Brasil: los Obispos de la CPT se manifiestan contra el uso de transgénicos

Preocupados con los últimos acontecimientos con relación a los transgénicos, los Obispos de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB por su sigla en portugués), acompañados de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), escribieron una carta informando sobre los daños a la salud causados por tales productos. Llaman la atención también por la pérdida de soberanía alimentaria que implica el uso de semillas transgénicas. El documento fue entregado al Presidente de la Cámara, João Paulo Cunha, en la ceremonia que conmemoró el archivo de la propuesta de acuerdo de la base estadounidense en Alcántara.

Versión de la Declaración en portugués

Nós, Bispos acompanhantes da Comissão Pastoral da Terra, CPT, nos diversos Regionais da CNBB, diante da grave problemática dos transgênicos em nosso país e respaldados nos dispositivos legais vigentes, tomamos a iniciativa de nos manifestarmos a respeito.

Os transgênicos são resultado de manipulação genética que permite produzir, alterar e transferir genes entre os seres vivos, rompendo a barreira do cruzamento natural entre as espécies, criando, alterando e transferindo material genético entre vegetais, animais, bactérias, vírus e humanos.

Em todo o mundo e aqui no Brasil muitos estudiosos e também líderes sociais têm levantado, mui oportunamente, sérias preocupações em relação a este assunto. Estas preocupações giram em torno dos seguintes riscos:

1o Com relação à saúde humana, a ingestão dos grãos geneticamente modificados podem provocar aumento de alergias, resistência a antibióticos e elevação do índice de substâncias tóxicas nos alimentos.

2o No meio ambiente há o risco da erosão genética, afetando irreversivelmente a biodiversidade, pela contaminação dos bancos naturais de sementes (bancos de germoplasma). Acresce a isto o aumento assustador da
monocultura e a conseqüente perda da riquíssima variedade e qualidade das sementes.

3o É também uma ameaça à soberania alimentar do nosso país, em razão da perda do controle das sementes e dos seres vivos pelo patenteamento dos mesmos, tornados propriedade exclusiva e legal de grupos transnacionais
que só visam fins comerciais.

4o O risco maior, entretanto, a nosso ver, está na total
dependência, na destruição e, finalmente, no desaparecimento da pequena e até da média agricultura por causa do inexorável monopólio mundial da produção e comercialização das sementes, que passam para o domínio de um pequeno grupo de gigantescas e poderosas empresas transnacionais.

Com relação a estas questões, por outro lado, não podemos ignorar ou deixar de cumprir as exigências éticas como a não-maleficência, a justiça social, a justiça ecológica e a precaução.

O princípio da não-maleficência implica no nosso dever de evitar ou impedir o mal ou dano aos outros. No caso de introdução massiva de novas tecnologias que impliquem riscos potenciais á saúde, este princípio deve estar plenamente garantido por meio de informações claras e seguras.

O princípio da justiça Social, em casos de inovações tecnológicas massivas e de alto impacto social, leva-nos a perguntar sobre quem vai ser beneficiado e quem vai ser prejudicado. Ora, no caso concreto dos transgênicos é claro que um pequeno grupo de grandes empresas serão as
grandes beneficiadas, com grave dano para a agricultura familiar.

O princípio da justiça ecológica impõe o dever de preservar o meio ambiente para as gerações atuais e futuras. Os transgênicos podem representar sério risco ecológico.

O princípio da precaução exige que antes da liberação de qualquer produto para o consumo humano, sejam adotadas severas normas de biossegurança. Não se trata de travar a ciência ou a pesquisa, nem de provocar medo paranóico perante o novo. Pelo contrário, defende-se o mais amplo espaço para a ciência e a pesquisa, orientadas, porém, para o bem comum. As aplicações tecnológicas que impliquem riscos potenciais de grande envergadura, sejam decididas, aprovadas, negadas ou aperfeiçoadas a partir de decisões democráticas e sob controle do povo.

Apoiando a heróica luta das organizações populares do campo e fazendo eco a uma das grandes reivindicações do Fórum Social Mundial de Porto Alegre, de bom grado defendemos que as sementes sejam declaradas patrimônio da humanidade e conservadas em sua integridade genética pelas
comunidades camponesas.

Nesta mesma linha tomamos a liberdade de indicar ao Poder Público, ao Ministério Público, ao Legislativo, ao Judiciário, e ao Executivo que, ao tratarem destas graves questões, se orientem por estas novas e justas reivindicações, bem como pelos princípios éticos que as regem.

Itaici, 6 de maio de 2003

Os Bispos acompanhantes da CPT.

