Costo social de los agrocarburantes. Caso de la palma africana en Colombia
"El vice-ministro (de agricultura), por su parte, argumentando estudios científicos, afirma que Colombia es un modelo de respeto a la biodiversidad en los dominios de los palmaritales. Decir lo contrario para él, es incurrir en injuria al país. ¡Se creería estar hablando de otro planeta! ¿Cuál es la lógica que preside a ese discurso y a esas prácticas? La del "progreso" representado por los monocultivos destinados a responder al consumo de los más ricos en el mundo y pronto a la "energía verde" de la que tanto se habla, pero que en su proceso destruye más ecológicamente y socialmente, que de producir ventajas. Es también la lógica del beneficio, ya que las plantaciones representan mucho más valor agregado que la agricultura campesina y contribuyen de esta manera a la acumulación del capital"
Queridos amigos,
Unas palabras para dar algunas informaciones sobre la experiencia vivida junto a los campesinos colombianos despojados de sus tierras por las plantaciones de palma africana destinadas sobre todo a los agrocarburantes.
Centro Tricontinental Louvain-la-Neuve, 23 de agosto 2007.
En Colombia mi contacto era la Comisión Intereclesial Justicia y Paz que se preocupa sobre todo de las violaciones de los derechos del hombre de las poblaciones campesinas expulsadas de sus tierras, especialmente por la extensión de las tierras destinadas a los agrocarburantes. Una noche, nos fuimos al Norte de Bogotá, a una comunidad indígena, a media ladera de una montaña para pasar una noche de oración. Reunidos en un sitio sagrado circular, a la luz de un fuego central, escuchábamos un anciano que nos contaba sobre la expulsión de sus tierras por las compañías agrícolas, evento acompañado de masacres. Rogamos por los muertos. Hubo largos silencios. Miembros de la comunidad vinieron a juntarse al grupo. Se saludaban tocándose la frente (saludo por el pensamiento) e intercambiando algunas hojas de coca.
Toma de palabra, de unos tras otros, ya que "la palabra es el alma". El anciano que preside me pide intervenir en primer lugar, ya que soy también "un abuelito". Es un compartir espiritual, en el que se expresa el respeto por la tierra-madre y la importancia de la vida humana. Un reconocimiento también hacia el pueblo hermano que los ha acogido en sus tierras. Contrastes: el nombre del anciano es Victor Hugo y antes de la ceremonia, él había pedido a cada uno de apagar los celulares! No me quedo toda la noche, ya que al día siguiente, hay que trabajar!
En efecto, a la mañana siguiente se habría un seminario internacinal sobre los agrocarburantes, en el que me habían pedido dar la lección de apertura, tema sobre el que estoy trabajando por el momento, esperando terminar pronto una obra sobre el tema. Entre los participantes, no sólo latinoamericanos y europeos, sino también asiáticos. Al día siguiente paso la jornada con una delegación internacional cerca de la frontera con Venezuela, sobre un afluente del Orinoco en Arauca, para oir tertimonios de personas desplazadas, sobre todo campesinos. Es una "audiencia" destinada a preparar una sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos que tendrá lugar en el mes de noviembre en Bogotá y que me han pedido presidir. Durante medio día los recitativos más dramáticos se suceden, muchos de los testigos deberán hablar detrás de una puerta en el local sindical: expulsiones por las empresas petroleras, masacres de los paramilitares y del ejercito!, bombardeo de un pueblo desde un helicoptero de una empresa petrolera norteamericana. Nosotros interrogamos a los testigos. Un parlamentario europeo aleman que nos acompaña está petrificado por la emoción e incapaz de preguntar la más mínima cosa. Mientras esperamos el avión de regreso, dos policías del DAS (Departamento administrativo de Seguridad) vienen a pedirnos nuestros pasaportes y nos acusan de actividades ilegales y nos amenazan con expulsarnos. La respuesta es clara: nosotros habiamos prevenido a las autoridades de Bogotá. Una llamada telefónica lo confirma.
