DBCP: un artefacto químico que sigue estallando
En la década de los cincuenta, los laboratorios de Shell Oil Company y Dow Chemical Company, observaron la efectividad del DBCP para combatir a los nemátodos; de la misma forma que también detectaron la efectividad para causar diferentes patologías en animales de laboratorio. Sin embargo, el silencio se volvió sepulcral y algunas pruebas se omitieron y obviaron. En 1955, Shell inició su producción y en 1964 fue registrado el producto, tras unos controles médicos a los trabajadores en la planta de Denver. No obstante, nadie advirtió al médico que analizara el blanco más vulnerable para el DBCP: el aparato reproductor masculino. Así, Shell bautizó su engendro con el nombre de nemagón y Dow con el de fumazone. Iniciaba la tragedia
Pasado [i]
No es casualidad, que la revolución verde[ii] tuviera su época dorada tras la segunda guerra mundial. Algunos investigadores, aseguran, que muchos químicos creados para acabar con la vida humana en épocas hostiles, fueron rediseñados y reformulados para sepultar bichitos y malezas impertinentes. De peligrosas y detestables armas, se transformaron en imprescindibles y milagrosas herramientas para el agricultor moderno. La tecnología militar se filtraba a campos mucho más pacíficos, alterando los patrones productivos y perifoneando las ventajas de un modelo agrícola que pretendía subsanar en un plis plas, los graves problemas estructurales que envolvían el mundo.
Además, las banalidades del mercado exigieron siempre una fruta grande y sin manchas. Cosméticamente perfecta. Que se comiera por los ojos. Desechando las que no alcanzaban unos estándares estéticos mínimos. Vamos, como una especie de Enrique Iglesias, pero en forma de plátano, papaya, etc... Es así como los cultivos se han sometido a una especie de cirugía estética, a base de una dosis extra de agroquímicos.
Ahora, varias décadas después, la sartén ya se destapó. Se descubrió la doble cámara en la chistera. La paloma no aparecía por arte de magia. Se hallaba escondida. Hábilmente, el mago le abría la puerta para que pudiera escapar, perdón, el ilusionista. Todo era un truco. Una falacia sin milagro que amarró al agricultor a la tecnología, mientras ocasionaba numerosos y monstruosos impactos en el humano y el medio.
El 1,2-dibromo-3-cloropropano (DBCP), es uno de esos hijos bastardos del milagro de los panes y los peces químicos. De la mente inquieta de científicos reconocidos, que querían abrirse paso entre la historia, sin importarles las esquelas, los velatorios y las camas de los hospitales.
Aunque se había sintetizado anteriormente; en la década de los cincuenta, los laboratorios de Shell Oil Company y Dow Chemical Company, observaron la efectividad del DBCP para combatir a los nemátodos[iii]; de la misma forma que también detectaron la efectividad para causar diferentes patologías en animales de laboratorio. Sin embargo, el silencio se volvió sepulcral y algunas pruebas se omitieron y obviaron.
En 1955, Shell inició su producción y en 1964 fue registrado el producto, tras unos controles médicos a los trabajadores en la planta de Denver. No obstante, nadie advirtió al médico que analizara el blanco más vulnerable para el DBCP: el aparato reproductor masculino. Así, Shell bautizó su engendro con el nombre de nemagón y Dow con el de fumazone. Iniciaba la tragedia.
En 1969, el DBCP desembarcaba en Centroamérica a través de la transnacional agroexporadora Standard Fruit Company [iv] , que aplicaría el producto en sus feudos y fincas bananeras. Otras empresas como Del Monte y Chiquita Brands, repitieron los pasos en varios países del sur. Nadie advertiría a los trabajadores a que se exponían y aún menos les proporcionaron equipos de protección individual, que los aislara del químico y sus efectos.
Los países que utilizaron el DBCP fueron: Guatemala, Costa de Marfil, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Perú, Ecuador, Filipinas, Santa Lucía, Francia, Israel, República Dominicana, España, Brasil, Estados Unidos, San Vicente y Burkina Faso.
