Consecuencias económicas de la soja transgénica en Argentina, 1996-2006
La utilización de semillas transgénicas para la producción agraria en Argentina lleva ya más de diez años. Desde su difusión continúan teniendo lugar numerosas controversias acerca de un diagnóstico sobre las consecuencias que generan.
Pese a ello, el debate podría caracterizarse como tardío, en tanto se comenzó a extender y enriquecer con considerable posterioridad a la difusión del uso masivo de los transgénicos en el país.
La polémica acerca de los transgénicos se ha dado en diversos planos: sin pretender ser exhaustivos, ese debate se observa en el campo de la biología, de la agronomía, de la salud, de los derechos de propiedad, en la esfera sociológica, política y económica.
Ahora bien, en el trabajo sobre el cual aquí se presenta este breve resumen, se ha abordado esencialmente la discusión sobre las implicancias económicas de la utilización de semillas transgénicas. Ello no significa ignorar los debates antes mencionados; por el contrario, han sido incorporados aquéllos que guardan directo vínculo con las cuestiones aquí planteadas.
El debate económico que nos ha ocupado también incluye diversos planos de análisis, que han sido mayormente abordados en este trabajo. A fin de acotar nuestro objeto de estudio, hemos evaluado el impacto económico de la difusión de semillas genéticamente modificadas (GM) de soja en Argentina. Ello significa que no se han considerado los otros transgénicos, que tienen en el país una incidencia muchísimo menor.
Un balance de las consecuencias económicas de los cultivos genéticamente modificados sólo puede ser realista si logra captar, cuando existan, tanto los resultados positivos como los negativos. Precisamente es ello lo que aquí se ha procurado hacer. No obstante, este sencillo fin contrasta con una abundante bibliografía que sólo observa los efectos positivos del cambio tecnológico en cuestión. Entendemos que la imposibilidad de detectar las repercusiones negativas se origina en el método utilizado. Por ello, en primer lugar se desarrolló una discusión teórica acerca de la metodología que debe seguirse en una evaluación que propone determinar las consecuencias económicas de ambos signos.
Antes de analizar los resultados propiamente dichos del cambio tecnológico adoptado, resulta conveniente hacer una breve presentación del sector agropecuario argentino. Es usual hablar del sector agropecuario como un todo; sin embargo, debe quedar claro que al hacerlo se aglutinan actividades sumamente diferentes. En particular, debe distinguirse la región pampeana del resto de las regiones. La rica zona pampeana concentra la producción y exportación de cereales, oleaginosas y ganado bovino. En la actualidad acapara más del 85% de la producción argentina de cereales y oleaginosas. Se ha caracterizado históricamente por producciones sumamente extensivas, con escasa mano de obra por hectárea. El tamaño promedio de la propiedad rural en dicha zona supera las 500 hectáreas. Las zonas extrapampeanas se han caracterizado por no contar con condiciones naturales tan propicias para la producción agropecuaria. Entre las actividades más importantes de las zonas extrapampeanas, cabe mencionar la caña de azúcar en el Noroeste, cultivos como el del algodón, el tabaco y la yerba mate en el Noreste, la producción de lana en la Patagonia, la vid en Cuyo, la fruticultura en el Alto Valle del Río Negro y la actividad hortícola en los alrededores de las grandes ciudades. Excepto por la región patagónica, en el resto el tamaño promedio de la explotación agropecuaria es históricamente y en la actualidad considerablemente más reducido que en la región pampeana. Adicionalmente, se caracteriza por tener producciones más intensivas en mano de obra por hectárea.
Como resultado del estudio realizado, se ha observado que el cambio tecnológico de la incorporación de semillas de soja GM en las condiciones en que se dio en la Argentina tuvo diversas consecuencias económicas. Una de las primeras apreciaciones sobre el impacto de la difusión de las semillas de soja GM fue la aceleración del proceso de sojización. Esta aceleración de un proceso que ya venía dándose previamente con fuerte intensidad dio lugar a incrementos de magnitudes impensables en la superficie destinada a soja. A partir de la difusión de las semillas GM el área con soja aumentó en varias campañas –de un año a otro- en más de un millón de hectáreas, superando la tendencia previa.
Sin embargo, un resultado esencial de este trabajo es haber mostrado que sin las semillas GM Argentina igual tendría como principal producción agropecuaria, por lejos, a la soja. Si las semillas transgénicas de soja no se hubieran difundido en el país, de todas formas habría más de 10 millones de hectáreas dedicadas a esa oleaginosa. Es decir que la superficie con soja hubiera duplicado a la del segundo cultivo en importancia. El proceso de sojización hubiera continuado, si bien a un ritmo menor, sustituyendo a otras producciones.