Al día siguiente, en la Universidad Nacional ocurre un seminario sobre las Orientaciones socio-políticas de Colombia. Carlos Gaviria, presidente de la oposición y antiguo candidato a la presidencia y yo mismo introducimos el seminario sobre los principios que orientan una politica, fase a la crisis del modelo de desarrollo.
Seguidamente la visita al Norte del Chocó, región fronteriza con Panamá, y cerca de la Costa Atlántica. Primera escala del avión, Medellín, que se ha vuelto una verdadera metrópolis, de la que se puede comprender a grandes trazos la estructura social, sobrevolándola a baja altura y aterrizando en el aeropuesto, situado en el centro mismo de la aglomeración. Enorme desarrollo de los barrios mas ricos, con muchas construcciones a lo alto y extensión de los barrios pobres. Esto no tiene la dimensión de Bogotá, ciudad de 8 millones de habitantes, cuyo norte muestra su opulencia, mientras que el sur reúne barrios donde se apilonan centenas de millares de gente, anotar los refugiados del interior. De Medellín, nueva escala hasta una pequeña ciudad, Atrato, situada no lejos de la frontera con Panamá. Somos varios en este viaje, a notar Miembros de la Comisión Justicia y Paz, entre quienes está una monja del Sagrado Corazón, y la Comisión ética, de la que formo parte entre otros, una jurista español y dos jóvenes americanas, de las cuales una acaba de salir de la cárcel por haber manifestado frente a la Escuela de las Américas en Georgia (formación de militares latino-americanos de bien triste reputación).
Antes de aterrizar sobrevolamos plantaciones de cambures. Las atravesamos después en carro antes de llegar a la pequeña población local. Desde el restaurante observo los detalles de la vida cotidiana y me vienen a la memoria muchos elementos de la novela de Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad. Desde allí tomamos dos carros para llegar a otra pequeña ciudad del interior, donde somos recibidos en el convento de las monjas. Se trata de una congregación colombiana, fundada por la Madre Laura, para el trabajo con los poblaciones indígenas. Son llamadas las "Lauritas", y están ellas presentes en varios países latino-americanos para trabajo social entre las poblaciones indígenas. Esta congregación, muy comprometida socialmente, mucho se ha desarrollado en Colombia y ha extendido su acción en medio de los más pobres especialmente en la región hacia donde nos dirigimos. Pasamos una parte de la noche con las religiosas. Ellas nos cuentan su trabajo en esta región donde los grandes propietarios poseen millares de hectáreas y donde se extienden progresivamente las plantaciones de palma africana. Ellas nos describen las llegadas masivas de campesinos sacados de sus tierras en las diferentes poblaciones y especialmente en el lugar donde estamos. Hablamos de pueblos cuyas calles no están pavimentadas y los servicios generales son rudimentarios.
Hay un barrio de casas construidas precariamente, con planchas y tablas de zinc, que habitan numerosos campesinos refugiados del interior.
Las monjas, trabajando cotidianamente y en la base, nos cuentan como estos campesinos que afluyen a localidades urbanas, han sido a menudo desposeídos de sus bienes. No teniendo más nada, están obligados a resolverse como puedan. Ninguna compensación financiera, ninguna seguridad social, grandes dificultades para enviar a sus hijos a la escuela, y ningún trabajo para los jóvenes. Bueno, situaciones a menudo dramáticas y fase a las cuales las siete monjas no llegan a hacer frente. Cuatro de ellas se expresan: "entre los refugiados del interior, hay muchos afrodescendientes (las poblaciones negras) y también ciertas poblaciones indígenas. A menudo es el terror lo que les hace salir de sus tierras. Los paramilitares, grupos armados informales, pero íntimamente ligados con el ejército, amenazan y asesinan sencillamente para crear el terror". Una de las monjas nos dice: "los paramilitares son un verdadero aparato de Estado, ya que la relación con los poderes militares, políticos y económicos está patente. El gobierno actual pretende desmovilizar a los paramilitares, pero de hecho ellos están tan presentes como antes y siempre igual de armados y un cierto número de los que son regresados a la vida civil, obtienen prácticamente la impunidad y ocupan puestos muy importantes en el campo político, comprendido el Parlamento".
