Conocimientos tradicionales y medidas adaptativas frente al cambio climático
"En diferentes regiones del mundo ya se evidencian los efectos e impactos del cambio climático. De hecho en ecosistemas de altas montañas, como la Cordillera de los Andes, el retroceso de los glaciares y la variabilidad climática extrema (lluvias torrenciales, sequías, granizadas, heladas, etc.) están afectando los medios de vida y desarrollo de las comunidades rurales más pobres y vulnerables que viven de la actividad agropecuaria."
En ecosistemas de altas montañas
Por Walter Chamochumbi
En diferentes regiones del mundo ya se evidencian los efectos e impactos del cambio climático. De hecho en ecosistemas de altas montañas, como la Cordillera de los Andes, el retroceso de los glaciares y la variabilidad climática extrema (lluvias torrenciales, sequías, granizadas, heladas, etc.) están afectando los medios de vida y desarrollo de las comunidades rurales más pobres y vulnerables que viven de la actividad agropecuaria. Mientras persista el negacionismo climático y la inercia de los responsables de esta crisis, el futuro es incierto y de alto riesgo sobre todo para estas poblaciones. De allí la importancia de realizar investigaciones en conocimientos tradicionales y medidas adaptativas, como las que desde hace siglos desarrollaron las culturas agrocéntricas andinas frente a factores ambientales adversos.
Sociedad-naturaleza: racionalidad y problemática ambiental
La Cordillera de los Andes es una de las regiones geográficas más extensas y representativas del Perú y América del Sur. Su configuración biogeográfica es sumamente compleja y heterogénea, así como la geomorfología, los climas y ecosistemas de las cuencas hidrográficas de su vertiente occidental y oriental. Es asiento importante de múltiples culturas originarias que bajo condiciones climáticas y topográficas adversas, desarrollaron valiosos conocimientos y tecnologías adaptativas en el manejo de diversos ecosistemas para la producción alimentaria y la satisfacción de sus necesidades básicas.
En las zonas alto andinas, el proceso adaptativo de diferentes grupos humanos es resultado de sus múltiples interacciones como sociedad-naturaleza. Así, su estudio implica considerar dos dimensiones claves: i) La ambiental, para caracterizar los procesos sociales de ocupación-adaptación y las relaciones de predominio y control político-administrativo sobre el territorio y sus repercusiones en el entorno; y ii) La cultural, porque al analizar las implicancias ambientales derivadas de las relaciones de interacción sociedad-naturaleza sobre el territorio ocupado, existen determinados contextos culturales en los que se manifiestan impactos específicos.[1]Las formas de vida o manifestaciones positivas ensayadas por disímiles culturas y sociedades en determinados territorios y ecosistemas, se explican según el concepto de racionalidad ambiental, porque alude un cuerpo de valores o principios orientados hacia la búsqueda de una finalidad ambiental positiva. En esa medida, también los desajustes o desfases en el proceso adaptativo, son resultado de múltiples factores condicionantes propios del sistema de interacción sociedad-naturaleza. Lo que -como antítesis- nos conduce por el umbral de la irracionalidad, configurando el concepto de problemática ambiental: o sea, cuando los factores condicionantes del sistema de interacción sociedad-naturaleza configuran un conjunto de elementos de desequilibrio, conocidos como defectos de racionalidad (irracionalidad).
El concepto anterior, sin embargo, no se contrapone con los alcances de la cosmovisión holística andina. Al contrario, las implicancias ambientales derivadas de la relación sociedad-naturaleza deben comprenderse en el contexto de determinadas culturas, territorios y entornos ambientales. Por lo que el marco cultural implicará entender una forma específica de racionalidad o un tipo de comportamiento que la sociedad manifestará sobre el espacio-territorio ocupado, asumiendo de forma razonable que este le proporcione sus medios de vida.
Relaciones múltiples de las sociedades humanas con el ambiente[2]
Al respecto resaltamos la contribución de Julián Steward (1955)[3], quien integró el análisis de los componentes población-ambiente. Siendo su aporte más importante y original la teoría del evolucionismo multilineal, según la cual las sociedades humanas contemplan trayectorias múltiples y variables en sus procesos de cambio y adaptación. Steward estudia la discontinuidad del proceso evolutivo, en tanto: “a veces conduce a un mayor control energético y una mayor complejidad social y otras veces a formas sociales y económicas más simples”[4].