Dom Tomás Balduino, Presidente
Dom Xavier Gilles, Vice-Presidente
Dom Orlando Dotti
Dom Ladislau Biernaski
Dom Pedro Casaldáliga
Dom André de Witte
Dom José Alberto Moura,
Dom Guilherme Werlang
Dom Heriberto Hermes
Dom José Mario Streher
Dom Moacir Grecchi
Dom José Agusto da Rocha
Dom Maurício Grotto
Dom Apparecido José Dias
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Versión de la Declaración en español

Declaración sobre los transgénicos

Nosotros, Obispos acompañantes de la Comisión Pastoral de la Tierra -CPT-, en las diversas regiones de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB), frente a la grave problemática de los transgénicos en nuestros país y respaldados en las disposiciones legales vigentes, tomamos la iniciativa de manifestarnos al respecto.

Los transgénicos son resultado de la manipulación genética que permite producir, alterar y transferir genes entre los seres vivos, rompiendo la barrera del cruce natural entre las especies, creando, alterando y transfiriendo material genético entre vegetales, animales, bacterias, virus y humanos.

En todo el mundo y aquí en Brasil muchos investigadores y también líderes sociales han formulado, oportunamente, serias preocupaciones en relación a este asunto. Estas preocupaciones giran en torno a los siguientes riesgos:

1º.- Con relación a la salud humana, la ingestión de los granos genéticamente modificados pueden provocar aumento de alergias, resistencia a antibióticos y aumento del índice de substancias tóxicas en los alimentos.

2º.- En el medio ambiente hay el riesgo de erosión genética, afectando irreversiblemente la biodiversidad, por la contaminación de los bancos naturales de semillas (bancos de germoplasma). Añadiéndose a esto el aumento alarmante del monocultivo y la consecuente pérdida de la riquísima variedad y cualidad de las semillas.

3º.- Es también una amenaza a la soberanía alimentaria de nuestro país, en razón de la pérdida del control de las semillas y de los seres vivos por el patentamiento de los mismos, convertidos en propiedad exclusiva y legal de grupos transnacionales que solo apuntan a fines comerciales.

4º.- El riesgo mayor, sin embargo, a nuestro modo de entender, está en la total dependencia, en la destrucción y, finalmente, en la desaparición de la pequeña y hasta de la mediana agricultura por causa del inexorable monopolio mundial de la producción y comercialización de las semillas, que se convierten en dominio de un pequeño grupo de gigantescas y poderosas empresas transnacionales.

En relación a estas cuestiones, por otro lado, no podemos ignorar o dejar de cumplir las exigencias éticas como la beneficencia, la justicia social, la justicia ecológica y la precaución.

El principio de beneficencia implica nuestro deber de evitar o impedir el mal o daño a los otros. En el caso de la introducción masiva de nuevas tecnologías que impliquen riesgos potenciales a la salud, este principio debe estar plenamente garantizado por medio de informaciones claras y confiables.

El principio de justicia social, en casos de innovaciones tecnológicas masivas y de alto impacto social, nos lleva a preguntar quién va a ser beneficiado y quién va a ser perjudicado. Ahora, en el caso concreto de los transgénicos es claro que un pequeño grupo de grandes empresas será el mayor beneficiado, con grave daño para la agricultura familiar.

El principio de justicia ecológica impone el deber de preservar el medio ambiente para las generaciones actuales y futuras. Los transgénicos pueden representar un serio riesgo ecológico.

El principio de precaución exige que antes de la liberación de cualquier producto para el consumo humano, sean adoptadas severas normas de bioseguridad. No se trata de detener la ciencia o la investigación, ni de provocar miedo paranoico frente a lo nuevo. Por el contrario, se defiende el más amplio espacio para la ciencia y la investigación, orientadas, no obstante, para el bien común. Las aplicaciones tecnológicas que impliquen riesgos potenciales de gran envergadura, sean decididas, aprobadas, negadas o perfeccionadas a partir de decisiones democráticas y bajo el control del pueblo.

Apoyando la heroica lucha de las organizaciones populares del campo y haciendo eco a una de las grandes reivindicaciones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, con agrado defendemos que las semillas sean declaradas patrimonio de la humanidad y conservadas en su integridad genética por las comunidades campesinas.

En esta misma línea, nos tomamos la libertad de recomendar al Poder Público, al Ministerio Público, al Legislativo, al Judicial y al Ejecutivo que, al tratar estas graves cuestiones, se orienten por estas nuevas y justas reivindicaciones, así como por los principios éticos que las rigen.

Itaici, 6 de mayo de 2003

Los Obispos acompañantes de la CPT.

Mons. Tomás Balduino, Presidente
Mons. Xavier Gilles, Vice-Presidente
Mons. Orlando Dotti
Mons. Ladislau Biernaski
Mons. Pedro Casaldáliga
Mons. André de Witte
Mons. José Alberto Moura
Mons. Guilherme Werlang
Mons. Heriberto Hermes
Mons. José Mario Streher
Mons. Moacir Grecchi
Mons. José Agusto da Rocha
Mons. Maurício Grotto
Mons. Apparecido José Dias

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