La Superiora de la pequeña comunidad nos explica que estas prácticas políticas están relacionadas con la extensión constante de la gran propiedad terrícola. No hace mucho, una gran parte de las tierras eran bosques. El resto era cultivado por pequeños campesinos o por comunidades indígenas. Fueron implantados primero las grandes ganaderías extensivas, luego el cultivo del cambur y hoy en día la palma de aceite. Son los militares los que al comienzo ejercieron la fuerza para ayudar a los propietarios a ganar progresivamente las tierras de los campesinos. Después, vinieron los paramilitares, para la tarea sucia que los militares no podían cumplir.
Nosotros les preguntamos si la guerrilla es activa en la región. Responden que estuvo fuertemente activa en los años 90, pero que ahora se refugia en las montañas. Se trataba al comienzo de campesinos desposeídos de sus tierras, organizados en resistencia armada. En el transcurso de los últimos 40 años, esta resistencia, especialmente la de las FARCS se transformaron en una organización militar, que recurre para poder continuar a armarse, al impuesto sobre el narco-tráfico y a los secuestros. En la región, en todos los casos no encuentran una simpatía particular de la población, aún desplazada, pero no son tampoco considerados como enemigos, ya que en las regiones que controlan, la situación del campesinado es mucho mejor.
El narcotráfico está presente por todos lados. Los paramilitares viven del narcotráfico. Los militares a menudo están implicados igualmente y la guerrilla eleva los impuestos sobre el tráfico de drogas, para poder subsistir. Miembros de la Comisión Justicia y Paz nos dicen: el narcotráfico ha penetrado a toda la sociedad colombiana. Una parte importante de los financiamientos que uno ve en las construcciones urbanas de Bogotá y de Medellín, provienen de hecho de esa fuente. El Gobierno, ayudado por los norteamericanos, destruye los cultivos de coca, sobre todo en las regiones montañosas y alejadas de las poblaciones, por la vía de fumigaciones, pero esto no resulta eficaz y por contra, esto produce efectos ecológicos desastrosos. Se ataca a los pequeños campesinos, que a menudo desplazados de sus culturas tradicionales no tienen otro medio de existencia, pero los grandes traficantes logran hacerse un lugar en la sociedad.
Por la noche nos quedamos en un local parroquial, colchones de goma espuma
colocados a ras del suelo. Privilegio de la edad, me dan una cama de planchas y después de una corta noche, retomamos la ruta. Primero la gran carretera que lleva a Medellín y que atraviesa, a pérdida de vista, grandes extensiones ganaderas, que se prolongan por miles de hectáreas. El ganado está disperso y relativamente poco numeroso.
Pasaremos por 16 barreras militares en el transcurso de dos días, signo de la militarización de la región. En dos de entre ellos, deberemos entregar nuestras identidades. Los yeeps toman luego caminos de campo, donde vemos a lo largo de las carreteras implantaciones nuevas de pequeñas casas de madera.
Son casas de los grupos familiares de los paramilitares, provenientes de otras regiones. Después de más o menos 75 kms., llegamos a la zona de la palma africana. Esta vez, nos metemos por caminos enteramente bordeados por las plantaciones de palmas, plantas relativamente bajas y cuyos frutos se sitúan en la base. A lo largo de una de esas rutas, los frutos de esas palmeras se van juntando en la ruta y vienen camiones a llevarselos para las refinerías, que hemos cruzado. Una hectárea de palmeras da 5.000 litros de agrodiesel. Es pues una producción muy rentable. El trabajo no exige más que una mano de obra bastante reducida, que es traída en camión cada día. Los fertilizantes y los pesticidas utilizados por las plantaciones son químicamente muy destructivos. No queda ni un solo pájaro. Los campesinos nos dicen que los riachuelos y los ríos ya no tienen peces. Uno de ellos, me muestra las huellas de quemaduras en la piel que ha sufrido bañandose en los ríos. Los productos químicos son expandidos por avioneta y no respetan nada, ni los suelos, ni el agua, ni los raros espacios donde queda aun un hábitat.
