Cuando el laboratorio es el protagonista, por Walter Pengue*
La agricultura argentina sufre transformaciones que la han posicionado como generadora exclusiva de commodities. El nuevo sistema permite incrementar los rendimientos físicos de los cultivos de alta respuesta, pero con resultados y consecuencias ambientales, sociales, económicas y políticas que recién comienzan a evaluarse
Junto a las nuevas tecnologías para la producción masiva de commodities, Argentina tiró por la borda sus sistemas de autoconsumo y la cultura de varias generaciones de hombres y mujeres del campo que tenían naturalmente incorporados los sistemas de rotación de suelos y los cultivos compatibles, el aprovechamiento respetuoso de los recursos y los modelos de explotación agrícola sostenible.
Tres naciones en el mundo abarcan el 99 por ciento de la superficie mundial de productos transgénicos y Argentina es el segundo productor de transgénicos del mundo. En la actual campaña, las sojas RR en Argentina resistentes al glifosato- alcanzaron en la actual campaña el 80% de la superficie implantada. Esta situación se manifiesta, en momentos en que las exportaciones de soja de EE.UU. a la Unión Europea se desplomaron desde 11 millones de toneladas en 1998 a 6 millones de toneladas en el último año, en tanto que el maíz nortemericano despachado a Europa cayó de 2 millones de toneladas en 1998 a 137 mil toneladas el año pasado: una pérdida conjunta de casi mil millones de dólares en las ventas para la agricultura
norteamericana.
Argentina carece de una política agropecuaria propia y socialmente viable. Quizás porque se da por descontado que quienes diseñan las políticas del campo son las transnacionales y los lobbies que tienen como base ciertos suplementos rurales.
En Argentina la Revolución entró de la mano de las organizaciones gubernamentales, casi sin la existencia de empresas privadas que le dieran difusión, con un paquete tecnológico quizás nuevo, pero con un uso de insumos relativamente bajo, que permitió que Argentina no tuviera tantos problemas como en otros países, donde la carga de agroquímicos en general fue mayor.
La nueva Revolución Verde, esta revolución de la biotecnología, entra de la mano directamente de las compañías transnacionales. Hoy estamos (en Argentina) frente a dos problemas: un país abierto a las nuevas tecnologías, sin una discusión masiva y con muy poco basamento científico e independiente y de estudios a largo plazo. Y por otro lado, productores que necesitan nuevas alternativas tecnológicas, específicamente por un problema de costos y con pocas alternativas que se ofrecen desde el Estado para que ese productor pueda cambiar.
Aunque el rendimiento de la soja transgénica ha demostrado en la Argentina ser inferiror al obtenido a través de variedades convencionales, los costos de producción se han reducido, sobretodo en el costo de herbicidas. Estamos pasando a un producto que cuesta entre 3 y 4 dólares en el mercado como el glifosato, que reemplaza una batería de herbicidas que puede oscilar en unos 20 dólares.
Pero esta situación ha producido un incremento exponencial. En el período 1996/97, el consumo de glifosato fue de 20.000.000 de litros. En el período 1997/98, ascendió a 28.000.000 de litros y 1998/1999 el consumo fue de 58.000.000 de litros.
La producción agrícola argentina se encuentra en un punto de inflexión, que requiere definir si seguirá un solo camino o incursionará en varios senderos productivos que la alejen de la inestabilidad creciente de los mercados. Deberá demostrarle al mundo que su sistema productivo es sustentable y que está dispuesta a producir con la calidad que los mercados mundiales requieren, o bien mantenerse en la postura de que existe parte de una demanda mundial cautiva que aceptará los tipos de alimentos que "hemos decidido" ofrecerles. Pensar en este último sentido, llevaría a una posición insostenible e incierta acerca de la colocación de los excedentes argentinos exportables, así como el futuro de la agricultura en general.
* Walter Pengue, Ingeniero Agrónomo con especialización en mejoramiento genético. Maestría en Políticas Ambientales, Universidad de Buenos Aires. Pengue, participará la semana próxima, de un Seminario Internacional en Bélgica, y la Regional Latinoamericana de la UITA, consideró importante que efectuara una escala de trabajo en Madrid. La finalidad es reflexionar junto a ustedes, sobre la producción transgénica en Argentina: Mitos y realidades.