Comer gracias a Daewoo

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Acabar con la agricultura se traduce en vulnerabilidad. La dependencia de alimentos del exterior en España es notable y la población dedicada al cultivo está por debajo del 5%.

17 de octubre, 2018

Unos meses atrás, en una reunión con inversores, el principal responsable de la corporación Daewoo, Kim Young, expresó: “Necesitamos cambios estructurales de acuerdo a los cambios externos para asegurar un crecimiento sostenible”. Cuando los resultados del año fiscal 2017 (21.200 millones de dólares) son los mejores conocidos hasta ahora por Daewoo y representan un 36% más que el año anterior, no nos confundamos, “crecimiento sostenible” no hace referencia a ningún postulado ecológico sino al deseo de que estos magros beneficios no dejen de crecer. Para ello, el complejo empresarial de esta empresa surcoreana, conocida aquí por sus automóviles, diversifica su acción tanto en el sector industrial, como el energético y el agrícola, especialización, esta última, que nos debe hacer pensar.

La primera referencia que tengo respecto a la agricultura de Corea del Sur me sitúa en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en Cancún, en el año 2003. Acompañando las luchas de La Vía Campesina contra esta reunión y sus propuestas neoliberales para la agricultura, tuve la oportunidad de atender como las campesinas y campesinos surcoreanos explicaban las repercusiones que les generó la entrada de su país en la OMC y que esperaban atenuar. “Con una hectárea de arroz”, recuerdo que decían, “teníamos suficiente para garantizar nuestro sustento, cubrir todas las necesidades y mandar a los hijos a la Universidad. Pero ahora ya no, con la entrada de arroz barato de los EE.UU., cada vez es más difícil sobrevivir”. Desde entonces, el milagro tecnológico e industrial de Corea del Sur, verdadera potencia en estos campos, ha seguido en paralelo con el retroceso de su agricultura. Mrs. Yoon, campesina de la Asociación de Mujeres Campesinas de Corea (KWPA) lo explica muy bien en una entrevista concedida a Ana Galvis para la organización FoodFirst. “Algunos hablan de que la agricultura en Corea del Sur no está en crisis, simplemente ya desapareció. Solo tenemos un 23% de autosuficiencia alimentaria y solo el 5% de la población se dedica a la agricultura. La poca agricultura que hay es principalmente convencional llena de pesticidas y plaguicidas. El modelo económico hace que se fabriquen coches y aparatos electrónicos que se exportan y luego se importa alimento barato de otros países”.

Cinco años después, en el 2008 y en plena crisis alimentaria con los precios de los alimentos en el mercado mundial altísimos, otra noticia mostraba el lado agrícola de este país. Para garantizar el sustento alimentario de su población, más allá de los peligrosos volátiles mercados, apostaron por una operación de gran magnitud. Se negoció con el gobierno de Madagascar un contrato de arrendamiento de 1,3 millones de hectáreas de tierra arable por 99 años. Es decir, se pretendió el acaparamiento de casi la mitad de la tierra fértil de la isla con la pretensión de cultivar alimentos para “enviarlos de vuelta a Corea del Sur”, citando el informe de la Fundación Grain; “Daewoo y su expansión en los agronegocios en el extranjero”. Porque, efectivamente, era Daewoo la empresa encargada de llevar a cabo este megaproyecto agrícola que acabó generando una revuelta popular y el cese del presidente malgache Marc Ravalomanana.

Desde entonces, como desarrolla el informe mencionado, Daewoo ha mantenido bien activa su estrategia agrícola a la que el señor Young alude como línea fundamental para sostener sus crecimientos en consonancia y complicidad con la necesidad de suministrar alimentos y materias primeras a un país que ya solo sabe de tecnología punta. En el 2011 Daewoo, fusionada con la empresa acerera Posco, entró en Papúa (Indonesia) para desarrollar negocios en el cultivo y elaboración de alimentos a partir de la palma aceitera o palma africana. De hecho, controla unas 35 mil hectáreas de este territorio y no extraña que la organización Global Forest Watch (GFW), en relación directa con las comunidades locales, denuncie prácticas inaceptables como quema de bosques para ganar tierras de cultivos, o violencia, expulsión y engaños en la compensaciones a la población local. En otros países ricos en recursos agrícolas, Daewoo va abriendo instalaciones dedicadas al almacenaje, procesamiento y exportación de productos básicos como el arroz, la soja, el trigo y el maíz. Las últimas de sus inversiones han sido en Twante, una ciudad ribereña entre el puerto comercial de Yangon y la mayor área arrocera de Myanmar, con una inversión de 21 millones de dólares para una planta con una capacidad anual de procesamiento de hasta 100 mil toneladas de arroz; y en el puerto de Chornomorsk, Ucrania (el granero de Europa), donde han invertido por valor de 3 millones de dólares también para la construcción de almacenes de granos.

Pero el interés de Daewoo, insisto, no es solo la expansión en un sector con buenas previsiones, es el resultado de una estrategia de país para reforzar su seguridad alimentaria. Acabar con la agricultura es lo que tiene, vulnerabilidad. Y aquí se refleja perfectamente la realidad de nuestro territorio. Las cifras son muy similares a las surcoreanas. La dependencia de alimentos del exterior es igualmente considerable y la población dedicada a la agricultura está también por debajo del 5% y sigue cayendo año tras año. Entonces, ¿tenemos estrategia al respecto? ¿Confiamos ciegamente en la disponibilidad de alimentos en el mercado? ¿Ante una nueva crisis alimentaria, tendremos recursos económicos para pagarlos? O ¿tenemos nuestros daewoos preparados para hacer las Américas y asegurar el suministro de soja o aceite de palma que requiere la industria alimentaria que actualmente nos da de comer?

Sinceramente, espero que no, que no sea ahondar en el camino de expolio y capitalismo agrario y nos replanteemos un giro de 360 grados para, más que tratar los síntomas de una insuficiencia vital, intentar recuperar suficiencia con propuestas en favor de la soberanía alimentaria. 

La sensibilidad de la población para alimentarnos de productos locales, de temporadas y cultivados cuidadosamente por campesinas y campesinos que mantienen vivos los pueblos y reactivan economías circulares, esa sí que no deja de crecer. Los proyectos agrícolas que trabajan en esta línea, también. En su entretejer tenemos la verdadera sostenibilidad.

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Por Gustavo Duch - Es escritor y veterinario. Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas y autor de libros como Mucha Gente Pequeña Lo Que Hay Que Tragar.

Fuente: Contexto y Acción

Temas: Acaparamiento de tierras, Sistema alimentario mundial

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