A principios de los setenta, más estudios médicos alertaron sobre los efectos del DBCP. En 1977, en una planta de Occidental -otro productor del químico gracias a un acuerdo con Dow Chemical- se detectó un elevado índice de infertilidad[v] masculina. Las alarmas saltaron. En Estados Unidos, el químico se prohibió para muchas aplicaciones ese mismo año. En 1979, el DBCP sólo se autorizaba para el cultivo de piñas en Hawai y en 1985 se canceló definitivamente.
A pesar de la inquietud reinante en Estados Unidos, el químico se siguió empleando en otros países como Honduras o Nicaragua, durante la década de los ochenta. En Filipinas fue detectado en 1986 y 1991[vi]. En Panamá en 1997[vii].
Hoy se calcula que podría haber cerca de 65.000 afectados. En humanos, la ciencia sólo le atribuye al DBCP la infertilidad masculina y la toxicidad genética. Los afectados denuncian que hay más efectos negativos. Sobretodo, porque las pruebas efectuadas en animales, si demuestran un poder devastador escalofriante, con afectaciones en hígado, riñón, sistema respiratorio, aparato digestivo, piel, cáncer de varios tipos, disruptor endocrino, etc…[viii]
Presente
Nicolasa Caballero es nicaragüense. Trabajó en el banano desde 1973 hasta 1988. Tiene problemas con unas manchas negras en los pies, en las piernas y en los brazos. Sufre dolores en los huesos y en la cabeza. Comenta que tuvo dos hijos que nacieron con deficiencias físicas y que murieron con 6 meses y con un año de edad. Trabajaba de 6 de la mañana a 12 de la noche. Pesaba el banano y realizaba otras labores del proceso productivo. En su trabajo tuvo contacto con el veneno, sin ningún tipo de protección y a veces acababa su jornada empapada. Asegura que el DBCP es la fuente de sus desgracias.
Ahora, sus gastos médicos mensuales rondan los 500 córdobas[ix]. En su humilde casa viven hacinados hijos y nietos. Unos trabajan en lo que hay y otros estudian en busca de un futuro mejor. A pesar de su enfermedad y de su edad, tiene que salir por las calles y los mercados a vender elotes[x] y tamales[xi]. Todos los días de la semana, a las doce del mediodía, Nicolasa acude puntualmente a su esquina en el Mercado “Los Bisnes” de Chinandega. Allí, en un modesto banco de madera, instala su pana llena de elotes y espera a los clientes hambrientos. A las seis de la tarde regresa a casa. En su bolsa, 40 córdobas (3 euros aproximadamente) para comer, vivir, medicarse y poco más.
Antes de esto, Nicolasa se ha levantado a las cinco de la mañana, para comprar el maíz que posteriormente cocina y condimenta. También lava la ropa, barre la casa y prepara la comida. Su familia le ayuda, a pesar de que son pobres como ella.
La enfermedad no solo ha limitado físicamente a sus víctimas. También las mantiene discriminadas. A pocas les conceden trabajo. Ven en ellas a personas deterioradas, incapaces de desenvolverse como el resto. Nicolasa confiesa que cuando le observan sus piernas cancerosas, ciertas personas sienten asco por ella.
Moisés de Jesús Maradiaga y Teresa Espinales viven El Viejo (Nicaragua). Cumplieron hace poco sus bodas de plata, pero no tuvieron hijos con quién celebrarlas. Además, la efeméride se ve envuelta de frustración y enfermedad. El pierde peso, ha pasado de 77 kg. a 53 en poco tiempo y la cosa empeora. Tiene problemas en los riñones y en la vista. Padece de gastritis crónica, le cuesta caminar y sufre cambios bruscos en la temperatura corporal. Todo eso a sus 47 años.
Inició en el banano en la década de los 70 y lo hizo durante 21 años. Trabajaba en el tratamiento de las fincas con el químico. No les advirtieron del riesgo que corrían y no les dieron en ningún momento equipos de protección. El contacto lo sufría al manipular el DBCP en los barriles.
