Calentamiento global y pérdida de la biodiversidad terrestre
Boletín WISE
Hasta ahora la elaboración de modelos para determinar los efectos potenciales del calentamiento global sobre los ecosistemas se han centrado en los flujos de energía y materia en esos ecosistemas, más que en las especies que los componen. El estudio de Jay R.Malcom y Adam Markham, preparado para el WWF, ha empleado modelos que simulan un cambio global de clima y vegetación para investigar tres importantes amenazas a la biodiversidad terrestre:
§ Tasas de calentamiento global que superarán la capacidad de migración de las especies
§ Pérdidas de hábitats durante los progresivos cambios de las condiciones climáticas
§ Disminución en la diversidad de las especies como consecuencia de las pérdidas de hábitats.
También se han analizado los efectos que las grandes barreras naturales -océanos y lagos- y las creadas por los humanos -terrenos agrícolas o el desarrollo urbano-puedan tener en la posibilidad de que las especies se desplacen como respuesta al calentamiento global.
Para elaborar 14 escenarios de impactos, se emplearon siete modelos climáticos (modelos generales de circulación, o GCM en sus siglas en inglés) y dos modelos biogeográficos. Esos modelos no aportan información sobre la biodiversidad por si misma, pero simulan futuras distribuciones de vegetación (biomas) como los bosques de coníferas boreales y las praderas. Los modelos se emplearon para investigar indirectamente las potenciales modificaciones de la biodiversidad de varios modos:
§ Para cuantificar los niveles de migración que el efecto invernadero impondrá en las especies, se calcularon las tasas a las que los tipos más importantes de vegetación deberían migrar para poder adaptarse al cambio climático. Los cambios en las fronteras de los biomas según los distintos escenarios climáticos se emplearon como sustitutos de los cambios en la distribución territorial de las especies vegetales.
§ Para cuantificar la pérdida potencial de hábitats, se compararon las distribuciones de vegetación actuales con aquellas proyectadas en el futuro bajo los diversos escenarios, y se cuantificaron las áreas de cambio.
§ Finalmente, empleando relaciones bien establecidas entre el tamaño de los hábitats y su riqueza en especies, se investigó el potencial de pérdida de biodiversidad debido a las reducciones de los hábitats como consecuencia del calentamiento global.
La suerte de muchas especies en un mundo que se calienta rápidamente dependerá de su habilidad para escapar de las áreas más desfavorables en cuanto a condiciones climáticas hacia nuevas zonas donde puedan satisfacer sus necesidades físicas, biológicas y climáticas. Por desgracia, la habilidad de migrar es todavía poco comprendida y por ello es bastante complicado determinar la seriedad del impacto del cambio climático sobre la biodiversidad. La mayor parte de nuestros conocimientos sobre el potencial de emigración rápida de las especies procede del estudio en restos fósiles de como los bosques volvieron a colonizar zonas previamente ocupadas por los hielos, después de la última era glaciar. No obstante, los científicos no se ponen de acuerdo sobre si las tasas de emigración en aquella ocasión fueron las máximas posibles o si algunas especies podrían haber emigrado más deprisa, si hubiera sido preciso. Así que, en vez de intentar predecir cuan rápido serán capaces de emigrar especies y biomas, se el estudio analizó la velocidad a la que serán obligadas a emigrar para poder sobrevivir al calentamiento previsto en los diversos escenarios considerados. Se han calculado las tasas de emigración requeridas (TER) para todas las zonas terrestres del globo. TERs superiores a 1.000 metros/año se consideraron muy elevadas, porque son muy raras en los registros fósiles o históricos. Se compararon TERs bajo escenarios en los que los niveles de CO2 se doblaban tras 100 años y tras 200 años, para verificar la influencia de la tasa de calentamiento global en la vulnerabilidad de las especies. De hecho, incluso los escenarios con niveles de emisión relativamente más optimistas sugieren que es muy probable que hacia la mitad del siglo XX las concentraciones de CO2 en la atmósfera se habían duplicado respecto a los niveles pre-industriales y que se habrán triplicado en el año 2100. Esto significa que los TERs identificados son más bien conservadores y que la velocidad de migración de las especies deberá ser mayor que la que se detalla en el informe. Los resultados indican que el cambio climático puede aumentar radicalmente la pérdida de especies y reducir la biodiversidad, en particular en las latitudes más altas del Hemisferio Norte.
Resumen de las principales conclusiones
Todas las combinaciones de modelos precisan que se requieren tasas de migración muy elevadas, iguales o superiores a 1.000 metros/año. En el caso de los dos modelos de vegetación estas tasas de migración tan elevadas afectan al 17 y al 21% de la superficie mundo.
Las TERs para especies vegetales debidas al calentamiento global son 10 veces superiores a las que se registraron en la última era glaciar.
Tasas de esta magnitud muy probablemente resultarán en una extensa extinción de especies y desaparación local de animales y plantas.
Las tasas de migración altas se concentran sobre todo en el Hemisferio Norte, especialmente en Canadá, Rusia y Fenoscandia (Noruega, Suecia y Finlandia). A pesar de su gran extensión, un promedio del 38,3 y 33,1% de la superficie de tierra firme de Rusia y Canadá, respectivamente, muestran elevadas TERs.
Las mayores TERs se estima que deberán ocurrir en la taiga/tundra, bosques perennifolios de zonas templadas, bosques mixtos de zonas templadas y bosques boreales de coníferas. Eso sugiere que las especies que dependan de estos sistemas serán las más vulnerables al cambio global.
