Declaración de la Misión de Solidaridad con Palestina
Durante los primeros nueve días de noviembre de 2014, diversas personas pertenecientes a movimientos sociales, sindicales, agrarios y políticos de Euskal Herria y Andalucía, impulsados por el llamamiento llevado a cabo desde La Vía Campesina, visitamos Palestina con la misión de monitorear las vulneraciones de derechos humanos en la zona, especialmente entre la población campesina – mayoritaria en Palestina y principal motor económico del país - por ser objetivo principal de la política colonial del Régimen sionista israelí.
15 Enero 2015
Elaborada por el SOC, Ehne-Bizkaia, ELB, VSF-Justicia Global Alimentaria, Mundubat, Bizilur, UztaroKoopt y Mikelazulo.
A través de la Unión de Comités de Trabajo de Agricultures de Palestina (UAWC) y de sus comités locales, pudimos constatar la perversión metódica con la que Israel se emplea contra la sociedad palestina en general y contra el primer sector palestino en particular, saltándose todas las reglas del derecho internacional humanitario y las obligaciones que la IV Convención de Ginebra impone a Israel como potencia ocupante tiene ante la población palestina bajo ocupación. En su construcción criminal Israel aplica a día de hoy políticas y medidas constitutivas de Apartheid y así se viene denunciando desde los mecanismos principales de defensa de Derechos Humanos de Naciones Unidas y desde organizaciones sociales palestinas, y también israelíes. Apartheid es hacer de la discriminación y de la opresión la regla dominante en el sistema político, económico y social en el que vive la población palestina, prohibiendo la libertad de movimiento y acaparando el territorio para consolidar la existencia del Estado israelí.
Y en esta lucha por el acaparamiento de tierra y de los recursos naturales, los campesinos y campesinas palestinos se encuentran en la primera línea de fuego. El 70% de las tierras ocupadas por el ejército israelí son de uso agrícola y afectan por lo tanto a la forma de vida y resistencia de la población campesina. Es en este sentido que la población campesina palestina se convierte en el principal foco de la guerra de exterminio, primer objetivo de la política colonial y de las fuerzas armadas sionistas. Pero el campesinado palestino es también la primera línea del frente en la resistencia contra el ocupante, ejemplo de dignidad y lucha a pesar de las más terribles adversidades que sufre una población dispuesta a resistir en la tierra que trabajaron siempre sus antepasados. Un colectivo que entiende el camino hacia la Soberanía Alimentaria como una herramienta para la resistencia, para alimentar a sus gentes y mantener su cultura e identidad, para sobrevivir a la violencia de la ocupación y permanecer en sus tierras y que, además, les hermana con campesino/as de todo el planeta.
Mediante testimonios directos de campesinos hemos escuchado los relatos de los diferentes mecanismo legales por los que Israel ahoga los medios de producción del campesinado, cerrando el paso a las tierras de cultivo, denegando las licencias para la construcción de pozos y/o infraestructuras necesarias para la agricultura y ganadería, imponiendo el uso de semillas hibridas de importación israelí, y asegurando el monopolio en el abastecimiento de suministros fitosanitarios. Y cuando la ley no es suficiente, las fuerzas armadas israelís y los cuerpos de seguridad privados contratados por el Estado de Israel ejecutan órdenes de demolición de viviendas, agreden y/o disparan a los y las campesinas en sus tierras, o en sus barcas en el caso de la comunidad pesquera de Gaza. Israel se apropia de más del 80% de los recursos hídricos que le correspondería a Palestina en función de los Acuerdos de Paz firmados y ahoga asi las posibilidades del campesinado de continuar con su modo de vida, con sus tradiciones, con su autonomía para abastecer a su población y a futuras generaciones.
AL mismo tiempo Israel impone un bloqueo económico que busca la dependencia de la economía ocupada respecto a la potencia ocupante. Sin acceso a mercados externos, los y las campesinos palestinos comercian mayoritariamente en mercados locales, que a su vez se ven invadidos de productos israelís, introducidos mediante prácticas que consolidan la competencia desleal y sufren bloqueos encaminados a desperdiciar mercancías y productos.
La batalle de la ocupación es también una batalla simbólica, una batalla por usurpar los símbolos y valores de la población campesina. No solo se trata de ahogar a la población campesina, sino que en una maniobra perversa, la población colona disfruta de todo tipo de beneficios y prebendas para desarrollar un tejido económico y social basado en la agricultura intensiva y sustituir así las prácticas y sujetos protagonistas de la agricultura campesina. La perversidad de la ocupación no solo despeja a la población campesina de su modo de vida, sino que la convierte en esclava y trabajadora precaria a manos del Estado que les oprime.