El gran sueño de Moisés y de su esposa es tener un hijo. Es su única y permanente obsesión. Desde el prisma médico y científico eso es imposible. El DBCP lo castró, lo dejó infértil. Por eso, no tiene más remedio que recurrir a la espiritualidad y al poder de Dios.
En su casa viven dos sobrinas jóvenes que estudian en Chinandega. Así suple temporalmente la algarabía y el cariño de los hijos que no puede tener. Durante dos veces intentó adoptar a dos niños, pero vinieron sus padres biológicos y se los volvieron a llevar. Confía en su “compadre” (un vecino que vive junto a su casa), para que deje a su hija pequeña a cargo de su esposa y de él. Hecho bastante habitual por estas tierras.
Biológicamente hablando, Moisés está vivo. Sus células aún funcionan. Pero el ser humano que hay dentro de ese amasijo de huesos y carne, agoniza y se tortura por las circunstancias. No es el único. La sensación general con los otros afectados es la misma. Algunos no tienen esperanzas ni en la victoria en el juicio, que les permitiría holgadamente visitar mejores médicos, comprarse nuevas casas y dar a sus hijos el mejor de los futuros.
Moisés recibe una pensión de 1.035 córdobas al mes (menos de 60 euros). Además de las enfermedades descritas anteriormente, perdió dos dedos en sendos accidentes laborales cuando trabajaba en la bananera. Junto a su esposa, tiene una especie de tienda en casa donde venden leña y aperitivos.
Al preguntarle por aquello que siente cuando se entera de la muerte de algún compañero, la respuesta es contundente: “Seguro que vamos para allá nosotros también. Después de ellos vamos nosotros”. Se sienten acorralados, atrapados, agobiados, presos. También aludidos. Perciben la muerte por las calles de sus barrios. Buscando frívolamente al azar, al siguiente compañero de viaje.
Siente odio hacia aquellas personas que propiciaron toda esta tragedia. “ Los nicaragüenses están muriendo. Ellos vinieron a matar a nuestra gente, a nuestros hermanos. Por las empresas que vinieron a nuestro país, se está muriendo la gente”, exclama enfurecido.
Se siente feliz con su esposa. Es su revulsivo, su vitamina para poder seguir. De vez en cuando salen a pasear por el parque. Si ganan la batalla del DBCP, visitarán a los mejores médicos. Lucharán por cumplir su único gran sueño: Tener un hijo.
Futuro [xii]
Los afectados siguen buscando justicia. Llevan 22 años. En Estados Unidos lo han intentado 26.000 trabajadores, de varios países, en cerca de 470 procesos. Las leyes y las cortes de sus países son incapaces de juzgar casos tan complejos. Si alguna vez ocurriera e incluso ganaran el juicio, las indemnizaciones podrían ser irrisorias. Por estos motivos, los grupos de afectados y sus bufetes de abogados, han iniciado una especie de “invasión” en los juzgados norteamericanos.
Espléndidamente cubiertas por eficientes departamentos legales, las multinacionales han podido repeler las causas archivadas por los trabajadores, mediante la aplicación de un recurso legal denominado “foro no conveniente” (FNC), por el cual, se debe trasladar el caso al foro (juzgado) más apropiado o al país donde ocurrieron los casos. Dicho de otra manera más sencilla, es la mejor forma para que un tribunal norteamericano no pueda juzgar un caso acaecido en otra nación, aunque tenga jurisdicción y posibilidad sobre el mismo.
En el fondo, esta doctrina guarda otros objetivos. El Doctor JoséAntonioTomásOrtizdelaTorre (Universidad Complutense de Madrid) y el Profesor Francisco Javier Zamora Cabot (Catedrático de Derecho Internacional Privado, de la Universidad Jaume I de Castellón – España), apuntan sobre la misma que “…tal vez el propio FNC funciona en la práctica como un mecanismo para inhibir en los EEUU las demandas allí planteadas a causa de los múltiples desmanes que sus corporaciones multinacionales vienen perpetrando a lo largo y ancho del mundo.” [xiii]
En los países de origen por la falta de legislación y en Estados Unidos mediante la aplicación del FNC, tradicionalmente, las empresas ni tan siquiera han desenvainado la espada, pues han podido repeler los juicios empleando diferentes argucias.