Por su parte, Salhins y Service[5] logran un avance interesante en el estudio del proceso evolutivo de las comunidades, proponiendo integrar dos fases principales: i)“…la evolución crea diversidad debido al mecanismo de adaptación, que forja constantemente formas nuevas en función de cambios microambientales. Y ii) “…los organismos inevitablemente evolucionan desde las formas simples hasta las más complejas, desde los organismos con menor control energético hasta los de mayor control”[6].En efecto, la evolución de las poblaciones sigue -en general- un proceso ascendente en el tiempo pero con distintos rumbos y discontinuidades. En base a esta idea visionamos la evolución multilineal desde una perspectiva dialéctica,representándola como una figura de forma y función helicoidal: sinuosa y contradictoria pero progresiva. Las poblaciones originarias siguen diferentes rumbos evolutivos condicionados por diversos factores (objetivos y subjetivos, endógenos y exógenos) relativos a los territorios ocupados y a sus entornos ambientales, en cuyos procesos particulares y a través del tiempo, sus estrategias adaptativas tienden a diversificarse y complejizarse, excepto en los casos extremos que por otros factores, sus estrategias se hayan ido simplificando (hasta incluso colapsar).
Actualmente, siguiendo las investigaciones sobre la teoría de sistemas y desde el uso primigenio del concepto ecosistema, es ampliamente aceptado que el estudio de la relación sociedad-naturaleza no puede abordarse como dos componentes separados, sino más bien interrelacionados, porque constituyen las partes compositivas de un todo sistémico[7].En efecto, ambos componentes se interrelacionan en un todo sistémico representando un complejo de relaciones de causalidad mutua. Por lo que pueden medirse con algunos indicadores de base, como -por ejemplo- la calidad de vida para referirse al perfil de una sociedad, y la calidad ambiental para referirse al statu quo de la naturaleza.
La explicación anterior se basó en el teorema de la indecibilidad de Godel[8], que establece que cada modelo se explica dentro de un modelo más amplio y más general, proponiendo que los problemas ambientales de la sociedad actual deben analizarse dentro de un sistema de referencia en cuyo centro se localiza la sociedad; y que ésta -a su vez- se enmarca en un contexto mucho más amplio de problemas y metaproblemas. Así, hoy en día es inconsistente hacer una descripción y análisis completo del ecosistema sin más referencia que el propio ecosistema, porque este resulta -per se- insuficiente para explicar los distintos niveles y formas de relación de una sociedad y su problemática de acceso a recursos naturales, su crecimiento económico y calidad de vida, y sus repercusiones ambientales.En consecuencia, problemas ambientales como el calentamiento y cambio climático, deben estudiarse como fenómenos complejos a escala global-local, en tanto sistemas abiertos, basados en las múltiples interacciones como sociedad-naturaleza, y según las complejas relaciones de causalidad mutua subyacentes: flujos de intercambios de energía de sistemas y subsistemas que configuran y caracterizan cambios tecno-productivos, socioeconómicos y de organización, así como de sostenibilidad en las distintas sociedades y culturas en espacios determinados.
Armonías y desarmonías en la artificialización de ecosistemas
Los pueblos originarios prehispánicos establecieron relaciones de interacción con la naturaleza en función al desarrollo de valiosas experiencias y conocimientos sobre ella: su capacidad de observación y aprendizaje en miles de años, a través de múltiples pruebas de ensayo-error[9], implicaron un proceso continuo de artificialización (antropización) del espacio ocupado.
Numerosas investigaciones confirman que durante los multiprocesos de ocupación-adaptación territorial y ambiental, las sociedades originarias -por necesidad de sobrevivencia- desarrollaron conocimientos pormenorizados de la estructura, composición y funcionamiento de los ecosistemas y pisos altitudinales: su compleja biodiversidad, sus microclimas y los componentes físicos de distribución espacial (vertical-altitudinal y horizontal-longitudinal). Así, de forma progresiva ensayaron las modificaciones necesarias que aseguraran su sobrevivencia.Es el caso de las culturas agrocéntricas en zonas alto andinas, que conocieron el comportamiento microclimático, modificaron ecosistemas, domesticaron plantas y animales y manejaron la biodiversidad hasta convertirlos en complejos agroecosistemas.
Con el tiempo y máxime ahora con el fenómeno del cambio climático, los sistemas tradicionales de conocimientos de los pueblos originarios sobre el medio físico e indicadores bioclimáticos, su taxonomía biológica folklórica, sus prácticas de producción y su naturaleza experimental han adquirido tal dimensión e importancia que están sirviendo para desarrollar nuevos conocimientos científicos y medidas adaptativas[10]. De hecho, la enorme importancia y valor de los sistemas de conocimientos y prácticas tradicionales de las poblaciones originarias en los países andinos, evidencia que las sociedades prehispánicas construyeron sistemas de vida resilientes, adaptados a variados territorios, logrando un alto grado de conocimientos frente a la variabilidad climática y al manejo de ecosistemas locales[11].Las poblaciones originarias de zonas alto andinas evolucionaron en función de múltiples procesos adaptativos e inadaptativos ensayados en ámbitos territoriales específicos, en condiciones multivariadas de oferta de recursos disponibles, y según los tipos de organización socioeconómica y de racionalidad empleados en el manejo de los ecosistemas. Son procesos supeditados al desarrollo de determinadas capacidades de resiliencia social (fuerte o débil) gestadas por distintas sociedades y culturas para enfrentar y superar las dificultades y lograr adaptarse al entorno territorial y microambiental o de lo contrario fracasar[12].