Incluso reduciendo el ritmo del cambio climático a la mitad, los modelos no muestran grandes reducciones en las áreas con TERs altas. Los océanos y los grandes lagos, que pueden actuar como barreras frente a las migraciones, influyen en las TERs de diversas regiones, especialmente en islas como Terranova y en penínsulas como Finlandia occidental.
Las barreras a las migraciones representadas por la densidad de población humana y por la agricultura también muestran una cierta influencia regional, especialmente en las fronteras septentrionales de las zonas urbanizadas del noroeste de Rusia, Finlandia, Rusia central y Canadá.
Además de imponer elevadas TERs a las especies, el cambio climático conducirá muy probablemente a una extensa pérdida de hábitats, lo cual supondrá más probabilidad de desaparición de especies. En un escenario en que se dupliquen las emisiones de CO2 el calentamiento global tiene el potencial de destruir el 35% de los hábitats terrestres del planeta, sin que se pueda tener certeza alguna de que serán remplazados por sistemas igualmente diversos o que ecosistemas similares tendrán la capacidad de desarrollarse en otro lugar.
Rusia, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Islandia, Kyrgyzstan, Tajikistan y Georgia tienen la mitad de sus hábitats en peligro debido al calentamiento global, ya sea por desaparición total o por transformación en otro tipo de hábitat.
Siete territorios de Canadá -Yukon, Terranova/ Labrador, Ontario, British Columbia, Quebec, Alberta y Manitoba - tienen más de la mitad de su territorio en peligro.
En Estados Unidos de América, más de una tercera parte de los actuales hábitats de Maine, New Hampshire, Oregón, Colorado, Wyoming, Idaho, Utah, Arizona, Kansas, Oklahoma y Texas podrían cambiar respecto a lo que son hoy en día.
La pérdida de especies locales bajo un escenario en que duplican las emisiones de CO2 puede alcanzar el 20% en los hábitats más vulnerables del Ártico y de las zonas de montaña, como resultado de cambios climáticos que reducirán el tamaño de los hábitats o los fragmentarán. Las zonas más sensibles se localizan en la Península rusa de Taymyr, partes de Siberia Oriental, el norte de Alaska, los ecosistemas boreales de Canadá y las islas árticas canadienses meridionales, el norte de Fenoscandia, Groenlandia occidental, el este de Argentina, Lesotho, la meseta del Tíbet y el sudoeste de Australia. Estas pérdidas se añadirán a las que ocurran como resultado de las reducciones de los hábitats.
Conclusiones generales
Aunque algunos animales y plantas podrán adaptarse a las tasas de emigración que se presentan en el informe, es lógico concluir que otros no podrán hacerlo.
Puede predecirse que las especies invasoras y otras con grandes capacidades de dispersión no sufrirán grandes problemas, y por ello es probable que plagas y malas hierbas dominen en muchos paisajes.
No obstante, en ausencia de perturbaciones significativas, muchos ecosistemas pueden ser muy resistentes a las invasiones y los cambios en estas comunidades pueden retrasarse durante décadas.
Es probable que el calentamiento global tenga un efecto tamiz sobre los ecosistemas, filtrando aquellos que no tengan una gran movilidad y favoreciendo a los menos diversos y dominados por vegetación más simple.
Las regiones donde con anterioridad nunca se ha producido una selección basada en la movilidad de las especies son las que más sufrirán. Por ello, aunque de los modelos estudiados se deduce que en los trópicos no se requieren TERs muy elevadas, también allí se producirá un fuerte impacto en cuanto a pérdidas de especies. Algunas especies han evolucionado in situ y serán totalmente incapaces de emigrar.
Las futuras TERs muy probablemente no tendrán precedentes -serán las más altas de la historia- si es que las especies quieren tener éxito en adaptarse al cambio climático.
El crecimiento de la población humana, el cambio en los usos del suelo, la destrucción de hábitats y la contaminación exacerbarán los impactos del cambio climático, especialmente en los límites de los biomas.
La creciente interconectividad entre los hábitats naturales dentro del paisaje urbanizado, puede favorecer que los organismos alcancen su máxima tasas de emigración y ayudar a reducir la pérdida de especies.
No obstante, si las tasas de emigración del pasado son un buen indicador de lo que puede Alcanzarse en un mundo en calentamiento, se precisarán reducciones radicales y urgentes en las emisiones de gases de efecto invernadero para reducir la amenaza de la pérdida de biodiversidad.
En conclusión, el estudio demuestra que cuanto más rápidamente se caliente el planeta más aumentarán las pérdidas de hábitats y la extinción de especies, fundamentalmente en las latitudes más altas del Hemisferio Norte. El calentamiento global puede hacer desaparecer grandes áreas de hábitats naturales y muchas especies no podrán adaptarse al cambio climático.
Las poblaciones de especies más raras y aisladas en hábitats fragmentados o aquellas que habitan en zonas rodeadas por grandes masas de agua o áreas urbanas o agrícolas son las que tienen más riesgo de desaparecer.
(1) Malcolm, Ray J., Markham, Adam: Global Warming and Terrestrial Biodiversity Decline, WWF Climate Change Campaign, Agosto 2000, 34 pp. Puede obtenerse en fornato PDF (1,6 MB) en www.panda.org/climate
Extraídode
WISE, Boletín de noticias ( 65) sobre eficiencia energética y energías renovables, 13/11/2000. Una publicación de noticias reproducibles de la oficina española del Nuclear Information and Resource Service (NIRS) / World Information Service on Energy (WISE)
http://www.ecologistasenaccion.org/otros/wise.htm