Sin embargo, la suerte les está cambiando. En abril de 2004, un grupo nicaragüense logra rápidamente el primer juicio en una corte de California, gracias a que en su país, desde el año 2000, existe una ley para emprender estos casos. Lógicamente las empresas no recurren al FNC, pues en Nicaragua hay texto legal para acusarlas y condenarlas.[xiv]
En marzo de 2005, un tribunal de Dallas acepta un juicio para 5 trabajadores costarricenses. Esta demanda fue archivada en una corte de Texas en el año 1993. Las multinacionales recurrieron al FNC, que fue aceptado por el juez bajo una condición: si las cortes de Costa Rica rechazaban la jurisdicción, las empresas se someterían al litigio en Estados Unidos. Así ha sucedido y ahora, estos trabajadores son los 5 primeros, de los 375 que componen la causa, aparte de aproximadamente 6.000 englobados en procesos introducidos en cortes de Texas y Louisiana.[xv]
Absorbidos por las circunstancias de pobreza extrema y enfermedad, los trabajadores de varios países han recurrido a las protestas, huelgas y acciones. Algunas de ellas contundentes. En Costa Rica, las reivindicaciones provocaron un acuerdo entre el gobierno y los afectados para negociar unas compensaciones. En una de estas protestas, los graves enfrentamientos entre antimotines y trabajadores provocaron que éstos últimos retuvieran a tres policías. Ahora, la justicia quiere condenar por secuestro extorsivo a Orlando Barrantes, secretario del Consejo Nacional de Trabajadores Bananeros, en lo que ha sido calificado como un juicio político. Precisamente este grupo, recientemente, también ha archivado una demanda en Estados Unidos para 1.700 trabajadores más. En Honduras, el acercamiento es entre los afectados y la empresa Standard Fruit Company, aunque en este mismo país, otros afectados han iniciado recientemente un proceso judicial y se ha introducido en la Asamblea Nacional una ley para tramitar este tipo de casos. No se conocen más noticias sobre este texto legal, lo que hace pensar que pueda estar engavetado o perdido en algún armario.
En Nicaragua, de momento, la suerte ha sido mejor. En el año 2000 se aprueba una ley para tramitar casos de afectados por el DBCP (ley 364). En diciembre de 2002, la justicia sentencia a Shell Oil Company, Dow Chemical Company y Dole Food Company, a pagar 489 millones de dólares a 583 trabajadores, de uno de los grupos de afectados denominado OGESA[xvi]. Las empresas que no se habían presentado al juicio, no aceptan el veredicto y tildan la ley de inconstitucional porque no las deja defenderse.[xvii] Al no estar afincadas en el país desde la Revolución Popular Sandinista, no se puede proceder a ningún tipo de embargo, por lo que la impunidad sigue indemne. Desde entonces hasta ahora, se habrían producido varias sentencias más a favor de los trabajadores de este grupo, aunque ninguna tan suculenta como la primera.
Para percibir el cobro de la primera sentencia, los abogados inician los trámites burocráticos para trasladar el veredicto a las cortes norteamericanas. Sin embargo, en octubre de 2003, una juez de la Corte del Distrito Central de California desestima la petición de los bananeros, alegando que existen errores de forma y se han violado los procedimientos jurídicos estadounidenses [xviii].