De manera especial, la situación del campesinado se ve agravada en el caso de las mujeres campesinas palestinas, quienes son también víctimas de la ocupación israelí, como mujeres, como madres, hermanas, y familiares de sus compañeros, y además son también víctimas de la represión que el patriarcado ejerce sobre ellas poniendo trabas a su implicación en el ámbito público y social, ejerciendo sobre ellas la presión de la maternidad como forma de resistencia y teniendo que luchar y trabajar el doble que sus compañeros porque sus necesidades prácticas y estratégicas se vean también recogidas y representadas tanto en el ámbito privado como en el ámbito público de las organizaciones a las que pertenecen. Las compañeras de la UWAC y de la Unión de Comités de Mujeres Palestinas (UPWC), con las que pudimos hablar durante nuestra visita y apenas comenzar a vislumbrar la problemática de las mujeres en su conjunto, nos recordaron que la lucha de las mujeres campesinas palestinas es una lucha feminista, una lucha que busca terminar con todos los elementos generadores de desigualdad entre hombres y mujeres y que busca cuestionar las relaciones de poder que oprimen a las mujeres y a los hombres que no responden a los roles de género. Como tal necesitan de nuestro apoyo y nuestro trabajo por acabar con todas las formas de opresión, vengan estas generadas desde el capital, desde la ocupación, o desde el patriarcado. No puede haber soberanía alimentaria sin igualdad, ni libertad sin resistencia a cualquier forma de opresión.
Los campesinos/as que acompañamos esta delegación, no podemos dejar de sentirnos indignadas, conmovidas y solidarias con nuestros hermanos y hermanas trabajadores en este territorio tan castigado pero tan rico en dignidad humana. Porque existir es resistir y a pesar de esta situación inhumana, la población campesina también hace de la esperanza y de la dignidad de su lucha, la bandera a la que aferrarse para llevar a cabo su labor milenaria: alimentar a sus familias, a sus comunidades, cuidar la tierra a la que se sienten ligados.
Por eso, hacemos nuestro el llamado que desde la UAWC y desde diferentes organizaciones sociales hemos recabado en estos días:
a) Aumentar los esfuerzos y el apoyo necesario para la adopción de la Declaración de los Derechos campesinos, trabajadores rurales y pescadores a debate en el Consejo de DDHH de NNUU, como una herramienta más a través de la cual defender su causa, su derecho a la vida campesina. Sumando esfuerzos, incorporando a nuestros hermanos y hermanas palestinas a este proceso puede fortalecer su resistencia frente a la comunidad internacional y enriquecer un texto que creemos debe ser útil como marco general para las luchas campesinas se desarrollen en el ámbito geográfico en el que se desarrollen
b) Promover la adhesión formal de La Vía Campesina y de sus organizaciones miembros a la campaña del Boicot, Desinversiones y Sanciones como herramienta de lucha contra el crimen de apartheid que el Estado de Israel comete sobre la población palestina.
Asistimos estos días al posicionamiento favorable de varios gobiernos occidentales frente al reconocimiento del Estado Palestino. No nos cabe ninguna duda que estos pasos que la diplomacia occidental está dando ya suponen un cambio en el status quo y bienvenido sean en este sentido, pero creemos que nuestro trabajo como movimiento social debe poner el énfasis en recordar a nuestros gobernantes y a las sociedades a las que pertenecemos que el imperativo moral que la declaración de los derechos humanos y otros instrumentos adoptados a lo largo de estos años nos obligan a poner el énfasis en la denuncia del Estado Israelí `por la comisión del crimen de apartheid sobre la población palestina. Como crimen de lesa humanidad y por lo tanto crimen , que supone una vulneración y un ataque contra todo el conjunto de la población humana, nos sumamos al llamamiento unitario de toda la sociedad organizada palestina de usar la campaña del BDS, como la herramienta de presión más eficaz, capaz de generar el cambio en las políticas de Israel que terminen con la ocupación y con los crímenes y vulneraciones de derechos humanos cometidos y que se cometen de forma sistemática y se aborde una solución definitiva para la cuestión de la población refugiada palestina . Es la herramienta que puede contribuir a la generación de una masa social israelí contraria a la ocupación y animar al desmantelamiento de la legitimidad social que los planes sionistas tienen hoy por hoy, amparados siempre en la lógica de la seguridad y de la amenaza constante externa.
Ya pasó en Sudáfrica y en otros contextos. La Historia nos demuestra que si el boicot es cada vez mayor, a nivel económico, cultural, y social, si es unánime y como sociedades mostramos nuestro rechazo frente a esta situación, podemos hacer frente a la injusticia. Si obviamos este hecho, estaremos en cualquier caso dando legitimidad a la injusticia y contribuiremos a la vulneración de la dignidad palestina, traicionaremos a la cultura milenaria de su población campesina.
c) Aumentar los canales de cooperación con las organizaciones palestinas que trabajan por la construcción de la soberanía alimentaria en su territorio. Mediante intercambios, mediante la incidencia en nuestras sociedades a favor de la causa palestina…, son muchas las posibilidades que podemos encontrar para apoyar el trabajo que nuestros compañeros y compañeras de la UAWC realizan a diario a pesar del riesgo que supone para sus propias vidas y para sus familias.
Acercarnos a nuestros y nuestras compañeras con una mirada cercana y sentir su lucha como una lucha propia.
¡GLOBALICEMOS LA LUCHA PALESTINA, GLOBALICEMOS LA ESPERANZA!
Fuente: Vía Campesina