Detractores y defensores de las semillas genéticamente modificadas han sobreestimado o exagerado las consecuencias de dichas semillas sobre la producción de soja. Se tendió a confundir los incrementos de superficie adjudicables al proceso de sojización propiamente dicho, de los debidos a la difusión de la soja GM. Algunos apologistas de la soja GM han llegado al extremo de dar a entender que de no ser por dichas semillas, en Argentina no se hubiera dado el auge exportador de la soja. Sin embargo, esa posición es equivocada por múltiples factores, entre los que deben mencionarse que el inicio del proceso de sojización es muy previo a la difusión de las semillas GM, y que se encuentra motorizado por el incremento de la rentabilidad relativa de dicho cultivo. Es decir, que no es correcto plantear que Argentina hubiera perdido su inserción exportadora, de no ser por las semillas GM.
Adentrándonos en las modificaciones que implicó el uso de semillas de soja genéticamente modificadas, debemos mencionar que se trata de un cambio tecnológico que en forma generalizada no incrementa el valor del producto por hectárea con respecto a la soja no GM. Esta característica, sin embargo, para la región pampeana es modificada parcialmente debido a la sustitución de producciones. Comparada con otros cultivos típicamente pampeanos, como el trigo, el maíz y el girasol, la soja (sea o no GM) tiende a dar lugar a una producción de mayor valor por hectárea. Desde ya, esto tiene que ver por un lado con los rendimientos de cada cultivo, y por otra parte con los precios internacionales relativos entre los cultivos. El mismo efecto de incremento del valor de la producción por hectárea se produce cuando se sustituye ganadería por soja.
La sustitución de diversas producciones por soja, ha dado lugar así a una intensificación de la producción principalmente en la región pampeana en tanto y en cuanto se incrementa el valor del producto por hectárea. Esta intensificación real, sin embargo, ha sido sobreestimada en numerosos trabajos. En alguno de ellos se planteó que la causa de la intensificación es que toda la producción de soja por sobre la tendencia preexistente se hizo mediante la doble cosecha anual. Los datos presentados aquí, sin embargo, indican que si bien se incrementó la superficie dedicada a soja como segundo cultivo anual, la misma no lo ha hecho en una proporción tan significativa. Contribuye a ello la altísima rentabilidad que se obtiene con la soja cuando se la desarrolla como único cultivo anual.
Como contraparte, frente a otras producciones no granarias –típicamente de las zonas extrapampenas, hacia donde también avanzó la producción de soja GM- la expansión de la soja GM ha implicado un menor producto por hectárea. Considerado el total país, sin embargo, este efecto es más que compensado debido al alto peso específico de los cuatro cultivos principales en la región pampeana y la producción ganadera. Toda esta situación ha determinado que debido a la difusión de las semillas de soja GM, en Argentina –considerada como un todo- se produjera una mayor masa de riqueza.
Sin embargo, es claro que no todo el análisis puede reposar en si se ha generado o no más riqueza. Un componente esencial de la evaluación económica del cambio tecnológico lo constituye la variación de la masa salarial requerida. La mayor producción de riqueza contrasta notablemente con la reducción en términos absolutos de la masa salarial requerida en la nueva producción. Los estudios aquí presentados indican que con el cambio tecnológico de la soja GM, en todos los diferentes casos analizados, la masa salarial total ha disminuido en términos absolutos. Mientras que podría ser esperable como tendencia general del cambio tecnológico que el mismo reduzca en términos relativos la masa salarial (por ejemplo, en relación con el valor total del producto), lo que aquí observamos es por lejos mucho más drástico: el cambio tecnológico ha dado lugar a un menor requerimiento en términos absolutos de trabajadores en el agro. Si bien algunos estudios tienden a analizar el pago de salarios solamente como un costo de la producción, es claro que se trata de los ingresos de una parte de la población. Un mayor desempleo, la emigración del campo, son en este sentido fenómenos vinculados con la difusión de la soja GM.
Motivados en ciertos prejuicios algunos autores han afirmado que el incremento de la producción y las ganancias implicaría un incremento de la masa salarial. La evidencia empírica, sin embargo, señala exactamente lo contrario. La reducción de los requerimientos de trabajo a partir de los cambios en los procesos productivos que implica el uso de las semillas de soja GM es un resultado innegable de la difusión de estas últimas, si se analizan los datos disponibles más allá de prejuicios.
La reducción de la masa salarial requerida y el incremento del valor de la producción redunda en una mayor masa de ganancias, incluyendo en ella la renta. Es por ello que el aumento de la ganancia y la renta de los productores es una consecuencia también de las semillas GM. De esta manera, la difusión de las semillas GM ha tenido consecuencias distributivas categóricas. Por un lado ha reducido la masa salarial, por el otro ha incrementado las ganancias y rentas.