En abril de 2004, el otro grupo de afectados conocido como ASOTRAEXDA [xix], obtiene el juicio anteriormente mencionado. En abril de 2005, OGESA da un vital paso adelante cuando el Tribunal Supremo de Venezuela admite las sentencias que emite la justicia de Nicaragua. Esto es posible gracias a la figura legal denominada exequátur, por la cual, las sentencias de un país pueden ser aplicadas en otro. En Venezuela, dos de las tres empresas acusadas si disponen de bienes y de hecho, el juez ha anunciado que próximamente se les podrían embargar los bienes, congelar cuentas, etc…[xx]. Esto no es todo. Hay al menos una demanda en Estados Unidos de trabajadores hondureños, costarricenses y filipinos, que ha esquivado hábil e ingeniosamente el FNC. A otras dos les fue aplicado, archivaron causa en sus países de origen y el tribunal se declaró incapaz de resolver los casos. Ahora, las cortes estadounidenses deberían aceptar realizar el juicio, pues el foro alternativo denegó la jurisdicción.
En los últimos días, en Nicaragua, otra demanda presentada por un tercer grupo perteneciente a la Federación de Trabajadores Bananeros de Chinandega (FETRABACH), ha logrado llegar a buen puerto. La juez ha sentenciado a Standard, Shell, Dow y Occidental, a 97 millones de dólares para 150 afectados. [xxi]
Esta resolución -ampliamente divulgada en La Jornada- gana importancia por otros motivos al meramente condenatorio. Por una parte, los abogados nicaragüenses asociados al bufete norteamericano Provost & Umprey, han logrado esquivar aquellos artículos de la Ley 364 que eran utilizados por las multinacionales para alegar la inconstitucionalidad de la misma.
La otra razón de especial relevancia, pasa por las pruebas presentadas a juicio, y sobretodo, por la contundencia de las conclusiones que en base a ellas asevera Socorro Toruño, juez encargada de dirimir el caso. La periodista nicaragüense Valeria Imhof, ha publicado en Nuevo Diario numerosos párrafos de la sentencia que demuestran el dolo con el que actuaron las empresas. Hoy yo quiero resaltar el siguiente por la información vital que proporciona:
“ Ninguna de las demandadas sugiere que no sabía que el DBCP fuera tóxico (…) ninguna argumenta que se advertía a los trabajadores claramente sobre los peligros del nematicida, o que el nemagón y fumazone traían explícitas instrucciones en español, ni tampoco manifiestan estas demandadas que a los trabajadores se les entregaba equipo protector. Acusaciones gravísimas, como que los conductos y las fuentes de agua para consumo humano se usaban también para el DBCP, no han sido atacadas con especificidad por estas demandadas. Estas empresas también eluden negar frontalmente la afirmación de que luego de restringirse el DBCP en los Estados Unidos de América entraban en contratos para su venta o su uso “en el extranjero” (…) Ante acusaciones tan graves y claramente documentadas la estrategia de defenderse con formalidades y negativas generales, sin entrar en el fondo de la cuestión es evadir la verdad de los hechos.” [xxii]
Sin el laberinto del FNC, con leyes nacionales y sentencias favorables, ahora, se abre un nuevo campo de batalla resumido por el abogado Henry Saint Dahl [xxiii] en las siguientes palabras:
“Durante la época del FNC la gran batalla es sobre la competencia internacional. Si se promulgan las leyes aludidas la línea de combate se desplazará hacia el tema de la ejecución de sentencias extranjeras, o sea, sentencias latinoamericanas condenando al pago a empresas multinacionales con sede en USA. Antes esto no ocurría dado lo arcaico del derecho procesal latinoamericano. Los cambios pueden verse si se quiere como uno de los efectos de la globalización económica, a la que le sigue la globalización jurídica.” [xxiv]
Por lo tanto, tras muchos años de estrellarse con la justicia, la suerte podría estar sonriendo a miles de afectados por el DBCP. Sin embargo, en Nicaragua, los trabajadores no agachan los brazos y siguen con sus reivindicaciones.
A estas alturas, la ley 364 se ha transformado en la mejor arma para los trabajadores ya que permite tramitar las causas en Nicaragua, y consecuentemente, inutiliza y desactiva la opción del FNC. Los trabajadores creen y temen que el gobierno podría invalidarla gracias a las presiones de alguna empresa [xxv] y de políticos norteamericanos de alto nivel como Colin Powell y Otto Reich. [xxvi]. Lo que si parece claro fue el intento de abolición en septiembre de 2002, que se inició en la embajada estadounidense, para recorrer diversos estamentos del gobierno nicaragüense, entre los que se hallaba la propia presidencia [xxvii].
