más altos que en los últimos 650,000 años.” Unas líneas después, el mismo artículo destaca la quema de “combustibles fósiles” -- que predomina la combustión de petróleo- como origen de los “aceleradores del efecto invernadero y del calentamiento global”. Y a continuación sostiene que “los humanos han aumentado la emisión de dióxido de carbón (uno de los gases con más efecto invernadero), en más de un tercio, desde la revolución industrial”. De allí concluye que “Hasta ahora los cambios históricos de tal magnitud habían exigido miles de años, y que ahora están ocurriendo en unas cuantas décadas”…”Según el “Panel Internacional del Cambio Climático” –--informa-- de los doce años más calientes que se registran en la tierra desde que se usa el termómetro, once ocurren de 1995 a 2006”, es decir, en pleno triunfo y crisis del capitalismo y de su política neoliberal, corporativa y globalizadora.
Si se observa, la coincidencia de esas fechas y períodos con los de desarrollo del capitalismo y sus etapas es impresionante. Si identificamos la Edad Moderna y la Revolución Industrial, a que el National Geographic se refiere con el capitalismo mercantil e industrial, y el período de 1995 a 200O con el capitalismo corporativo y sus guerras anti-cíclicas y depredadoras , vemos que el problema ecológico y humano sólo se puede resolver con un gran cambio histórico y civilizatorio, lo que en términos más precisos implica un cambio radical en el modo de dominación y acumulación, y también en las alternativas que se dan para la transición al mismo, y para la reestructuración de las relaciones de la ciudad y el campo, de las clases y estratos de clase, de los pueblos y comunidades discriminados y despojados, de las naciones y los complejos de poder, acumulación, enajenación, política y guerra. Ese cambio que ocurre en todo el mundo con sus legados y novedades varía también en las distintas regiones del mundo, y con los cambios históricos y geográficos de las categorías sociales genera nuevas formaciones de insumisos y rebeldes, en su inmensa mayoría jóvenes, que luchan por la vida, surjan del 99% o del 1% que “quieren echar su suerte con los pobres de la tierra.”
La necesidad indiscutible del gran cambio civilizatorio y del fin del capitalismo, explica el por qué del “Climategate” y de los insultos, con siembra de “pruebas” y criminalización de los científicos que se atrevieron a decir que el calentamiento global es antropógeno y que nada más por eso y sin que mencionaran el “modo de dominación y acumulación del capitalismo corporativo” dijeron una verdad que hirió la sensibilidad de “los psicópatas que gobiernan el mundo”, y que más que por locura personal o colectiva operan así como señores y dueños de la tierra, siervos de su lógica mercantil y usurera, depredadora y colonizadora.
Con el des-cubrimiento de los científicos, las corporaciones se sintieron directamente amenazadas y desataron un ataque criminal de efectos “boomerang” como todos los que impulsa la “sociedad del desconocimiento”, que si en lo inmediato pesa más sobre los pobres y los países pobres, y sobre los jóvenes pobres y ricos tiene todas las probabilidades de incluir a hombres y mujeres maduros y a viejas y viejos ricos de países ricos con “bunckers” protectores para ricos, como los que algunos de ellos ya están construyendo, vendiendo y comprando, en sus locos afanes de salvar la vida y sus negocios.
La guerra de las ciencias por ganar la paz requiere su lucha contra la propaganda que los humilla y desprestigia, tratando de acallarlos, y que los acusa de catastrofistas, buscando intimidarlos y desprestigiarlos… A las luchas anteriores y actuales que los científicos han dado y están dando será necesario añadir el concurso de todas las organizaciones de ciencias del mundo para que no sólo aludan a la verdad de los peligros y se enfrasquen en falsas soluciones dentro del actual modo de dominación y acumulación, sino vayan a sus causas y soluciones reales.
Si debemos luchar en todos los medios por “otro mundo posible”, tenemos que luchar también por precisar el qué hacer y el cómo lograrlo a principios del siglo XXI. Desconocer este peligro implica ignorar que a más de las cinco posibilidades de ecocidio señaladas, se añade la combinación de varias de ellas que es absolutamente incontrolable de seguir el camino que estamos siguiendo en relación a ellas yen relación especial con una de ellas que es la nano-tecnología.
