Cárceles y semillas
Las empresas que forman la UPOV (sus siglas significan Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales) consideran que beneficiarnos de los cultivos que crecieron de nuestras semillas es una amenaza para el control empresarial del mercado. En los países que están de acuerdo con la UPOV, si se sospecha que las comunidades guardan e intercambian sus propias semillas pueden ser multadas o encarceladas, se les pueden confiscar sus cosechas, sus herramientas y sus bodegas.
“Hoy alguien está en la cárcel por guardar semillas”.
Esta es una frase de la campaña STOP-UPOV 1 contra el registro de las semillas campesinas, que el consorcio de empresas agrícolas llamado UPOV quiere imponer sobre los gobiernos. Las empresas que forman la UPOV (sus siglas significan Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales) consideran que beneficiarnos de los cultivos que crecieron de nuestras semillas es una amenaza para el control empresarial del mercado. En los países que están de acuerdo con la UPOV, si se sospecha que las comunidades guardan e intercambian sus propias semillas, pueden ser multadas o encarceladas, se les pueden confiscar sus cosechas, sus herramientas y sus bodegas. “Se les declara culpable por sospecha”, explica la campaña. La UPOV tiene influencia en casi la mitad de los países del mundo 2.
En Estados Unidos, la riqueza agrícola se creó con el trabajo de las comunidades esclavizadas, pero aun cuando se abolió la esclavitud, la población negra siguió siendo sometida. Hay estudios que demuestran que desde fines de 1800 se inventaron cientos de leyes dirigidas a normar su comportamiento, de modo que sus acciones cotidianas se volvieran fuente inagotable de acusaciones legales: andar en grupo, reunirse en parques, caminar en las aceras, salir de noche, ¡no tener empleo! Eso sin contar la prohibición de hablar con blancos, entrar a “sus lugares”, comer junto a ellos y más. Desde entonces, explica la maestra y agricultora Leah Penniman, se encarcela masivamente a las personas negras para luego ofrecerlas a las industrias, y que con trabajo obligatorio cumplan parte de su condena. “La historia de la agricultura industrial es la historia del sistema carcelario”, resume Penniman 3.
Activistas por los derechos de las personas privadas de su libertad han encontrado que la enorme población carcelaria de Estados Unidos es castigada, además, mediante la alimentación 4 (y sin duda podemos extrapolar ese hallazgo a las cárceles de muchas otras naciones). Como forma de control y castigo se les da la peor comida imaginable, día tras día: guisos y carnes deshidratados, que mezclan con agua y arroz o frijoles, en intentos frustrantes por hacer las comidas más variadas, buscando que el sabor sea un poco disfrutable. Con la pandemia, esa comida terrible comenzó a escasear severamente, debido a que la producción y distribución general de las mercancías se ralentizó con los confinamientos. Además el staff de las prisiones también padeció Covid y el número de empleados se redujo.
Ante la hambruna inminente, en muchos lugares los presos decidieron conseguir semillas a como diera lugar y cultivar hortalizas. En diciembre de 2022, la revista Modern Farmer publicó: “En cárceles de Estados Unidos, las semillas son preciado contrabando para prisioneros que quieren cultivar su propio alimento” 5. En donde se tolera el contrabando de semillas, tanto los presidiarios como el personal de la cárcel mejoran su salud y su ánimo. Bajan los gastos médicos, disminuyen las riñas. Hay testimonios de que junto con las semillas de hortalizas se trafican cada vez más semillas de flores y de verduras rojas, para poder mirar colores a través de las ventanas. Varias personas han encontrado en estos “contrabandos” un hilo de esperanza para rehacer sus vidas, porque al salir saben qué hortalizas cultivar y cómo cuidarlas para contribuir a la subsistencia propia, familiar y comunitaria. Un saber que todas las sociedades necesitamos cada vez más.
En Zapotlán, Jalisco, han surgido huertos en las cárceles para enseñar agroecología y mejorar los hábitos alimentarios, aumentar la actividad física, la desintoxicación, y para que la institución tenga un ingreso extra. La cárcel resultó ser un lugar adecuado para esta actividad, nos cuenta Helen Juárez, promotora del programa 6. Es una actividad terapéutica, está aislada, las personas tienen tiempo para cuidar las plantas y las semillas de una manera delicada y minuciosa a una escala muy manejable. Hay muchas manos y las labores se diversifican. En la cárcel de Zapotlán comenzaron a reproducirse semillas de verduras escasas en los mercados, de cultivos muy gustados, y los huertos del CERESO se vincularon con las redes de producción agroecológica del Sur de Jalisco, que están creciendo sin parar.
En noviembre se reunieron sabias y sabios de las semillas en la comuna Auquinco, Chile, y en su declaración reafirmaron que defender las semillas nativas y criollas no es solo un compromiso de las comunidades campesinas, sino de toda la humanidad 7. Que la lucha por las semillas es la lucha por el futuro, y es profundamente política, porque allí comienza la sobrevivencia de la gente. Que es necesario multiplicar, compartir y sembrar las semillas que tenemos para mantenerlas vivas y libres, porque esas semillas no se enmarcan en la lógica productivista del mercado, como las semillas que la UPOV logra someter con sus registros. Que cuidar las semillas es para que toda la población de América Latina y el Caribe, ya sea urbana o rural, acceda a alimentos sanos.
Hoy alguien está en la cárcel por guardar semillas, pero hay semillas que están llegando a las cárceles para mantener la esperanza de la libertad.
Referencias:
1 La campaña #STOP UPOV tiene una página de Facebook: https://www.facebook.com/groups/904253430508472
2 Ver el mapa interactivo de GRAIN, “Tratados comerciales que imponen UPOV” en https://grain.org/es/article/6780-tratados-comerciales-que-imponen-upov-un-mapa-interactivo
3 Leah Penimann es una activista negra que lanzó en septiembre de 2022 el programa “Chefs en las prisiones”. Aquí su conferencia: https://impactjustice.org/more-prisoners-than-farmers/
4 Uno de los estudios es “Comer tras las barras. Terminar con el castigo oculto de la alimentación en las prisiones”, de Impact Justice, 2020, (en inglés). Resumen : https://impactjustice.org/wp-content/uploads/IJ-Eating-Behind-Bars-ExecutiveSummary.pdf
5 Ver Modern Farmer, 19 de diciembre de 2022: https://modernfarmer.com/2022/12/seeds-in-prison/
6 Uno de los huertos se encuentra en la sección femenil del Centro Integral de Justicia Regional de Ciudad Guzmán. Ver: http://gaceta.cusur.udg.mx/huerto-organico-en-seccion-femenil-de-ceinjure-ciudad-guzman/
7 Aquí la Declaración de Auquinco completa: https://viacampesina.org/es/chile-declaracion-de-auquinco-encuentro-de-sabios-y-sabias-de-las-semillas/
Fuente: Desinformémonos