La lucha del DBCP en Nicaragua se ha mantenido en dos escenarios primordialmente. Por una parte los despachos y los juzgados con los abogados de protagonistas. Por otra parte la calles, las casas de los enfermos, los medios y hasta la propia Asamblea Nacional, con la constancia y la energía de los trabajadores. Los de ASOTRAEXDAN, han sido los que han protagonizado las acciones más enérgicas. Varias marchas a Managua con acampadas frente a la Asamblea Nacional que, en algunos casos, se alargaron por varias semanas ante el pasotismo y valeverguismo de la clase política. Huelgas de hambre como la última, iniciada y acabada hace pocos días, que apuntaba claramente al legislativo y muy especialmente al Frente Sandinista de Liberación Nacional, romanticismo del pasado que se sigue autoerigiendo como el partido de los pobres, revolucionario y antiimperialista.
Todas estas manifestaciones proletarias, han perseguido diferentes objetivos fácilmente resumidos en dos palabras: justicia y dignidad. Se ha luchado por atención médica adecuada y gratuita, pensiones para los afectados o la defensa de la perseguida ley 364, la gran ladilla en los testículos de las multinacionales.
Precisamente todos estos hechos han sido denunciados por Omar Cabezas, Procurador de Derechos Humanos, en la 61 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, celebrada en Ginebra el 13 de abril de 2005; lo cual demuestra una vez más, la trascendencia y gravedad de la historia del DBCP. [xxviii]
A pesar del pundonor de los trabajadores enfermos, algunos de los grandes obstáculos que tienen que salvar para llegar a la victoria final, son precisamente las grandes desavenencias internas del colectivo, que han fraguado su fisión en diversos grupúsculos comandados por abogados. Divididos, enfrentados, sin conciencia de clase, carentes de principios políticos e ingenuos ante la responsabilidad histórica que deben asumir, los trabajadores, otrora compañeros en las fincas, mantienen una disputa entre ellos azuzados por unos líderes que por momentos parecen representantes de los abogados en busca de potenciales clientes.
A pesar de la crítica anterior, es indudable la generosidad que ofrecen estos obreros enfermos. Tal vez tengan que pasar varios años, hasta llegar a la ansiada victoria final en los juzgados de cualquier lugar del sistema solar. Podría no darse el caso. Si así fuese, no duden que está lección de constancia, optimismo, sacrificio y dignidad, habrá valido sobradamente la pena, sentando cátedra en la historia de las luchas sociales.
Notas
[i] La mayor parte de información de este apartado ha sido obtenida de: Massachusetts Toxics Use Reduction Institute: “Unintended consequences: Impacts of Pesticide Bans on Industry, Workers, The Public, and The Environment”, Methods and Policy Report No. 13, abril 1997, aquí CONATRAB: “DBCP en la producción bananera: Historia y actualidad”, marzo de 1999, Costa Rica, aquí y Documentación incluida en el sumario del caso Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros. Tramitada en el Juzgado Segundo Civil y Laboral del Distrito de Chinandega, Nicaragua, en mayo de 2005. También se han recogido datos de la Sentencia del caso Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros . Chinandega, 8 de agosto de 2005
[ii] La aplicación de químicos en los cultivos y su mecanización, supuso un cambio radical en las formas de producción agrícolas. Este hecho denominado “Revolución Verde”, alcanzó su esplendor en la década de los sesenta del siglo pasado, aunque se había iniciado con anterioridad.
[iii] Especie de gusanos parásitos que se alimentan de las raíces de ciertas plantas.