En este momento se están realizando grandes proyectos de investigación, sobre la nanotecnología, con subsidios que sólo en el Mundo Occidental alcanzan entre 650 y 800 millones de dólares, y que aplicados al campo militar y combinados con la ingeniería genética, con la inteligencia artificial, con los aparatos capaces de corregir desvíos, corresponde al mayor potencial y al máximo riesgo de destrucción, sobre todo cuando se piensa además que las crecientes redes de computadoras están generando una micro-robótica con armas biológicas que son la base de un mundo imposible de controlar mediante supuestas prohibiciones de armas biológicas, o de micro-satélites, o de sistemas artificiales móviles, o de “robots biológicos asesinos”, o de operaciones militares y criminales con combinaciones de armas a la vez nano y micro, o micronanos. En un período no menor ni mayor de 6 a 15 años este peligro será incontrolable por tratados diplomáticos, acuerdos, leyes, sistemas de detección, policías o servicios de seguridad pública o privada que dispongan de los más avanzados descubrimientos para la detección de armas criminales. Y si eso ocurre en el terreno criminal ilegal, con más razón ocurre en el ámbito del terror legalizado y legitimado, como las llamadas guerras contra el terrorismo y el narcotráfico.
Es más, ocurre en una situación histórica que presenta varios síntomas de crisis y guerra cuya agudización no es posible ignorar, y entre los cuales destacan los siguientes:
1.La crisis del endeudamiento externo que exige el pago de deudas macroeconómicas, a seguir pagando por los trabajadores y los pueblos o por las naciones que se ven en la necesidad de entregar sus energéticos y toda suerte de riquezas o fuentes de ingreso.
2. La economía de guerra que, por recientes anuncios ha entrado en crisis, y cuyos ingresos han bajado tras el cese de las grandes operaciones militares como las de Irak, Afganistán, Libia, que hoy se reinician en Siria, Mali y otros países y que son insuficientes para responder a la oferta de armas y municiones pues, entre otras razones, las potencias usan las armas producidas por sus propias empresas en una competencia incontenible.
3. Las guerras de recolonización de los países que alcanzaron una independencia relativa y las nuevas guerras de colonización de países metropolitanos a los que las bancas transnacionales someten como en el caso de Grecia, España e Italia, fenómenos que se acompañan de crisis de desempleo y de crisis habitacionales, con manifestaciones pacíficas de sus víctimas que son controladas por todas las policías.
4. La política persistente para la globalización del poder y la economía de Estados Unidos de Norteamérica, sus asociados y subordinados, con crecientes contradicciones en el interior del “imperialismo colectivo”, y en el interioro de los países que lo integran y, sobre todo con crecientes amenazas de confrontación entre el imperialismo de Occidente encabezado por Estaos Unidos y la Unión Europea, y el relativamente móvil de China con tendencia a fortalecerse con el acercamiento de Rusia, Irán, Pakistán y los BRICS, cada vez más amenazados por los cercos de mar, aire y tierra de Estados Unidos y la Unión Europea.
5. La competencia entre las grandes corporaciones y potencias por los recursos no renovables de la tierra, y por los renovables.
6. Los juegos de guerra que se escenifican en Europa Oriental, Asia y África con guerras virtuales y no virtuales de los ejércitos musulmanes, de los hermanos musulmanes, de los grandes sheiks petroleros, de Israel y de los movimientos por la libertad --a los que el imperialismo apoya para destruirlos--, o contra el Islam político auspiciado y armado por las potencias occidentales y al que, en el momento oportuno, no le permiten realizar nuevas conquistas, con el aplauso de los conquistados que se libran de un horror terrorista para caer en el horror del hombre colonial, y entre los que al mismo tiempo estimulan la cultura del odio y la venganza.
7. Una conclusión exacta: Si todo lo anterior anuncia los peligros de un estallido global, en que está de por medio una gigantesca y universal corrupción, y la construcción global de la “bestia humana”, que se prepara para los genocidios colectivos con eliminaciones de colectividades enteras de los seres humanos sobrantes, y si en todo ese pandemonio se incluye el mundo de los nanofrankensteins metido en ese mundo, lo menos que pueden hacer los centros e instituciones de investigación científica es asumir el doble problema del peligro de ecocidio y del peligro que para la humanidad significa el seguir dominada por un sistema de corporaciones y complejos cuyo objetivo principal es la maximización de utilidades, poder y riquezas.
Fuente: En el volcán