Llegamos finalmente a un sitio indicado por un gran panel realizado a mano: Zona humanitaria. Después de diez años de lucha sangrienta llevada por la Brigada 17 de la armada y los paramilitares actuando para las empresas de la palma, y luego a partir de 2001, desplazamientos sucesivos forzados, un grupo de campesinos se ha reunido para cultivar algunas hectáreas de tierra en las fronteras de las plantaciones de palma. Han sido expropiados de sus propiedades ancestrales que datan para algunos de 120 años. Han constituido lo que llaman una "zona humanitaria de biodiversidad". Están acompañados por la brigada internacional de paz para su protección. Una Comisión ética internacional ha sido constituida para alertar las instancias internacionales, en caso de violaciones graves de sus derechos y de la cual soy miembro, con otros Europeos y Norteamericanos. Las autoridades de Bogotá han sido prevenidas de nuestra misión en el lugar por la Comisión intereclesiástica Justicia y Paz.
Debe decirse que un pequeño campesino en estas regiones, es alguien que posee entre 50 y 100 hectareas. Las culturas siendo diversificadas, la ganadería relativamente extensa, los bosques abundantes, permitían a estos campesinos continuar una vida relativamente normal, aunque las condiciones de trabajo sean duras. El Chocó era la región de la mayor biodiversidad del país.
Había a varios kms. de allí un pueblo, con escuela primaria, centro de salud, acueducto trayendo agua de la montaña, una serie de iglesias y de templos de diferentes denominaciones cristianas. Hoy en día, no queda casi nada de esta aglomeración: la escuela, el centro de salud, el acueducto fueron destruidos, para la extensión de los cultivos de la palma. Cada extensión de los cultivos de palma conlleva nuevas masacres. En diciembre 2005, en Pueblo Nuevo y en octubre 2006, en Brisas, es un nuevo grupo de paramilitares, llamado "Aguilas Negras" que entró en acción, en conexión con el ejercito y la policía.
Bajamos de los yeeps y vamos hacia un pequeño grupo de habitaciones apenas edificadas. Hace sólo pocos meses que los campesinos se instalaron en esas tierras. Ya, son objeto de procedimiento judicial, como "invasores". Y eso que, todos tenían tierras de las cuales fueron expulsados. Algunas compañías de palmas están activas en la región y en el lugar donde estamos se trata de Urapalma, sociedad anónima.
Como los campesinos no querían ceder sus tierras, inmediatamente siguieron las amenazas. Se les decía: "si Uds. no quieren vender sus tierras, se las compraremos a sus viudas". Desgraciadamente, los hechos continuaron. En la comunidad que visitamos, 113 personas fueron asesinadas, primero por el ejercito y luego por los paramilitares. Lo mismo en muchos otros lugares. No describiré la forma en que fueron masacrados, ya que esto traspasa los límites de lo soportable. últimamente, uno de entre ellos, un afrodescendiente que debía asistir a una reunión internacional en Chicago para denunciar las injusticias cometidas en Colombia, fue asesinado algunos días antes de su salida. Su cuerpo fue encontrado en el rio, por la monja del Sagrado Corazón presente con nosotros. Era una advertencia para los otros.
En el lugar igualmente, está un cierto número de miembros de la Brigada internacional de la paz, jóvenes italianos, españoles, norteamericanos, canadienses, franceses, que se turnan para vivir con la comunidad, trabajan con ellos, y toman todos los riesgos, para protegerlos. Este es el sentido de la "Zona humanitaria y de la biodiversidad", en otras palabras un área simbólicamente protegida, establece 5 hectáreas recuperadas por uno de los campesinos, en frontera de los palmaritales. La visita que hacemos a nombre de la "Comisión ética" está también destinada a evitar que las exacciones continúen en el silencio y en la ignorancia. El Gobierno cuida su reputación internacional, lo que explica el temor a las revelaciones.