[iv] Desde mediados de los 60 entro a formar parte en Castle & Cooke. Esta empresa cambió de nombre a principios de los 90, pasando a deneminarse Dole Food Company
[v] Infertilidad: Incapacidad biológica e involuntaria de concebir un hijo en un momento dado de la vida. Si la infertilidad es permanente e invariable durante la vida del individuo se denomina esterilidad. En muchos datos bibliográficos sobre el caso del DBCP, incluidos algunos reportajes elaborados por quién escribe el presente trabajo, se indica ampliamente la esterilidad como posible consecuencia del contacto con el químico. En este trabajo se utilizará el termino infertilidad al considerarse más acertado. Incluso en algunos datos obtenidos de otras fuentes, se ha cambiado el término esterilidad por infertilidad a fin de evitar confusiones.
[vi] KENNEDY, R.: “Fruit of the Poison Tree”, en Dallas Observer, 10 de marzo de 2005, aquí
[vii] Correo electrónico de la Defensoría del Pueblo de Panamá, el 20 de junio de 2005.
[viii] Mtas y OEHHA (Office of Environmental Health Hazard Assessment, California Environmental Protection Agency): “Public Health Goal for 1,2-Dibromo-3-chloropropane (DBCP) In Drinking Water”, aquí , febrero de 1999.
[ix] 1 euro = 20 córdobas aprox.
[x] Mazorca tierna de maíz.
[xi] Especie de empanada tierna de harina de maíz envuelta en hojas de plátano o de mazorca de maíz. Según países varía, en algunos se añaden frijoles.
[xii] La información contenida en este capítulo, está basada fundamentalmente en los casos de afectados en Costa Rica, Nicaragua y Honduras; porque no se halló bibliografía considerable de otros países a excepción de Estados Unidos. Obtenida también de SABLE K. y MAYER D.: “Yes! we have no bananas: forum non conveniens and corporate evasión”, en International Business Law Review (Academy of Legal Studies in Business ), Vol 4, Agosto de 2004, aquí
[xiii] TOMAS, J.A. y ZAMORA, F.J.: “Comentario a la Ley Modelo Latinoamericana para Juicios Internacionales del Prof. Henry Dahl”, comentario al artículo 15 de dicha ley, que rechaza el foro no conveniente.
[xiv] IMHOF, V.: “Admiten demanda nemagón en EU”, en Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, 21de abril de 2004, pag. 5, aquí
[xv]KENNEDY, R.: “Fruit of the Poison Tree”, en Dallas Observer, 10 de marzo de 2005, aquí
[xvi] COLLADO R.: “Víctimas del nemagón ganan gran demanda”, en Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, 14 de diciembre de 2002, aquí
[xvii] BBCMUNDO.COM: “Dole se defiende”, 28 de marzo de 2005, en aquí
[xviii] SILVA, J.A.: “Peligra juicio nemagón”, en La Prensa, Managua, Nicaragua, 21 de octubre de 2003, página 1, aquí y NAVAS, L.: “Batalla del nemagón aún no se ha perdido”, en Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, 26 de octubre de 2003, pag. 2, aquí
[xix] Asociación de Trabajadores y Ex-trabajadores Bananeros Demandantes del Nemagón – Fumazone.
[xx] Aquí y NUEVA RADIO YA: “Embargo a empresas de EEUU en Venezuela por nemagón”, Managua, Nicaragua, 29 de abril de 2005, en Nuevaya.com
[xxi] IMHOF, V.: “Sentencia favorece a víctimas del Nemagón”, en Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, 12 de agosto de 2005, aquí
[xxii] Sentencia del caso Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros . Chinandega, 8 de agosto de 2005, pag. 89, 90 y 91.
[xxiii]Ha trabajado en el caso con los bufetes Fred Misko y Provost & Umphrey,
[xxiv] Correo electrónico de Henry Saint Dahl, el 21 de junio de 2005.
[xxv] BBCMUNDO.COM: “Dole se defiende”, 28 de marzo de 2005, aquí
[xxvi] NAVAS, L.: “Batalla del nemagón aún no se ha perdido”, en Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, 26 de octubre de 2003, pag. 2, aquí
[xxvii] Noticias aparecidas en los ejemplares de los días 8, 9 y 10 de octubre de 2002. http://www.elnuevoduario.com.ni
[xxviii] Unog.ch