Este incremento de la renta originada a partir de la difusión de las semillas GM ha tenido sin embargo consecuencias diferenciales sobre los productores agropecuarios. Si bien es claro que aquellos de mayor tamaño han logrado consolidar crecientes ganancias y rentas agrarias, la situación varía cuando nos referimos a los de menor tamaño. La tecnología aplicada incrementa las escalas óptimas de producción, dando lugar a un importante proceso de concentración productiva. El uso de las semillas de soja GM no es conveniente para extensiones relativamente pequeñas, esencialmente debido al escaso trabajo que requiere por hectárea, y la disponibilidad del mismo con que suelen contar las pequeñas explotaciones.
En otro orden de cosas, la introducción de las semillas GM ha dado lugar a la apropiación de una parte de la renta agraria por parte de la empresa proveedora de las semillas. El mecanismo utilizado es el denominado de regalía extendida, que consiste en contratos firmados privadamente, en los que los productores renuncian a su derecho a reproducir las semillas. Todo ello es posible debido a que la empresa que tenía las licencias sobre la semilla de soja GM monopolizó el mercado de semillas de soja, siendo ésta el principal cultivo de la región pampeana.
El proceso de sojización, y su aceleración por medio de la difusión de las semillas GM, ha dado lugar a una detracción en las superficies destinadas a la producción de ciertos alimentos, entre los cuales sin duda sobresale la carne vacuna. El encarecimiento de algunos de estos alimentos ha determinado una caída del poder adquisitivo de la población.
Los estudios de caso han permitido profundizar sobre el tema y observar algunas especificidades regionales importantes. En el caso del sur de la provincia de Córdoba (en la región pampeana) el avance de la producción de soja GM ha sido arrollador. En este caso específico se observan similitudes con el total país. La ampliación de la superficie con soja GM no implicó un incremento significativo de la superficie total destinada a la producción agropecuaria, aunque sí un avance de la superficie dedicada a la agricultura. La fuerte sustitución de producciones ha implicado un incremento del valor agregado y del valor bruto de la producción agropecuaria, esencialmente por las características de la producción de soja, que tiene un mayor valor por hectárea. Pese a ello, se presenta una disminución de la masa salarial requerida. En una ciudad y un departamento relativamente pequeño en cuanto a su población, y con una producción agropecuaria importante, la persistencia del desempleo muestra las dificultades de esta última para dar lugar a la ampliación de los puestos de trabajo.
La situación en la provincia de Chaco (zona extrapampeana), tomada en este trabajo como otro caso específico de estudio, es particularmente aguda en cuanto a que la incorporación de soja GM ha implicado una menor producción por hectárea en aquellas regiones donde previamente se producía algodón. Ello significó una caída del valor agregado y del valor bruto de la producción en la etapa primaria. Paralelamente ha implicado una enorme disminución de la masa salarial y del empleo en el sector agrario. Analizando la industria vinculada a cada producción, el procesamiento de la soja requiere mucha menos mano de obra que las distintas etapas de procesamiento del algodón. Como si ello fuera poco, mientras que el algodón se desmota en la provincia y se lo procesa parcialmente en algunas hilanderías, nada de la soja es procesada allí: toda se la destina a su procesamiento extraprovincial. Como puede apreciarse, los resultados aquí obtenidos son sustancialmente diferentes a los alcanzados para el total país.
Efectuada esta breve síntesis acerca de los resultados obtenidos en este trabajo, es esencial enfatizar que la evaluación realizada se refiere a los efectos del cambio tecnológico dada la regulación que el mismo tuvo. Bajo otro tipo de regulación, los resultados podrían haber sido diferentes. Es por ello que resulta esencial poder dar cuenta de los efectos positivos y negativos de la difusión de las semillas de soja GM.
Las semillas de soja GM se difundieron en el país en la segunda mitad de los años noventa, cuando las políticas implementadas desde el Estado respondían a la doctrina neoliberal. En consonancia con ello, en el campo de los OGM el Estado asumió la posición de que cualquier tipo de regulación que pasara por fuera del mercado era inconveniente. Sin embargo, en vistas de los resultados positivos y negativos de la difusión de las semillas GM debe pensarse en la implementación de políticas públicas que permitan potenciar los efectos positivos, a la vez que reducir o eliminar los efectos negativos.