Por la tarde vamos juntos como a dos kms de allí, hacia el cementerio. Este se encuentra al borde de las plantaciones. Fue completamente destruido por los bulldozers, todas las tumbas profanadas y sobre un pedazito de tierra que se encontraba fuera de la plantación, los campesinos replantaron pequeñas cruces de madera pintadas de blanco. Al llegar, sobre el sendero, lleno de agua y de barro, uno de los campesinos mata una culebra. Allí mismo, nos reunimos en silencio. Me piden rezar por los muertos. Uno de los campesinos toma también la palabra. Explica la historia del cementerio. "Teníamos aquí un pueblo. No queda prácticamente nada. Las máquinas han completamente destrozado el cementerio. Ya no sabemos cual de nuestros deudos queridos se encuentra aquí
y es por ésto que colocamos algunas cruces simbólicamente, sin saber quién se encuentra debajo". Hay una gran emoción. Me piden que bendiga el lugar. Recitamos juntos el Padre Nuestro, y nos quedamos un buen momento más en silencio rezando, no solamente por los padres y los abuelos enterrados en este lugar, sino igualmente por todos los que fueron masacrados. A lo lejos retumba el canto de las motosierras que operan en el bosque vecino.
Esta visión me conmueve profundamente. Es casi la rabia que llega al corazón cuando uno ve cosas como ésta. El capitalismo no tiene ningún respeto por nada. Hay que ganar dinero. Hay que transformarlo todo en mercancía. Es el valor supremo. Los seres humanos no cuentan ya, ni siquiera los que reposaban en paz en ese cementerio de campo. Regresamos cruzando por el camino rodeado de palmeras: las palmeras de la muerte.
Por la noche, cena compartida juntos: sopa de frijoles. La velada se organiza para un intercambio de testimonios, de cantos, de compartir. Vinieron también a juntarse con nosotros de otras comunidades provenientes de la región de Cacarica. Son jóvenes negros, de descendencia africana. Otros campesinos también vinieron de los alrededores, hombres, mujeres, niños. Hicieron dos, tres y hasta cuatro horas de marcha para poder pasar esas cuantas horas juntos. Los de Cacarica hicieron una jornada entera de viaje, descendiendo el río Curvarado que pasa como a 20 kms. de allí.
La velada comienza con testimonios. El recuerdo de las expulsiones, de las masacres. Uno después de otro los campesinos y las campesinas vienen a contar sus historias. Son las amenazas de los militares, las masacres de los paramilitares. Un hombre dice: hasta mi niño de tres años ha sido asesinado delante de mis ojos. Un joven viene de contarnos como sus dos parientes fueron asesinados por los paramilitares. Y los unos después de los otros dan con voz tranquila, triste, sus testimonios. Es realmente conmovedor.
Los asistentes permanecen silenciosos. Una vieja señora de origen africano acaba de tomar la palabra: "Soy una abuela y tengo 29 nietos. Fui expulsada de mis tierras. Mis nietos ya no pueden ir a la escuela. No tenemos servicio médico, ni siquiera un centro de salud. Somos campesinos. Queremos trabajar la tierra. Tanto que yo quisiera que mis nietecitos pudiesen ellos estudiar, desarrollarse en la vida. Qué hemos hecho para sufrir un destino como éste? Deseamos vivir en paz, cultivar nuestras tierras. Aquí había vida y ahora es la muerte. Y sin embargo no hemos perdido la esperanza. Pensamos que el Señor no nos ha olvidado. Continuamos luchando. No nos dejaremos descorazonar por las amenazas y por la violencia. Queremos vivir en paz".
Los jóvenes venidos de Cacarica, van a expresar sus sentimientos con cantos. Es rap, de uno de ellos es la autoría de las palabras. Explica que el rap tiene su origen en los negros norteamericanos y que se trata de cantos de protesta. Varias veces aportan así su contribución a esta velada, que se pasa bajo un techo de madera, con un suelo de tierra batida. Sus cantos son impresionantes. Un ritmo entrecortado, que expresa la historia de sus comunidades. Ellos también vieron a sus padres expulsados de sus tierras. Piden justicia. Acusan los grandes propietarios y las compañías del agrobusiness. Denuncian a los paramilitares que masacraron a muchos de ellos. Acusan al ejército, al gobierno y en particular al presidente Uribe, el mismo gran propietario de tierras y de minas y artesano de la impunidad de los paramilitares. Algunas de estas canciones son muy duras. Terminan sin embargo en un deseo de lucha y no de desespero.