El grado de manejo y control energético local en el proceso adaptativo de las poblaciones originarias es clave.Depende de las formas de interacción y los niveles de intercambio de flujos de energía: del incremento de los “outputs” y de la reducción de los “inputs”. En consecuencia, frente a la variabilidad climática y otros factores adversos, reducir el grado de incertidumbre en el manejo de los factores microambientales y maximizar la resiliencia y la eficiencia energética local, mediante el uso intensivo de conocimientos y de tecnologías innocuas, organización de la mano de obra, etc., posibilitará un mayor grado de subsistencia y autonomía de las poblaciones en la gestión local de sus recursos naturales.
A diferencia de estudiar las implicancias ambientales desprendidas de los mecanismos adaptativos ensayados a nivel individual, es a nivel colectivo en el que se configura y expresa mejor la forma predominante de relacionamiento de las sociedades y culturas con su entorno territorial y ambiental. El sentido de identidad y la pertenencia territorial de las poblaciones originarias se expresan con mayor nitidez cuando se refieren a lo colectivo, porque expresan su cosmovisión y existencia misma como tales (su imaginario). Estas formas de identidad territorial colectiva permitieron la construcción de una relación respetuosa con la naturaleza y una línea de continuidad e identidad generacional alrededor de ella.
Actualmente diversos factores como la densidad demográfica y estilos de vida de los países que incrementan la presión de uso sobre los recursos naturales y el ambiente (huella ecológica), la expansión de la economía de libre mercado y los proyectos extractivos de recursos naturales, la crisis sistémica y las políticas centralistas y excluyentes de desarrollo de los países, los procesos de industrialización contaminante y de transferencia y dependencia tecnológica agroalimentaria norte-sur, la injerencia económica y comercial de las corporaciones transnacionales y los países hegemónicos sobre los recursos naturales y medios de vida de los pueblos originarios, la erosión de los conocimientos tradicionales, etc., son factores determinantes del fenómeno del cambio climático global, y que de hecho vienen impactado en la problemática de inseguridad alimentaria y pobreza de las poblaciones rurales en ecosistemas de altas montañas. Es pues imperativo realizar investigaciones en medidas adaptativas que recojan y potencien conocimientos tradicionales y fortalezcan la capacidad de resiliencia local.
- Walter Chamochumbi, Mag. Ing. Agrónomo, Consultor en Gestión Ambiental y Desarrollo.
Notas
[1] “Las comunidades indígenas y su evolución en el proceso de adaptación territorial, resiliencia y desarrollo endógeno: teorías y notas del contexto latinoamericano”, ensayo de Walter Chamochumbi, Lima. 2006.
[2] En Walter Chamochumbi (2006). Ibíd.
[3] Julián Steward, 1955, pp.14-15, citado En Emilio F. Morán (1996),”La ecología humana de los pueblos de la amazonia”,(1982b, p.43), p. 44-45).
[4] Citado por Emilio Morán (1996), Ibíd., p. 45.
[5] “Evolución y cultura”, 1960, en Morán (1996), Ibíd., en base a trabajos de Julián Steward y Leslie White.
[6] Op cit de Salhins y Service pp.12-13, en Emilio Morán (1996), Ibíd., p. 49.
[7] “la sociedad y la naturaleza pueden ser consideradas como dos sistemas independientes que se contraponen o bien que interactúan y se complementan, lo cual constituye la base del planteamiento dualístico del problema. La otra opción considera a la sociedad-naturaleza como una sola unidad indivisible que se integra como un todo, lo cual es la base del planteamiento monístico del sistema”Op cit de Juan Gastó (1994), p. 131…”Aproximación Agroecosistémica”, en Módulo I “Agroecología: Bases Históricas y Teóricas”, Curso sobre Agroecología, CLADES-CIED, Lima, pp. 123-135.
[8] Citado por Juan Gastó. Ibíd.
[9] Nicolo Gligo y Jorge Morello (1980)…“Notas sobre la historia ecológica de América Latina”, publicado en Estudios Internacionales, 13, Nº 49, Santiago de Chile, enero-marzo de 1980, pp. 112-148.
[10] Miguel Altieri (1994)…”Por qué estudiar la Agricultura Tradicional”, en Módulo I “Agroecología: Bases Históricas y Teóricas”, Curso sobre Agroecología, CLADES-CIED, Lima, pp. 71-81.
[11] Ver Consorcio GTZ/FUNDECO/IE (2001)…”Protección, recuperación y difusión de conocimientos y prácticas tradicionales”,Documento preliminar para revisión por países, CAN, Estrategia Regional de Biodiversidad,La Paz – Bolivia, 97 p.
[12] La antropización de ecosistemas no ocurre bajo condiciones homogéneas ni relajadas. Al contrario, mayormente ocurre bajo condiciones de alta heterogeneidad ecogeográfica y de constante tensión en el manejo de los factores micro-ambientales.
Fuente: ALAI