Como hemos mencionado, la expansión de la producción con soja tiende a encarecer los alimentos destinados a la población nacional. El proceso de sojización y su aceleración por medio de la difusión de las semillas GM obliga a complejizar las herramientas de política tendientes a sostener relativamente bajos los precios de los alimentos. La soja sustituye producciones como la carne, la leche, y en algunos lugares hasta el trigo. La instauración de un impuesto a las exportaciones de soja con una alícuota superior a la que pagan otras producciones agrarias o agroindustriales debiera ser una respuesta a ello.
Pero la regulación no se debiera limitar a una cuestión impositiva. Paradójicamente, el mayor debate acerca de la legislación existente en Argentina con respecto a las semillas GM se centró sobre los derechos de propiedad vinculados a las semillas, cuando dicho tema estaba claramente reglado desde 1973, por medio de la Ley 20.247 (que garantiza el derecho de los productores a sembrar las semillas obtenidas en su producción). Sin embargo, resulta casi inexistente el debate sobre otros aspectos.
Hemos observado que en algunas producciones regionales la difusión de las semillas GM amplió una producción extensiva en detrimento de producciones más intensivas. Ello implicó caída del valor bruto de la producción, del valor agregado, de los salarios pagados. En vistas de estos resultados en algunas zonas donde este fenómeno podría reiterarse puede resultar hasta económicamente más productivo restringir (total o parcialmente) el uso de la soja GM. Dadas las grandes diferencias agronómicas de la Argentina no sería errado que alguna zona definiera una política sobre los GM distinta de la adoptada en la región pampeana. Esto permitiría que se aproveche el incremento en la producción de riqueza que motorizó la soja GM en la región pampeana, a la par que se eviten las disminuciones que podría implicar su avance sobre producciones más intensivas. Para determinados desarrollos regionales que tienen hoy consolidados ciertas producciones agropecuarias relativamente intensivas, la soja GM aparece como una posible amenaza, y no como un factor que impulse la producción. A ello se agrega que con la restricción explícita se lograría evitar -ante ciertos cambios por ahora latentes en la demanda mundial en detrimento de las semillas GM- que la zona en cuestión y su producción se vean negativamente afectadas.
Se ha señalado como una de las consecuencias de la difusión de las semillas GM el incremento de los desmontes. La disminución de los bosques nativos puede convertirse en un problema dependiendo del ritmo que adquiera, y por tanto de las consecuencias a que dé lugar, que se potencian al incrementarse la velocidad del desmonte. Ante esa situación, debe haber cierta normativa acerca de los criterios y los procedimientos que se deben respetarse para desmontar, que evidentemente no puede guiarse por la elección individual de cada productor, sino que debe tener un criterio en pos del interés general. Esta normativa, que en la actualidad queda bajo la órbita de cada provincia, no tiene sin embargo ciertos criterios mínimos a respetarse en todo el país.
Hemos indicado adicionalmente una serie de problemas que hemos calificado como de índole agronómica, entre los cuales ubicamos la falta de reposición de nutrientes, la tendencia al monocultivo, la rápida aparición de malezas resistencias al glifosato. Si bien la tendencia al monocultivo, específicamente, puede ser contrarrestada por medio de un impuesto a las exportaciones con alícuota diferencial, todos los problemas mencionados tienen un denominador común: refieren al cuidado que se le presta al recurso suelo.
Entendemos aquí que éste es un tema que cobra mayor relevancia como consecuencia de la intensificación de la producción –aun cuando la misma no lo es en la medida señalada por otros estudios- así como del incremento del uso de agroquímicos. Este último factor tiende a asemejar, en ese aspecto, la producción agropecuaria con ciertas producciones industriales. Pero mientras que con respecto a estas últimas existe toda una serie de normas acerca del manejo de los insumos y de los desechos, en el caso de la producción agropecuaria casi nada de ello está normado. Se ha dejado como única regulación a los mecanismos de mercado, cuando es claro que en lo referido al cuidado del suelo los mismos son insuficientes. En cambio, deben pensarse mecanismos de incentivos o de fomento especiales, que se complementen a su vez con determinados controles y ordenamientos.
Estas propuestas delineadas a gruesos trazos muestran las amplias posibilidades de encarar políticas activas desde el Estado para tender a afianzar los efectos positivos del cambio tecnológico estudiado, así como evitar, disminuir o revertir sus impactos negativos. Se trata, en definitiva, de discutir el rol que asume la sociedad frente al cambio tecnológico en cuestión, y la forma en que, mediante los mecanismos correspondientes, lo regula para propender a la mejora de las condiciones de vida de toda la población.
Por Javier Rodríguez
El autor es Profesor e Investigador de la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Ciencias Económicas) y del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino ( CENDA).
Publicado por la Red por una América Latina Libre de Transgénicos - RALLT: BOLETIN 323