Al final de estos testimonios, me piden intervenir con una oración. Toda la asamblea está silenciosa. Hay que recordarse de los muertos y las víctimas. Hay que sobretodo recordar que la vida es más fuerte que la muerte. El símbolo de la resurrección es precisamente el de la victoria de la vida. Dios está presente. Es quien quiere la vida. Jesús también fue perseguido por la justicia y finalmente ejecutado, por haberse opuesto a la dominación y la explotación de los poderosos sobre los pobres. Pero ha resucitado y he allí la fuente de la esperanza.
Una joven mujer negra entona una canción: la virgen negra. Es una larga melodía, cantada dulcemente, con el escuchar atento y emocionado de toda la asamblea. "La virgen es la que ha amado, que ha sufrido. Ella ha querido también al pueblo negro. Es por eso que la llamamos la virgen negra. Es ella la que nos da la esperanza. Es ella la que piensa en nosotros como una madre. La Virgen negra. La virgen negra". Un largo silencio persiste, cada uno recordando su historia.
Pero, la alegría de vivir retorna. Entonces todos son invitados a presentar un canto, a contar una historia. Es la vida que se afirma sobre la muerte, la alegría sobre la tristeza. Los unos y los otros, de diferentes comunidades, se esfuerzan por participar en la fiesta. Algunos, cantan absolutamente falso...Y todo el mundo revienta de risa. Los niños prepararon una canción, que no termina nunca, pero que permitía que ellos también intervengan. Como hay algunos extranjeros, se les pide a los dos norteamericanos presentes cantar. Y resulta una verdadera catástrofe. Los italianos interfieren, con un poco más de brío. Me piden a mi de aportar mi colaboración. No estando yo dotado en ese aspecto, escojo enseñarles el canto francés "Frère Jacques". Al principio la cosa no va tan mal. Que sorpresa ver que todo el mundo puede cantar en francés. Inútil decirles que eso terminó en cacofonía. Pero todo el mundo se ríe de buena gana y es verdaderamente una fiesta. Esto dura hasta bastante tarde en la noche, pero como en la mañana hay que levantarse temprano, al final todo el mundo entra en las casas o en las pequeñas carpas y la única luz es la de una luna apenas visible entre las nubes.
Duermo sobre unas tablas afortunadamente con mosquitero, ya que estas bestecillas se habían unido a la fiesta! Al lado mío una pareja de catalanes ronca a quien mejor. No es fácil caer en el sueño, más el cansancio ayuda y al final el sueño llega. A las cuatro y media de la mañana, fui despertado en sobresalto por el canto de un gallo que percibió los primeros rayos del sol.
Estaba junto a mi del otro lado del plástico. Nos levantamos todos. Llovió durante la noche. La tierra batida, hasta dentro de las casas, se ha transformado en barro. No es fácil vestirse. Felizmente, una enorme cacerola de café ha sido preparada. Eso hace mucho bien para despertarse.
A las seis todo el mundo debe estar listo para una operación de destrucción de palmeras. Seguimos el sendero que lleva a la carretera. Un buen centenar de personas allí presentes, campesinos, miembros de las brigadas, jóvenes y viejos. Todos entre las manos tenemos un machete. Antes de ponernos en camino hacia esa operación, uno de los campesinos despojado de sus tieras, toma la palabra. Es miembro de una iglesia cristiana, que se llama la Iglesia cuadrangular (los cuatro ángulos de la tierra). Pide a todos que nos concentremos. Estoy a su lado. Comienza el con el recitar del Padre Nuestro a la cual me asocia. Luego, con los ojos bajos, en actitud de recogimiento, pide la bendición de Dios para todos aquellos que piden Justicia. "Que Dios nos de la fuerza de continuar luchando, restablecer la justicia, luchar por nuestra familia, por la vida, por la fraternidad entre los hombres. Y ahora, con todos nuestros machetes, vamos a destruir lo que es la obra de la muerte". El grupo avanza a las plantaciones. Cada quien escoge un árbol y los machetes ejecutan la destrucción de los palmaritales.
Como debemos, algunos, regresar a Bogotá, mi participación no fue mas que muy simbólica. Hay que ponerse en marcha para volver a la capital. Les digo adios con emoción, con quienes había compartido algunas horas muy intensamene. Pero, problema! Durante la noche, un fuerte tornado acostó numerosos árboles sobre la única carretera que nos permitió llegar a la "zona humanitaria". Nada de que pasen los vehículos. Habrá pues que partir a pie. Algunos nos ponemos en marcha. Desgraciadamente, había yo hecho un falso movimiento dos días antes en Bogotá, entrando a un carro. Mi pierna derecha no está bien que digamos. Pero, tengo un paraguas que me sirve de bastón y ya el camino comenzado, camino por cierto lleno de cerritos y de barro. Los Kms. se suceden monótonos entre hileras de palmeras. Un camión que transporta trabajadores nos cruza. Se había quedado en el interior del perímetro de las carreteras atravesadas por los árboles abatidos. Después de 10 kms. de marcha, llega una motocicleta. Hacemos moto-stop. Era uno de los campesinos locales. De nuevo, privilegio de la edad, fue designado para subir a la moto y continuar los siguientes diez kms que faltaban para llegar al río. Me pregunto todavía como es que no tomé varios baños en los canales del camino! Pienso en la película "La motocicleta" y casi que me tomo por el Che!
Llegando al final a buen puerto, el que me trajo telefonea con su celular a la pequeña villa del otro lado del río. Hace un llamado a dos otras motos, que terminan por venir a tomar a los otros que habían continuado a pie, cuando el sol comenzaba verdaderamente a caer duro. Finalmente, nos volvemos a encontrar todos juntos y tomamos una curiara para atravesar el río y llegarle a un yeep del otro lado. Nueva barrera militar. Más de 70 kms. en yeep en carreteras imposibles. Camiones accidentados, en fin todo para perder el avión, ya que el trayecto evidentemente nos ha tomado mucho mas tiempo que lo previsto. Finalmente, alcanzamos la gran carretera. El yeep no logra avanzar a más de 40 ms por hora, ya que a cada instante, sobre todo a cada hueco, se pone a sacudirse en todos los sentidos. Cambiamos de carro en la ciudad donde habíamos pasado la primera noche. A toda velocidad nos empujamos al aeropuerto y felizmente el avión tiene una hora de retraso, sino nos hubiéramos tenido que quedar.
El regreso pasa como a la ida: parada y cambio de avión en Medellín y finalmente aterrizamos en Bogotá. Durante el viaje, no pude impedirme pensar en todo lo vivido los dos días precedentes. El film de los acontecimientos me vuelve al espíritu constantemente. ¿Cómo pueden aceptarse situaciones parecidas? ¿Cómo es posible que la Jerarquía de la Iglesia no se haga presente para defender la justicia? ¿Cómo una sociedad puede construirse sobre tales parámetros? Pasando por Medellín, pienso en la sociedad Urapalma, cuya sede se encuentra en esta ciudad. ¿Quiénes son los accionistas? Probablemente excelentes personas, buenos padres de familia, buenos cristianos, que se encuentran alrededor de una mesa de tapiz verde y toman decisiones económicas, en función de la lógica del beneficio, sin ponerse otras preguntas. Hay que denunciar ese sistema. Hay que encontrar quiénes son los accionistas. Hay que saber cuales son las Bancas que los financian y cuáles son sus conexiones internacionales? Hay que atreverse a decir que ellos son los responsables de las muertes, que ellos reducen a la miseria a millares de personas, que impiden a los talentos humanos desarrollarse, que ellos son obstáculo para que muchos niños puedan un día contribuir al bienestar de la humanidad; que ellos representan intereses materiales contra los valores humanos.
Se pudiera pensar que todo eso significa detener el progreso, que un bien superior exige sacrificios. ¿Pero qué progreso y cuáles sacrificios? Continuar un modelo energético que congestiona nuestras ciudades y permite que el 18 de agosto de este año, haya 580 Kms de tranca en Francia, para no citar mas que ejemplos fáciles? Al precio de daños irreparables a la biodiversidad, a las reservas de agua, a los suelos, al clima, en detrimento de la agricultura campesina y en beneficio del agronegocio para algunas grandes empresas, y más grave aun, a precio de sacrificios humanos, sociales y culturales que afectan millones de gente. Por tanto, otro modelo es posible, de respeto de la biodiversidad, de los derechos humanos y del clima, pero eso exige una voluntad politica.
En Bogotá una colega viene a buscarme para encontrarme con un grupo de personas desplazadas que vienen del conjunto del país, con el fin de preparar una sesión del Tribunal de los Pueblos que debo presidir en noviembre. Es en casa de ella que voy a estar. En año y medio, es el tercer apartamento que ocupa en Bogotá, ya que está constantemente amenazada. Durante la reunión uno de sus colaboradores viene discretamente a tomar mis zapatos, para lustrarlos, ya que estoy completamente lleno de barro de la cabeza a los pies. Cambio después de pantalón, ya que por la noche tenemos un encuentro con el Embajador de Venezuela.
Al día siguiente de nuestro regreso, la policía y el ejército bajaron a la "zona humanitaria". Diez hectáreas de palmeras han sido destruidas (sobre 25.000 de las cuales una parte mayoritaria ha exigido la destrucción de un bosque original, viejo de miles de años). Los campesinos cortadores de palmas serán tratados por la justicia "por destrucción del medio ambiente". Un colmo! La presencia internacional impide por el momento que otras masacres se produzcan.
La semana siguiente, durante el seminario de los agrocarburantes, una discusión tuvo lugar entre el vice-ministro de agricultura y un representante de la Federación de plantadores de palmas. Este último declara que Urapalma no es miembro de la Federación y que no puede asumir ninguna responsabilidad a ese sujeto. Por contra, dice él, las otras plantaciones responden a un verdadero espíritu de empresa, respectando su responsabilidad social y disponiendo de un código de conducta. En cuanto a los títulos de propiedad de los campesinos y de las comunidades indígenas y negras, él afirma que es un asunto complejo, ya que muchos son falsos. Verificar todo ésto toma tiempo y el Estado colombiano que subsidió esas plantaciones debe velar, durante ese tiempo, a recuperar la puesta. En breve, un lenguaje cerrado, frente a esos campesinos desposeídos y sin defensa. Curioso discurso, ya que sabemos que entre 2001 y 2005, 263.000 familias de campesinos fueron expropiadas de 2.6 millones de hectáreas, bien sea por las compañías del agronegocio, bien sea por los paramilitares ellos mismos, y que la pobreza rural ha pasado de 66 a 69% entre 2003 y 2004!
El vice-ministro, por su parte, argumentando estudios científicos, afirma que Colombia es un modelo de respeto a la biodiversidad en los dominios de los palmaritales. Decir lo contrario para él, es incurrir en injuria al país. ¡Se creería estar hablando de otro planeta! ¿Cuál es la lógica que preside a ese discurso y a esas prácticas? La del "progreso" representado por los monocultivos destinados a responder al consumo de los más ricos en el mundo y pronto a la "energía verde" de la que tanto se habla, pero que en su proceso destruye más ecológicamente y socialmente, que de producir ventajas. Es también la lógica del beneficio, ya que las plantaciones representan mucho más valor agregado que la agricultura campesina y contribuyen de esta manera a la acumulación del capital.
He aquí lo que yo quería compartir con Uds., siendo este escrito un mínimo de expresiones de fidelidad hacia los hombres, las mujeres, los niños encontrados durante estos dos días.
Francois HOUTART
Documento enviado por Roberto Hernandez Montoya.
Traducido por Monica Chalbaud. 25.10.2007.
eb.ca.lcu.opse@tratuoh
Mucho más en www.michelcollon.info